Mes: marzo 2011
Efectos colaterales
Fue durante el primer ataque a Irak, a principios de 1990, que escuché por primera vez de modo reiterado el término “daños colaterales”, para referir a las víctimas no militares del conflicto. Era un eufemismo para no decir bajas civiles, o inocentes. Ahora, el sismo-tsunami de Japón y los ataques sobre Libia nos han traído de nuevo esos términos.
En el primer caso, resulta de los daños del fenómeno que ha cortado de cuajo unos $US 200.000 millones de dólares a Japón y cuya reparación demorará algunos años. La noticia es mala sin atenuantes para los japoneses, que tendrán que soportar un período largo de estrechez, cuando su economía empezaba a dar algunos respiros de recuperación. Es muy probable que las grandes industrias japonesas en el exterior remitan hacia Japón sus ganancias y dejen poco para la re-inversión. La capacidad de competir en precios con las industrias similares de Estados Unidos y Europa se reducirá.
Dicho de otra forma, con capitales limitados para la reinversión en industrias de ultramar, las partes y piezas de origen japonés tendrán a encarecerse, lo que aumentará la inflación en los países dependientes de la industria japonesa, como Indonesia, Filipinas, Tailandia y otros “tigres” de la región. Esa es una primera conclusión del Banco Mundial, en un estudio que calcula que si el PIB japonés se contrae en un 0.25% o en un 0,50%, en la región de su influencia la contracción puede ser el triple. Las industrias competidoras, de su parte, tratarán de aumentar sus ventas de tractores, vehículos de transporte liviano y pesado y artículos de la línea blanca en regiones antes dominadas por la industria japonesa.
¿Qué significa esto para países lejanos de Japón como el nuestro? Una inevitable conclusión es que si existía una mano abierta japonesa hacia Bolivia y otros países, ésta ya no estará tan llena. Eso podrán sentirlo los miles de compatriotas que inteligente, si bien sacrificadamente, optaron por un mejor destino y volvieron a la tierra de sus padres y sus abuelos para hacer sus vidas con un porvenir más prometedor que el de su tierra natal. Significa también que los esfuerzos que realizaban por remitir capital –en pequeña escala- hacia Bolivia, les será más difícil porque la holgura de los sueldos –si la hubo- será más estrecha.
Desconozco cuál fue la reacción de las autoridades bolivianas ante sus pares japoneses, pero indudablemente era una oportunidad para ofrecerles campos para que los japoneses que quieran emigrar, vengan a Bolivia, que los acogería como a las primeras oleadas inmigratorias de principios del siglo pasado y finales del antepasado. El legado de esos inmigrantes está a la vista: autosuficiencia en arroz, con márgenes de exportación, lo mismo que de soja y otros granos, cuyo destino sería el propio Japón.
Japón ha mostrado siempre una extraordinaria capacidad de recuperación. Leo que el terremoto de Kobe, en el sur, en 1995, le costó el 2% de su PIB de entonces, unos 100.000 millones de dólares. La devastación demoró la recesión y bajo crecimiento, pero no lo rindió.
En caunto a Libia, la partida de Gadaffi es sólo cuestión de tiempo. Pese al empeño de Hugo Chávez y los líderes de Bolivia, Cuba y Nicaragua, el Consejo de Seguridad de la ONU rechazó la moción para una reunión destinada tratar el caso y establecer un cese de fuego. Una salida del líder libio del escenario mundial será un revés –un efecto colateral- para las naciones del grupo bolivariano.
Bolivia en La Haya
En su más reciente entrega, el diplomático Ramiro Prudencio Lizón aborda el tema marítimo, que repentinamente ha alborotado la agenda boliviana. Prudencio Lizón asegura que un grupo pequeño extra cancillería ha logrado convencer al presidente Morales que Bolivia tiene chances para lanzarse al coliseo internacional…y ganar. Entre sus argumentos, hay uno que me llamó la atención: los autores de la iniciativa desconocen el castellano y de ese desconocimiento parte uno de los supuestos pilares de la campaña que el gobierno pretende acometer. Con autorización del autor, reproduzco el artículo: Bolivia en los tribunales de La Haya. El diplomático publica regularmente sus artículos en La Razón, de La Paz.
