Mes: abril 2015
Las olas en el sexto aniversario
El Juicio del Siglo recibió esta semana el mayor sacudón desde la fuga a Brasil del ex fiscal Marcelo Soza y avivó la creencia difundida de que el caso fue montado con fines políticos para doblegar a la oposición al gobierno del presidente Evo Morales en el oriente nacional.
El coronel Germán Rómulo Cardona Álvarez emergió el lunes de un relativo anonimato al anunciar que abandonaba Bolivia rumbo a España, temeroso de su seguridad. Semanas antes había denunciado que tenía otro origen el armamento que respalda la tesis oficial de que en el país se preparaba la secesión del oriente con una guerra que iba a estremecer al continente. En una buena parte, dijo, las armas provenían de otros procesos penales, incluso de algunos vinculados al narcotráfico, y eran custodiadas en la VIII División del Ejército con sede en Santa Cruz.
Con 12 años de servicio en las Fuerzas Armadas, la mitad como asesor jurídico, el oficial dijo que eran armas bajo custodia del Ejército las que el gobierno aseguró que estaban en poder de Eduardo Rózsa Flores, muerto junto con dos de sus acompañantes como secuela de la invasión al Hotel Las Américas de Santa Cruz, al amanecer del 16 de abril de 2009.
La defensa en el Juicio del Siglo aguarda que en la exhibición de pruebas los fiscales acusadores también faciliten los números de serie y otras características de las armas presentadas entonces para hacer comparaciones con las que deberían estar bajo custodia del Ejército.
El oficial afirmó también que las armas, a cuya entrega asegura que se opuso pues eran parte de las pruebas de otros procesos, fueron retiradas personalmente por autoridades del primer círculo del gobierno. Para éste, el coronel Cardona es fantasioso, esquizofrénico, incompetente y ultraconservador. Mientras la fiscalía del Juicio del Siglo declaraba que la denuncia no sería investigada, el presidente del Senado ofrecía garantías para que el coronel volviera para presentar pruebas de sus denuncias. Al cerrar la semana era improbable que la oferta fuese aceptada. Antes de viajar, el militar había dicho que no retornaría bajo el actual gobierno.
El coronel que ahora tramita refugio en España denunció también que habría un muerto más, un mayor del ejército relacionado con la custodia de las armas incautadas. En su versión, este oficial tuvo a su cargo el inventario de las armas como Oficial de Material Bélico en 2009. Uno o dos años después (no recuerda fechas) el oficial ingresó a Urgencias Médicas del Hospital Militar de Santa Cruz con problemas respiratorios e “inexplicablemente murió” a causa de un grave choque alérgico. Ni ha habido mayor información sobre este caso.
La noticia de la denuncia, contenida en un informe “ultra secreto” que en febrero había presentado al comando militar, retumbó en la sala de audiencias del Palacio de Justicia de Santa Cruz, donde se desarrolla el juicio desde hace más de dos años y que no lograba reinstalarse a causa de un accidente nasal sufrido por uno de los 39 acusados.
Las autoridades negaron la existencia del informe, que el militar calificó como “ultrasecreto”. El desmentido no alcanzaba siquiera a calenbtar motores cuando El Deber, en su edición del jueves, informó que el documento había sido recibido oficialmente en las oficinas del ejército el 5 de marzo y publicó el registro de recepción. La Agencia de Noticias Fides dio detalles de su contenido y, entre otras afirmaciones, reportó que el coronel afirmaba que en el Chapare hay sindicatos para la producción de drogas a cargo de colombianos vinculados a las FARC.
No se espera que la declaración del coronel vaya a alterar el curso inmediato del juicio. No lo alteró la “Carta al Pueblo de Bolivia” del ex fiscal que poco más o menos decía: ¡Pamplinas! Muchos actos de la acusación resultaron de presiones del gobierno.
El tribunal que preside el juez Sixto Fernández decidió que el documento de Soza carecía de vida legal y no lo consideró ni como referencia. El penalista José Hoffman comparó la decisión del tribunal a desconocer la existencia de un niño porque carece de certificado de bautismo.
