Mes: septiembre 2013

Para no quedarnos solos

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El deshielo que parece darse entre Estados Unidos e Irán puede estar reorientando la brújula mundial, en un desplazamiento geopolítico vigoroso capaz de alterar el trazado de las relaciones internacionales de muchos países, incluso del nuestro. Que los dos países manifiesten gestos a favor de un reencuentro al cabo de décadas de rencillas y confrontaciones debería mover a reflexiones de fondo en la política exterior nacional.

Con Irán regido por Mahmud Ahmadineyad, Bolivia pudo acomodarse sin dificultades dentro de la línea expresada a El Deber por el presidente Evo Morales en la entrevista publicada el martes: “Entre un pro imperialista y un anti imperialista jamás habrá coincidencias”. Hablaba de cuestiones internas pero, extrapolada, la frase explicaba el posicionamiento que Bolivia ha tenido estos años al lado del gobierno de Irán, al que consideraba «anti imperialista». Este alineamiento puede verse amenazado si Irán se aleja de la confrontación e ingresa a una fase de cooperación o de entendimiento. En un caso así, ¿cuál será la reacción de Bolivia?

El avance hacia un reencuentro puede dar lugar a una distensión en los mercados petroleros mundiales, que no ignorarían el mensaje tranquilizador que conlleva lo que está ocurriendo. Israel, pieza fundamental en el Medio Oriente, podría sentirse menos preocupado en tanto que Irán, con graves aprietos económicos, concluiría que puede aumentar su producción petrolera (está entre los cinco países con mayores reservas en el mundo) para compensar eventuales bajas de precios resultantes de esa distensión. En fin, un dominó capaz de sacudir las barreras que emergieron con la caída del Sha en 1979.

El nuevo presidente iraní Hasan Rohani marcó diferencias fundamentales con su antecesor el pasado miércoles cuando condenó el Holocausto judío. Esa matanza era precisamente la que Ahmadineyad negaba, apoyado por el silencio de sus aliados. “Los nazis cometieron una masacre contra los judíos y la condenamos”, dijo en una reunión con periodistas en Nueva York, donde viajó para asistir a la Asamblea General de la ONU.

La vida de las naciones y de sus líderes está plagada de imprevistos que recurrentemente modifican rumbos y destinos. La reaproximación que ha surgido tiene las características de un punto de inflexión sobre el que se debe reflexionar. Otros países lo harán, pues es importante no quedarse solos.

Entrevista a Rubén Costas: Versión ampliada

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Para los lectores de este blog, la siguiente es la versión de una entrevista con el gobernador Costas el viernes. Una versión resumida fue publicada por Página Siete, de La Paz, en el aniversario cruceño, este martes 24.

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El gobernador Rubén Costas informó que hasta fines de año estará levantada la estructura de un Movimiento Demócrata Social que, revestido de conceptos de una democracia amplia, anclada en la honestidad y eficiencia de gestión,  ingresará formalmente al escenario político como alternativa nacional al MAS y al presidente Evo Morales. Costas cree que el gobierno y sus líderes actuales pronto serán historia.

De 58 años y uno de los gobernadores de  oposición más acosados por el gobierno de Morales, Costas es parte del pequeño núcleo de cruceños que doblegó el brazo gubernamental para implantar el sistema autonómico.

 “Para seguir luchando es necesario un instrumento político” que, entre otras metas, replique en todo el país los éxitos productivos de Santa Cruz (más del 8% de crecimiento del PIB departamental en los últimos años), ahora residencia del mayor número de bolivianos fuera de su propio departamento.  No es extraño, dijo, que el 70% de los alimentos que consume Bolivia provenga de Santa Cruz.

Ese instrumento está abierto a toda la nación, pero con excepciones pues “hay sumas que restan”. De él no podrán ser parte activa “los viejos partidos…que después de robarnos  el pasado, ambicionan nuestro presente y nuestro futuro…no volverán”.

Para caracterizar al movimiento, dijo que era fruto de la indignación con el atraso y la pobreza que prevalecen en el país como conjunto. En su criterio, existe en Bolivia un estado de ánimo favorable a un mejoramiento cualitativo económico, social y político a corto plazo. Ese estado de ánimo, que denominó de “los indignados”, se traducirá en transformaciones, al igual que en Túnez donde hace dos años prendió una chispa democratizadora que acabó con una dictadura. Síntoma de ese ambiente, dijo, fue el levantamiento en Oruro, que obligó a borrar el nombre del presidente Morales en el aeropuerto de la ciudad para reponer el del héroe de la aviación que históricamente lo identificaba. Síntomas similares, dijo, se manifiestan también en El Alto, considerado como trinchera del MAS.

