Mes: octubre 2011

Economía de Brasil sobrepasa a la inglesa

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Debido a la crisis que ha afectado de manera particularmente fuerte a los países europeos, Brasil pasará este año a tener la sexta economía el mundo, con un producto interno bruto  de 2,44 billones (12 ceros). La información viene de Folha de Sao Paulo, que se basa en proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unidad de Inteligencia de The Economist, la revista británica que lee la mayoría de los ejecutivos de todo el mundo.
Con ese volumen, Brasil deja atrás a Inglaterra, cuyo PIB (valor de todo lo producido en un año por un país,incluso sueldos, salarios, exportaciones, remesas, etc.) es calculado en 2,41 billones (12 ceros). El año pasado, Brasil había relegado a Italia del séptimo lugar en la economía mundial.
Brasil no es la única economía “emergente” en crecimiento. Su crecimiento económico es menor que el de otros países, como la India, que tomará el sexto lugar que ahora se asigna a Brasil, dentro de dos años. Empero, Brasil retomará el lugar en 2014, gracias a la Copa Mundial de Fútbol, y entonces le tocará caer a Francia, el tercer país europeo en hundirse en la clasificación sobrepasado por países emergentes. Se prevé que en 2020 tomará el lugar de Alemania.
Folha de S. Paulo dice que estas mudanza en las posiciones económicas de los países iban a ocurrir debido al rápido crecimiento de algunas economías que hasta hace poco eran denominadas periféricas. Pero el cambio fue acelerado por la crisis económica mundial, afectó primero a los Estados Unidos y ahora se abate sobre Europa.

Volumen,  sin embargo,no es calidad. La calidad de vida de los ingleses y de los franceses continuará muy por encima -distante- de la de los países frente a los que ahora pierden posiciones en el tamaño de sus productos internos. Un inglés o un francés tendra una calidad de vida varias veces superior a la de Brasil o a la de la India, resultado en gran parte de una mejor educación, que también los distancia de los «emergentes» en expectativa de vida. El mundo, de todas formas, se mueve hacia adelante. No hacia atrás.

La ley del Tipnis, según Isaac Avalos

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El senador Isaac Ávalos ha hablado sobre la ley que declara intangible al Tipnis. “Nada, nada”, nada se podrá hacer en el parque. Ni cazar, ni pescar. Es su verbo. Acabo de oírlo en la TV. Que se cuiden los pájaros y las capivaras  y estén atentos los lagartos y los cocodrilos, los jochis, las serpientes, especialmente las pitones. Todos ellos deben entender y seguir lo que dice el honorable senador. Los peces grandes no podrán comerse a los chicos y las hormigas deben cuidarse de no abrir huecos para sus casas. El Tipnis es intocable. Es como si se hubiera ido a la luna. Está en otra dimensión. ¿Será?

Periodismo a media asta

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La noticia me vino como un relámpago en cielo despejado. Johnny Zeballos, el amigo de todas las estaciones y colega de tantos años y de tantas coberturas, políticas y deportivas, dentro y fuera de Bolivia, acababa de fallecer en una clínica de La Paz, en donde había sido internado sólo horas antes.

Johnny, tras haberse retirado de las actividades como corresponsal extranjero (fue corresponsal de Reuters en varios países), volvió a Bolivia para vivir aquí muchas primaveras, al lado de Patricia, el pilar de su vida. Vivió esas primaveras intensamente, bajo el desafío de readaptarse a un medio del que había estado ausente muchos años. Lo logró y donde estuvo lo rodearon de afecto, respeto  y simpatía. Hizo lo que sabía hacer -comunicar- c0n la eficiencia de quien sabe que esa condición es el mejor tributo a la propia carrera. El suyo fue un «reimplante» exitoso.

Yo y mi familia  habíamos desembarcado hacía pocas semanas en Brasilia, cuando en 1981 estalló la guerra entre Ecuador y Perú. Por entonces, Johnny era corresponsal titular allí. Brasil, que junto al lado a Estados Unidos, Argentina y Chile, es garante de la paz entre las naciones que en ese momento estaban en guerra, convocó a los países involucrados y a los otros tres garantes. Comenzó una larga jornada en Itamaraty, el palacio diseñado por Oscar Niemayer y una de las joyas de la entonces dormilona capital brasileña. Pasamos toda la noche sentados en los bancos de madera fina y dura del amplio pasillo enmarmolado de la entrada a aquel palacio. Junto a nosotros estaba otro corresponsal boliviano de vara alta en Brasilia, Walter Sotomayor, de la agencia italiana ANSA, y un latinoamericano muy conocedor de Bolivia gracias sus amistades profesionales con bolivianos, Guillermo Piernes, que trabajaba para la UPI. Ninguno se movió del lugar hasta que los dos países decidieron suspender hostilidades y reiniciar el proceso de paz. Curiosamente, era una «legión» de periodistas bolivianos la que había en la capital brasileña. Y Johnny era un experto en cuestiones brasileñas. Esa noche, no habría sido fácil sin su compañía.

