Mes: marzo 2015
Sabor de la derrota
Las resultados no oficiales de las elecciones departamentales y municipales apuntaban la noche de este domingo el camino hacia una Bolivia de rostro políticamente diferente, con la mayoría de los candidatos oficialistas derrotados por una marea de votos de una oposición variada que resistió a las amenazas del gobierno de sabotear a las autoridades no alineadas con el oficialismo. De La Paz a Cobija y de Tarija a Santa Cruz una derrota oficialista de magnitud lucia inevitable.
La victoria opositora cobró dimensiones de desastre para las filas gubernamentales dentro de su mayor reducto: El Alto, a menos de una decena de kilómetros en línea recta desde el Palacio de Gobierno, en La Paz, el corazón político del país. La ciudad, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, ha sido centro decisivo de gran parte de la luchas políticas bolivianas en las últimas tres décadas. La oposición ganó también la gobernación del departamento y el municipio de La Paz.
En un esfuerzo por prevenir un Waterloo político (la derrota decisiva de Napoleón ante las fuerzas inglesas en 1815), el presidente Morales había demandado un par de días antes a sus partidarios de El Alto que le dieran la victoria y les advirtió que una derrota en la mayor urbe altiplánica del continente sería un mensaje negativo con amplias repercusiones. No lo escucharon o quienes lo hicieron no pudieron contener la avalancha que se venía el domingo. En la noche, los conteos no oficiales asignaban a la opositora Soledad Chapetón, el 55% de los votos, una distancia más que holgada respecto al 31% atribuido al candidato del MAS. El sabor para el gobierno era aún más amargo con el hecho de que la joven venecedora fue promovida por la Unidad Nacional, de su archienemigo Samuel Doria Medina.
El presidente no habló en la noche del domingo. La tarea la asumió el vicepresidente Álvaro García. Con expresión sombría, el segundo mandatario dijo que el Movimiento al Socialismo había ganado un número significativo de concejalías y que algunos de sus candidatos no habían sido apropiadamente escogidos. La explicación planteaba una cuestión grave para la militancia y los dirigentes del MAS.
En la cuenta negativa del partido de gobierno estaban también las gobernaciones de Tarija y Santa Cruz, respectivamente con el ex legislador Adrián Oliva y el veterano Rubén Costas, quien en el conteo rápido ofrecido por las redes de TV logró un contundente 56%. Al triunfo de Costas se sumaba el de Percy Fernández, que parecía también tener la reelección asegurada.
En Beni, ganaba el municipio de Trinidad un militante opositor (el MNR, con un estrecho 2%) en tanto que para resolver la disputa por la gobernación surgía una posible segunda vuelta en mayo. Los dos resultados fueron logrados en medio de la confusión que trajo al departamento el marginamiento repentino del ex gobernador y nuevamente candidato al cargo Ernesto Suarez, junto a 227 candidatos de su partido, Unidad Demócrata, purgado de la carrera electoral.
Otro desempate lucia probable para la gobernación de Chuquisaca. Solo en Potosí el partido de gobierno ganado la carrera por el municipio de la ciudad y la gobernación del departamento. En Oruro, el oficialismo ganó la gobernación pero perdió la ciudad. En Pando, visto como una plaza oficialista segura, se repitió la misma ecuación. El mismo fenómeno ocurría en Cochabamba. Al ex portavoz del gobierno Iván Canelas se le atribuía una victoria una victoria cómoda para la gobernación del departamento pero la ciudad parecía rumbo a un alcalde opositor.
A partir del lunes se abre una etapa de examen y debate sobre la elección. Los resultados oficiales provendrán de la Corte Nacional Electoral en la primera quincena de abril.
Elecciones en la bruma
En medio de dudas y certezas, el país cumple hoy una jornada cívica con sabor a plebiscito. Esta sensación ha sido estimulada por la participación ostensible de las máximas autoridades empeñadas en lograr que la ciudadanía favorezca a los candidatos del gobierno. La Paz y Santa Cruz se han erguido en bastiones departamentales que contrarían ese empeño y que, junto a una decena de municipios mayores, pueden representar un revés electoral mayúsculo para las autoridades. En la capital política del país y en el mayor centro económico nacional los candidatos apoyados por el partido gobernante aparecen con un rezago sideral respecto a sus competidores. No es poco lo que entra al juego este domingo.
