Mes: febrero 2019
La salsa de Maduro
El cuerpo suelto, cada músculo sincronizado con la música y una alegría desbordante, Nicolás Maduro se encogía, doblando un poco las rodillas y la espalda, agachando los hombros y apretando las manos contra el pecho, para, enseguida, levantar la cabeza y con la mirada extasiada volver a erguirse como quien corto de aire busca respirar profundo. Maduro, el dictador al conjuro de cuyo nombre la mayoría de los venezolanos siente que se le hierve la sangre, festejaba su victoria al haber conseguido el sábado impedir el ingreso de ayuda humanitaria que desde las fronteras sur, este y oeste del país pretendía llevar alivio a cientos de miles que tienen en ella la clave para vivir o morir.
La de Maduro fue la salsa del exterminio, una danza que en él luce auténtica. En su éxtasis se apuntaba la masacre de indios Pemones, originarios del sur venezolano por quienes nadie de los que proclaman admiración por los pueblos indígenas se compadeció; la quema violenta de un par de camiones con medicinas y comida, la furia exitosa por reprimir a quienes querían llevar las provisiones al lado venezolano, y los 285 heridos, hasta ese momento, de las bombas lacrimógenas y escopetas de los policías pretorianos y de las bandas enloquecidas llamadas ¨colectivos¨.
Maduro puede haberse anotado una victoria ante sus fanáticos seguidores pero para el resto del mundo que vio las imágenes que transmitieron los canales independientes y las redes mundiales, fue una derrota moral indiscutible. El mundo vio sin filtros la crueldad de las pandillas y la policía al prender fuego a cargamentos de comida y de atacar y disparar perdigones sobre voluntarios desarmados. Y vio el baile de Maduro. Para algunos evocó el pasaje bíblico de la madre legítima que prefería entregar a la criatura con tal que siga viviendo en tanto que la impostora prefería que mataran al niño. Maduro y sus secuaces tendrán mucho que rendir ante las cortes que los juzguen.
Las imágenes que han quedado en la retina de millones corresponden a las de un sistema experto en promover aspiraciones y derechos pero incapaz de retroceder y rectificar, menos aún de ceder y cambiar, y al que se puede apartar solo por la fuerza. En medio de la represión, hubo versiones sin confirmación que decían que el régimen había abierto presidios para incorprar a las fuerzas represivas a convictos peligrosos. Con toda su gravedad, lo ocurrido el viernes ha sido solo una escaramuza que tuvo a algunos testigos excepcionales in situ: los presidentes de Colombia, Chile y Paraguay, y el Secretario General de la OEA. Lo que está por venir puede ser el apocalipsis para Maduro y todo su régimen.
Al agravarse el escenario, algunos medios hablaron este domingo sobre la capacidad de las fuerzas militares de Venezuela, también afectadas por una inflación dicícil de visualizar: cerca de dos millones por ciento anual. (En lo que tarda Ud. en colocar un billete en su bolsillo éste ya tiene el valor pulverizado). Para 2015, el ejército contaba con 115.000 efectivos. El diario brasileño O Estado de S. Paulo dice que para entonces había perdido el 23%, incluso la crema y nata de su personal. El ritmo de las deserciones es tan alto que ha dejado de figurar en las informaciones que proporciona el ministerio de la Defensa. La calidad de su armamento es dudosa, pues no es sometido a mantenimiento con el rigor debido. En una cosa es fuerte: cuenta con aproximadamente 2.000 generales, uno para cada 57 soldados, dice el diario paulista. Una buena parte de ese generalato ocupa funciones públicas. Proporcionalmente, la cifra más que duplica los 900 que se calcula que tiene Estados Unidos.
El presidente interino Juan Guaidó estará este lunes reunido con el Grupo de Lima en Bogotá, donde se decidirán nuevas medidas para apretar más la garganta del régimen. Con lo visto el sábado pueden haber caído los velos que empeñaba la visión de algunos líderes en el hemisferio respecto a la gravedad de lo que ocurre en la patria de Bolívar y Sucre.
Hasta la expresidente de Chile y Comisionada de la ONU para derechos humanos, Michelle Bachelet, tuvo expresiones de condena: ¨El uso de fuerzas paramilitares o parapoliciales tiene una larga y siniestra historia en la región y es muy alarmante verlas operar de manera tan clara en Venezuela¨, dijo en una declaración escrita.
Con lo que ahora puede venir es posible que haya más salsa, pero es discutible si Maduro estará entre los que bailen. h
Tribulaciones del Juicio del Siglo
En una decisión apenas difundida por la prensa nacional, desde el lunes pasado está en un receso de tres semanas el mayor juicio penal de la historia boliviana. Las audiencias fueron formalmente suspendidas a comienzos de esta semana hasta el 11 de marzo, después del Carnaval . El anuncio, leído por una de las funcionarias del tribunal, fue la cresta de una crisis que estaba en curso con la salud quebrantada del presidente, el juez Sixto Fernández, del Tibunal de Sentencia de La Paz, consecuencia de una diabetes que lo aqueja desde hace años. La dolencia que, en diversos grados, afecta a millones en todo el mundo, y su incidencia es alta especialmente en países en desarrollo, tiene en Bolivia elevadas manifestaciones. Se calcula que son cientos de miles de bolivianos los que conviven con la dolencia, nada excepcionalmente grave si es tratada con cuidado.