El ex fiscal Soza, citado por Radio Erbol y El Deber, atizó el fuego: “Es un dato cierto. Ya existían rumores dentro de la misma policía de que el armamento que se encontró en el Hotel Las Américas y en el stand de COTAS había salido de un operativo anterior al caso terrorismo. El coronel Cardona dice la verdad y el gobierno va a tratar de desacreditarlo”.
La búsqueda de refugio del militar en España agregó otro elemento al enturbiamiento de la relación entre España y países gobernados por regímenes de izquierda en el continente. Los lazos hispano-venezolanos atraviesan la peor tensión de este siglo y parece encaminada a empeorar con el viaje, en tres semanas, que anuncia el líder socialista Felipe González acompañado, entre otras personalidades, del ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, para defender a presos prominentes del gobierno. El presidente Nicolás Maduro tuvo expresiones iracundas (racista y golpista fueron las más suaves) y ambos países tienen a sus respectivos embajadores de vuelta a sus sedes para consultas. No se conocen sus reacciones respecto a Cardoso y otros líderes que se enrumbarán a Venezuela. Ricardo Lagos, de Chile, José María Sanguinetti (Uruguay), Alan García (Perú), figuran entre los defensores.
Estos días ha surgido una iniciativa para plantear al gobierno que, en homenaje a la visita del Santo Padre este julio, decrete una amnistía. “Es una oportunidad irrepetible que no vamos a desaprovechar”, me dijo el ex prefecto de Santa Cruz, Rolando Aróstegui, defensor de tres acusados. Si el gobierno se interesará en agarrar el guante, es algo a ser definido en las próximas semanas. Tras cruzar el umbral del sexto aniversario el Juicio del Siglo (terrorismo, alzamiento armado y separatismo) está ante uno de sus momentos más críticos.
Los pies en la tierra
Con un llamado a la solidaridad y la responsabilidad para promover sectores económicos capaces de sostener al país en la era post gas natural, la Universidad Ecológica de Bolivia, desde su fundación en 1999 una singularidad en el continente, inauguró hace pocos días un nuevo ciclo académico.
Con estudiantes de todo el país y un número creciente de extranjeros, asumió la conducción de esa casa de estudios superiores Carlos Hugo Molina, profesional multifacético durante muchos años asociado al municipalismo, el constitucionalismo y la participación popular en las gestiones de gobierno.
Consultor en casi todo el continente, diplomático e historiador, Molina diseñó algunos desafíos de la sociedad boliviana y de las universidades en particular. “Formamos parte de una sociedad que no ha desarrollado conciencia ambiental ni conciencia urbana, y debemos recuperar el tiempo a marchas forzadas.”
Algunos datos que mencionó en la noche de su posesión, el 18 de marzo, subrayaron la importancia de su mensaje desde Santa Cruz a los ámbitos académicos y su referencia a los contrastes que retan al país. Así como a pocos kilómetros de Quito se ubica el centro del mundo, en una zona tradicional de Santa Cruz, “…en la Plazuela Calleja, está el centro geográfico de América del Sur. Entre una y media y dos y media horas (por vía aérea) estamos en cualquiera de las capitales del sur del continente. Tardamos 16 horas para llegar en bus a La Paz y ocho para hacerlo a Puerto Suárez. Y sin embargo, tenemos comunicación en tiempo real con Chinchilla, población de Australia que se encuentra en las antípodas”.
El nuevo rector recordó el hito geopolítico del oriente boliviano: el memorándum de 1904, el documento visionario escrito por personalidades cruceñas de la época urgiendo, entre otros planteamientos, a construir un ferrocarril que permitiera a Bolivia abrirse paso hacia el océano Atlántico y superar la pérdida del litoral que el país había sufrido años antes. Era una propuesta esencial de integración que pudo haber cambiado el curso que siguió el país. “Ciento once años después, seguimos conversando lo mismo”, dijo, con desaliento.