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En un intempestivo viraje, el Gobierno del presidente Morales ha decidido dejar de lado la política bilateral en la cuestión marítima, y comenzar una exaltada y romántica política multilateral. Se dice que un pequeño grupo ajeno a la Cancillería, ha logrado convencer a las autoridades gubernativas de que nuestro país tendría buenas chances para lidiar en el plano jurídico, y obtener por esta vía un arreglo del problema de nuestro enclaustramiento geográfico.
Pareciera, en primer lugar, que ese pequeño grupo no se haya dado cuenta que han pasado más de cien años de la suscripción del Tratado de 1904, y que el tiempo ha consolidado plenamente la vigencia del mismo. Además, todo lo que ahora se está manifestando sobre el Tratado, ya se lo estudió y planteó en 1920 y 1921, ante la Liga de las Naciones. Y, lamentablemente, allí fue rechazada la demanda nacional. Una comisión jurídica elegida por ese organismo emitió un informe, el 22 de septiembre de 1921, donde señalaba textualmente: “Que tal como ha sido presentada la demanda de Bolivia, es inadmisible, porque la Asamblea de la Liga de las Naciones no puede modificar por sí misma ningún pacto y porque la revisión de los Tratados es de la sola competencia de los Estados contratantes”.
Ya se han publicado los cinco argumentos principales que tendría nuestro país para optar a La Haya. El primero se refiere a que en el Protocolo de 16 de abril de 1907, se nombró como árbitro del Tratado de Paz, a la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya (TPA), en sustitución del emperador alemán, quien rechazó esa designación. Da la impresión de que ese pequeño grupo hubiese descubierto la pólvora al observar que existen dos tribunales en La Haya: el TPA, que es árbitro del Tratado de Paz, y la Corte Internacional de Justicia.
Respecto al TPA, conviene recordar que en el mencionado Protocolo de 1907, se especifica que éste sólo tendría tuición “en todas las cuestiones que llegaren a suscitarse con motivo de la inteligencia o ejecución de dicho Pacto (el Tratado de Paz)” y no en su revisión o modificación. Pero cabe destacar además, que el TPA es un tribunal fantasma, existe simbólicamente pero no en la realidad, porque no tiene jueces permanentes. Sólo cuenta con una Secretaría y una lista de jueces, cuatro por país, de los cuales las partes que mantienen una controversia, deben elegir para crear el tribunal. En consecuencia, si Chile no desea designar a los jueces, nunca podría constituirse el tribunal.
El segundo argumento sería la omisión en el Tratado de Paz, de la cesión boliviana del territorio comprendido entre los paralelos 23º y 24º de latitud sur. Pero ello se complementó en el Acta Aclaratoria del Tratado de Paz, suscrita el 15 de noviembre de 1904, la cual fue ratificada por ambos países. En ella se puntualiza que “el Gobierno de Bolivia reconoce el dominio absoluto y perpetuo de Chile en el territorio situado entre los paralelos 23 y 24 de latitud meridional, desde el mar hasta el actual deslinde con la República Argentina”.
El tercero se refiere al Tratado de Transferencia de Territorios de 18 de mayo de 1895. Pero éste nunca entró en vigencia porque Bolivia le incluyó dos protocolos modificatorios que fueron rechazados por Chile.
En el cuarto, relativo a los recursos hídricos, se menciona que Chile estaría usufructuando aguas bolivianas en forma inconsulta: las del Silala, del canal del Uchusuma, y del río Lauca. Respecto al Silala, ya se estaba negociando sobre el particular, y hasta se llegó a un acuerdo previo. En cuanto al río Uchusuma, sus aguas son utilizadas por el Perú y no por Chile. Por lo tanto, Bolivia podría llevar a un tribunal internacional sólo el problema del río Lauca, siempre que Chile se negase a negociarlo bilateralmente.
