Venezuela
Hacia la Corte Penal
El informe de la ex presidente Michelle Bachelet ha recorrido gran parte del mundo y ahora suman todavía más los que creeen que la dictadura de Nicolás Maduro, sustentada en el llamado ¨Socialismo del Siglo XXI¨, debe acabar. Quienes se acoplan a ese sistema y aún lo creen redentor de pobres y oprimidos, pongan las barbas en remojo, pues todo confluye en sostener que ese régimen dictatorial juega sus descuentos. Si su final será cruento o se tratará de un abandono pactado del gobierno, cabeza de una tendencia seguida por poco más de media docena de países (Bolivia entre ellos), lo podríamos saber en poco tiempo. En semanas o pocos meses, dicen los optimistas; en más de un año, creen los escépticos. Por lo que se lee, en realidad todas las opciones que manejan los opositores comienzan con la salida de Maduro y el fin de su régimen. El final no está tan lejos, dicen todos.
Los desajustes producidos en la sociedad venezolana en 20 años de régimen chavo-madurista son tan grandes que los optimistas más radiantes hablan de cuando menos una década de tiempo forzado para enderezarlos antes de volver a fojas cero, es decir a comienzos de siglo. E inversiones alucinantes, de 100.000 millones de dólares el primer año, y tres veces más para los siguientes siete: 300.000 millones de dólares. Gran parte a fondo perdido.
El gobierno venezolano y sus más fervientes seguidores, inclusive fuera de Venezuela, atribuyen la descomposición generalizada que vive Venezuela a las sanciones impuestas por el gobierno norteamericano, especialmente a la industria petrolera. La excusa ignora que los malestares comenzaron a sentirse años antes de las sanciones. Sus raíces se originaron casi un siglo antes, cuando el petróleo comenzó a salir a raudales cerca del Lago Maracaibo y las arcas fiscales obtuvieron la mayor exhuberancia en toda la historia del país. Los gobiernos sucesivos gastaron y malversaron a manos llenas sin dedicar esfuerzos a la producción agrícola e industrial. Hubo iniciativas para la educación, pero nada equivalente en la diversificación productiva. (La ¨revolución de la inteligencia¨ fue apenas un saludo a la bandera que duró mientras su progenitor fue Ministro de Educación bajo un gobierno socialcristiano.) La escalada de gastos continuó en ascenso vertical bajo Chávez. Armas rusas de modelos recientes, fragatas y lanza-cohetes ingresaron en masa al inventario militar venezolano. La presencia china, al igual que en muchos otros países, pasó de ser solo una delicadeza culinaria a dominar gran parte de los estamentos comerciales venezolanos.
Apenas acabó el super-ciclo de alza de las materias primas, alrededor de 2014, Venezuela, cuyos ingresos de divisas dependen en siquiera un 96 por ciento de las exportaciones petroleras, empezó a sentirse mal. El agravamiento fue fulminante, hasta llegar al colapso y al mayor éxodo en la historia del continente, con más de cuatro millones de venezolanos fuera de su país estos días. La cifra solo tiende a crecer.
Los detalles están en los más de 80 puntos del informe de la funcionaria, quien ahora espera la valoración del comité que preside, con sede en Ginebra. Una vez aprobado, sería incorporado a las denuncias ya en curso contra el régimen, principalmente las del Secretario General de la OEA Luis Almagro, quien hace un par de años presentó ante el Consejo Permanente de la OEA un informe tan lapidario para Maduro como el que acaba de presentar la ex presidente Bachelet. Con eso, el dossier gigante pasaría a la Corte Penal Internacional donde podría ocurrir un juicio como el de Nuremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial.
El informe de la ex presidente causó malestar en todos los rincones de la izquierda radical, en especial entre las mujeres líderes del Partido de gobierno, por la afirmación de que las detenidas eran abusadas por los verdugos del SEBIN y del DGCIM que las forzaban a prestar servicios sexuales a cambio de cualquier concesión o con frecuencia a cambio de nada. Pocos se atrevieron a objetar el informe de una funcionaria cuya familia había sido víctima de la dictadura de Augusto Pinochet. Una magistrada del Tribunal Supremo de Justicia se refirió oficiamente al caso para afirmar que el informe buscaba victimizar a las prostitutas.