La demanda de aplazar las elecciones en el Beni creció en las horas previas a la elección con la información de que entre la veintena de municipios del departamento hay al menos tres en los que el partido de gobierno ganará por exclusión, o por “default”, en la terminología digital, pues con la eliminación de Unidad Demócrata desaparecieron las candidaturas de oposición. Tras la inhabilitación de ese partido, la salida forzosa de Ernesto Suárez y su reemplazo por otro candidato que a su vez era postulado por su propia organización, para muchos votantes el tarjetón electoral parecerá un laberinto. Confusión y caos eran los términos que más reflejaban la situación que surgida en todo el departamento.
Al concluir que los comicios benianos deberían ser aplazados hasta nueva fecha, la Defensoría de Pueblo dictaminó que no hay condiciones para llevarlas a cabo. Las autoridades electorales rechazaron las sugerencias para una suspensión y confirmaron que no habrá variación del calendario electoral. Puede hasta parecer una exageración, pero para muchos de los votantes de ese departamento, ir al recinto de votación es un camino hacia la oscuridad. ¿Puede haber elecciones legítimas así?
Será difícil que esta situación sea ignorada por los observadores de entidades supranacionales, inclusive por la UNASUR que promovió el fallecido comandante Chávez. No hay antecedentes conocidos en el país de una eliminación masiva de candidatos que afectase tan letalmente el derecho al sufragio. El incidente no podrá ser evitado en sus informes, así como tampoco referir que las principales autoridades estuvieron hasta el final de la campaña alentando la defensa del proceso que encabezan y que probablemente perciben amenazado por veredictos adversos del electorado. ¿A favor de quién creen que Samuel Doria Medina pediría implícitamente apoyo si un par de noches antes de la elección convocara al electorado a votar para defender “el proceso” del que él se identifica como vanguardia?
Una cosa es el propio presidente en el combate electoral y otra alentando y apoyando a los que representan a su partido. Está por verse en las urnas el resultado de los mensajes admonitorios de “voten por mis candidatos” si quieren obras, “retiraremos las graderías” o de seguir con la campaña inclusive en las últimas horas. Hasta antes del cierre del período de medición de intenciones de voto eso no parecía haber ayudado a los candidatos oficiales en La Paz ni en Santa Cruz.
Estas elecciones son la antesala del país post-gas, o el inicio de un período en el que se deberá ver cuánto Bolivia sembró o no sembró durante la bonanza de los precios de los hidrocarburos. Pasado el fervor electoral empezará un capítulo diferente en la vida del país con repercusiones que, oficialmente, aún no son calculadas.
Los que pierden
Son muchos los bolivianos que se han sentido frustrados con la decisión del Consejo Nacional Electoral que inhabilitó al partido puntero del Beni, Unidad Demócrata, en momentos en que su candidato Ernesto Suárez era delantero en la carrera por la gobernación del departamento (35% vs. 33% del candidato oficial Alex Ferrier, en una de las encuestas más recientes) . En todo el país han surgido cuestionamientos a la posición asumida por el tribunal electoral. Pretender ignorar este fenómeno es como querer tapar el sol con un cedazo.
La decisión drástica del CNE representa para muchos la pérdida de una oportunidad para desmentir la sensación de que sus miembros son piezas del poder gubernamental. Nadie puede discutir el hecho de que esa decisión priva a la segunda región más extensa del país de votar libremente este domingo que viene.
El precedente inmediato para esta crisis fue aquel desafortunado: “Voten por mis candidatos o…,” etc. No ha habido una rectificación contundente para ese propósito.
Inhabilitar al partido de Ernesto Suárez y de paso a otros 227 candidatos de su partido, se yergue como un revés muy grave para estas elecciones en las que el gobierno se juega mucho. En momentos en que todo anuncia una disminución masiva de los ingresos por exportaciones y el fin de las holguras financieras de los últimos años, obtener una victoria en las principales plazas departamentales es una necesidad imperativa para las autoridades.
Con las encuestas como intérpretes, la perspectiva de una victoria así era desalentadora ya antes de la decisión del tribunal electoral. Ahora luce sombría. Los afectados no son solo el grupo de dirigentes que encabeza el ex gobernador Suárez. Además de la credibilidad del propio tribunal electoral, han quedado en el desierto el partido de gobierno y su candidato a la gobernación beniana. ¿Con que cara votarán sus partidarios después de una jugada vista cuando menos como desproporcionada?
