Apuntes para una misión

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Se encuentra en el país una misión de periodistas argentinos, todos con visiones preconcebidas contra el régimen transitorio que se ha abierto en Bolivia. Su trabajo es elaborar un  informe sobre lo el trampolín politico boliviano.  Las conclusiones son fáciles de imaginar: en Bolivia hubo un golpe de estado y el país está sometido a una dictadura civil-militar de derecha, similares a las que tuvieron países vecinos como Chile, Paraguay y la propia Argentina. Y el gobierno lo dirige nada menos que una mujer que, bajo esa vision, sería una encarnación combinada de García Meza y Luis Arce Gómez, con cuatro décadas de distancia.

Una mirada objetiva permitirá comprobar cuán errada es esa vision. Ni Janine Añez es una Galtieri ni el régimen que preside es una Gestapo andina.

Con solo un poquito menos de prejuicios, la misión podría evidenciar las tendencias totalitarias del régimen que acaba de irse al cabo de casi 14 años con las riendas del poder.  Sus integrantes no aceptarán que el regimen cuyas cabezas están en el exilio, rifó décadas de esfuerzos y de elaboraciones teóricas para edificar una sociedad estable, con menos injusticias, con mejor educación y con una nítida convicción de que el país irá mejor solo con dirigentes probos y honestos. Es muy probable que haya recibido con extremo interés el decreto que otorgó impunidad temporal a  los militares cuando se enfrenten a la necesidad de reprimir y produzcan bajas letales. Para satisfacción de la mayoría de los bolivianos, su vigencia duró solo unos días y fue suspendida en la semana pasada.

El régimen que acabó el 10 de noviembre tuvo comienzos auspiciosos, con apoyo en casi todo el mundo. Pero en poco tiempo se transformó, ¨a la Orwell¨ con Rebelión en la Granja, y vistió el modelo capitalista, muy lejos de su prédica original.

La misión argentina probablemente no aceptará escuchar sobre Chaparina, o la paliza brutal que recibieron indígenas de las tierras bajas opuestos a una carretera que les partiría su territorio y daría luz verde para nuevas plantaciones de coca. (El país está en deuda con esos indígenas y  con quienes con actitudes parecidas, individual o colectivamente, procuraron frenar el avance de un sistema que tiene atenazada a Venezuela, y cuyos admiradores esperaban consolidar algo semejante en el nuevo período de gobierno en Bolivia que ellos creían ganado.)

Menos querrán los delegados escuchar que lo que evidentemente se dio en Bolivia a partir del 21 de octubre fue un alzamiento cívico que desnudó la esencia del régimen, dispuesto a jugarse por completo con tal de asegurar el poder. El informe de  la OEA exhibió el fraude gigante cometido y que el ex presidente exiliado y muchos que lo acompañaban aún rehúsan reconocer.

La mayoría de los observadores considera que perder la elección representó un tropezón de enorme magnitud para los países aún aferrados al Socialismo Siglo XXI (Nicaragua, Venezuela y Cuba).  Con el antecedente, es improbable que vuelvan a hablar de elecciones en sus países. En Bolivia, el tropezón de haberla perdido acabó en fatalidad cuando el ahora ex mandatario renunció y partió al exilio.

Una realidad que sale a flote es que ningún sistema se impone atribuyéndose la condición monopólica de defensor  de derechos y de avances sociales. Con el tiempo, las verdades absolutas se desgranan y queda evidente que la única convivencia posible a largo plazo estriba en esforzarse en conseguir equilibrios y renunciar a la dictadura, cualquiera sea su sobrenombre.

(Publicado en El Diario, 1 de diciembre de 2019)

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