Como quien pronuncia una sentencia, la magistrada Carmen Zuleta de Merchan declaró en un twitter reproducido por el diario El Nacional: ¨Las mujeres en Venezuela son dueñas de su propio destino y cuando optan por prostituirse (como en todas partes del mundo) es porque son putas¨. La magistrada quiso amortiguar semejante declaración, pero se hundió más al afirmar que solo defendía a las venezolanas genuinamente dedicadas a esa actividad.
Más de una semana después del informe no se había registrado ninguna reacción del gobierno boliviano ni de sus líderes. Es probabloe que no digan nada y que no dejen de apoyar a Maduro en cuanto se les presente la ocasión.
El peligro de ignorar la gravedad del informe es que el aislamiento en el que está Venezuela (solo México, Uruguay, Nicaragua, media docena de islas del Caribe y Bolivia) son aliados de Maduro, junto a Cuba, Rusia, China y Turquía, pueda extenderse a nuestro país a medida que la crisis se agrave aún más.
Más que barbas en remojo, estaría en juego la propia cabeza.
La vida en un país que agoniza
POR Claudio Nazoa. Tomado de El Nacional, edición de hoy, 2 de abril. Esta vivencia no requiere de presentación alguna.
-o-
Soy consciente de que en medio de esta debacle soy afortunado porque tengo algunos ahorritos, un automóvil, un lugar donde vivir y la mínima posibilidad de resistir a este desastre de la ultraizquierda internacional porque, hablemos claro, Venezuela es víctima del imperialismito cubano que nos coloniza. Cuba, sin discusión, es un gobierno parásito que vive de las miserias que aún nos quedan.
Comencemos la historia. En uno de los múltiples apagones que hemos tenido en Venezuela, me tocó vivir algo que años atrás había escrito. Me cito: “Llegará el momento en el que aun teniendo dinero en el bolsillo, no podremos comprar nada…”. Juro que lo escribí sin tan siquiera imaginar que realmente me iba a pasar.
Pues, así fue. Me acosté durante un apagón nacional que comenzó a las 9:00 de la noche, día previo a mi cumpleaños, y que continuó la aciaga mañana del día siguiente. Todos sabemos que cuando se va la luz, se va el agua. Por eso fue que teniendo cocina eléctrica, sin agua y sin tener provisiones en la nevera, ya que para evitar que la comida se descompusiera la vacié dejando solo lo necesario, no tenía cómo preparar el desayuno por más humilde que este fuera.
Así que el día de mi cumpleaños, sin ser felicitado por nadie ya que no había comunicaciones de ninguna especie, decidí salir a la calle en mi automóvil con tan solo 1/4 de gasolina. La ciudad parecía un pueblo abandonado del Lejano Oeste. Los semáforos no funcionaban. Todo estaba cerrado y, por supuesto, las bombas de gasolina tampoco prestaban servicio. De vez en cuando, durante mi recorrido, me topé con algunas personas que con aspecto de zombies cargaban botellones vacíos y hacían colas enormes ante cualquier misterioso suministro de agua callejera, en un intento desesperado por tratar de llenar un bidón.
A las 10:00 de la mañana tenía hambre porque no había cenado la noche anterior. A esa hora, ni un café había logrado tomar. Lo único que había conseguido era gastar la poca gasolina que tenía. En mi cartera solo había un par de billetes de baja denominación en bolívares, pues en Venezuela hace tiempo que escasea el efectivo y sin electricidad no hay manera de que funcione ningún punto de venta para pasar las tarjetas.
De mi bolsillo saqué los últimos 200 dólares que había atesorado para una emergencia. Bueno, la emergencia llegó y de nada me sirvió ese dinero ni me habrían servido 1.000.000 de dólares si los hubiera tenido. ¡No había dónde comprar ni agua! Todo estaba cerrado. Ni siquiera pude pagarle al único vendedor callejero que vi los cambures que estaba vendiendo.
Frustrado y con hambre, regresé a casa. Eran las 10:45 de la mañana y se me ocurrió pedirle ayuda al Gallego Félix, un buen vecino y mejor amigo que casualmente también cumple años el mismo día que yo. Al llegar, después de felicitarnos mutuamente, apenado, le dije:
—Gallego, no me lo vas a creer. Pero tengo hambre y no he podido tomarme ni un café.