La misma perplejidad se presenta ante los que supuestamente se beneficiarán del desconcierto que ha cundido en Unidad Democrática. Es un error creer que solo por el hecho de representar una opción opositora al gobierno del presidente Morales sería fácil transferir las simpatías del líder beniano y su partido a NACER. De esa agrupación surgió la iniciativa que remató en la inhabilitación de Suárez y de todos los demás candidatos de Unidad Democrática. Lo mismo vale cuando entra a esta ecuación el MNR y sus dirigentes benianos, a quienes los partidarios de Ernesto Suárez solían ver más próximos del partido de gobierno que de la oposición.
Tragar sapos y culebras es una tarea desagradable que a menudo practican los políticos en todo el mundo. Ahora el plato está servido masivamente para ambos lados. Si se ha querido anular a un líder emergente, se lo ha potenciado. Suárez y su partido han crecido en notoriedad nacional. El gobernador beniano ha trascendido los límites regionales y se ha proyectado a todo el país. Más grave todavía: ha puesto la factura a nombre del presidente y como garante al partido de gobierno.
Facetas de «la gateadora»
Las encuestas muestran nubarrones para el partido de gobierno y en plena campaña crecen las señales que anuncian el fin de la abundancia financiera vivida por Bolivia a lo largo de casi una década. Con rumbo a los $US 40 el precio promedio del barril ($US 107 en junio), el petróleo continúa sin base firme. La Organización de Países Exportadores de Petróleo no logra alterar la tendencia, como un piloto a cuyo avión se le acaba el combustible y sólo espera un aterrizaje forzoso sin fatalidades. Venezuela, el adalid del socialismo del Siglo XXI, se encamina hacia un desenlace nada risueño.
Para Bolivia, el remezón ya muestra su cara fea, pero en tiempos de campaña para ganar los gobiernos departamentales y municipales, los candidatos prefieren obviarlo. En ese marco puede situarse el desafío del Primer Mandatario a los empresarios para que inviertan un equivalente de hasta 3.000 millones de dólares, mucho más que los 1.200 millones de dólares que han previsto para la gestión. (Esa suma “es una vergüenza”, según el Ministro de Hacienda, Luis Arce.) No está muy claro si hay capacidad ni a qué sectores dirigirían los empresarios sus inversiones, ni cuánto de las previsiones involucran al área de hidrocarburos. La inversión pública, dijo el presidente Morales, será ampliamente mayor y superará los 7.000 millones de dólares, en una tendencia semejante al aumento del valor que tuvieron las exportaciones.
El llamado de urgencia para nuevas y mayores inversiones refleja los esfuerzos por enfrentar los tiempos austeros anunciados en cartelera. Los anuncios tomaron un tono más gris cuando un ex presidente (Carlos Mesa) tocó un tema tabú generalmente eludido por las autoridades: ¿Es posible mantener el tipo de cambio enyesado desde hace años? Una variación brusca y acentuada sería sísmica para un sistema financiero dominado por el valor de la moneda local. Las autoridades parecen pretender que la Tierra está firme en el universo. “Eppur si mouve”, diría Galileo.
Todo converge en la imagen que hace un tiempo expresó el ex prefecto de Santa Cruz Francisco Aróstegui: “la gateadora”, o el crecimiento paulatino, generalizado e inexorable de las aguas de los ríos amazónicos cuyos daños pueden ser catastróficos si no se construyen defensivos apropiados.
El turno de las pruebas
Este lunes deberá comenzar la presentación de las pruebas de la acusación en el Juicio del Siglo, en una fase que, al acercarse el sexto año de su génesis, pondrá a prueba la tesis del ex fiscal Marcelo Soza de que Bolivia fue víctima de una conjura para dividirla, previa capitulación del ejército y de atentados que iban a sembrar zozobra en el país. Ahora refugiado en Brasil, donde se ha declarado perseguido del gobierno al que responsabilizó de siembra de pruebas para avalar la tesis magnicida-terrorista-separatista, un juicio por extorsión contra el propio Soza comenzará una semana después.