Hasta hace poco a cargo del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD), Molina citó algunos rasgos traídos por el último censo de población y vivienda. Con 10 y pico millones de habitantes (“somos todavía muy pocos”), el 70% de la población vive en el eje central (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz). El crecimiento demográfico de un censo a otro (2002-2012) ha sido de 1,57 %. Pero visto bajo el lente cuidadoso de Molina, el índice ofrece disparidades importantes para los planificadores. De 339 municipios en todo el país, 255 no llegan a tener, individualmente, más de 20.000 habitantes. Y así como hay municipios con crecimiento demográfico acelerado, hay otros cuya población declina.
Con cifras redondas, entre los municipios expulsores de población citó a Achacachi (de 70.000 habitantes a 46.000), Puerto Acosta (25.000 -12.000), Morochata (34.000-12.000) y Tiraque (35.000-21.000). En cambio, creció la población de Sena (Pando) de 2.000 a 8.000, Cobija (22.000-46.000) y Warnes (45.000-96.000). Los dos fenómenos de crecimiento han sido El Alto (650.000-850.0000) y Santa Cruz de la Sierra (1.131.000-1.454.000. Originalmente se asignó a Santa Cruz 1.700.000).
Los datos señalan con claridad las tendencias demográficas del país, a la par que subrayan la complejidad de los desafíos del país y de sus instituciones de enseñanza para avanzar y alcanzar niveles superiores de desarrollo. “El mundo no nos esperará y debemos darnos respuestas inteligentes, contundentes y oportunas”, dijo.
Fruto de las inquietudes académicas de Jerjes Justiniano, pronto a retornar a Bolivia al cabo de más de dos años como embajador en Brasil, la UE es única en su género en el continente, y una rareza en el mundo.
Breve recuerdo de un libertario
Una crónica de
Luis González Quintanilla
El otro día, sin decir “agua va”, la Parca me echó un importante guadañazo. Imagino que ella, al cabo del mismo, cayó en cierto desconcierto, pues pude esquivarlo. Estaba en el lugar adecuado y en el momento preciso: haciendo un trámite burocrático en el hospital de la Caja, a sólo 20 metros de “urgencias”. El buen ojo del clínico y del cardiólogo hicieron que se aplicase de inmediato el protocolo adecuado; la eficiencia de la asistente social impulsó mi inmediato traslado a la clínica especializada.
No me tocó una moderna ambulancia del programa “Evo cumple”, para la transferencia. El vehículo dispuesto, seguramente, era un rezago de aquellos de la antigua República. La sirena funcionaba, pero yo, el infartado, tenía que cogerme con fuerza del borde de la camilla, mientras mi esposa me apretaba la cintura para evitar los botes. Llegué, por fin a la meta. Allí todo fue coser y cantar. El procedimiento de limpieza de la arteria no fue muy largo y el dolor desapareció paulatinamente.
Sin embargo, en la noche, en ese importante y antipático lugar llamado terapia intensiva, la mirada pegada al techo, impasible el ademán, y entre el duermevelas correspondiente, la mente fue fluyendo hacia a la imagen de un amigo recientemente fallecido, el insigne Liber Forti. Estuve pensando en él mucho rato. Rememoré cuando me acercaron al personaje dos de sus grandes y antiguos amigos, Juan Carlos, “Gato”, Salazar y Humberto Vacaflor, estupendos
colegas míos que habían conocido al maestro cuando ellos llevaban pantalones cortos, allá, en la bucólica Tupiza de comienzos de los 50. Liber Forti había llegado años antes a ese pueblo con sus padres, tratando de poner distancia con los malos aires autocráticos de su país natal, Argentina. De la familia, como su nombre lo indica, mamó su ser libertario y solidario y su rebosante talento.