El buen Gallego me preparó el café y compartió conmigo un bizcocho con un pedacito de queso. Les confesaré algo, conozco algo de gastronomía y no exagero al decirles que este fue uno de los mejores desayunos de mi vida y que jamás había valorado tanto el aroma y el sabor del café.
¿Qué más puedo contarles, queridos lectores? He pensado tanto en las miles de personas que literalmente están muriendo por hambre, sed y falta de medicinas en Venezuela y solo me queda decirles que no debemos acostumbrarnos a este infierno comunista.
Hablen con sus hijos. Cuéntenles que la vida hermosa existe y, sobre todo, resistan haciendo bien lo que cada uno sabe hacer. No permitan que la desilusión invada su alma. La vida normal y la felicidad son posibles y la vamos a recuperar junto con la luz que hoy no tenemos.
A luchar. No debemos rendirnos. El tiempo de despertar de esta pesadilla depende de nosotros. De todos, no solo de quienes valientemente están arriesgando su pellejo abiertamente para lograr el regreso de la democracia.
Oscuridad en pleno día
Al mediados de semana, Venezuela había desbordado las 120 horas de oscuridad, cuando las consecuencias de años de descuido y mal mantenimiento se volcaron sobre las turbinas y las líneas de transmisión de la presa hidroeléctrica del Guri, la tercera en el mundo en capacidad instalada, que dejaron de operar regularmente, y al menos una de su decena de turbinas colapsó y quedó reducida a escombros. Millones de dólares fueron convertidos en trozos inservibles de metal a la vera de la laguna artificial gigante, equivalente en superficie a la mitad del lago Titicaca, y millones de venezolanos perdieron acceso a la fuente que suministraba hasta el 70 por ciento de toda la energía consumida por su país.
En 1986, después de 25 años de construcción, cuando todas sus turbinas quedaron instaladas, el costo de la obra era calculado en 5.800 millones de dólares, una cantidad gigantesca que pocos países habrían podido desembolsar. Todavía bajo el proyecto de construir ¨la Gran Venezuela¨, un conjunto de obras faraónicas, el país pagó al contado casi todo. Fue la segunda presa hidroeléctrica más grande del mundo después de la egipcia de Aswan. (La de Itaipú es más grande, posee más turbinas y su producción es mayor, pero es binacional, de Brasil y Paraguay. )
Pero mucho antes del 7 de marzo, Venezuela ya vivía los prolegómenos del apagón al que la ha llevado el Socialismo del Siglo XXI, en el que también milita Bolivia. El sistema eléctrico trabajaba al máximo; sus técnicos aseguran que el mantenimiento era insuficiente, y que gran parte de sus mejores empleados se había retirado.
Desde otras latitudes, la historia de este colapso nos la contó de antemano Eric Blair, el nombre real de Arthur Koestler, el novelista húngaro que en la década de 1940 entregó al mundo su mayor obra, ¨El cero y el infinito¨ o, también, ¨Oscuridad al Mediodía¨, (¨Darkness at noon¨). Traducida a casi todos los idiomas, el impacto de la novela basada en el mundo en que al autor le tocó vivir fue tan brutal que nadie creyó que la historia que el novelista contaba podría repetirse jamás en la realidad posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Pero la historia no conoce el ¨jamás¨ y el 7 de marzo, hace muy pocos días, la sociedad venezolana empezó a vivir un apagón contínuo que de golpe y porrazo la llevó 300 años atrás.
El desastre trajo muy rápido a la memoria la obra cumbre contada por Koestler sobre el régimen comunista que se instauró en su país.
La versión ¨moderna¨ del Siglo XXI se presentaba como redentora del ¨socialismo real¨que habían vivido los países de Europa central y Rusia. Aquel fue un sistema identificado universalmente con Lubianka, la célebre prisión rusa que representaba el terror del stalinismo que Nikita Khruschev tuvo el coraje de denunciar (en 1956, tres años después de la muerte de Stalin, claro), en el vigésimo congreso del PC ruso.