El caso, próximo a cumplir un década desde el estallido de los hechos que le dieron origen en abril de 2009, con el asalto policial al Hotel Las Américas de Santa Cruz, aparece rara vez en los medios informativos nacionales, no obstante la magnitud de las acusaciones que le dieron relevancia: terrorismo, violencia indiscriminada y conjura separatista. En principio tenia el ingrediente de magnicidio, después retirado ante la dificultad de sustentarlo. El proceso está bastante detallado en ¨Labrado en la memoria¨, el libro sobre el caso que presenté en la Feria del Libro de Santa Cruz hace dos años.
El proceso se instaló en Santa Cruz solo a fines de 2012, tras peregrinar por La Paz, Tarija, Yacuiba y Cochabamba. Al cabo de seis años en esta ciudad, el caso, que en su momento conmocionó al país y se convirtió en anatema para los líderes cívicos cruceños, está estancado, aún en la lectura de números telefónicos contenidos en miles de páginas a los que se supone que habrían llamado los acusados. De los 39 originalmente listados por el ahora refugiado en Brasil, Marcelo Soza Álvarez, solamente dos se encuentran en prisión, en Palmasola: Juan Carlos Guedes Bruno y Alcides Mendoza, los dos ex dirigentes de la Unión Juvenil Cruceñista, los primeros en ser detenidos por la policía pocos días después del asalto al hotel. Ambos también sufren de afecciones de cuidado y han rechazado toda posibilidad de declararse culpables de los delitos que les endilgan los fiscales. De acuerdo a las acusaciones, los dos habrían sido potentados del comercio ilegal de armas que iría a alimentar la supuesta separación del oriente boliviano y el surgimiento, tras derrotar al ejército, de una nueva nación sudamericana. Para salir en libertad, otros ya optaron por auto-inculparse, incluso los dos sobrevivientes del asalto al hotel, Elöd Toäsö y Mario Tádic, que al poco tiempo de ser liberados fugaron del país.
Estos días hubo versiones de que el juez sería sometido a sesiones de diálisis, un tratamiento en uso desde mediados del siglo pasado para purificar la sangre a través de filtros que actúan desde un equipo cuando los riñones pierden capacidad de hacerlo. El procedimiento es común en todo centro hospitalario medianamente dotado, pero no hubo confirmación de la version. Cuando la diabetes es avanzada, suelen sobrevenir complicaciones cardíacas que obligan al paciente a llevar una vida sin sobresaltos ni excitaciones, nada de lo cual es norma en el Juicio del Siglo. Estas situaciones de incertidumbre que han caracterizado al juicio han causado trastornos a varios de los enjuiciados. Incluso el Jurado ha sido afectado por dolencias y las tres jueces han caído en dificultades a lo largo de estos años. Hasta el año pasado, el Juez Fernández era invicto, hasta que la diabetes comenzó a corroerle la salud.
A raíz de las dificultades del juez se ha empezado a barajar la posibilidad de que el proceso, inédito en toda la historia boliviana, se quede con solo tres jurados, si el juez tuviese que ser apartado. En teoría, el proceso podría continuar, pues dos jurados y un tercero elevado a la función de juez harían quórum para continuar. Aunque ha ocupado esa función en situaciones de emergencia, esa posibilidad no es bienvenida por la juez técnica Julia Elena Gemio. La juez tendría que enfrentar a los abogados de la defensa, curtidos en el caso, lo que obligaría a una atención extrema de los fiscales que defienden el caso tras haber comprado la acusación que formulara el ahora exiliado ex fiscal Marcelo Soza. Para el ex magistrado, los acusados, que no llegaron a conocerse personalmente sino durante las audiencias del caso, iban a desencadenar una ola de violencia para fracturar Bolivia. La mayor prueba física contra los ex dirigentes cruceñistas es una pistola enmugrecida que el supuesto capitán de la campaña, Eduardo Rózsa Flores, muerto cuando la policía atacó el hotel el 19 de abril de 2009, había comprado del supuesto comerciante de armas Juan Carlos Guedes. La pistola carecía de cacerinas. Esa prueba aún aguarda su reconocimiento formal, en una etapa posterior del juicio.
Una oración para Kit
Tomado de LETRASIETEdomingo, 17 de febrero de 2019, con autorización del autor
Juan Carlos Salazar
Un días antes de la partida de Alberto, entregué a la imprenta los originales de la historia de Presencia, un libro con el que la Fundación Para el Periodismo pretende rescatar la maravillosa experiencia de esa escuela de ética y periodismo que fue el diario católico, una experiencia de la que Alberto Kittredge Bailey Gutiérrez, Kit para sus amigos, fue uno de sus impulsores y baluartes, junto con otros periodistas de fuste, como Huáscar Cajías, Alfonso Prudencio (Paulovich), Juan Quirós, Armando Mariaca y Jaime Humérez.