Dos años más tarde, coincidimos en Caracas, para los Juegos Panamericanos de 1983, pues Johnny era de los especialistas en deportes con que contaba Reuters. Mucho tiempo después, nos encontramos en Lima, durante uno de los sacudones informativos bajo Alberto Fujimori.

La noticia, transmitida inicialmente por una amiga  común de La Paz, que la repasó a su hermana en Santa Cruz, me dejó mudo. Demoré días antes de sentarme a escribir esta despedida.

Algo que me sorprendió en Juan Javier  (también lo llamábamos así), fue su optimismo en la batalla desigual que todos libramos frente al tiempo, peor aún cuando en las filas adversarias está un enemigo artero y fatal. Pero, más que nada,  me sorprendió gratamente la pasión y valentía con las que supo defender la libre expresión y la libertad de prensa desde la ANP, la entidad que reune a una veintena de medios impresos bolivianos. Nunca se rindió ni dio tregua a quienes agredían a periodistas ni a quienes sostenían que la libertad de expresión es un supuesto dulce sólo para burgueses.  Escudo y espada, fue un portaestandarte de esas libertades en Bolivia. Y portó su propio estandarte en la lucha contra el cáncer que lo aquejaba –me dicen que el cáncer lo tenía  bajo control, y que su fallecimiento se debió a una súbita complicación pulmonar-  sin que, entre sus amigos, nadie le escuchara alguna queja. Siempre abierto a las bromas, tomaba  la decisión inteligente de reír antes que quejarse. Sonreía antes que estallar.

La partida repentina de Johnny deja un vacío grande en las filas de los militantes de la lucha perenne por la libertad de prensa. Los periodistas en particular, sentirán su ausencia. Sin excepciones.

Intangibilidad

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Desde ayer está en proceso un debate que esta tarde se intensificó al  comenzar en el Poder Legislativo la discusión del proyecto de ley modificatoria de otra respecto al Tipnis. El cuello de la  botella lo constituye la palabra “intangibilidad”, intocable. La palabra viene de “tangere”,  tocar. Intangible equivale, entonces, a intocable.  Y las dudas se han vuelto fuego estimuladas por el temor de que, al ser declarado intangible, en el Tipnis no se pueda tocar ni un plátano, menos cortar algún árbol  o cazar y pescar. Es decir, sus habitantes, autóctonos o no, tendrían el Tipnis solamente para contemplarlo. Los nativos se preguntaban si no se les  habría tendido una trampa.  El debate legislativo era intenso, con acusaciones de uno y otro lado en torno al tangible problema. Qué es lo intangible? Todo el parque, sus árboles, sus animales, su terreno? Habrá que elaborar una ley interpretativa?

Quienes creímos que los acuerdos iniciales eran una clara señal de paz, no estábamos en lo correcto. Hoy han empezado a movilizarse cocaleros del Chapare y algunos grupos comenzaban a reunirse en la Plaza 14 de Septiembre, en Cochabamba (correcto; anterior entrada mencionaba a la Plaza Murillo de La Paz),   para presionar por la construcción de la carretera, tal como había sido originalmente diseñada: a través del parque.

Para los hombres de la selva la caminata no ha terminado. La palabra que les ofreció el gobierno para zanjar la disputa -intangibilidad- era observada con marcada susceptibilidad.

Eran pasadas las 23:30 cuando la TV oficial, Canal 7, mostró al presidente Morales firmando la nueva ley, que incluye el término.  Luego pronunció un discurso en el que reiteró, mostrando un fajo de documentos, que había recibido pedidos de pobladores de la región (Beni y Santa Cruz, dijo en un momento, confundiendo a Santa Cruz con Cochabamba) para que se construya la carretera. Por su mirada y su rostro con expresión adusta, no estaba en un  momento que le agradase. Pero los nativos dentro y fuera del Palacio de Gobierno celebraron la promulgación.