Millones de venezolanos han vivido estos años brutalidades asociadas al Socialismo del Siglo XXI (escasez de todo y violencia del poder y de las bandas delincuenciales vinculadas a él) como una materialización del sistema al que conducen, tarde o temprano, los regímenes surgidos bajo esa corriente. Ninguno de los principales jerarcas del gobierno nacional ha afirmado de forma contundente que esa no es receta para Bolivia ni que es meta del partido gobernante. Tampoco alguno de sus contrincantes de otros partidos lo ha exigido.
No parecen haber conmovido a ningún jerarca algunas imágenes notables de estos días, como la de la joven madre que llevaba en brazos a su hija muerta de inanición. Fue mostrada estos días en fotografías y por muchos canales de TV. Caminaba por calles soleadas de Valencia, estado Carabobo, con los despojos de la criatura en los brazos. Parecía una autómata, absorta en su dolor e incapaz de derramar lágrimas ni, aún menos, de articular palabras para describir sus sentimientos. El llanto se le había acabado y no tenia dónde reposar su abandono.
Ella también era retrato del hambre que se había llevado a su hija y no tenia dónde dejar sus restos. Era el retrato de un proyecto politico que se derrumbó.
La amargura del dictador
En julio de 1979, días antes de fugar de Nicaragua arrollado por la sublevación Sandinista, Anastasio Somoza se quejaba con amargura que, bajo presiones internacionales, especialmente de Estados Unidos, se sentía como un tigre amarrado, incapaz de defenderse ante los golpes que lo empujaban al abismo de la derrota. ¨Me siento como un tigre encadenado a un poste al que no cesan de apalear¨, dijo el dictador en una de sus últimas entrevistas antes de huir para instalarse en el Paraguay de Stroessner. Maduro se parecía mucho al dictador nicaraguënse a principios de la semana, pues hasta el jueves no lograba mover un pelo para detener al rival surgido en los últimos dos meses, cuyo ímpetu amenaza con arrastrarlo a un final oprobioso.
Juan Guaidó llegó radiante por Maiquetía, el aeropuerto internacional de Caracas. Los funcionarios lo saludaron sonrientes y lo llamaron ¨Señor presidente¨, ignorando las amenazas que horas antes proferian Diosdado Cabello y otros jerarcas del régimen de llevarlo preso al Sebín, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, cuyas mazmorras el gobierno suele destinar a sus opositores. De allí hasta la ciudad, el joven legislador fue aclamado por multitudes. En uno de los tramos detuvo el vehículo que lo transportaba, se subió al techo y, ondeando una bandera, saludó a los cientos que sobre la principal carretera a Caracas lo vitoreaban. Con ellos, brazo derecho cruzando el pecho, y con una voz de estruendo multiplicado por la de los que lo rodeaban, cantó ¨Gloria al Bravo Pueblo¨, el himno nacional. Fueron momentos en los que el país se detuvo y a la cúpula del régimen pudo habérsele helado el aliento. Uno de los instantes que Nicolás Maduro quizá más temía, se estaba materializando. ¿Qué hacer? En esos momentos, nada.
Guaidó llegó hasta la plazuela céntrica donde una multitud lo aguardaba. Allí comenzó a ejercer su mandato interino. Convocó a sindicatos de empleados públicos a reunirse con él al día siguiente, cuando los delegados obreros aprobarían un paro nacional escalonado para los días que vendrían y que esperaban fuese la antesala de la partida de Maduro.
La jornada fue emblemática, incluso porque era un aniversario que todos registraban. El 5 de marzo se cumplían seis años de la muerte del Comandante Chávez, cabeza de la revolución que había heredado Maduro, cuando la ciencia cubana no pudo contra el cáncer que había invadido el cuerpo del teniente coronel de paracaidistas que dio un vuelco a la historia de su país. Chávez volvió a Caracas para designar a Maduro como su sucesor poco antes de morir.
Poquísimos recordarían que también ese día, 66 años antes, encerrado en un dormitorio de su dacha de las afueras de Moscú, murio José Stalin, en la cúspide del terror que infundía su poder. Fue atacado por un infarto masivo. Nadie pudo auxiliarlo sino después de horas de agonía, cuando la vida se le iba más allá de cualquier ayuda. Su obsesión por la seguridad había hecho que todos los accesos a la habitación fuesen infanqueables.
¨Sic transit Gloria mundi¨, (así pasa la gloria del mundo), decían los romanos. El lunes continuaba diluyéndose el poder que había ostentado Maduro, voz indiscutible que durante los últimos seis años dominó el panorama de la nación con las mayores reservas petroleras del mundo.