Y, claro, en las semanas precedentes me tocó revisar los testimonios de esos pioneros, maestros del buen periodismo, y refrescar en la memoria la aventura de ese grupo de idealistas; recordar su lucha por la democracia, su lucha contra la corrupción, su lucha por la libertad de expresión en los peores momentos de la segunda mitad del siglo pasado, su lucha por la justicia social y, en fin, su incansable labor por dignificar al periodismo boliviano.
Entre los artículos que rescaté encontré uno que refleja muy bien el pensamiento de Kit. Lo publicó en febrero de 1992, con motivo del 40 aniversario del periódico, bajo el sugestivo título de: “Sobre viejas virtudes olvidadas”. Un cuarto de siglo después, ese texto mantiene plena vigencia.
Alberto lamentaba en él la falta de apego a principios que deberían ser permanentes e incambiables, como el culto a la verdad, la lealtad, la solidaridad, el respeto a la jerarquía de los valores que privilegia el servicio a los demás, es decir al país y a la sociedad, y la actitud que aquilata la calidad humana por encima de las palabras huecas.
Deploraba también el sentido caprichoso y subjetivo con que se difunde la verdad, la verdad política y cotidiana, distorsionada por el culto a la imagen; la verdad que es sustituida por los símbolos y la manipulación informativa, y criticaba a los grandes intereses que no presentan ni venden realidades, sino mitos disfrazados, alejados de la verdad.
En esa época no se hablaba de “posverdades”, pero Kit ya las señalaba como un mal a combatir. Y decía textualmente: “La solidaridad y el sentido de la justicia social han desaparecido de la biblia de los políticos, que acaparan el poder y el hacer, sustituyendo al hombre real que ha hecho la obra material y la cultura, y que la sigue haciendo en medio de penurias y sobrevivencia”.
Periodista, sociólogo, cientista político, filósofo y gestor cultural, Alberto fue ante todo un humanista, que, como todo hombre forjado en un ambiente de sólidos principios éticos y morales, sabía que los hombres no somos seres pasajeros, sino que venimos al mundo para dar testimonio. Y es lo que él hizo a lo largo de toda su vida: dar testimonio de sus ideas, de sus creencias y de sus convicciones.
Lo hizo no sólo desde el periodismo y la cátedra, sino desde el ejemplo del quehacer diario, aunque fue en el periodismo donde ejerció y desplegó su magisterio. Como Alejo Carpentier, pensaba que el periodismo es una “maravillosa escuela de vida”, y como Arthur Miller, que “un buen periódico es una nación hablándose a sí misma”.
Cuando recibió el Premio Nacional de Periodismo, recordó a Heráclito de Éfeso, quien, contra el pensamiento filosófico de su época que concebía el mundo como algo estático, eterno e inamovible, sostenía que el cambio es el motor del mundo y que el devenir es la esencia de las cosas: Todo fluye, todo muta, nada es permanente.
Kit decía que es verdad, que todo fluye, que el mundo cambia, que las sociedades cambian, y que los mismos medios han cambiado de manera espectacular con la revolución tecnológica.
Testigo de esos cambios, del vertiginoso paso del telégrafo Morse al internet, Alberto sostenía, sin embargo, que nuestra profesión no ha cambiado ni podía cambiar con la computadora y los celulares.
Si hay algo que debe permanecer –sostenía- son los principios éticos que nos rigen, los fundamentos que guían nuestro trabajo diario, a los que no es posible renunciar porque son la garantía que tiene la sociedad para acceder a una información libre e independiente.
“En los principios, en la filosofía que guía la vida y la responsabilidad del periodista, no hay lugar al retroceso ni puede ponerse al vaivén del mercado”, afirmó en esa ocasión, en diciembre del 2001.
Alberto era un hombre comprometido con su país y con su tiempo. Cuando juzgó que el compromiso que ejercía desde el periodismo debía llevarlo a la práctica, como única manera de ver realizados sus ideales, fue consecuente, con todos los riesgos que implicaba semejante paso.
No eludió la responsabilidad política –y ética- del tiempo que le tocó vivir. La historia juzga a los hombres por las consecuencias de sus actos, pero también por el coraje con el que enfrentan los desafíos que les presenta la vida.
Conocí a Kit cuando me iniciaba en el periodismo, a mediados de los 60. Yo no había cumplido los 20 años y me acerqué a él con el temor del principiante, porque él ya era una leyenda en la familia periodística. Me impresionó su rostro amable y su mirada dulce, su ternura en el trato. Tras el primer intercambio de palabras, yo ya lo estaba tuteando, no por falta de respeto –en esa época éramos muy cuidadosos de las formas-, sino por el efecto que transmitía su presencia y su conversación.
Salí de la vieja redacción de Presencia, ubicada en la Mariscal Santa Cruz y la calle Colón, con la imagen que se llevaba toda persona que hablaban con él por primera vez: la de un hombre entrañable, bondadoso y transparente. No le conocí ni un solo enemigo ni nunca escuché a nadie hablar mal de él. Era -como decía un colega- un “hombre consenso”, en torno a quien nadie discrepaba; un hombre noble y solidario.