Sin ser elementos legales de prueba, pues han sido desestimados por el tribunal que preside el juez Sixto Fernández, se estima que los documentos y declaraciones de Soza desde su fuga de Bolivia, continuarán en primera plana también en la etapa que empieza. El debate sobre la “Carta al Pueblo de Bolivia” y el documento que el ex fiscal presentó al Consejo Nacional de Refugiados, de Brasil, ha consumido largas jornadas sin zanjar la controversia sobre el asalto al Hotel Las Américas y sus secuelas. Soza aseguró en Brasil que su trabajo fue “desnaturalizado” por la injerencia de autoridades del gobierno y la presión que ejercían para que involucrase a dirigentes cruceños.
Al comenzar el año, había nueve detenidos con prisión preventiva en los penales de Santa Cruz y La Paz. Ahora hay cuatro. Cinco optaron por un “juicio abreviado” en el que se declararon culpables de los delitos que habían negado a lo largo de casi seis años, inclusive los dos sobrevivientes del asalto al Hotel Las Américas. Unos 15 de los 39 acusados se defienden bajo libertad condicional. Los demás optaron por irse de Bolivia o exiliarse subrayando su desconfianza en la imparcialidad de la justicia boliviana.
Abogados de la defensa subrayaron que las sentencias dictadas sobre los que se acogieron al juicio abreviado disponían castigos por complicidad en delitos, sin especificar quiénes eran los autores.
“Ustedes tienen que especificarnos la identidad de los autores”, dijo Otto Ritter a los miembros del tribunal, al concluir su defensa del general Gary Prado Salmón antes del último receso. (El acusado Juan Carlos Guedes, ex dirigente de la Unión Juvenil Cruceñista a quien el ex fiscal acusaba de ser proveedor de armamento para el supuesto grupo separatista, dijo que los únicos tanques de la supuesta sedición eran las sillas de ruedas del militar y la de Ignacio Villa Vargas, “El Viejo”, uno de los que decidió declararse culpable.)
La etapa que empieza esta semana podría abrirse con la presentación de los testigos de la acusación, entre ellos más de 40 personas entre testigos y participantes del asalto al hotel.
El año pasado, cuando la defensa convocó a testigos, éstos poco pudieron hablar debido a las objeciones de los fiscales y los abogados del Ministerio de Gobierno que impidieron que aclarasen cuestiones que los acusados consideraban básicas para mostrar al tribunal la insostenibilidad de la tesis de Soza. Se espera una repetición de la secuencia de objeciones, pero desde el lado de la defensa.
“Vamos a devolverles la moneda”, dijo uno de los abogados defensores.
Soza prometía en la acusación que presentó a fines de 2010 que los testigos de cargo avalarían plenamente su tesis. Él mismo, sin embargo, la puso en entredicho cuando fugó a Brasil y ahora corresponde a sus sucesores defenderla.
La fase también promete ser una prueba para el tribunal, cuya imparcialidad es puesta en duda por los acusados, que lo tildan de vacilante en las raras ocasiones que desestima posiciones de los fiscales.
El juicio que instaurado contra Soza en La Paz, acusado de extorsionar a algunos de los que él había acusado de terrorismo, alzamiento armado y separatismo, deberá comenzar en su fase oral el 30 de este mes y la sentencia podría ser emitida el siguiente 1 de abril. Soza ha sido declarado rebelde y la defensa será asumida por sus abogados.
Conteo descendente
La iniciativa de enviar a Venezuela una misión de la UNASUR para informarse directamente de la situación en ese país ocurrió un día después de la detención armada y violenta del alcalde de Caracas Antonio Ledezma, el 20 de febrero. Se trató de una movida opaca para las circunstancias que sofocaban al país bolivariano. Dos semanas después, los tres países que conformaban esa misión aún aguardaban la autorización de Venezuela. Cuando finalmente sus cancilleres viajaron el 6 de marzo, la organización fundada en 2008 bajo el aliento del Socialismo del Siglo XXI, ofrecía el cuadro de médicos indiferentes ante un enfermo en coma y a un dueño de casa feliz de mantenerlos lejos del paciente y evitar que lo diagnostiquen. Fuera de llamar a coordinar una cadena alimenticia continental, propósito efímero y dudoso, la misión no produjo resultados que apartasen a Venezuela de la orilla de un volcán por estallar.