La historia de la epopeya que Guaidó (35 años) cumplió en las últimas semanas comenzó a acumular capítulos de leyenda. Desde su salida sigilosa de Venezuela hacia la frontera colombiana, para unirse al concierto que ofrecían celebridades musicales por Venezuela, hasta su retorno en Copa Airlines, desde Panamá, todo estuvo regido por un sigilo máximo. Por las redes se filtró que había viajado de Quito a Guayaquil en un avión militar y de allí en un avión diplomático de Estados Unidos hasta Panamá, donde rodeado de hermetismo, fue el último en embarcarse en un vuelo regular. Ya en el avión, pasajeros y tripulación lo reconocieron y lo vitorearon. Guaidó les pidió que los que habían filmado y grabado las escenas no las divulgaran hasta llegar a Venezuela.
Al salir del área de inmigración, en una escena rara vez registrada, lo aguardaba una docena de diplomáticos de Brasil, Estados Unidos, Argentina, Chile, Paraguay, Ecuador, que lo rodearon para protegerlo hasta que se embarcó en la movilidad que, en un recorrido de 20 kilómetros, lo llevaría a Caracas. El gesto era un detalle mayúsculo pues, horas antes, Estados Unidos había advertido que el régimen de Maduro se cuidase de cualquier incidente que alterase la normalidad del recorrido. La advertencia apuntaba principalmente a los ¨colectivos¨, las bandas del partido de gobierno.
Medios informativos atribuyeron a funcionarios de la Casa Blanca haber dicho que cualquier atentado contra Guaidó sería responsabilidad de Maduro que se extendería a sus aliados. Es decir, la seguridad de Guaidó también debia interesar a Rusia y China, lo mismo que a Cuba, Bolivia y Nicaragua.
La jornada del miercoles alcanzó un clímax surrealista cuando el régimen decidió expulsar a Deniel Martin Kriener, cabeza de la legacion diplomática alemana. El diplomático ignoró la orden y dijo que el gobierno de Maduro carecía de legitimidad democrática.
No son muchos los que lo entienden, pero esta la crisis interesa a Bolivia. Si se fuese Maduro, el gobierno boliviano perdería a su mejor aliado. Solitario en el continente, su camino se complicaría, con una oposición envalentonada que apretaría el acelerador para cerrar el paso a la nueva candidatura del presidente Morales, todo cuando se acercan raudas las elecciones de octubre. Estar solo y sin aliados, o con los supuestos aliados a varios fusos horarios de distancia, puede ser demoledor. Pero eso es tema de otra historia.
Baterías cargadas
Las baterías de la propaganda política trabajan a todo vapor estos días cuando las tensiones en Venezuela empiezan a tener reflejos en Bolivia, a ocho meses de las elecciones presidenciales en las que el presidente Evo Morales buscará el cuarto mandato, que lo llevaría a gobernar más de veinte años y a alzarse con un récord continental. La disconformidad ciudadana con el continuísmo fue exhibida en las concentraciones multitudinarias registradas en las principales centros urbanos del país el 21 de febrero, en el tercer aniversario del referéndum que rechazó avalar un nuevo mandato.
Desde entonces el ¨Bolivia dijo No¨ es un mantra contra cuya difusión y significado nada han conseguido las iniciativas del gobierno. Los intentos por ponerle freno a traves de la que fue llamada ¨guerra digital¨con la formación de escuadras de combatientes digitales que surgirían del Chapare, bastión esencial del gobierno, han tenido efecto nulo, si se los compara con las intenciones de voto que muestran las encuestas de mayor credibilidad. En ellas, el ex presidente Carlos Mesa, ahora el principal candidato opositor, está adelante con ventaja apreciable sobre el candidato Evo Morales. Todas las encuestas conocidas dicen que si se diese una segunda vuelta, bajo una elección transparente, el candidato oficial sería derrotado y que, salvo sorpresas que pudieren dar otros candidatos, Mesa asumiría la primera magistratura. El libreto democrático, repetido por las actuales autoridades hasta no hace mucho, es que en democracia se pierde una elección sin reclamos hasta por un solo voto. De eso no han vuelto a hablar.