Cuando asumió el Ministerio de Información y Cultura del gobierno de Alfredo Ovando Candia, tuve la oportunidad de conocerlo mejor. Por amistad, pero también por afinidad política, con un grupo de periodistas, entre quienes recuerdo a Jaime Humérez, José Luis Alcázar, Junior Carvajal y Andrés Soliz Rada, nos sumamos a su proyecto y nos convertimos en su equipo de trabajo.
Kit era una usina de ideas, una verdadera fábrica de iniciativas. Incansable, trabajaba 20 horas al día. Siempre fue así, no sólo en el trabajo político que le tocó realizar en su efímero pero trascendental paso por el gobierno. Si algo le caracterizaba era la alegría desbordante y el entusiasmo contagioso con el que emprendía sus proyectos, grandes o pequeños, en una actitud que convencía y arrastraba hasta al más escéptico.
Así lo recuerdan sus compañeros de Presencia. Para él no había imposibles. ¿Cómo que no hay dinero para papel?, preguntaba ante las dificultades que enfrentaba el periódico para sacar la edición diaria. Sin perder el tiempo en lamentaciones, se ponía manos a la obra y antes de la hora de cierre aparecía con las resmas necesarias para imprimir el diario. ¿Cómo lo hacía? Nadie lo sabe, tal vez sacrificando los ingresos familiares o empeñando su palabra.
La vida me dio la oportunidad de conocer y contar con la amistad de tres grandes hombres, tres grandes periodistas, del siglo XX boliviano: Marcelo Quiroga Santa Cruz, René Zavaleta Mercado y Alberto Bailey, pero fue Kit al que más cercano me sentí en el quehacer periodístico y del que más lecciones aprendí y mayor apoyo recibí durante mi carrera profesional.
Nunca olvidaré sus llamadas telefónicas de aliento después de cada ataque gubernamental –que fueron muchos- cuando dirigía el diario Página Siete.
Kit deja un gran legado al periodismo boliviano, no sólo como ejemplo de práctica de un periodismo de excelencia, sino –y sobre todo- como ejemplo de ejercicio ético de un oficio nacido para servir a la sociedad, porque, como él mismo sostenía, el mundo ha cambiado, pero las aspiraciones de justicia y libertad del hombre siguen siendo las mismas; porque la vocación de servicio al país, el derecho de todos a la información libre e independiente y la obligación que tenemos los periodistas de suministrarla al margen de presiones y amenazas, permanecen y no pueden caducar.
El discurso que pronunció al recibir el Premio Nacional de Periodismo resume muy bien su pensamiento y legado: “La democracia como bien irrenunciable de la convivencia –dijo en esa ocasión- tiene que ser firmemente defendida. Los derechos ciudadanos no pueden conculcarse. No estamos al servicio de grupos de poder político o económico sino al servicio del país y en todo caso al de los menos favorecidos de la sociedad. La ley es para todos y es preciso cumplirla. La búsqueda de la verdad insobornable es un mandamiento para nosotros”.
Gabriel García Márquez, otro gran periodista al que Kit gustaba citar, dijo alguna vez que “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”. A Kit no lo olvidaremos nunca. ¡Adiós maestro!
*Palabras pronunciadas por el autor en el funeral del periodista Alberto Bailey Gutiérrez, fallecido el 31 de enero pasado.
¿Días sin gloria?
Hasta hace pocos años, las conmemoraciones de hechos históricos eran material infaltable en los medios informativos y en los actos centrales en las horas cívicas de las escuelas. Estos días, si Ud. va a alguna escuela y pregunta cómo fue conmemorado el 14 de febrero, es probable que reciba una mirada estupefacta de su interlocutor. ¿Qué es eso? Si Ud. agrega que es la fecha recordatoria de la invasión a Bolivia por el ejército de Chile, y del desembarco de tropas que sin resistencia pusieron pie en Antofagasta para luego avanzar hasta Calama, habrá ofrecido una lección rápida de historia que su interlocutor ignoraba o no recordaba.
Con algunas excepciones, la fecha no ha tenido el realce de otros tiempos. Parece aún estar bajo el barullo que durante años ensordeció la enseñanza de la historia y el afán por hacernos creer que esos episodios permanecerían con sordina, ante el ímpetu del acercamiento entre Bolivia y Chile, primero, y la algazara triunfalista que prevalecía en los ámbitos diplomáticos nacionales sobre una inminente victoria en la Corte Internacional de Justicia. El 1 de octubre, todo se derrumbó, cuando La Haya falló que Chile no tiene deudas pendientes con Bolivia asociadas al tratado de 1904 aunque el fallo no signifique que los dos países no puedan negociar en torno al viejo problema del enclaustramiento boliviano.
En los últimos lustros, el 23 de marzo, fecha magna en el calendario histórico boliviano hasta el intento de reaproximación con Chile protagonizado por el gobierno del presidente Morales, fue administrado bajo un perfil austero. La conmemoración del año pasado, la última antes del fallo de La Haya, fue sin estridencias. Hasta hace poco, la fecha era la oportunidad en la que los presidentes juraban que lucharían por una reivindicación pues se trataba de una meta irrenunciable. Hoy no está claro qué conmemorarción auspiciará el gobierno ni si el presidente ofrecerá algún discurso, que bien podría resultar incongruente con el fallo de la Corte de La Haya.
