Con el péndulo al otro lado

La elección de Jaír Messias Bolsonaro  tiene varios mensajes para las izquierdas de América Latina. El primero es que el ¨jogo fácil¨  acabó. El capitán retirado del ejército, un anticomunista foribundo, no hará un juego que seduzca ni tranquilice a los países gobernados por el socialismo del Siglo XXI. Los regímenes que comandan Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba, en ese orden, tendrán que caminar de puntillas cuando tengan que lidiar con Brasil. En los meses de campaña electoral que concluyó hoy domingo con el triunfo de Bolsonaro con más de 10 millones de votos, el vecino a cargo de la mitad de la extensión territorial del continente sudamericano se ha impuesto con un mandato contundente.

Los observadores concluyen que. como en los Estados Unidos de Donald Trump, Bolsonaro tendrá como norte un ¨primero Brasil¨. Esto deberá ser tomado en cuenta cuando Bolivia ingrese en negociaciones plenas para extender el contrato de venta de gas natural, que fenece el año que viene. Las mismas normas   se aplicarán a la politica fronteriza y al control del contrabando y al  tráfico de drogas,  como ya lo hace el gobierno argentino.     Con Chile ya es difícil la relación bilateral, si es que alguna existe desde el colapso de la gestión ante la Corte Internacional de Justicia. Con Perú, las relaciones se mantienen sin mayores variantes en tanto que con Paraguay están en su minima expresión.

La conclusión es sombría: el país vive en uno de sus momentos de mayor asfixia internacional por más que funcionarios de relaciones exteriores del gobierno intenten negarlo.

Este aislamiento persisitirá mientras el gobierno boliviano no modifique sus líneas básicas respecto a  los vecinos del continente. Eso implica una desideologización, perspectiva complicada pues implica modificar su naturaleza.

Por ejemplo, ahora podrán medirse mejor los efectos del cancelamiento del régimen preferencial que tenían las exportaciones bolivianas hacia el  mercado estadounidense, que nunca encontraron mercados substitutos. Cuando Venezuela podía pagar por algunos productos, los importadores se enfrentaron a la dificultad de comprar artículos de lana de llama y de alpaca, en un país tan tropical como el oriente boliviano.

Tal vez sea el momento de desandar, pero esa posibilidad es un supuesto negado. Primero, ya es muy tarde y, segundo, ni Venezuela ni los países del Caribe tienen mayor interés ni recursos para en ese tipo de manufacturas. La medida, decidida por el presidente Morales, fue un disparo en el propio pie, algo que nadie admite.

Este amanecer para el gobierno boliviano no es portador de las mejores noticias.