Subrayó que “el primer movimiento de indignados” modernos en Bolivia surgió en Santa Cruz,  con la lucha contra el centralismo que ejercita el gobierno desde La Paz (a su vez “prisionera del centralismo”). Ese sentimiento cívico derivó en la elección de alcaldes, gobernadores y, por último, en la autonomía.

A la “pregunta del millón” sobre si será candidato presidencial respondió con una lista de opciones para las que NO será candidato. La primera fue la alcaldía de Santa Cruz.  

Electo gobernador con una holgada mayoría, identificado profundamente con su tierra, sus costumbres y su historia, además de invertir la mayor parte de su tiempo en las provincias, Costas ha viajado por todo el país, “mi patria querida Bolivia”,  para sembrar la semilla de la que asegura que es una idea unitaria y democrática. Resultado de sus desplazamientos es una articulación con movimientos cívicos (Únete, de Quillacollo, es de los más recientes) y políticos recién germinados a lo largo y ancho del país. Mencionó un raudal de nombres que comparten ideas similares: Carmelo Lenz, Ernesto Suárez, Jaime Barrón, Sabina Cuéllar, Moisés Shiriqui, Bernard Gutiérrez, Ángel Mamani (autor de un graffitti en Oruro que decía: Evo Cumple, Chávez manda, que hizo que  lo llevaran preso). No fue posible anotar a todos,  pero recalcó que de sus encuentros con esos y otros líderes ha emergido su convicción de que el gobierno y el partido del presidente Morales languidecen. “Nunca hubo tanta corrupción” ni tantos ingresos para el estado, ni el narcotráfico creció tanto.

Por sus palabras, estos tiempos son muy diferentes a los de hace cinco años cuando por esta misma fecha un cerco campesino amenazaba Santa Cruz. Como líder opositor y coordinador del ya desaparecido Conalde (Coordinadora Nacional Democrática)  “tuve que engullir sapos y culebras” e intentar disminuir las tensiones que se extendían por todo el país.

Por entonces, también empezaban a pulular los juicios que se le instauraron y la insistencia del ahora ex fiscal del caso terrorismo Marcelo Soza por llevarlo a La Paz en un mano-a-mano que el gobernador venció. Se lo acusaba de ser uno de los cerebros del supuesto plan que para matar al presidente (curiosamente, el propio Costas estaba incluido en la lista de magnicidios) y lanzar una guerra de secesión.  El gobernador denunció constantemente la versión del gobierno y dijo que se trataba de un “plan siniestro” para perseguir y neutralizar a la dirigencia cívica cruceña.  Entre otros juicios, enfrentó la acusación de malversar de 10 millones de bolivianos gastados en el referéndum que consolidó la autonomía. La propia población pagó una porción importante para atajar la acusación.

“Pasó el turbión”, subrayó. “Pero no por eso voy a cambiar de caballo (de posición)… Ya se ve la otra orilla”.

(En esos momentos empezaba la ceremonia inaugural de la Feria Exposición, en la que se lucía el presidente Morales con empresarios y autoridades locales y el gobernador de Santa Cruz era la estrella ausente. Escudriñada, la frase explicaba su ausencia, pero un asesor próximo al mandatario departamental me dijo que por tradición el gobernador va a la feria en el día de Santa Cruz, este martes, y que ir antes sería inapropiado.)

NI IZQUIERDA NI DERECHA: GESTION

Costas evitó ubicarse en la izquierda o en la derecha, categorías minimizadas desde el colapso soviético, y más bien se identificó con una “posición de eficiencia en la gestión”. Sus logros más visibles han sido, dijo, la infraestructura del departamento: Electricidad (cerca del 100% en todo el departamento o 5.000 kilómetros de tendido de la red eléctrica, frente a un 47% cuando asumió las riendas departamentales;  6.300 kilómetros de carreteras frente a 3.000 (“una chatarra”) al comenzar su gestión; contención de los ríos, inclusive canalizaciones del rio Piraí, y unos 1.200 pozos de agua (“un derecho en Santa Cruz”, cerca de cubrir a la totalidad de la población). “Los que decían que la autonomía era para ‘oligarcas’, para los ricos y privilegiados quedaron con la voz silenciada. Todo esto se ha construido en el área rural”.

Destacó que estos logros fueron posibles gracias a la autonomía que, si no sirve para mejor la calidad de vida de la gente,  “¿para qué sirve?” Si no hay buena gestión, subrayó, ¿“para qué sirven estos pluris y multis que nos han metido?”.