La realidad mostraba a un país tratando de ver un lado risueño en los malos momentos que retan diariamente su paciencia. Jon Lee Anderson (Che Guevara, Una Vida Revolucionaria, 1997) relataba en The New Yorker una anécdota escuchada en una recepción a la que, una hora después de programada, había llegado temprano: Un viejo entra a un almacén en Caracas. Luego de esperar pacientemente en la fila, pide al vendedor una lata de aceite comestible, un tarro de leche y un cuarto kilo de café. El vendedor se disculpa y le dice que esos productos están agotados. Decepcionado, da la vuelta y se va. Al escucharlo, la persona que lo sigue en la línea le dice al vendedor: ¿Aceite de comer? ¿Leche? Ese viejo estúpido debe estar loco. El vendedor medita unos instantes y responde: Es verdad, pero ¡qué buena memoria tiene!
El venezolano común tiende a ser extrovertido y bien humorado y las charlas de café estos días suelen estar acompañadas de una actitud liviana. En un puñado de medios –especialmente en lo que queda de El Nacional y de Tal Cual Digital, ahora sólo con la versión electrónica- se percibe la sensación de que al país de Bolívar el continente le ha dado la espalda. Las sanciones aplicadas por Estados Unidos contra siete personalidades del régimen (hay otras 49 «en capilla») sirven como excusa al gobierno venezolano para afirmar que está siendo agredido.
La inoperancia práctica de UNASUR contrastaba con su agilidad para los casos de Porvenir, en Bolivia, con Fernando Lugo, en Paraguay, y con Manuel Zelaya, en Nicaragua. La organización fundada en medio del fragor de los conflictos en Pando, parece interesada solo en proteger a las naciones con regímenes populistas. Su sospechada parcialidad puede anunciar la actitud del hemisferio cuando la brújula mude de orientación. El ocaso luce patente si se mira el fracaso de Venezuela que, como Argentina un siglo atrás, ostentaba todas las condiciones para ser tan desarrollada como hoy son Canadá, Australia o Europa occidental.
Todos los indicadores señalan que Nicolás Maduro no creó la crisis de su país, pero sí la empeoró. Hugo Chávez capitalizó el descontento con la ineficiencia de los servicios públicos, la infraestructura deteriorada, la violencia, la pobreza extrema proyectada por los rancheríos alrededor de las ciudades y, sobre todo, la impresión frustrante de que con un poco de honestidad y menos corrupción mejoraría la vida diaria. Para muchos fue salir de la sartén para caer al fuego.
Los cambios políticos parecen suceder a ritmo geológico. No son perceptibles al comienzo pero cuando cobran ímpetu se vuelven inexorables. En medio de la crisis del petróleo de hace 30 años, ¿quién creía que todo el mundo soviético se iba derrumbar? Fue carcomido por dos termitas: la ineficiencia y la falta de libertades. Ningún país del bloque comunista sobrevivió.
El presidente peruano Ollanta Humala advirtió el peligro de la crisis venezolana para el continente. Cualquier cambio en ese país, dijo, “afectará a toda la región latinoamericana”. Las perspectivas para Maduro seguían sombrías esta semana, agravadas por las renovadas tensiones con Estados Unidos. Y si el mediano plazo se cuenta en meses, las elecciones legislativas de fines de año podrían traer una derrota mayúscula para un gobierno cuyo presidente bordea el 20% de la aprobación ciudadana. Las justas no tenían aún fecha oficial definida, reflejo de la inseguridad electoral del régimen. Vagamente y como para comprometerlo, UNASUR dijo que serían en setiembre. Como en todo período de crisis, el corto plazo luce distante.
Los subsidios en la picota
Una alta autoridad del Banco Mundial puso esta semana el dedo en una llaga extendida en Bolivia al cabo de más de 20 años de vigencia inalterada: la subvención a los carburantes. Si las cifras manejadas públicamente son correctas, este año las arcas del tesoro deberán emplear 658 millones de dólares en subsidiar el combustible consumido en el país. Cuánto de esa suma no retorna al estado y se pierde irremediablemente no está claro, pues no existe un detalle oficial de lo que se gasta en importaciones ni de cuánto se recupera cuando el combustible es vendido al consumidor.
El alerta fue expresado por Jorge Familiar, vicepresidente de ese organismo para América Latina, cuando acababa de firmar un acuerdo por un préstamo de 200 millones de dólares a Bolivia. La caída de los precios del petróleo, subrayó el funcionario, es “una oportunidad para revisar subsidios relacionados con hidrocarburos” en todos los países donde se los aplica. En el contexto de muchas falencias que afectan al país, la declaración de Familiar tiene sentido.