Viene al dedillo mencionar la campaña sigilosa que desde hace años desarrolla el profesor Jorge Órdenes, miembro de la Academia Boliviana de la Lengua, por instituir en las universidades la carrera de historia y literatura bolivianas. Usted ha leído bien. En Bolivia no existe una facultad de historia nacional ni de literatura boliviana y la campaña del académico no tiene visos de acabar pronto ni de culminar exitosamente.
Asómbrese más: Si a algún estudiante se le ocurre estudiar para alcanzar una licenciatura en esas materias, deberá ir a los Estados Unidos, donde sí algunas universidades las enseñan!
En el lado errado
El torbellino venezolano está tocando extremos y su desenlace puede sobrevenir en cualquier momento. Al escribir estas líneas, corre rauda la creencia de que al régimen que se instaló hace una veintena de años bajo el mando de un joven militar que se había alzado contra el sistema político venezolano y lo barrió por entero, ahora le quedan solo días. Todos están seguros que Venezuela está ante una crisis terminal que amenaza con engullir al movimiento socialista del Siglo XXI que lanzó el teniente coronel Hugo Chávez en los albores del siglo.
Heinz Dieterich, profesor alemán residente en México, creador del concepto de Socialismo del Siglo XXI vuelto, cree los militares darán la estocada final al régimen que instauró Chávez. Dietrich se distanció del proyecto cuando concluyó que su obra había sido contaminada por desviaciones que acabarían reproduciendo el socialismo de los Gulag que había querido corregir.
El diario caraqueño Tal Cual Digital reseñó el 29 de enero el artículo de Dieterich en el sitio Aporrea.com que sostiene que los militares venezolanos, para evitar una hipotética invasión, ¨han aceptado la oferta imperial de sacrificar a Maduro a cambio de la impunidad para ellos¨. Como sucede con la mayoría de las versiones que profusamente ocurren en torno a Venezuela, habrá que esperar para determinar su verosimilitud. Tal vez sea cuestión de días.
Pero mientras el turbión politico continental corre con furia, el presidente Evo Morales, el único aliado pleno de Nicolás Maduro en el continente, luce aferrado al autócrata, en una opción lo aleja de los sistemas democráticos y acentúa un aislamiento que, tarde o temprano, podría representarle una factura. Los mapas noticiosos repiten con insistencia las escuadras ideológicas formadas para la disputa monumental. Por un lado, las democracias del hemisferio, entre ellas Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, Perú, Chile, Paraguay, Panamá y Colombia, y en el otro frente Nicaragua, Cuba, Bolivia, China, Rusia, Irán y Turquía.
Al frente democrático que lidera del presidente Juan Guaidó se han sumado gobiernos de la mayoría de los estados de la UE, incluso España que durante días titubeó. Hace pocos días, el parlamento europeo decidió reconocer a Guaidó, y desconocer de facto a Maduro, con lo cual los días para el régimen venezolano parecieron reducidas al extremo. La bomba mayor la detonó USA el lunes 28, cuando decidió cortar el comercio petrolero con Venezuela y congeló activos financieros que eran el pulmón de las finanzas languidecientes del régimen de Maduro.
A menos que ocurra un enfrentamiento sangriento de consecuencias imprevisibles, la espera para un desenlace no luce larga.
Pequeña guia para desmontar noticias falsas
De Fernando Núñez-Noda – Tomado de El Nacional de Caracas, 4 de febrero
El poder para combatir la información falsa está en cada ciudadano, pero hay poderosos factores, dentro y fuera de nosotros, que hacen la tarea más difícil de lo que creemos. La información falsa suele ser muy atractiva y viral. Un estudio del Instituto de Tecnología de Massachussetts concluyó que las noticias falsas tienen 70% más de probabilidad de ser compartidas que las ciertas. Vean cuán permeables y peligrosas son.
Ahora, para que el ciudadano pueda enfrentarlas necesita técnicas y recursos. Comparto esta pequeña colección de anotaciones que puede ser útil y efectiva para ese fin. Las recomendaciones están apuntadas al consumo noticioso en sitios web y plataformas de social media o mensajería, pero pueden aplicarse por extensión a medios impresos, radio y otros no digitales.
Mi ego se cree más que yo
Este es un principio ridículamente simple de expresar, pero nada sencillo de aplicar: Hay que aplacar el ego. Muchas veces el afán de figuración de nosotros los usuarios hace que rebotemos cualquier cosa que nos llegue sin mirar a los lados. Hay una compulsión implícita en el acto de compartir información: es fácil, nos da cierta notoriedad y, casi siempre de buena fe, creemos estar haciendo un bien público.