Desde Santa Cruz, los canales de TV mostraron imágenes en las que los nativos levantgaban la vigilia que habían mantenido a lo largo de diez semanas y se preparaban para el retorno.

En La Paz, los dirigentes de la marcha habían dicho que se retirarían con una despedida, pero no estaba claro en qué momento la harían. La jornada acababa bajo una cierta atmósfera sombría, estimulada por no saber qué harían los grupos de cocaleros que  hab;ian empezado a renirse en la plaza principal de C ochabamba para presionar por la  continuidad de la obra de acuerdo a su diseño original.

Hoy, miércoles 27 de octubre, el Dr. Jorge Ordenes, académico de la lengua, accedió a una explicación etimológica del discutido término. Hé aquí:

Intangibilidad (que no puede ser tocado) , en uso desde desde más o menos 1500, viene del francés intangible o quizá directamente del latín intangibilis de significado contrario a tangibilis o tangible. Intangible (adjetivo) desde más o menos 1880 significa que no puede ser captado por la mente… y menos por los sentidos.

Sin retorno

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Ahora no hay duda que el gobierno del presidente Morales, generador de expectativas en toda Bolivia y en muchos otros lugares como una señal de que “otro mundo” sería posible, no representa más esas esperanzas. Al menos para los indígenas y muchísimos bolivianos.
Ya en agonía, esas expectativas murieron el 25 de septiembre, cuando un puñado de nativos de los llanos resistió la embestida de la policía enviada por las autoridades para reprmirlos y apresarlos.
Hasta ahora nadie da el paso al frente para decir “yo fui” quien dio la orden. Los nativos ofrecieron la otra mejilla y la población de Rurrenabaque, a donde habían sido trasladados en camiones, actuó como un solo Cirineo, superó a los custodios y los liberó. Al llegar a La Paz, recibieron una bienvenida apoteósica, con cientos de miles de paceños en las calles, una multitud que jamás el gobierno había visto junta en su sitio fuerte.
Con su gesto bravío, y sin bombazos ni dinamitazos, los nativos dieron una lección sobre cómo marchar pacíficamente por sus derechos. Toda Bolivia, salvo escasas excepciones, blindó a su alrededor la causa de los Tipnis. El presidente se fue a Cochabamba, y no quiso saber, al menos en esas horas, de quienes habían caminado 600  kilómetros para llegar hasta él.
El gobierno, racionalmente o no, siguió con rigor el principio ultra-marxista de que nada es permanente; todo cambia. Como todo cambiaba, era complicado asumir decisiones que habrían sí tenido carácter permanente. Como la de modificar el trazado de la ruta carretera a la que se oponen los Tipnis, bautizados popularmente como tales para simplificar su nombre e identificarlos mejor.
El  “otro mundo”  había quedado a flor de piel con la imposibilidad de hacer trabajar efectivamente a nuestra industria gana pan, el gas natural, que, desprovista de recursos, y hasta de equipos de perforación, ofrecía anuncios por aquí y por allá sobre descubrimientos potenciales.  Nadie se recuerda ya de la ceremonia pomposa con la que el presidente inauguró la perforación de un pozo, hace unos dos años, sin  que se conozcan aún los resultados.
Los nativos reclaman al presidente, quien hasta  este viernes sólo los había escuchado por la radio, la TV o los altavoces con los que hablaban en la Plaza Murillo, que cumpla su palabra y cumpla con la CPE que él pidió que fuese aprobada sin modificarle ni una coma.   Así, tienen el Art. 402 que amalgama su demanda:
“Se reconoce la integralidad del territorio indígena originario campesino, que incluye el derecho a la tierra, al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en las condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada…”, etc.
Repárese: La consulta es previa, no posterior. El gobierno,  sorprendido desnudo, propuso una consulta fuera de los límites de la CPE. Con su imagen ahora maltrecha, el gobierno estaba ante el dilema de seguir desoyendo la demanda de los nativos, convertida en causa nacional, y atenerse a un deterioro mayor, o recular por completo, y explicar su actitud a los constructores de la obra y a quienes la financian: Brasil. Y, sobre todo,  arriesgarse a un  desangre político mayor. ¿Cómo explicar haber esperado una marcha de 65 días más dos jornadas de tensión en la Plaza Murillo para  luego volver atrás? Sus aliados y no aliados podrían ver gráficamente su debilidad ante las movilizaciones populares, como la tuvieron aquellos mandatarios a quienes él contribuyó a deponer. Decidió recular y al mediodia anunció que no habrá la carretera que «sí o sí’ había dicho que se haría. Un punto para el sentido común.