El último argumento es verdaderamente insólito. Se expresa que Bolivia habría reconocido el dominio absoluto y perpetuo de Chile sobre su litoral, pero no habría cedido la soberanía. Pareciera que ese pequeño grupo no conociese bien el idioma castellano y no entendiera que esos son conceptos sinónimos.
Es menester recordar que Bolivia no tiene derechos jurídicos para reintegrarse al mar, sino sólo derechos históricos y morales, estos últimos debidos a las variadas veces que Chile ofreció solucionar el problema. En consecuencia, llevar la cuestión marítima a tribunales internacionales demandará solamente una gran pérdida de tiempo y dinero. Pero lo peor es que lo único que se obtendrá será una nueva desilusión y una mayor amargura para nuestro sufrido y esperanzado pueblo.
Ha puesto el pié en la piedra
El presidente Evo Morles está ahora frente a su destino respecto a la causa marítima boliviana. Ha puesto el pié en la piedra resbalosa que está en el medio del río de la que alguna vez hablé. Tiene dos opciones: cruzar el lugar y llevarse el mayor premio que pueda lograr Bolivia o caer al agua y fallar en el intento. Contrariamente a la idea de muchos internacionalistas que he visto desfilar por TV, no se trata de un paso de largo aliento. Puede ser un acto poco responsable para el que la diplomacia boliviana no parece suficientemente preparada. Creo que todos los bolivianos deseamos sinceramente que el proceso con Chile avance, pero personalmente no puedo evitar algunos pensamientos que conspiran contra el optimismo.
Para comenzar, como dicen los anglófonos, “it takes two to tango”: para bailar el tango hacen falta dos. Es decir, no basta con que Bolivia lo quiera. Chile tiene que estar de acuerdo. Luego, hay que preguntarse si los argumentos de Bolivia son lo suficientemente sólidos con chances reales de ganar. Tuvo algunas cuando presentó su demanda ante la Liga de las Naciones, poco antes de rayar la década de 1920. Su reclamo contaba con la simpatía de Estados Unidos y aún se hablaba de un plebiscito en Tacna y Arica para decidir a cuál país pertenecerían esas regiones. ¿De qué lado creen que se pondría ahora la primera potencia de la tierra, que acaba de prestigiar al gobierno chileno de Sebastián Piñera? El asunto no prosperó por las mismas razones por las cuales puede no prosperar ahora. Se trataba de revisar un tratado en plena ejecución. Si el tratado fue impuesto, si Bolivia estaba con el cuchillo en el cuello con sus aduanas tomadas, es otra cuestión. Hay que convencer a Chile que se avenga buscar una solución, y para que eventualmente eso ocurra tiene que haber una corriente de opinión muy grande en todo el mundo, como la hubo durante años para acabar con el dominio estadounidense sobre el Canal de Panamá.
Hay que recordar que hace sólo unos días, el propio presidente reclamaba contra el ataque, aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, contra Libia. Lamentablemente, el presidente Morales está habituado a la política sindicalista de amenazar y creer que, también en este caso, tras él irán los “movimientos sociales”.
Llama la atención que no se encuentre una contradicción entre querer seguir negociando y querer demandar. Es como continuar viviendo bajo el mismo techo y seguir con una demanda de divorcio. O como comer la torta y no querer tocarla. Se trata de posiciones opuestas: “oximorones”. El vicepresidente cree que no hay contraposición sino complemento para la negociación.
Hay muchos parecidos con la gestión emprendida por el general Hugo Bánzer con el también general Augusto Pinochet, cuando ambos eran dictadores de sus países. No sé qué pensaría exactamente el lado chileno, pero en el boliviano se creía que dadas las similitudes ideológicas entre ambos, sería posible un acercamiento y una solución.