Hace un par de años, Liber me contó pedazos de su primer viaje a España, tras las huellas de quien su heroísmo lo convertiría en míto de la guerra civil española, Buenaventura Durruti. Nuestro ácrata argentino-boliviano, hombre de vastísima cultura y de una memoria excepcional, me apuntó también pinceladas de su viaje de retorno en una narración gozosa de las que llevaban su sello. Un amigo poeta le confió una carta para su amada, que estaba en Quito. Le leyó la poesía allí escrita y le entregó el sobre. El viajero, después de esos largos días sobre el Atlántico, montado sobre un barco de carga, con escalas en La Habana, Panamá y otros puertos menores, extravió el sobre con parte de su equipaje. Llegó a Quito con el pánico de incumplir el mandato del amigo, lo cual podía haber dado fin al apasionado romance. Pero Liber escudriñó los recovecos de su excepcional memoria y reconstruyó –presumo que con algunas mejoras- los párrafos del poema, y así pudo repetirlos a la destinataria. Más asombroso aún: la anécdota me la refirió decenas de años después del hecho –incluyendo la bella poesía – en una de esas tardes donde el privilegio de oírlo siempre las convertían en muy cortas.
Momentos plenos por la magia que comunicaba con sus dichos. Con detalles de jornadas épicas del incorruptible sindicalismo boliviano de otros tiempos. Con recuerdos de su amistad con aquellos hombres de acero que dirigían por entonces el movimiento minero y la COB. Relatos de pedazos importantes e inéditos de nuestra historia de los que él ahuyentaba cualquier propio protagonismo. Notas discretas de su descomunal aporte al teatro boliviano… Y, sobre todo, de su transcurrir libertario por la vida que tanto amó.
Liber Forti mereció enormes homenajes. Su talante discreto le hizo objetar intentos de cumplirlos. Hábiles biógrafos se ofrecieron a escribir uno o varios libros sobre su intensa vida. El, siempre con agradecimiento y cariño, explicaba que no se veía biografiado. Menos mal que el amor y el talento de Gisella Derpic, su compañera, rescataron valiosas páginas de la vida del excepcional libertario.
Creo que las circunstancias del breve recuerdo que tuve de Liber consienten estas pocas líneas.
Ante una distopía
Dirigentes de prestigio internacional enfilan baterías para sumarse a la defensa de líderes venezolanos encarcelados por el régimen de Nicolás Maduro, en una actitud colectiva a favor de los derechos democráticos que perfila un movimiento en ruta opuesta a los regímenes socialistas del siglo XXI. El paso anunciado por Felipe González (España), Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Aecio Neves (Brasil), Alan García (Perú), Irving Cotler (Canadá, defensor de Nelson Mandela) y otros líderes de DNA democrático reconocido, ha molestado al régimen venezolano cuando sobran los dedos de una mano para contar a los países que lo apoyan sin cuestionarlo y crece la inconformidad con el silencio de los gobiernos simpatizantes del “chavismo”.
El trabajo del equipo legal potenciado por esas personalidades puede convertirse en el mayor desenmascaramiento de una situación que, para un gran número de venezolanos, es una distopía, la utopía al revés que se vuelve indeseable porque representa el polo opuesto de lo que muchos soñaron.
Son cada vez menos los venezolanos convencidos de que en su país existen las libertades básicas; son cada vez más los que creen que de la libertad de la que gozaron durante décadas ha desaparecido, y que la propaganda monótona proclama logros que se desvanecen con la escasez de casi todo, en un país que años atrás era sinónimo de abundancia.
La perspectiva de mayor visibilidad que supone la acción de los nuevos defensores para los detalles de la crisis en que está sumido el país bolivariano no es grata a los ojos oficiales. “Malandro” ha sido el calificativo más liviano que las autoridades venezolanas han endilgado a González. A partir de ahí se puede medir el calibre de otros adjetivos.
En las décadas de 1960, 1970 y 1980, Venezuela fue refugio seguro para muchos militantes de izquierda que huyeron de las dictaduras del sur del continente. Allí encontraron acogida y oportunidades que se les negaba en sus países. La presencia de líderes de talla mayúscula al lado de los encarcelados es una respuesta incómoda para el silencio con el que ahora los regímenes de izquierda condonan las medidas que aplica el régimen de Maduro sobre sus opositores.
Ese silencio puede empezar a romperse cuando la defensa robustecida de los líderes encarcelados empiece a ganar una resonancia mundial mayor y se afirme la idea de que en la nación líder del Socialismo del Siglo XXI rige una distopía.