Doce años de ejercicio del poder causan grandes desgastes. A eso se agrega el drama venezolano, que el gobierno boliviano admira y temerariamente le extiende todo su apoyo. El país capitán del Socialismo del Siglo XXI yace sobre la lona, noqueado por una pésima administración de los ingentes recursos petroleros, atizada por la represión de las voces opositoras y por la corrupción de sus dirigentes y hasta de familiares de sus líderes. De nada vale argumentar que la crisis venezolana estriba en las sanciones que le han impuesto los que fueron sus principales socios comerciales. Cuantificadas, las sanciones han tenido efecto insignificante frente a la ineptitud y corrupción.
Un nucleo de la crisis es la falta de educación democrática, que, entre otras perlas, instaló la idea de que bastaba la adhesión política para ser parte de una empresa del estado. Se aplicó sin freno el viejo dicho caribeño: ¨No me den, pero pónganme donde hay¨. Un ejemplo elocuente: PDVSA. Tenía una planilla de 40.000 empleados cuando el Socialismo Siglo XXI comenzó a gobernar. En pocos años del número se triplicó. La tendencia se invirtió en la producción de petróleo, que bajó de 3,4 millones a un poquito más de un millón estos días. El camino al naufragio estaba trazado.
Como la tendencia continúa, no es aventurado pronosticar que la victoria bailada de Maduro el sábado antepasado será la antesala de otras y aún más fuertes turbulencias.
En el lado errado
El torbellino venezolano está tocando extremos y su desenlace puede sobrevenir en cualquier momento. Al escribir estas líneas, corre rauda la creencia de que al régimen que se instaló hace una veintena de años bajo el mando de un joven militar que se había alzado contra el sistema político venezolano y lo barrió por entero, ahora le quedan solo días. Todos están seguros que Venezuela está ante una crisis terminal que amenaza con engullir al movimiento socialista del Siglo XXI que lanzó el teniente coronel Hugo Chávez en los albores del siglo.
Heinz Dieterich, profesor alemán residente en México, creador del concepto de Socialismo del Siglo XXI vuelto, cree los militares darán la estocada final al régimen que instauró Chávez. Dietrich se distanció del proyecto cuando concluyó que su obra había sido contaminada por desviaciones que acabarían reproduciendo el socialismo de los Gulag que había querido corregir.
El diario caraqueño Tal Cual Digital reseñó el 29 de enero el artículo de Dieterich en el sitio Aporrea.com que sostiene que los militares venezolanos, para evitar una hipotética invasión, ¨han aceptado la oferta imperial de sacrificar a Maduro a cambio de la impunidad para ellos¨. Como sucede con la mayoría de las versiones que profusamente ocurren en torno a Venezuela, habrá que esperar para determinar su verosimilitud. Tal vez sea cuestión de días.
Pero mientras el turbión politico continental corre con furia, el presidente Evo Morales, el único aliado pleno de Nicolás Maduro en el continente, luce aferrado al autócrata, en una opción lo aleja de los sistemas democráticos y acentúa un aislamiento que, tarde o temprano, podría representarle una factura. Los mapas noticiosos repiten con insistencia las escuadras ideológicas formadas para la disputa monumental. Por un lado, las democracias del hemisferio, entre ellas Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, Perú, Chile, Paraguay, Panamá y Colombia, y en el otro frente Nicaragua, Cuba, Bolivia, China, Rusia, Irán y Turquía.
Al frente democrático que lidera del presidente Juan Guaidó se han sumado gobiernos de la mayoría de los estados de la UE, incluso España que durante días titubeó. Hace pocos días, el parlamento europeo decidió reconocer a Guaidó, y desconocer de facto a Maduro, con lo cual los días para el régimen venezolano parecieron reducidas al extremo. La bomba mayor la detonó USA el lunes 28, cuando decidió cortar el comercio petrolero con Venezuela y congeló activos financieros que eran el pulmón de las finanzas languidecientes del régimen de Maduro.
A menos que ocurra un enfrentamiento sangriento de consecuencias imprevisibles, la espera para un desenlace no luce larga.