Antes de iniciar conversaciones formales con Chile, Bánzer convocó a personalidades de todo el país para discutir el tema, en un acto de apertura raras veces ocurrido bajo su gobierno. Ocurrió la Reunión de los Cien, en Cochabamba. Ahora el Vicepresidente García Linera insinúa algo semejante. En ambos casos, se percibió que los gobernantes no podían ir solos a esa campaña. En Bolivia, Banzer tuvo que cambiar su comportamiento interno. Debió ser menos intolerante y mostrar una faz democrática que no se le conocía aún. Tuvo que recibir las ideas que le venían desde fuera del gobierno y de su partido. Pues en Bolivia se pueden tolerar muchas cosas, menos que a los bolivianos se les prive del derecho de opinar sobre el tema marítimo. Si el gobierno no quiere que le den con la puerta en las narices, tiene que mostrar unidad interna. Y eso significa sacrificar mucho de lo que ha hecho hasta ahora a favor de un poder hegemónico. En tiempos de Bánzer, el tema abrió las puertas del debate también sobre la democracia y, tras fracasar las negociaciones y volver a romper relaciones diplomáticas, el gobierno no consiguió cerrarlas de nuevo. El dique se rompió y en poco tiempo, todo el tablero se había movido. Acabó convocando a elecciones y, al final, echado del gobierno por su delfín, el general Juan Pereda. Toda esa época fue una frustración en torno a la mayor aspiración boliviana. Pero también fue cuando mayores avances se consiguieron en negociaciones bilaterales y por primera vez se habló de un corredor soberano por el extremo norte de Chile. Perú, cuya aceptación a la propuesta era fundamental, sugirió una fórmula tripartita que no agradó a Bolivia, menos a Chile. Y ahí llegó a su fin la negociación. Todos estos años, los desenlaces son diferentes, pero han dejado el sabor amargo de una acción fallida.
Cuando se planteó el tema ante la reunión de la OEA, que en 1979 se realizaba en La Paz, Bolivia estaba en la cúspide de su prestigio como país que desesperadamente trataba de encaminarse por la democracia pese a los grilletes con que la sujetaban los militares de entonces. Contaba con aliados firmes, entre ellos todas las naciones andinas (Chile ya estaba afuera del grupo) que ya se habían expresado a su favor. Los países europeos e incluso Estados Unidos miraban con simpatía la búsqueda pacífica del más que centenario problema. Ahora es diferente. Con Estados Unidos las relaciones están poco menos que rotas y el presidente no pierde ocasión de amenazar con expulsar a USAID de Bolivia. Ya lo hizo con su embajador y con la DEA El prestigio actual boliviano puede ser medido con el 192-1 del voto en las Naciones Unidas sobre la iniciativa del presidente para despenalizar la hoja de coca. A los europeos el tema les debe ser indiferente, insuficiente para arriesgar sus relaciones con Chile.
El presidente ha hecho lo que la mayoría de sus antecesores: en la ribera del frente hay un tesoro, que es el premio marítimo. Para alcanzarlo hay que atravesar el arroyo en el medio del cual hay una roca resbalosa. Para afianzar el cruce, hay que poner los pies sobre la piedra. Para eso hay que mantener un equilibrio firme antes de dar el peligroso salto final.
Cuando el círculo se estrecha
Suponga que tiene problemas con sus hijos: no le responden en la escuela y es embarazoso escuchar las quejas de los maestros pues, salvo raras excepciones, tienen mal desempeño. En relaciones con sus amigos –ahora ex amigos- son una calamidad. No se llevan bien y en algunos casos la amistad ha desaparecido. A eso se suman problemas en la vivienda construida hace más de un siglo con relativamente buen material pero que, sin mantenimiento adecuado, tiene habitaciones con graves rajaduras. El caso se complica porque algunos de los ocupantes rehúsan entenderse sobre cómo acometer las reparaciones. Para rematar, el empleado de mayor confianza, que vigilaba la casa, ha sido llevado a un país extranjero preso y cuando declare podría hablar más de la cuenta y comprometer a otros miembros de la familia. Tan mal están las cosas que amigos que lo aplaudían y vitoreaban ahora lo abuchean. Esta situación típicamente se denomina “infierno astral”. Pero el cuadro puede tornarse más delicado pues los principales de la familia rehúsan creer que el cuadro es grave y no quieren oír hablar de correcciones.