En el marco de la buena gestión se ubican sus encuentros frecuentes con otras autoridades, entre las que se destaca el alcalde de La Paz, Luis Revilla. Los contactos de ambos en La Paz o en Santa Cruz han generado la idea de un matrimonio político en ciernes. Pero Costas lo descartó y dijo que esos encuentros se guían sólo una combinación de gestión y de amistad. El jefe del Movimiento Sin Miedo, Juan del Granado, ha optado por marchar solo, actitud que Costas criticó pero que dijo respetar. Del Granado tenía previsto venir a Santa Cruz y celebrar una reunión con el líder cruceño, pero “hubo un impasse” que no describió y que frustró el encuentro. Después, del Granado declaró que no se contaminaría con gente de derecha. Con el gobernador recordándole que había cogobernado con Evo Morales, pronto la posibilidad de ese encuentro se hizo añicos. 

El memorándum de 1904

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<p>El gobernador de Santa Cruz cree que el documento fundacional del Movimiento Demcrático Social que anuncia para noviembre, será  el equivalente a un nuevo “Memorándum de 1904”,  el  documento a la nación escrito por dirigentes cruceños postulando el desarrollo del oriente boliviano para superar la mutilación que Bolivia había sufrido con la guerra del Pacífico.  Elaborado por la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz, fundada un año antes, el documento es una las más lúcidas tesis geopolíticas bolivianas y la mejor del oriente boliviano. No hay documento sobre la historia y aspiraciones de Santa Cruz que no lo mencione con orgullo. Para la mayoría de los políticos cruceños informados el documento es un ABC.

Es casi desconocido en el occidente.

El viernes, el Presidente Morales dijo que el Vicepresidente le había informado que en 1904 “como homenaje a los cruceños se había planteado un memorándum por cuatro cruceños que reclaman mayor atención del Estado para integrar Santa Cruz al mercado nacional.” En la inauguración de la Feria Exposición propuso otro memorándum para convertir a la región en el centro productivo alimenticio nacional.

En el combate

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En el combate anunciado por el presidente Evo Morales contra Estados Unidos por causa de la interdicción temporal del avión del presidente Nicolás Maduro hay cuatro anotados: él mismo y sus colegas de Venezuela, Argentina y Uruguay en el mmomento que le corresponda en la lista de oradores ante las Naciones Unidas. En el lado combatiente deberán también presentarse veteranos como Nicaragua y algunas de las islas caribeñas pertenecientes al ALBA.
Es improbable que las naciones europeas participen en ese combate. Lo mismo vale para Brasil, Colombia, Chile, México, Paraguay y Costa Rica que se prepararían a emitir una protesta contra lo ocurrido –con argumentos debilitados, dada la explicación estadounidense: la solicitud de paso para el “avión seguro” de Cubana de Aviación llegó a último momento, en una tradición particularmente latina de dejar las cosas para el último momento.
El cuadrilátero para ese combate será la Asamblea General del foro mundial, en Nueva York, y se descuenta que habrá platea llena…durante los primeros días, cuando le corresponde hablar a cada presidente. Venezuela encabezará el bando combatiente, en su condición de “parte afectada” por la decisión de las autoridades aeronáuticas estadounidenses de negar el paso por cielos de Puerto Rico al “avión seguro” de Cubana de Aviación en el que el presidente venezolano viajó a China.
Quizá aún perpleja con el incidente y sus secuelas, hasta el viernes por la noche aún China no había definido oficialmente su participación en el combate, menos aún el grado de apoyo de su artillería verbal a los combatientes anti-Estados Unidos.
De acuerdo a la versión oficial del Departamento de Estado, el paso del avión fue negado durante algunas horas porque la solicitud para el sobrevuelo llegó un día antes, y no tres, como estipulan las normas para el tráfico aéreo. Además, porque el avión no era una nave oficial venezolana, requisito para una petición formal de permiso, aclaró la embajada estadounidense en Caracas.
Entretanto, no había previsiones sobre los pedidos del presidente Morales para reuniones de urgencia de Unasur y del Cecla (todos los países latinos de la región sin Estados Unidos). Tampoco habían tenido un eco militante las proposiciones de retirar de Estados Unidos a todos los embajadores del ALBA o de ausentrse colectivamente de la asamblea general de la organización mundial. Que el pugilato verbal se vaya a realizar a partir de la semana que viene en la sede de la ONU indicaba que las propuestas no tuvieron mucho aliento. Solo hace poco Venezuela ha normalizado sus relaciones con su principal comprador de petróleo en el hemisferio y sus reacciones deben ser muy medidas: es immprobable que vaya másallá del vocinglerío. Bolivia tendría poco para aportar al retiro: no tiene embajador en Washington y no podría retirar sino a algún funcionario de bajo nivel.
En la propia Venezuela se ha levantado la pregunta de por qué su presidente utiliza un avión cubano y no los de la Fuerza Aérea Venezolana. La cuestión apenas empieza, pero parce desprovista de combustible para un largo viaje.