Pues no. Al menos 50% de la información en Internet y redes es falsa. Otras mediciones y opiniones elevan ese porcentaje. Cuando me llega información defectuosa de una persona (o sospechosa de serlo) pierdo confianza en ella hasta nuevo aviso. Toda información posterior viene con un sello de duda muy difícil de levantar. No cedan a la tentación de dar un “tubazo” porque pueden dárselo a su propia credibilidad… y eso no puede ser bueno para ningún ego.
NOTA: Tampoco se vale eso de “la mandé para ver si alguien lo confirmaba o negaba”. Si no va acompañado de una explícita advertencia, la mayoría lo tomará como una noticia auténtica y la cadena seguirá incólume. De hecho, aun con advertencia se suele tomar como un dato cierto.
Dudo, luego existo
Es bueno crearse una directriz mental y actitudinal en forma de algoritmo: “Al ver una pieza de información cuya veracidad no puedo determinar → ¡Espera y revisa!”.
Es decir, duden de todo, absolutamente de todo que no venga de una fuente de comprobada confiabilidad. Con disciplina, con rigor, e incluso al mejor cazador se le puede ir la liebre. Así que guarden un resquicio de duda también para las “buenas fuentes”.
El ABC de la verificación
Hay preguntas que podemos hacernos antes de dar por cierta una pieza de información y, sobre todo, compartirla.
¿Cuál es la fuente?
¿Es anónima? ¿Dicen que se lo dijeron? Si se lo envió alguien conocido, pregúntele. Si antes de ese alguien conocido hay anonimato, casi con seguridad es falsa. Si las fuentes son blogs desconocidos, amateurs, que solo copian información de otras fuentes y tienen una marcada tendencia a buscar clics a toda costa… estamos en terrenos desconfiables. Ni qué hablar de los audios anónimos de un supuesto militar, desde un sótano mientras escucha los aviones partir con los chavistas que se escapan.
¿Es una noticia? ¿Es de género profesional periodístico?
Las noticias profesionalmente redactadas contestan las cinco preguntas claves: qué ocurrió, cuándo y dónde, quiénes están involucrados y por qué. Puede o no incluir un cómo. La noticia debe tener fuentes: testigos, organizaciones que atienden el caso, el mismo que la reporta, y todo esto de forma verificable. La noticia suele ser puntual, orientada a hechos, sin trazas de opinión (excepto si son expresadas por una fuente). Su redacción es neutra, no hace juicios de valor. Un titular profesional es descriptivo, no sensacionalista.
¿Presenta pruebas forenses?
La prensa profesional, cuando reporta un hecho, le da contexto con evidencias: documentos verificables, declaraciones grabadas, fotografías, videos, audios. En otras palabras, pruebas que pudieran presentarse en una corte de ley en un país con sistema judicial confiable (obviamente no Venezuela en este momento). Asuma una actitud escéptica, no lo crea si no lo convence con evidencias. ¿Son verificables las evidencias? ¿Son plausibles? ¿Están abiertas a la confirmación? ¿Si usted fuera miembro de un jurado, las daría por ciertas? Si el medio no es conocido, si el autor tampoco y las fuentes son anónimas… la probabilidad de certeza es muy baja.
¿Tiene resonancia en medios reconocidos, en Google News?
Vaya a Google News o cualquier otro buscador de noticias, copie el titular de la noticia y vea si esa u otra similar tiene presencia en los resultados. Si hay otros medios reconocidos que la reportan, es una noticia auténtica y no una fabricación. Ya eso es bastante.
(Vale decir que Google Search también puede hacer la tarea, pero Google News es más preciso).
¿Tiene conversación solo en redes y entre el público en general?
Si la “noticia” solo rueda en redes como Twitter o Whatsapp, publicadas y rebotadas por cuentas personales, es casi con seguridad un rumor sin fundamento. No la rebote hasta que sea validada por fuentes confiables. Si lo que rueda es un rumor, una pieza de información sin estructura periodística, escrita o dicha en lenguaje coloquial, encienda las alarmas de la desconfianza.
¿Sesgo político o ideológico?
Toda persona tiene derecho a preferencias políticas, culturales, deportivas, etcétera, y expresarlas abiertamente, pero una noticia se supone que es “neutral”, no favorece o condena, solo describe o reporta una realidad. Cuando usted vea sesgo o preferencia, desconfíe. No significa que una noticia tendenciosa sea falsa por sí misma, pero lo cierto es que la mayoría de las noticias con sesgo son parcial o totalmente falsas o, al menos, incompletas. Por ejemplo, esconden datos que perjudican su matriz de opinión, exageran defectos de un contrario y usualmente fabrican “datos” para que se ajusten a sus intenciones.
¿Qué credibilidad tienen los medios que la presentan?
Si la noticia no está reseñada en medios conocidos y confiables, hay que desconfiar. ¿Conoce usted esos medios? ¿Tienen apariencia y contenidos profesionales? Vaya a Google News y escriba el nombre del medio en el buscador. Si no aparece, ya ese es un indicio. Examine el medio que lo contiene: ¿Son visibles los representantes y/o autores? ¿Se identifica la organización que edita el medio, sus editores y personal? ¿Hay visos de tendenciosidad, manipulación? ¿Hay estímulo a la emocionalidad?