Este es el panorama ante el presidente Evo Morales a pocas horas del 23 de marzo, cuando quería hacer algún anuncio a los bolivianos sobre la aproximación que emprendió con Chile, cuando era gobernado por una dirigente de convicciones políticas parecidas pero métodos marcadamente opuestos. Resulta que nada podrá anunciar, y entonces la inflamación en la pierna izquierda que lo obliga a reposar por dos semanas, es casi un regalo. Es una ocasión para meditar, si bien sus parámetros de reflexión son diferentes y orientados por una lógica que para muchos no es muy comprensible. Quienes lo asesoran tampoco ayudan mucho. Por ejemplo, hasta ahora no le han hecho comprender que sus embestidas contra los Estados Unidos o contra el capitalismo son lo mismo que atacar molinos de viento. ¿Qué sería de El Alto sin capitalismo? Allí se aprendió demasiado bien la frase del actor Michael Douglas en “Wall Street” cuando decía que la codicia es buena. (Bob Woodward cuenta en su obra “La tumba de Lenín” que antes de la caída del comunismo soviético, un grupo de funcionarios de Kremlín que veía la película en privado estalló en aplausos tras la frase). Pero ciertamente el lugar se beneficiaría mucho si calasen las ideas –de las que el presidente no quiere oir- de “Populorum Progressio” (1967) o de “Pacem in Terris” (1963), para no ir demasiado atrás. Con esas ideas no simpatiza el gobierno del MAS, que quiere instaurar el socialismo que fracasó en Cuba, trepida en Venezuela y cayó estruendosamente en Europa.
Pinceladas de este infierno astral han sido recientes encuestas de popularidad. Una de las últimas, realizada por Radio Fides, le asigna menos de la mitad de la votación con la que ganó la reelección en 2009 para gobernar por otros cinco años, hasta 2015. ¿Cómo mantenerse firme hasta entonces?
Considere también que los administradores anteriores no fueron ni siquiera regulares, a juzgar por los resultados. Se avanzó en algunas áreas, es cierto, especialmente en la de la justicia, que fueron devastadas por los nuevos gobernantes. Tampoco hubo ningún estudio serio para mejorar la calidad educativa.
El vicepresidente dice que el gobierno se caía en 2008, tras los plebiscitos por la autonomía que había ganado en cuatro departamentos, y tomas violentas de instituciones en Santa Cruz. En realidad, parecería que pasó de largo este trimestre de 2011. Porque ahora se ve al gobierno sin mayores horizontes. Si había algún rayo de luz en el universo internacional, éste desapareció cuando 192 naciones dieron la espalda a Bolivia y le dijeron No a la iniciativa para despenalizar la coca. El 192-1 no lo ruborizó. El círculo se ha estrechado demasiado. De aquí para adelante todo parece cuesta arriba. No es un panorama para alegrarse.
Días agitados
La detención y extradición a Estados Unidos del general René Sanabria ha activado en la semana que concluye una movilización sin precedentes en los últimos tiempos contra el narcotráfico y ha colocado a decenas de policías bajo sospecha de involucramiento con ese delito. La detención de Sanabria fue seguida en Montero por la de otro jerarca de la policía, el coronel Robert Valdez Ponce, ex jefe de la Interpol, acusado de narcotráfico.
Pocas veces en la historia boliviana reciente ha habido una cacería anti-narcóticos de la magnitud de la que está en curso. Los bolivianos nos habríamos sentido más felices si esa conducta se hubiese dado desde los albores de este gobierno, que llegó bajo el signo del cambio. Era de esperarse, entonces, una acción moralizadora contra las drogas.
El Deber nos informó esta semana que al menos cuarenta policías y agentes han sido detenidos en los últimos meses por presuntos vínculos con mafias del narcotráfico. Se trata de un problema de magnitud nacional, cuya investigación interesa a todo el país, incluso los pasos que deba seguir. Su auge es demasiado impetuoso para mantenerlo dentro de los límites del gobierno. Sin embargo, la Cámara de Diputados con mayoría del MAS ha dispuesto que la comisión investigadora del caso relativo al general Sanabria sea unipartidaria.