Estos días de octubre me parecen demasiado largos.

Sentido común

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El presidente, por fin, dio un paso atrás y rectificó la ley que aprobó el legislativo respecto al Tipnis. Es una vuelta de 180 grados: no habrá carretera que pase por ese santuario ecológico. La nueva norma, que institutye la intangibilidad del Tipnis, será considerada el lunes por el Poder Legislativo. Se desconocen las reacciones a largo o mediano plazo de la medida, pero es evidente que evitó una confrontación mayor.

Frases

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Los autócratas en todo el mundo tienen pesadillas sobre lo que les pasará cuando sus propias bases de poder se  derrumben. Esa es la peor parte de ser un tirano: saber, en el fondo, que los peores enemigos y las mayores amenazas sobre su existencia vienen del pueblo que ellos aseguran gobernar.

Tomado de la web, de  un comentario sobre la muerte de Gaddafi.

Disturbios en la Plaza Murillo

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La policía disparó este jueves por la noche gases lacrimógenos sobre indígenas de los llanos quienes, al lado de cientos de acompañantes y simpatizantes, intentaban ingresar a la Plaza Murillo. Esta vez, en las bocacalles de la Plaza Murillo, los policías eran cientos y frenaban el acceso de una multitud que a ratos daba la impresión de que desbordaría el bloqueo a ese lugar histórico. Los disparos de gas lacrimógeno afectaron a mujeres y niños.

La batahola dejó la impresión de que Bolivia estaba otra vez en ebullición y con las turbinas a punto de estallar. El presidente Morales y sus ministros se retiraron del Palacio de Gobierno poco después de las 20:00. Una mecha quedó encendida que sólo pareció disminuir de intensidad al acercarse la medianoche, cuando los ánimos dieron señales de ceder. Por TV (PAT) se informó de dos policías heridos, pero se desconocía si había bajas entre los marchistas.

Adolfo Chávez, el dirigente de los nativos, le dijo por TV al presidente que se comporte como tal y como cabeza de todos los bolivianos. El ministro de Gobierno Wilfredo Chávez (Que no me Pierda), dijo que había gente ebria en la multitud. El griterío en los alrededores de la plaza, aún escuchado por TV, era ensordecedor.  “Asesinos, asesinos”, era uno de los gritos. Otro: “Pichicateros, pichicateros”. Los gritos se combinaban con el ulular de ambulancias y los estallidos de bombas de gases lacrimógenos. La algarabía era general. Por sobre la multitud se levantaban carteles con una leyenda escrita en letras gigantes: “Déjenlos pasar”.  Era un clamor para que los marchistas pudiesen ingresar a la Plaza Murillo.

Los policías enfrentaban a los marchistas por segunda vez en menos de un mes, desde el 25 de septiembre, y entre ellos parecía predominar el sentimiento de que siendo indígenas, eran discriminados; que el presidente, al no querer descender hasta el llano para encontrarse con ellos, les dio la espalda. Erbol, la red que reune a más de 300 radioemisoras rurales, tiene una versión que vale la pena leer,  aquí.

Una marchista que partió de Trinidad, y que se identificó como Nazareth, contó que en aquella fecha, había sido golpeada y llevada secuestrada hasta Rurrenabaque, donde la población la liberó junto a otros de sus compañeros. Pero eso le costó perder a la criatura de dos meses que llevaba en el vientre. Habló con serenidad y sin estridencias.

El forcejeo en las afueras de la Plaza Murillo persistía  y la oscuridad nocturna parecía haberse abatido otra vez sobre el país.

No hay diálogo, no habrá más cartas

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La posibilidad de apertura del diálogo entre los Tipnis y el presidente Evo Morales se desplomó este jueves. Tras un intercambio de cartas –la distancia entre los dos bandos no debe superar los cien metros- los nativos decidieron: Basta de cartas. No hemos caminado cientos de kilómetros para escribirnos cartas. Queremos hablar cara a cara,  dijeron los líderes marchistas, mientras la Plaza Murillo era atrincherada por la policía, que no permitía el ingreso de la mayoría de los marchistas que había quedado fuera.