Supongamos que de aquella suma se recuperase la mitad. Quedarían aún 329 millones de dólares gastados en un subsidio que exhibe derroche de los recursos públicos. La suma es holgadamente mayor a la prestada por el Banco Mundial.
Por definición, los subsidios deben ser temporales. En nuestro caso, que hace que llenar de diesel o de gasolina el tanque de los vehículos cueste la mitad o un tercio de lo que se pagaría en países vecinos, parece permanente pues se ha vuelto un fenómeno que las autoridades han tenido temor de alterar. No hay datos confiables sobre el daño que causa el contrabando, pero una mirada a las calles atiborradas de automóviles y camiones en cualquier ciudad del país, muestra la magnitud del derroche y, de paso, los daños al ambiente. La última vez que se intentó, a fines de 2010, el gobierno rápidamente retrocedió y canceló el decreto que equilibraba los precios con los vigentes entre nuestros vecinos.
Sólo con fines de comparación y para mostrar la magnitud del dinero que se va en subsidios, lo gastado en sostener los precios de los carburantes en cualquiera de los últimos cinco años habría sido suficiente para formar miles de profesionales de primer nivel. Si asignamos un costo arbitrario de 100.000 dólares por profesional en cinco años, lo que habrá de gastarse este año daría para costear la carrera de más de 3.000 jóvenes. Lo mismo puede decirse de lo que cientos de millones de dólares pueden representar para el país si se los invirtiese en salud, en carreteras (todas las regiones alejadas del eje central La Paz-Cochabamba-Santa Cruz quedarían conectadas) y en su buen mantenimiento, o en redes eléctricas y agua potable. Responsable y honestamente administrados, esos recursos ayudarían a mudar la faz del país.
No es fácil eliminar subsidios. Que lo diga Venezuela, que la última vez que un gobierno intentó hacerlo estuvo muy cerca de morir en el intento, hace 26 años. Con la desvalorización precipitada del bolívar, el valor de un dólar en el mercado negro en estos días (casi 40 veces el del mercado oficial para algunas importaciones) daría para comprar tanta gasolina como la que emplearía un Hummer en un viaje La Paz-Santa Cruz y quizá con alguna extensión. Cambiar los precios, sin embargo, sería lo último que el gobierno de Nicolás Maduro haría o, según sus opositores, lo último que podría hacer.
El presidente Morales ha insinuado que le agradaría suprimir el subsidio. No ha tenido mayor eco. Pero la declaración del funcionario internacional puede traer el tema nuevamente al debate, especialmente cuando se diluye a ritmo acelerado la holgura financiera de los últimos años.
De diario a semanario
Agobiado por la escasez de papel, penurias económicas interminables y las presiones de un gobierno poco permeable a las críticas, el diario venezolano Tal Cual, fundado por el ex guerrillero Todoro Petkoff, cerró sus puertas a fines de febrero con la promesa de volver encarnado en un semanario. Fue el epílogo de un medio lanzado al comenzar el Siglo XXI como voz independiente desde la izquierda, dispuesta a hablar de frente y sin filtros, “claro y raspao”, como se dice en la tierra de Bolívar. Con ese título, expresión de “un compromiso con decir lo que pensamos, moleste a quien moleste” su editorial de despedida fue un monumento de altivez y de ironía: “Aquí nadie esta amargado: nos encanta quedarnos sin trabajo, porque tendremos más tiempo para hacer cola en los supermercados”. Enseguida venía un epitafio: “Este diario ha sido un periódico pobre, pero nunca un pobre periódico”.
Tal Cual nació cuando en muchos lugares del mundo la prensa escrita arriaba banderas ante la arremetida de internet. Fue necesario acortar los textos sin piedad y reponer la riqueza de las palabras bien escogidas para enfrentar la imagen que, esta vez, se expandía por las pantallas de las computadoras y competía avasalladoramente con la escritura. Tal Cual aplicó la reingeniería que siguió: preferencia por los textos breves y frases bien hilvanadas en busca de conservar la lealtad de su público menguado. Aquel paso rafirmó la primacía de las palabras sobre las imágenes, y de los textos bien escritos sobre el desorden que suele prevalecer en aquéllas.