En todas partes el oficialismo procura imponer su visión. Pero cuando se obstruye que haya una visión desde otra posición, para ofrecer algún equilibrio al trabajo que se debe realizar, se esparce la impresión de que se atenta contra normas éticas fundamentales. Las comisiones investigativas que organiza el parlamento brasileño suelen incorporar a todas las representaciones legislativas y sus investigaciones son, por lo general, transmitidas a todo el país por la cadena televisiva del Poder Legislativo, que es tomada por estaciones privadas y retransmitida instantáneamente. Los debates y sus conclusiones, entonces, adquieren credibilidad. Creo que es igual en otros países, especialmente en nuestro vecino Chile. ¿Sería posible pensar en algo semejante aquí?
Habrá que ver con qué cara son recibidos por el congreso o por parlamentarios de los Estados Unidos, o por las autoridades encargadas de la investigación en el estado de Florida los parlamentarios de esa comisión unilateral cuando visiten aquel país como parte de su trabajo. Especialmente en estos días, en que los legisladores del gobierno han aprobado una moción para expulsar a USAID (Agencia de cooperación de los Estados Unidos), que funciona en Bolivia desde 1942. (Con qué creen que Bolivia substituirá la cooperación que le viene de la principal potencia de la tierra? ¿Con fondos venezolanos? Lo dudo, especialmente ahora que empieza a cobrarnos por el diesel que nos suministra y por las entregas canalizadas por la embajada de Venezuela para el programa “Bolivia cambia, Evo cumple”.) ¿O con recursos iraníes? La duda es aún mayor.
Además, el ex ministro Juan Ramón Quintana sostiene que el ex embajador de Estados Unidos en Bolivia, David Goldberg, acosa “indirectamente” a Bolivia, de donde lo expulsaron en 2008. No hay detalles conocidos de ese acoso. Y el presidente Morales asegura creer que Estados Unidos quiere involucrarlo en delitos de drogas, en una secuela más de la captura del general Sanabria.
“No estoy tan seguro, pero puedo pensar que esto es parte de una estrategia de Estados Unidos para que se vea que esto es un narco-gobierno. Detienen al general Sanabria (la declaración fue el 10 de marzo) y a los dos días la JIFE (Junta Interamericana de Fiscalización de Estupefacientes) dice que no es suficiente la reducción de cultivos de coca y después, el Departamento de Estado califica como un fracaso la lucha contra el narcotráfico”(en Bolivia). Uno espera que sólo haya una susceptibilidad excesiva e el jefe de estado.
La serie remacha con el reproche de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, contra los bombardeos a Libia. El cuarteto solitario, sin embargo, poco puede hacer. Con la daga de las fuerzas que encabeza Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia en el cuello, Gadaffi (su cuartel general fue bombardeado este domingo) ha pedido una reunión del consejo de Seguridad de la ONU, donde se votó 10-0 por las acciones militares (hubo cinco abstenciones, incluidas las de Rusia y China). La reunión luce, de inmediato, improbable, mientras los ataques no anulen la capacidad ofensiva de la fuerza militar de Gadaffi, o mientras no el libio renuncie, en cuyo caso la reunión sería innecesaria).
Almas gemelas: Mons. Romero y Luis Espinal
El siguiente artículo viene del padre Gregorio Iriarte, OMI (Oblato de María Inmaculada), escrito en homenaje a dos sacerdotes que, hace 21 años esta semana, entregaron la vida a sus causas redentoras por un mundo socialmente más justo. Mons. Oscar Arnulfo Romero y Luis Espinal. Lo comparto con Uds.
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La entrega evangélica radical de ambos a favor de su pueblo unió sus vidas en un mismo ideal liberador y la sangre del martirio los hermanó en un memorial de eternidad. El mismo día en que enterrábamos a Lucho en hombros y en olor a multitudes en La Paz, asesinaban en El Salvador a Mons. Romero.