Tropezones en el vecindario

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Actualiza con luz verde para el avión de Maduro

La presidente argentina Cristina Kirchner sufrió hace unas semanas la peor derrota electoral de su partido durante la década que lleva gobernando, en un revés considerado como anticipación de las elecciones legislativas dentro de un mes que podrían sepultar sus aspiraciones para una nueva reelección en 2015. No estuvo sola en el purgatorio astral que sobrevino con la sensación de que la brújula argentina empieza a señalar nuevos horizontes.
El problema en el otro extremo sudamericano, en Venezuela, es más persistente y angustioso: la escasez de artículos esenciales llegaba esta semana del 20% al 30% de las necesidades del consumo y el presidente Nicolás Maduro sentía el agobio de una economía que no consigue ponerse de pie. Ante otros actores y otra geografía, el jueves se vio en una situación ya vivida por el presidente Morales hace poco: se le prohibió volar sobre territorio norteamericano en el viaje que programaba hacia China horas después. Furioso, informó que el veto no frenaría su viaje y que daría una vuelta gigante. Horas después, el entripado fue aclarado y el avión recibió luz verde: el pasaje por el espacio aéreo estadounidense debía haber sido pedido con tres días de antecedencia, no con sólo uno. Además, el avión no era venezolano, sino de Cuba.
En Bolivia, la fuga a Brasil del senador Roger Pinto ayudado por un anfitrión audaz, no lucía reversible como pretendía el gobierno. Con el diplomático que lo llevó hasta Brasil repuesto en sus funciones, y con el Senado vecino reacio a considerar la designación de un nuevo embajador en Bolivia, las relaciones bilaterales persistían en niveles inusualmente bajos. Y ahora, en la más reciente onda de dificultades políticas brasileñas, la presidente Dilma Rousseff, con una aprobación popular lejos de la que tuvo al comenzar a gobernar hace tres años, es centro de una controversia por su decisión de aplazar una visita oficial a Washington a causa de un espionaje norteamericano sobre Petrobras, el sol de la economía brasileña, y sobre el Palacio de Planto, desde donde gobierna la dirigente. La luz que alumbraba el camino de esos gobiernos parece gastada y no hay señales de una recomposición tranquila.
En los medios informativos brasileños hay una tendencia a considerar que Estados Unidos manejó inadecuadamente las denuncias de espionaje, y que al no ofrecer satisfacciones que requería la mayor economía latinoamericana, la mandataria no tuvo otro camino que posponer su viaje. Algunos analistas creen que el episodio es una llamada de atención sobre la necesidad brasileña de potenciar su sistema de seguridad y que ahora habrá un compromiso mayor de Brasil con sus propios mecanismos de inteligencia y con la protección a sus máximas autoridades e instituciones. En cuanto a Petrobras, es poco probable que el espionaje hubiera representado algo imposible de alcanzar, tarde o temprano, por las empresas petroleras mayores, una de cuyas habilidades más notorias es averiguar secretos de sus competidores.
El incidente también habría abierto una oportunidad para que los dos países reafirmen sus propios papeles en el mundo post-guerra fría, con Estados Unidos más cuidadoso respecto a sus vecinos del sur y Brasil con la mirada más atenta a lo que ocurre en su vecindario, especialmente en los países gobernados por regímenes en constante confrontación con Washington.
La estabilidad de Maduro es todavía una apuesta incierta. Se vienen las elecciones legislativas de diciembre, que de nuevo traen un significado plebiscitario que pondrá de manifiesto el grado de satisfacción o desaprobación de los venezolanos con el sucesor de Hugo Chávez. Los analistas opinan que si el nuevo mandatario creyó que para gobernar con menos del 2% de diferencia oficial en votos sobre su rival le bastaría intentar parecerse al fundador del movimiento bolivariano, las angustias diarias de sus compatriotas por encontrar productos de la canasta familiar deben haberle mostrado su error.
El horizonte externo venezolano quedó ensombrecido el jueves cuando Maduro denunció que el avión en que debía llevarlo a China no podría cruzar espacio aéreo norteamericano. Molesto, afirmó que Washington actuó nervioso. Como remache, anunció medidas drásticas (¿expropiaciones? ¿ruptura de relaciones diplomáticas?) si a algún funcionario de su gobierno se le negare ingreso a Estados Unidos para asistir a la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. Aún superada, la situación no agradó a los países con vínculos fuertes con la Venezuela que presidía Chávez, cuya ausencia está lejos de ser cubierta por el sucesor.
Para Bolivia, estos episodios no son de importancia menor. Le recuerdan su propia vulnerabilidad cuando sus relaciones con Estados Unidos son gélidas y con Brasilia continúan agitadas. No es una isla y tarde o temprano puede ser afectada por lo que ocurre en su vecindario.