Petkoff participó en las guerrillas pro-cubanas de los años de 1960. Fue preso y con otros compañeros escapó por un túnel que ellos mismos excavaron. Renunció al Partido Comunista protestando por la invasión rusa a Checoslovaquia y en 1971 fundó el Movimiento al Socialismo. El año es importante para determinar de dónde partió el nombre. Desde entonces se volvió un demócrata a carta completa. En Princeton, el año 1976, me dijo que había dejado de colocarle adjetivos a la democracia y que ésta era simplemente democracia. Nada de formal ni de burguesa ni de socialista. Ya respetable ex legislador y ex ministro, fuerte crítico de la corrupción en los partidos y tenaz opositor al dogmatismo marxista-leninista, inclusive de la Cuba castrista que un tiempo defendió, Petkoff lanzó Tal Cual luego de incursionar en varios medios en los que dejó una huella sin bozales.
A los 83 años, con el apoyo de sus colaboradores, se apresta a un nuevo desafío.
El freno de la ballena
No fue casualidad que las noticias llegaran casi simultáneamente. El valor de las exportaciones bolivianas sufría una baja de un 22% en enero en comparación con el mismo mes del año pasado y el grueso del declive tenía un nombre: hidrocarburos. La otra esquina noticiosa anunciaba que la inflación en Brasil rompía las metas anualizadas y llegaba al 7,7% en febrero (el límite oficial es 6,5%). El porcentaje era comparado con el 5,49% de Bolivia y el 3,07% de México.
La onda inflacionaria llevó al Banco Central a elevar las tasas básicas de interés al 12,75%, lo que volvió a colocarlas entre las más elevadas del mundo. La medida amenazaba esta semana con volverse un boomerang, pues afectaba también a la deuda interna y externa del país.
En línea con la economía que este año se encamina a una contracción, el real se depreciaba a niveles no vistos en una década y la presidente Dilma Rousseff continuaba acosada por el escándalo de sobornos y sobreprecios en Petrobras, la empresa bandera brasileña. Todos los países en desarrollo, incluso aquellos inmersos en una industrialización masiva y diversificada como China y Brasil, están en aprietos con el que asoma como el final de un ciclo en la economía mundial.
Las cifras y porcentajes del comercio exterior boliviano divulgados por el Instituto Nacional de Estadísticas trajeron un dato a tomar especialmente en cuenta. Las ventas de hidrocarburos (gas natural) cayeron de 568 millones de dólares en enero de 2014 a 385 millones de dólares un año después. La diferencia de 183 millones de dólares en solo un mes muestra el impacto sobre nuestra economía del descenso de los precios petroleros, que en menos de seis meses bajaron a la mitad.
El tamaño de la economía brasileña, una de las siete más grandes del mundo, hace que sus afanes repercutan por todo el continente. Para Argentina, de lejos el mayor socio comercial de Brasil en la región, la estabilidad económica brasileña es esencial. Lo mismo vale al revés, pues las exportaciones brasileñas se desequilibran con el interminable malestar económico y político de su vecino y puntal de Mercosur. Debido a una política de largo aliento para diversificar exportaciones y mercados, Chile es el vecino que menos sufre con la contracción económica del gigante continental. Uruguay tiene un paraguas para la tormenta representado por su comercio con la Unión Europea. Colombia y Perú tienen sus dificultades amortiguadas resultado de su pertenencia a la Alianza del Pacífico. Paraguay también observa preocupado las dificultades de su vecino, que representa casi un cuarto de todo su intercambio comercial. Venezuela es historia separada de una frustración interminable de oportunidades.
Con una economía mayor a los dos billones de dólares (doce ceros) y un ingreso per cápita de 10.000 dólares anuales, lo que ocurre estos días en el vecino país evoca una frase célebre de Richard Nixon: Por donde vaya Brasil, por ahí irá América Latina.
Cuando a mediados de la década de 1990 nuestro vecino vivía uno de sus ciclos económicos positivos esperanzadores, con políticas de mejor distribución del ingreso y fuertes inversiones del estado en toda su geografía, los críticos comparaban ese crecimiento con el que se daba en los “tigres asiáticos” (Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur). “Brasil, replicó el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, no puede ser un tigre ni correr como tal. Es una ballena”. Aludía a la dimensión continental de su país. El ritmo decreciente que registra en estos meses la economía brasileña pone a prueba la capacidad de la ballena de frenar su deslizamiento o de dar marcha atrás.