Ambos quedarán para siempre unidos en el registro glorioso de los mártires. Sorprende que no solamente los hermanó la sangre del martirio: fueron similares las causas que motivaron sus muertes, las tenebrosas motivaciones de sus asesinos y los objetivos criminales de los gobiernos de turno… Por otro lado, si se los analiza desde el punto de vista psicológico, percibimos, claramente, que eran dos almas gemelas: ambos tímidos y sin embargo, valientes hasta la temeridad; ambos humildes, y, sin embargo, desafiantes frente a los poderes opresores constituidos; ambos alejados de todo compromiso político-partidista, y sin embargo, acusados de rojos y comunistas ; ambos buscando siempre la cercanía, el servicio y la liberación de su pueblo, y, sin embargo, tratados de subversores, de traidores, de vendepatrias; Místicos y Profetas los dos y, por eso mismo, ambos canonizados por su pueblo.
Podemos ver que enfrentan a las amenazas de sus vidas con admirable entereza y valentía. Se muestran dispuestos a afrontar la propia muerte por ser consecuentes con el Evangelio de Jesús y con su compromiso liberador para con propio pueblo: Mons. Romero decía pocos días antes de su martirio: “Esta semana me llega un aviso de que estoy yo en la lista de los que van a ser eliminados la próxima semana. Pero quede constancia de que la voz de la justicia nadie la podrá matar ya”. “Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás.”
Luis Espinal decía: “Si un día nos toca dar la vida, la daremos con la sencillez de quien cumple una tarea más, sin gestos melodramáticos” “La lucidez con que hemos pensado jugarnos la vida en algún momento, me trae un instante de suprema serenidad: la vida es para eso, para gastarla por los demás.” “Hemos visto que hay cosas que valen más que la propia vida ¡No será un ideal muy rastrero el morir de senectud, de vejez!!! ¿No será mejor morir por algo…? Señor, danos coraje para lanzarnos a la corriente de la vida, sin prudencias, sin miedo a la muerte ¡Qué importa adelantarle la fecha!!!!”
Pocas horas después de su muerte, encontramos sobre su escritorio una oración, (lo último que había escrito). Esa oración era, de algún modo, premonitoria de su propio martirio. Se diría que Lucho intuía su propia inmolación, y, en ese momento, surge en su interior un rechazo frontal ante una muerte que podría otorgarle una hermosa aureola de triunfo. Él está decidido a aceptar su propia muerte, pero sin ribetes de heroísmo. Él ha aceptado morir por la causa del pueblo, pero como muere el pueblo….sin alardes… sencillamente… Sin embargo, Espinal, los mismo que Mons. Romero, no aceptan la huida, la retirada prudente o cobarde: “Si nos toca dar la vida, lo haremos con la sencillez de quien cumple una tarea más, sin gestos melodramáticos…” “Somos antorchas que sólo tienen razón de ser cuando se queman: es entonces cuando dan luz a los demás”….
Recordando al Silala
Con este título viene la entrega más reciente del diplomático Ramiro Prudencio Lizón, que pone en evidencia un traspié grave de la diplomacia boliviana respecto a Chile. Ya el título sugiere que el Silala es un tema del pasado, cuando hace pocas semanas era del presente.
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Recordando al Silala
Como se sabe, los gobiernos de Bolivia y Chile arribaron hace dos años a un acuerdo preliminar sobre el Silala que creó una fuerte oposición en la opinión pública nacional, sobre todo en Potosí.
Dos eran los puntos más criticados: el relativo a que el acuerdo pondría en duda la propiedad plena nacional sobre ese acuífero y el que se hubiera omitido toda referencia a una supuesta deuda histórica chilena por el uso centenario de esas aguas.
Respecto al primer punto, cabe señalar que lamentablemente existe en nuestro país un empecinamiento dogmático de considerar que todas las aguas del Silala pertenecen a Bolivia, lo que había impedido su trato con Chile. Posiblemente, sea nacional gran parte de las aguas va al territorio chileno por el canal construido por la empresa del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, pero no se puede negar que algo de ellas habría llegado a ese país en forma natural, aunque no hubiese ese canal artificial.
Es necesario tener presente que existen documentos que avalan que el Silala se habría constituido en riachuelo antes de la existencia del canal. El principal de ellos sería el mapa adjunto al Tratado de Paz de 1904, el cual integra ese acuerdo. Además se sabe que esa empresa ferrocarrilera utilizaba sus aguas mucho antes de la suscripción que efectuó en 1908, con la Prefectura de Potosí, para la construcción del canal.