Sube y baja del analfabetismo

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Hace cinco años, el gobierno divulgó una noticia que alegró al país y lo llenó de optimismo: bajo los datos de la Unesco, Bolivia podía ser considerada una nación libre de analfabetismo. Al cabo de muchos esfuerzos y campañas, el número de bolivianos que no sabía ni leer ni escribir equivalía al 3,77% de la población mayor de 15  años. Era un salto notable, pues a principios de siglo la cifra bordeaba el 14% y éramos el país sudamericano con mayor porcentaje de analfabetos.

Los datos más recientes sobre la cuestión muestran un grave retroceso: el porcentaje de analfabetos en Bolivia es superior al anunciado hace un quinquenio. Ese segmento representa el 5,02% de la población y deja al país fuera de la franja de seguridad que permitió al gobierno divulgar la hazaña de haber alcanzado un porcentaje de alfabetización cercano a 100. La nueva información es resultado del censo del año pasado, uno de cuyos efectos más visibles ha sido poner en duda la credibilidad de los datos estadísticos que de él han surgido y enyesar a la población de La Paz en un paro compacto y masivo el miércoles pasado. 

El grado de alfabetización de una sociedad mide su desarrollo y su potencial de progreso económico y social.  La decepción que representan los nuevos datos ha llevado al Ministerio de Educación a anunciar un “plan de emergencia” (La Razón, 8-8-2013) para reubicar al país hasta fines de año en el grupo cada vez mayor de países libres del freno del analfabetismo.

Los datos sociales no cambian de la noche a la mañana y es ilusorio afirmar que en tres meses el país conseguirá que cerca de 400.000 bolivianos aprendan a leer y escribir. En hipótesis, podría llegarse a la meta. Pero erradicar el analfabetismo no es solamente enseñar lectura y escritura. Ese es apenas el comienzo. Es preciso que los alfabetizados mantengan y consoliden el hábito de leer y el interés por el conocimiento que de ese hábito deriva. Ruptura con un mundo de oscuridad, ese  hábito es indispensable para vivir bien y está en la base de una sociedad: surge de la familia, de la escuela, del ambiente social y del apoyo del estado y de los líderes. Es entonces que nace la “masa crítica” de una sociedad que permite prosperar en todas las direcciones y que la consolida. En una época dominada por la difusión de la información y el conocimiento, la tarea de enseñar lo más elemental debería ser menos complicada de lo que fue en décadas pasadas. Allí donde hay quienes se jactan de no haber cursado la primaria o de no haber asistido a la universidad, las dificultades para avanzar son más empinadas,  aunque no son imbatibles.