FA.AA, beneficio y costo
Un artículo de Ovidio Roca (tomado de su blog en wordpress.com)
Por la experiencia de la mayoría de los países latinoamericanos se constata que a la final el Ejército, las armas, son las que definen el rumbo del país y su estabilidad y mientras el Gobierno cuente con su protección podrá mantenerse indefinidamente en el poder. En consecuencia los gobernantes buscando el apoyo de las fuerzas armadas y al margen de los recursos onerosos del presupuesto estatal para su equipamiento y sostenimiento, les otorgan entre otros privilegios el monopolio del lucrativo negocio de controlar la frontera y todos los tráficos: coca, droga, armas, minerales, alimentos, combustible, etc.
Un analista de Crisis Group, explica que en Venezuela: “A los militares ya no les interesan los cargos burocráticos porque en los Ministerios ya no hay dinero”. Entonces, la línea política de los incentivos económicos se gestiona a través de otras líneas rentables: la petrolera con PDVSA, la minera con Camimpeg y la administración de la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), pero principalmente el comando del narcotráfico para lo cual manejan un cartel propio, el Cartel de los Soles.
Los venezolanos y ahora con apoyo de las instituciones democráticas internacionales, están peleando para librarse de la dictadura castrochavista protegida por el Ejército. Hasta ahora Juan Guaidó el Presidente Constitucional Encargado para lograr su apoyo ha ofrecido a los militares que abandonen al Dictador, impunidad y perdón, pero ellos demandan que se le garantice también mantener sus privilegios y lo afanado durante este largo periodo de latrocinio chavista.
En los países democráticos el ejército, la armada y la fuerza aérea, existen por mandato constitucional para la defensa de la independencia y soberanía de la nación, pero como vemos solo sirven para entronizar las dictaduras. Por su parte las fuerzas armadas justifican su existencia pues, supuestamente, garantizan la integridad del país ante una amenaza externa y por eso es que se les otorga el monopolio de las armas; entonces la pregunta obligatoria es: ¿si esta fuerza no tiene la menor posibilidad de superar cualquier amenaza externa y solo sirven para oprimir al pueblo; se justifica su razón de existir?
Lo razonable es por tanto, concebir que la seguridad del país y de la sociedad es algo más que un problema de defensa militar ante amenazas externas y más bien ser entendida como el conjunto de condiciones que hacen posible la sostenibilidad y el desarrollo del país y del pueblo en democracia y esto significa seguridad jurídica, economía sana, educación, institucionalidad y respeto a la misma, y vale la pena reafirmar que si un país no tiene una economía solvente, evidentemente no puede tener unos buenos servicios de inteligencia, una buena diplomacia y no puede tener seguro y contento a su pueblo.
Un otro asunto es el rol de la Policía, la institución civil encargada de garantizar la seguridad de los ciudadanos y enfrentar las bandas delincuenciales y de narcotraficantes cada vez más agresivas. Se trata de una guardia armada bajo mando civil y no militar lo que tiene muchas ventajas, pues en lugar de tener un ejército como institución permanente y “con espíritu de cuerpo” es mucho más seguro y controlable tener una guardia bajo mando civil. Esta Policía, esta guardia civil y armada, con formación profesional, con ética personal y de servicio a la comunidad y por supuesto bien pagada, debe ser fortalecida y profesionalizada con las técnicas más modernas de inteligencia, de logística y con el mejor equipamiento de represión para prevenir y combatir el crimen.
Como la desmilitarización de un país conlleva el traspaso y la garantía de soberanía a un actor externo, a un régimen internacional, se considera que a un país pequeño le conviene más para la defensa de su integridad contar con una Cancillería del más alto nivel y Diplomáticos capaces que manejen estas situaciones internacionales difíciles en lugar de gastar dinero y esfuerzos en unas fuerzas militares que no jugarían ningún rol efectivo.
Costa Rica en 1948, inteligentemente eliminó el ejército y actualmente es el país más próspero, menos corrupto, más democrático y más seguro de Centro América. “No quiero un ejército de soldados, sino de educadores”; con estas palabras el 1 de Diciembre de 1948 el Presidente de Costa Rica, en aquel entonces José Figueres, abolió el ejército.
Por lo que recuerdo, la población boliviana nunca tuvo simpatías por las fuerzas armadas, las hallaban inútiles, costosas y abusivas con el pueblo llano, sobre todo en periodos dictatoriales. Recuerdo de mi infancia rural que algún camba hablando del ejército decía: se levantan temprano para hacer nada o prepararse para los desfiles; no producen nada más que gastos y lo peor es cuando los gobiernos dictatoriales, militares y civiles, los usan para someter y amedrentar al pueblo. Deberíamos coincidir parafraseando a Figueres que: “No necesitamos un ejército de soldados, sino de educadores”.