En cuanto al segundo punto, cabe señalar que es un error considerar que Chile debiera pagar por cien años de usufructo de las aguas. La concesión efectuada por la Prefectura de Potosí tenía como fundamento, el cooperar al Ferrocarril en la obtención de aguas para sus locomotoras a vapor. Pero a fines del decenio del cincuenta del siglo pasado, el Ferrocarril cambió sus locomotoras por otras alimentadas con diesel. Se podría decir que desde entonces el usufructo de las aguas del Silala por la empresa ferrocarrilera dejó de ser legal, ya que las utilizaba para otros menesteres, sobre todo para venderlas a empresas mineras de la localidad.
En consecuencia no es posible exigir que Chile sea responsable de la utilización de las aguas por cien años, sino sólo de unos cincuenta. Además, solamente a fines de siglo, mediante decreto de 20 de junio de 1997, nuestro país derogó la concesión de las aguas.
Aparte de los dos puntos arriba citados, hubo un tercero que la opinión pública dejó de lado, pese a ser de fundamental importancia. Se trata del monto del pago por las aguas del Silala.
El acuerdo preliminar indica que el 50% de las mismas correspondería, inicialmente, al Estado boliviano, el cual “lo podría utilizar en su territorio, o autorizar su captación para su uso por terceros, incluyendo su conducción a Chile”. Luego agrega que ese porcentaje podría ser incrementado a favor de Bolivia, de acuerdo a los estudios que se llevarán a cabo en el futuro; sin embargo no menciona nada sobre el precio de las aguas.
Fue un gran error el no haber incluido en el acuerdo, el monto a pagar por las aguas, ya que lo lógico era que este asunto se hubiese resuelto de Estado a Estado. Además debiera tomarse como base del precio, el costo de las aguas en Calama y Antofagasta. Pero ahora nuestro país estaría obligado a negociarlo con las empresas usuarias, las cuales han demostrado gran aversión a cualquier pago.
Al haber sido rechazado el acuerdo previo por las delegaciones potosinas, más preocupadas por la deuda histórica que por la recepción anual de un pago que podría ayudar grandemente a la Prefectura de Potosí, se determinó encarpetar el asunto del Silala y dejarlo para las “calendas griegas”, es decir, para dentro de muchos años.
Es triste que el Gobierno nacional hubiese tomado una resolución tan negativa para el país. Porque el acuerdo previo con un justo precio por las aguas del Silala, no sólo superaría este espinoso problema que afecta sobre todo al departamento de Potosí, sino que serviría también para intensificar y consolidar los actuales entendimientos bilaterales.
Abrir las puertas a Japón
La tragedia que se ha abatido sobre Japón, una catástrofe posiblemente mayor que la que causaron las bombas sobe Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial, presenta a Bolivia la oportunidad de ofrecer extender la mano a uno de los pueblos que mayor solidaridad ha tenido con el nuestro.
Los ejemplos los tenemos a la vista. San Juan y Okinawa son colonias ejemplares que hay apuntalado el desarrollo de la agroindustria de Bolivia. Cientos de japoneses, tal vez miles, vinieron a Bolivia, desde su patria lejana, desde Brasil (desde Tomé Acu, a 90 kms. de Belém, ya les contaré esta historia), Perú y otras latitudes. Fue una inmigración positiva. Estos valientes y persistentes trabajadores de sol a sol hicieron su tierra allí donde los recibieron. En Riberalta sembraron y diseminaron las verduras y las legumbres en general. Llenaron los mercados y cambiaron la dieta del lugar. Sus descendientes sobresalieron en la mayoría de los emprendimientos que llevaron a cabo. Conocimos algo de su historia y aprendimos a conocer mejor la nuestra. Gustamos del sushi y del sake y, sobre todo, admiramos su trabajo tesonero.
Cuando llegaron a estas tierras dijeron «Aquí me quedo». Y se quedaron. Es hora de decir a quienes ahora desean venir a esta tierra que los recibimos con los brazos abiertos.
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