Entre el yunque y el martillo

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Agobiados por la falta de papel, los diarios provinciales venezolanos han empezado a entrar en quiebra y cerrar, en una secuencia peligrosa resultado de una cadena de factores, entre los que se destacan la escasez de dólares para importar, la dificultades burocráticas para conseguirlos dentro del marco oficial y, como tela de fondo, el desinterés oficial para facilitar la vida del que ha sido hasta ahora el camino más accesible para la información de cientos de miles de lectores. Media docena de diarios provinciales venezolanos ha cerrado sus puertas este año (tres solo en agosto) y las perspectivas no son halagüeñas para una treintena de publicaciones fuera de las principales ciudades. El fenómeno es una llamada de atención sonora para los medios escritos en general: el futuro no es risueño.
La advertencia no es ninguna novedad, desde que los medios digitales empezaron a cobrar protagonismo a fines del siglo pasado y las filas de lectores empezaron a enflaquecer. Pero se vuelve alarmante cuando se le agrega un clima político hostil para la libertad de expresión y que empeora con las deficiencias de la gestión de gobierno. Con aluviones de petrodólares en los últimos años, Venezuela debería ser una locomotora económica continental en plena bonanza. En cambio, está otra vez endeudada externamente, más de lo que estuvo cuando estalló la crisis cambial de 1983. Ahora luce rendida ante la mayor inflación de la región (se cree que a fin de año llegará al 40%) que el gobierno de Nicolás Maduro no puede explicar. Tampoco pudo hacerlo el fallecido Hugo Chávez. El gobierno busca razones a tientas y la única que ha encontrado hasta ahora es una “derecha” formidable habría sido capaz, incluso, de provocar esta semana un apagón eléctrico en el país sinónimo de energía. La escasez de productos esenciales no ha sido paliada y la desconfianza crece. Siete de cada 10 venezolanos perciben que la economía de su país va por mal camino (El Universal, 05-09) y la mayoría cree que la culpa es de su gobierno.
Hace tres décadas, Venezuela podía jactarse de haber ampliado las fronteras de lectura en su población con la multiplicación de los medios impresos. No había una ciudad mediana (hasta 50.000 habitantes) que no tuviese por lo menos dos diarios. Esa tendencia empezó pronto a estancarse y después a contraerse, particularmente tras la consolidación de la información hasta entonces no convencional proveniente de otros medios (internet). Además, las colisiones cada vez más intensas del gobierno contra los medios ahuyentaron el interés por invertir en la renovación y desde el año pasado conseguir papel de imprenta se volvió, al decir de voceros de los periódicos provinciales, “una vía crucis”. No hay libertad de prensa sin periodistas, pero el cierre de algunos medios ha abierto un abismo para el empleo de unos 6.000 profesionales de la información, dice el Bloque de Prensa Regional de Venezuela. Si se quiere acabar con la libertad de prensa, privar a los periódicos de papel o hacerles imposible comprarlo, es una manera sigilosa y diabólica de evitar el pluralismo informativo.
“Este año habrá de todo para la fiesta de diciembre: regalos, hallacas, whisky, pero no tendremos periódicos”, dijo el portavoz del bloque, Rogelio Díaz. En 2012 el papel de imprenta había sido eliminado de la lista de importaciones prioritarias y este año se volvió más difícil conseguir divisas, incluso al precio del mercado paralelo, superior al cambio oficial. La situación resulta comprensible si se la compara con la escasez de otros productos, incluso alimentos y hasta el papel higiénico, que ha vuelto un caos la abundancia que debía reinar en ese país al que a naturaleza le confirió todo. La mayoría de los venezolanos informados querría saber en detalle el destino del billón de dólares (12 ceros) recibido por el país en los años de Hugo Chávez y, desde abril, de su sucesor Maduro. Jamás Venezuela tuvo tanto y jamás hubo tamaña escasez.
El ocaso de los medios imposibilitados de tener papel donde imprimir informaciones, opiniones e ideas es una mala referencia para los gobiernos vinculados ideológicamente al de Venezuela, entre ellos el nuestro. Ocurre cuando los periodistas bolivianos están de nuevo ante el desafío de hacer frente a iniciativas gubernamentales percibidas unánimemente como nocivas para la libertad de prensa.
Nota: Otro periódico, El diario de Sucre, del sur venezolano, se ha sumado a la lista de medios que han descolgado sus banderas desde la publicación de este artículo en El Diario, de La Paz, el domingo 7 de septiembre.

Persiste deterioro diplomático Brasil-Bolivia

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Actualiza con retorno de diplomático a Itamaraty
La Comisión de Relaciones Exteriores y Defesa Nacional de Brasil decidió este jueves no considerar la designación del diplomático Raymundo Santos Rocha Magno como embajador en Bolivia mientras no se defina una solución humanitaria para el caso del senador pandino Roger Pinto, informó el senado del vecino país.
La decisión evidencia que el deterioro sufrido en las relaciones bilaterales aún no ha sido superado y que, del lado brasileño, no existe un estado de ánimo como para normalizarlas en tanto persista sin solución institucional el asilo otorgado al legislador pandino, ahora bajo examen del Comité Nacional de Refugiados (Conare) de Brasil desde su salida clandestina hace tres semanas.
La noticia generada por la agencia informativa del senado brasileño dice que los senadores del vecino país “quieren conocer en detalle” la situación que llevó a la fuga del senador, que estaba asilado en la embajada brasileña, bajo la protección del entonces encargado de negocios, Eduardo Saboia. En procura de convencer a las autoridades brasileñas que el legislador no es un perseguido político estuvo en Brasilia estos días una comisión ministerial del gobierno boliviano. Sobre el senador hay una veintena de procesos aque le ha abierto el gobierno.
La decisión de congelar la aprobación al nuevo diplomático fue sugerida por el relator del caso, el senador Jarbas Vasconcelos, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), quien afirmó que el gobierno boliviano se ha “especializado” en colocar a Brasil en situaciones humillantes, inclusive la inspección de aviones oficiales y la legalización de vehículos robados en Brasil. La posición de Vasconcelos, quien también criticó la negativa boliviana de otorgar salvoconducto al asilado, fue apoyada por otros senadores influyentes del vecino país. Los legisladores quieren conocer la correspondencia cursada entre la sede diplomática en La Paz y Brasilia, especialmmente la que envió Saboia a su cancillería, que contendría pormenores de los pasos que lo llevaron a optar por llevar al asilado boliviano hasta territorio brasileño.
De momento, nada indica que las turbulencias en las relaciones bilaterales estén próximas a un final. La decisión del comité brasileño exterioriza un malestar que no podrá ser ignorado ni en Brasil ni en Bolivia.
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Hoy viernes se ha hecho público el retorno del diplomático Saboia a su casa institucional, en Itamaraty. Este paso, saludable para el diplomático, puede ser visto como una señal de que para la diplomacia del vecino país, lo ocurrido no ha sido nada extraordinario como para merecer un castigo. Por lo menos, nada de la magnitud que esperaban autoridades bolivianas. Sale de La Paz para ir a Brasilia y, como todos los diplomáticos de su país, estar a las órdenes de su estado mayor.