¿Hay al menos un tipo reconocido de noticia falsa o contenido problemático? Un periódico o revista confiable genera contenido propio, de agencias o colaboradores identificados.
Más sobre grados de confianza a los medios
Otra estrategia es cotejar los diagnósticos y predicciones que hace un medio contra los resultados. Si expone lo que en la práctica ocurre y si permite predecir con un buen grado de asertividad, el medio merece nuestra confianza.
Ojo con las fechas
A veces “el notición” es una noticia vieja revivida por alguien que no lo sabía.
Buscar en redes
Repita las búsquedas en Facebook, Twitter, Whatsapp, foros tipo Reddit. Si encuentra una noticia débil en referencias, repetida exactamente igual en blogs o posts de social media, es muy probable que sea una noticia tendenciosa o deficiente falsamente amplificada. Mejor no compartirla hasta comprobarla.
Una lista de emisores confiables
Visite cuentas de social media de reconocida confiabilidad (tome en cuenta que hasta ellos se pueden equivocar, pero no todos a la vez), solo para ver si la han compartido o comentado. Las cuentas certificadas son las más confiables. Pregúnteles o llame a un amigo.
Imágenes
En Google Chrome uno coloca el cursor sobre una foto, clic en el botón derecho del ratón y en el menú que aparece haga clic en “Buscar foto en Google”. Le dirá todas las apariciones de la foto que registra el buscador. Podrá verificar si corresponde a lo que dicen que es y la fecha de publicación.
FA.AA, beneficio y costo
Un artículo de Ovidio Roca (tomado de su blog en wordpress.com)
Por la experiencia de la mayoría de los países latinoamericanos se constata que a la final el Ejército, las armas, son las que definen el rumbo del país y su estabilidad y mientras el Gobierno cuente con su protección podrá mantenerse indefinidamente en el poder. En consecuencia los gobernantes buscando el apoyo de las fuerzas armadas y al margen de los recursos onerosos del presupuesto estatal para su equipamiento y sostenimiento, les otorgan entre otros privilegios el monopolio del lucrativo negocio de controlar la frontera y todos los tráficos: coca, droga, armas, minerales, alimentos, combustible, etc.
Un analista de Crisis Group, explica que en Venezuela: “A los militares ya no les interesan los cargos burocráticos porque en los Ministerios ya no hay dinero”. Entonces, la línea política de los incentivos económicos se gestiona a través de otras líneas rentables: la petrolera con PDVSA, la minera con Camimpeg y la administración de la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), pero principalmente el comando del narcotráfico para lo cual manejan un cartel propio, el Cartel de los Soles.
Los venezolanos y ahora con apoyo de las instituciones democráticas internacionales, están peleando para librarse de la dictadura castrochavista protegida por el Ejército. Hasta ahora Juan Guaidó el Presidente Constitucional Encargado para lograr su apoyo ha ofrecido a los militares que abandonen al Dictador, impunidad y perdón, pero ellos demandan que se le garantice también mantener sus privilegios y lo afanado durante este largo periodo de latrocinio chavista.
En los países democráticos el ejército, la armada y la fuerza aérea, existen por mandato constitucional para la defensa de la independencia y soberanía de la nación, pero como vemos solo sirven para entronizar las dictaduras. Por su parte las fuerzas armadas justifican su existencia pues, supuestamente, garantizan la integridad del país ante una amenaza externa y por eso es que se les otorga el monopolio de las armas; entonces la pregunta obligatoria es: ¿si esta fuerza no tiene la menor posibilidad de superar cualquier amenaza externa y solo sirven para oprimir al pueblo; se justifica su razón de existir?
Lo razonable es por tanto, concebir que la seguridad del país y de la sociedad es algo más que un problema de defensa militar ante amenazas externas y más bien ser entendida como el conjunto de condiciones que hacen posible la sostenibilidad y el desarrollo del país y del pueblo en democracia y esto significa seguridad jurídica, economía sana, educación, institucionalidad y respeto a la misma, y vale la pena reafirmar que si un país no tiene una economía solvente, evidentemente no puede tener unos buenos servicios de inteligencia, una buena diplomacia y no puede tener seguro y contento a su pueblo.
Un otro asunto es el rol de la Policía, la institución civil encargada de garantizar la seguridad de los ciudadanos y enfrentar las bandas delincuenciales y de narcotraficantes cada vez más agresivas. Se trata de una guardia armada bajo mando civil y no militar lo que tiene muchas ventajas, pues en lugar de tener un ejército como institución permanente y “con espíritu de cuerpo” es mucho más seguro y controlable tener una guardia bajo mando civil. Esta Policía, esta guardia civil y armada, con formación profesional, con ética personal y de servicio a la comunidad y por supuesto bien pagada, debe ser fortalecida y profesionalizada con las técnicas más modernas de inteligencia, de logística y con el mejor equipamiento de represión para prevenir y combatir el crimen.