Frente a las heridas
En medio de incidentes provocados por descontentos con las tendencias de las circunscripciones electorales, continuaba este fin de semana el conteo de votos con una premisa aceptada claramente por todos: el partido de gobierno perdió y sus autoridades deben trabajar inclusive con candidatos que no querían ver como vencedores. La incertidumbre que cubrió los resultados para la gobernación de Beni fue un coletazo de la decisión inédita de la Corte Electoral de anular de un plumazo al principal partido de oposición y a todos sus candidatos.
Todavía ruborizado por la magnitud de su decisión, el TDE beniano caminaba como sobre campo minado antes de contar cada voto del millar de las comunidades del Tipnis que aún faltaba. El resultado anunciado al mediodía del viernes dejó una amplia sensación victoriosa, en especial para el candidato marginado Ernesto Suárez y el nuevo delfín de su partido Carlos Dellien. Ambos lograron la hazaña del desempate en una de las campañas electorales más controvertidas y más exiguas de la historia: sólo en un par de días o “en cuatro horas efectivas”, según Suárez. Al candidato gubernamental Alex Ferrier le faltó menos del 0,5% para una victoria plena que evite el desempate.
El mensaje venido de Chuquisaca no era claro este fin de semana, pues el resultado final deberá esperar hasta el domingo que viene, cuando el tribunal departamental habrá decidido sobre una excepción del MAS, renuente a aceptar la posibilidad de una segunda vuelta para gobernar el departamento.
Aún espera la mano tendida de Soledad Chapetón al Primer Mandatario desde que su victoria se volvió inobjetable. El viernes, la alcaldesa electa deleitó a la audiencia de los principales canales televisivos exhibiendo modos sencillos e ideas claras y bien articuladas, en una lección nacional de lo que produce el empeño por una mejor educación, aun bajo las privaciones comunes a muchos hogares bolivianos.
Por lo general, las victorias tienen muchos padres mientras que las derrotas suelen ser huérfanas. El Alto era considerado por el MAS como su propia casa y la derrota en el mayor municipio de todo el altiplano encontró sólo dos explicaciones oficiales. La primera fue un error causante de gran confusión, pues partía de la creencia que la derrota habría resultado del machismo de los alteños. La explicación no reparaba que quien venció es mujer. La segunda fue otro traspié, al responsabilizar de la derrota a la corrupción, sin ofrecer mayores especificaciones y sin aclarar por qué la admisión fue tan tardía.
En la pugna por la alcaldía de Cobija, el triunfo de Luis Gatty Ribeiro, por Pando Unido y Digno, ha sido también un logro notable, en un departamento donde la presencia del gobierno ha sido indisputada todos estos años. De la otra esquina, Iván Canelas, del MAS, ganó la gobernación de Cochabamba con holgura. Pero el partido de gobierno perdió la lucha por alcaldía, que ganó José Maria Ley, del Movimiento Democrático Social, el partido emergente fundado por Rubén Costas. Sólo en Potosí el partido de gobierno pudo ganar la gobernación y la alcaldía de la capital. En Oruro también tuvo que dividir honores.
Mientras son aguardados los resultados finales de estas elecciones toma vigor la pregunta sobre si el ciclo político que empezó a delinearse hace más de una década sobre la región latinoamericana ahora empieza a declinar.
Son visibles las manifestaciones de inconformidad en países regidos por corrientes de signo político similar a la que rige en Bolivia. En el vecino Brasil las señales que ensombrecen al gobierno del PT son fuertes. La presidente Dilma Rousseff tiene el nivel de aprobación más escuálido bajo el PT: 12% de acuerdo a una de las más recientes encuestas, en línea con la debilidad de su economía. Los fenómenos económicos suelen expresarse como en dominó: el movimiento de una pieza condiciona a la siguiente. En Argentina, la contracción del PIB puede llegar este año del 1,3%, lejos del 7% que se asoma en Venezuela pero gigante para el vecindario de Bolivia.
A las nuevas autoridades les tocará administrar gobernaciones y municipios en una época de austeridad, un adjetivo repasado con poca frecuencia en los últimos tiempos.