Al gobierno pareció particularmente disgustado por el planteamiento de los marchistas para que en la Plaza Murillo, donde se ubicaría una porción considerable de marchistas, sea instalada una pantalla gigante  para observar los detalles del encuentro. El presidente Morales, por primera vez políticamente contra las cuerdas tras la abrumadora cantidad de votos nulos en la elección judicial del domingo, accedió a que lleguen hasta él hasta 30 dirigentes nativos.

El disgusto gubernamental con la transmisión en vivo del encuentro omitió recordar que los acontecimientos primarios en un país suelen ser vistos por toda la población. Ejemplos recientes: los propios mensajes del presidente y, para ir más atrás, las reuniones del presidente con los entonces prefectos en el palacio de gobierno en torno a la autonomía en gestación.

Una democracia transparente no teme mostrar a la ciudadanía las incidencias de un diálogo trascendental como el que debe constituir el encuentro de indígenas de las tierras bajas con el Primer Mandatario. Este blog ha pedido que la reunión sea pública.

El fuerte cordón policial contrastaba con el carácter pacífico y alegre de la llegada de los marchistas, que algunos medios dijeron que había congregado a cientos de miles de paceños. Raras veces La Paz había visto manifestaciones sin dinamitazos.

El ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez, dijo que los cordones policiales que impedían el ingreso a la Plaza Murillo era de seguridad y calificó de incomprensible la actitud de los dirigentes de los marchistas de  insistir en que a la primera reunión asista un número de nativos que no podría caber en el Palacio de Gobierno. La llegada de algunos estudiantes y maestros crispaba el ambiente.

Los marchistas dijeron que daban plazo hasta las 08:00 de este viernes para que la guardia policial sea retirada de la plaza y los  marchistas y la ciudadanía puedan ingresar al lugar. Pidieron que La Paz y organizaciones sociales y sindicales estén prontas para solidarizarse con ellos.

El presidente y sus ministros se retiraron del Palacio de Gobierno, tras criticar la actitud de los marchistas de pretender una pantalla grande en la plaza. En el Salón Ministerial del palacio habló pocos minutos ante las cámaras y, como es habitual, no hubo preguntas.

El gran ausente

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Prefirió ir a Cochabamba. Esa era su “agenda apretada”  que esgrimió como argumento para no recibir a los marchistas. ¿Por qué? La Paz nunca -o pocas veces- vio a tanta gente en las calles, con sus arterias centrales repletas de una multitud compacta,  que sin hacer estallar dinamita ni bombas molotov; sin  otras armas que el ruido de sus voces que penetraban conciencias,  o el de las campanadas que alborozaban corazones. El presidente jamás vio algo así, ni muchos de los propios paceños ni gran parte de los bolivianos.

Yo creo que el presidente se acobardó al sentirse solo frente a esa multitud que sólo le gritaba que cumpliera su palabra y que cumpliera la constitución que él mismo reclamó que fuese aprobada sin una coma de modificación.

Creo que le ganó la actitud cívica y pacífica de los marchistas, que dieron a Bolivia una lección de cómo manifestarse sin violencia.  Cuando los azotaron el 25 de septiembre, pusieron la otra mejilla y siguieron su marcha. Sufrieron hambre, cansancio y frío. Pero nunca perdieron la brújula. Dijeron que llegarían a La Paz y cumplieron.

Con una policía que ahora no es más 100 por ciento confiable y  con algunos de sus integrantes dudosos de las órdenes de las autoridades en el gobierno, que no asumieron la responsabilidad de decir “yo di la orden para reprimirlos y asumo las consecuencias”, y con un ejército que también puede dudar antes de salir a reprimir, el presidente podría haberse sentido solo. Y la soledad, en esas condiciones, es caldo para un comprensible temor.

¿Qué podría decir a esa multitud, una porción de la cual antes lo vitoreaba (sólo días antes vimos la concentración de quienes lo apoyaban)?  ¿Qué podía decir a quienes había considerado “turistas” o mercenarios pagados por la DEA, USAID, ONGs, por Estados Unidos y saboteadores de la economía y del progreso?

La noche pasada debe haber sido para el presidente Morales “el árbol de la noche triste”,  como la que pasó Hernán Cortés, derrotado por los aztecas en 1520.

Lo que pasó ayer, sumado a la abrumadora presencia de votos nulos el domingo, estará ciertamente en la historia. El final de este capítulo ahora yace en gran parte en manos del presidente Morales.