Como la desmilitarización de un país conlleva el traspaso y la garantía de soberanía a un actor externo, a un régimen internacional, se considera que a un país pequeño le conviene más para la defensa de su integridad contar con una Cancillería del más alto nivel y Diplomáticos capaces que manejen estas situaciones internacionales difíciles en lugar de gastar dinero y esfuerzos en unas fuerzas militares que no jugarían ningún rol efectivo.
Costa Rica en 1948, inteligentemente eliminó el ejército y actualmente es el país más próspero, menos corrupto, más democrático y más seguro de Centro América. “No quiero un ejército de soldados, sino de educadores”; con estas palabras el 1 de Diciembre de 1948 el Presidente de Costa Rica, en aquel entonces José Figueres, abolió el ejército.
Por lo que recuerdo, la población boliviana nunca tuvo simpatías por las fuerzas armadas, las hallaban inútiles, costosas y abusivas con el pueblo llano, sobre todo en periodos dictatoriales. Recuerdo de mi infancia rural que algún camba hablando del ejército decía: se levantan temprano para hacer nada o prepararse para los desfiles; no producen nada más que gastos y lo peor es cuando los gobiernos dictatoriales, militares y civiles, los usan para someter y amedrentar al pueblo. Deberíamos coincidir parafraseando a Figueres que: “No necesitamos un ejército de soldados, sino de educadores”.
Sin opciones
A una semana de la autojuramentación de Juan Guaidós como Presidente interino de Venezuela, el regimen de Nicolás Maduro parece haber perdido toda inciativa, ahora comandada por la oposición empeñada doblegar a los altos mandos militares cuadrados con un gobierno cada vez más cercado y hostigado por países e instituciones que presionan por una restauración de la democracia a través de elecciones. Intimidado por la masiva participación ciudadana en las marchas del 23 de enero esparcidas por todo el país, Maduro es reacio a ceder, aunque nada indica que tenga posibilidades de revertir el movimiento que amenaza con arrasar al gobierno chavista vigente desde hace dos décadas.
Entretanto, los observadores señalan que en los últimos días la dinámica de los acontecimientos en ese país parece haber perdido impulso pero que la tendencia apunta a una retomada con las marchas previstas para el fin de semana. A partir de ahí, dicen, la semana entrante podría traer de nuevo ¨días calientes¨ con la posibilidad cada vez mayor de lograr un acuerdo que involucre a sectores militares democráticos para apartar a Maduro del gobierno.
Las especulaciones se traban ahí ante la pregunta de qué hacer con Maduro y los militares que han decidido jugarse por quien es, por ahora, el mandatario más resistido del mundo, excepto por sus aliados, entre ellos Bolivia. La cercanía de Maduro con el presidente boliviano llevaron hace un tiempo a especular sobre la eventualidad de que Maduro escogiese venir a Bolivia, posiblemente al oriente, antes de optar por una residencia más estable de un eventual exilio. Pero la eventualidad no ha sido vista con gran entusiasmo por el gobierno boliviano ni por el presidente Morales, preocupados por las repercusiones que algo así tendría sobre las elecciones de octubre. Para entonces, Morales aspira a ganar una nueva reelección a pesar tropiezos mayúsculos que experimenta la pretensión, golpeada por el referéndum que perdió en 2016 y por el fracaso de la ¨elección¨ de candidatos (primarias), a las que concurrió apenas un poco más de un tercio de la militancia que el gobierno esperaba llevar a las urnas para exhibir musculatura. Los partidos opositores se limitaron a lograr una asistencia apenas ¨simbólica¨ a las urnas, que pocas veces lucieron tan desoladas como el domingo pasado.
¨Nos regalaron votantes¨, dijo un dirigente vinculado a uno de los frentes opositores. ¨Para dar la impresión de que habíamos votado, inflaron nuestra votación en el oriente y en el norte, incluso en lugares donde no hubo votantes¨, dijo. No consiguió, sin embargo, ofrecer evidencias contundentes de la afirmación. Pero la apatía ciudadana ante esa curiosa elección sin contrincantes resultó testimoniada por la misión de observadores de la OEA: votaron unos 400.000 ciudadanos, un cuarto del 1,6 millón que se esperaba que votase. La oposición tildó la jornada como ¨fracaso¨ en tanto que el gobierno se abstuvo de cualquier manifestación triunfalista.
El hecho se agregó con ímpetu a los temores causados por la crisis aparentemente terminal que ocurre en Venezuela, donde el aliado del presidente podría en cualquier momento resultar defenestrado.
Pero cerca de acabar la semana, la meta reeleccionista del presidente Morales se encontró frente a un escollo gigante: Un grupo bipartidista en Estados Unidos le planteó que respete los límites de la constitución y desista de buscar una nueva reelección. ¨Bolivia se encamina a una dirección muy peligrosa, alineándose con regímenes ilegítimos e ilegales, incluso el de Maduro en Venezuela. Es importnte que las partes respeten la constitución de Bolivia, que incluyen límites de mandatos¨.
El grupo está encabezado por Bob Meléndez,del Partido demócrata, y Ted Cruz, del gobernante Partido Republicano. Nadie podía augurar, este sábado de madrugada, que la semana que viene sería políticamente tranquila, ni en Venezuela ni en Bolivia.