Un viernes de horror

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Esta nota fue escrita en la tarde del 25 de agosto para Nueva Crónica y Buen Gobierno, que se edita en La Paz. La reproduzco para los lectores de este blog.
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Rompía el alba y árboles y calaminas crujían bajo la embestida del viento lluvioso de un surazo que arreciaba. Era la madrugada del 23 de agosto cuando al menos media docena de reos del temible “Chonchocorito” del segundo piso del penal de Palmasola avanzó sobre el sector donde estaban los detenidos con mayor tiempo en el penal. Iban a derribar puertas y rejas y asumir el control que les permitiría dominar el penal. Se ignora cuáles eran sus planes para después.

Llevaban machetes, cuchillos, palos y probablemente pistolas, pero el arma más temible que tenían eran garrafas de gas licuado que empezaron a rociar para facilitar el avance. Los gritos y el batir de rejas y puertas dominaron el penal y pronto los agresores decidieron estallar las garrafas. A partir de ahí la tragedia no tenía retorno. Sobrevino un pandemónium; el caos y la violencia, con disparos de armas de todo calibre, acompañados por un fuego incontrolable, cubrieron el lugar.

Cuando la policía, inicialmente pasiva y confundida, logró imponerse casi siete horas después, había víctimas por doquier. Pasado el mediodía había más de 30 muertos, unos 60 heridos. El escenario parecía el de un área bombardeada. Muchos de los cadáveres estaban calcinados e irreconocibles. Un sentimiento de horror recorrió el país. Los mensajes en las pantallas de los celulares para donar sangre eran incesantes. El arzobispado de Santa Cruz calificó el episodio como desgarrador y hasta desde el penal de San Pedro, de La Paz, llegaron expresiones de solidaridad con los presos de Palmasola. Bienvenidos a la revuelta carcelaria más mortífera y sangrienta de la historia de Bolivia, que desde viernes pasado tiene un lugar en la historia mundial de violencia carcelaria.

Pasará un tiempo antes de lograr reconstruir con detalle lo que ocurrió ese amanecer en la prisión más poblada del país. Pero la tragedia que ha ocurrido estaba cantada con sólo mencionar el hacinamiento espantoso de Palmasola, levantado para contener a unas 1.500 personas pero con una población real varias veces superior. El número es más agrave cuando se conoce que en el lugar hay aproximadamente 450 niños que viven con sus padres detenidos pues de otra manera se quedarían en la calle.

El fenómeno se repite en casi todas las prisiones bolivianas como un cuadro brutal revelador de las limitaciones (o incapacidad) del estado. La víctima infantil de Palmasola era un niño a quien el destino había forzado a compartir la prisión con su padre, en cuyos brazos murió. Un comentario del diario cruceño Estrella del Oriente mencionó estos días un detalle espeluznante. En una encuesta en la prisión de Cochabamba, le preguntaron a un niño cuál era su mayor deseo y respondió: “Tener una celda para mí solito”.

La falta de información organizada se agregó a las angustias de familiares de los que estaban dentro del penal pues no había fuentes seguras para averiguar sobre amigos o parientes presos. Hasta el domingo había cinco detenidos identificados como cabecillas del ataque, pero estaba en sus inicios la tarea mayor de señalar a los responsables de la negligencia que facilitó la carnicería. Entre las primeras averiguaciones oficialmente no listadas estaba la de saber por qué los detenidos no son sometidos a una clasificación rigurosa antes de su internación en los distintos pabellones del lugar. Algunos pertenecen a bandas rivales y colocarlos en un mismo ambiente resulta explosivo.

La tragedia dio lugar a un oportunismo nada elegante de opositores para criticar a las autoridades del gobierno, algunas de las cuales, a falta de otros recursos, dijeron que lo ocurrido era resultado de “la herencia del pasado” (visto y escuchado en un programa nocturno de TV). La audiencia podía preguntarse si era legítimo hablar de esa herencia al cabo de un septenio de gobierno, tiempo suficiente (dinero no ha faltado) para siquiera paliar una buena parte de las deficiencias del país.