Sin opciones
A una semana de la autojuramentación de Juan Guaidós como Presidente interino de Venezuela, el regimen de Nicolás Maduro parece haber perdido toda inciativa, ahora comandada por la oposición empeñada doblegar a los altos mandos militares cuadrados con un gobierno cada vez más cercado y hostigado por países e instituciones que presionan por una restauración de la democracia a través de elecciones. Intimidado por la masiva participación ciudadana en las marchas del 23 de enero esparcidas por todo el país, Maduro es reacio a ceder, aunque nada indica que tenga posibilidades de revertir el movimiento que amenaza con arrasar al gobierno chavista vigente desde hace dos décadas.
Entretanto, los observadores señalan que en los últimos días la dinámica de los acontecimientos en ese país parece haber perdido impulso pero que la tendencia apunta a una retomada con las marchas previstas para el fin de semana. A partir de ahí, dicen, la semana entrante podría traer de nuevo ¨días calientes¨ con la posibilidad cada vez mayor de lograr un acuerdo que involucre a sectores militares democráticos para apartar a Maduro del gobierno.
Las especulaciones se traban ahí ante la pregunta de qué hacer con Maduro y los militares que han decidido jugarse por quien es, por ahora, el mandatario más resistido del mundo, excepto por sus aliados, entre ellos Bolivia. La cercanía de Maduro con el presidente boliviano llevaron hace un tiempo a especular sobre la eventualidad de que Maduro escogiese venir a Bolivia, posiblemente al oriente, antes de optar por una residencia más estable de un eventual exilio. Pero la eventualidad no ha sido vista con gran entusiasmo por el gobierno boliviano ni por el presidente Morales, preocupados por las repercusiones que algo así tendría sobre las elecciones de octubre. Para entonces, Morales aspira a ganar una nueva reelección a pesar tropiezos mayúsculos que experimenta la pretensión, golpeada por el referéndum que perdió en 2016 y por el fracaso de la ¨elección¨ de candidatos (primarias), a las que concurrió apenas un poco más de un tercio de la militancia que el gobierno esperaba llevar a las urnas para exhibir musculatura. Los partidos opositores se limitaron a lograr una asistencia apenas ¨simbólica¨ a las urnas, que pocas veces lucieron tan desoladas como el domingo pasado.
¨Nos regalaron votantes¨, dijo un dirigente vinculado a uno de los frentes opositores. ¨Para dar la impresión de que habíamos votado, inflaron nuestra votación en el oriente y en el norte, incluso en lugares donde no hubo votantes¨, dijo. No consiguió, sin embargo, ofrecer evidencias contundentes de la afirmación. Pero la apatía ciudadana ante esa curiosa elección sin contrincantes resultó testimoniada por la misión de observadores de la OEA: votaron unos 400.000 ciudadanos, un cuarto del 1,6 millón que se esperaba que votase. La oposición tildó la jornada como ¨fracaso¨ en tanto que el gobierno se abstuvo de cualquier manifestación triunfalista.
El hecho se agregó con ímpetu a los temores causados por la crisis aparentemente terminal que ocurre en Venezuela, donde el aliado del presidente podría en cualquier momento resultar defenestrado.
Pero cerca de acabar la semana, la meta reeleccionista del presidente Morales se encontró frente a un escollo gigante: Un grupo bipartidista en Estados Unidos le planteó que respete los límites de la constitución y desista de buscar una nueva reelección. ¨Bolivia se encamina a una dirección muy peligrosa, alineándose con regímenes ilegítimos e ilegales, incluso el de Maduro en Venezuela. Es importnte que las partes respeten la constitución de Bolivia, que incluyen límites de mandatos¨.
El grupo está encabezado por Bob Meléndez,del Partido demócrata, y Ted Cruz, del gobernante Partido Republicano. Nadie podía augurar, este sábado de madrugada, que la semana que viene sería políticamente tranquila, ni en Venezuela ni en Bolivia.
- 1
- 2
- …
- 17
- Siguiente →