Mejor lo hicieron el ministro de Gobierno Carlos Romero y su viceministro de Régimen Interior Jorge Pérez, quienes estuvieron en la primera línea de acción tras el desastre. El ministro, en una rara admisión, dijo que, efectivamente, hay casos en las prisiones bolivianas en las que las voces de mando vienen de los internos. Faltó una palabra a todo el país del presidente Morales, como se estila en otras sociedades cuando ocurren sucesos semejantes.

De inmediato, nadie se sintió particularmente aludido. Faltó quién o quiénes se declarasen culpables de negligencia u omisión. El Deber informó el domingo que pronto tendrá que declarar ante una comisión de fiscales el gobernador del penal, Guido Parada, en un acto que teóricamente echaría muchas luces sobre el episodio. Un desastre como el ocurrido suele tener responsables que renuncian o son apartados de sus funciones. Fue un contraste con la actitud del periodista Raúl Peñaranda, director de Página 7, quien renunció debido a la divulgación de una información incorrecta.

Lo sucedido el vienes confiere a Palmasola un ingreso holgado al registro de víctimas en disturbios carcelarios, en los que el número de muertos rara vez sobrepasa la decena. Está lejos, sin embargo, del récord hemisférico de mortandad, ostentado la penitenciaría de Carandirú, Sao Paulo, donde en octubre de 1992 murieron 111 detenidos ejecutados por la propia policía.

La justicia es lerda, pero inexorable, dice la creencia popular. Un grupo de 79 hombres que entonces lucían el uniforme policial ha empezado a ser juzgado y a principios de agosto 25 fueron individualmente condenados a 624 (correcto) años de presidio. En abril pasado, otra tanda recibió una pena más benevolente: 156 años para cada uno de los 23 sentenciados. Sin lograr convencer a los jueces, los acusados han sostenido que tuvieron que matar porque estaban siendo atacados. Todos los policías resultaron ilesos.

Brasil-Bolivia: El fuego no se apaga

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La prensa brasileña ha vuelto a colocar el dedo en la llaga del fuego diplomático entre Brasil y Bolivia ocasionado por la salida del senador Roger Pinto de territorio boliviano hace poco más de una semana. Mientras en Bolivia la cuestión parece estar adormecida por otros sucesos, en Brasil volvió a cobrar ímpetu este domingo.
Una nota en el diario paulista O Estado de S. Paulo del columnista y corresponsal de Newsweek en Brasil, Mac Margolis, subraya que el abogado Luis Vásquez Villamor, del senador requerido por el gobierno boliviano, sintió el fin de semana las llamaradas del incendio cuando fue detenido durante siete horas en el aeropuerto internacional de Santa Cruz bajo sospechas de llevar consigo dinero en una de sus valijas.
La denuncia de la que informó la presidenta del senado Gabriela Montaño resultó un fiasco: no llevaba consigo sino $US 1.600 y ropa personal usada (pañuelos, calzoncillos, pantalones y camisas). La denuncia quedó sin explicación, dice el columnista, quien subraya que los “malabarismos” de las autoridades bolivianas han resultado didácticos para quienes no creen en la versión oficial boliviana. Mientras el fiasco tenía lugar, en Brasilia desembarcaba una misión de ministros bolivianos para presentar ante el gobierno la tesis oficial contra el legislador pandino, cuya situación está bajo estudio del Comisión Nacional de Refugiados (Conare).
El columnista pregunta si el gobierno pretende demostrar que el caso Pinto es el de un delincuente común, por qué junto a un grupo de fiscales envió también a tres ministros de estado. “Para un mandatario que afirma que no tiene perseguidos políticos, que honra el estado de derecho y respeta la independencia de poderes, ¿no sería suficiente enviar a un funcionario oficial de la justicia para hablar con sus pares de la fiscalía brasileña?” Añade otra pregunta: “Si Pinto Molina no es un perseguido político, ¿cómo explicar la sucesión de procesos (son más de 20) que acumula desde los años de Morales, la mayoría desde 2011 cuando comenzó a denunciar a altas autoridades por corrupción y tráfico de drogas?”
Margolis subraya también la repentina suspensión de una deposición que el legislador pandino iba a prestar ante una comisión legislativa de relaciones exteriores. El propio parlamentario habría desistido de comparecer, dice el columnista, tras una advertencia de la propia cancillería brasileña de que sería expulsado de Brasil si lo hacía.
Por lo que dice este domingo la prensa brasileña, la cuestión está lejos de desaparecer del escenario político y diplomático de los dos países.