Mes: marzo 2014
Cerca del precipicio
A UNASUR, la organización creada hace seis años al fragor de la influencia de Venezuela en América del Sur, le ha tocado comprometerse con virtudes que muchos en el continente juzgan que en su breve existencia no ha creído. Tres de sus integrantes han sido designados para trabajar por un diálogo con el que el gobierno de Nicolás Maduro espera superar una tormenta que sólo ha arreciado en los últimos 45 días y ha exhibido la faz feroz de las tensiones bajo el régimen instalado hace 15 años.
Brasil, Ecuador y Colombia tienen la misión de tender puentes para que Maduro y sus rivales en la oposición conversen y traten de mostrar sí existen fórmulas para una pacificación efectiva que incluyan la permanencia del régimen vigente. A juzgar por la persistencia de las protestas y la dureza de los militares, esa posibilidad equivalía este fin de semana a buscar el círculo cuadrado.
La UNASUR tuvo una gestión que en Bolivia lució deplorable. Se inauguró con el informe de un súbdito argentino que echó toda la culpa de los sucesos sangrientos de Porvenir en 2008 sobre el entonces prefecto Leopoldo Fernández, las autoridades que gobernaban Pando y quienes se oponían al gobierno nacional. Para UNASUR, que endosó el Informe Mattarollo sin reservas, lo que ocurrió en aquel remoto lugar del noroeste boliviano fue parte de una “ofensiva racista” promovida por una “oposición fascista”. El informe colocaba al gobierno del presidente Morales como víctima. Su lista de víctimas fatales incluía a personas que estaban vivas.
UNASUR también se comprometió hace dos años a enviar a Venezuela una “comisión de la verdad” que investigaría hechos violentos y tensiones que ocurrían en la patria de Bolívar. No se supo que la comisión se hubiese siquiera formado. Tampoco es mucho lo que se conoce de los trabajos y proyectos de la entidad.
Con la seriedad comprometida y la idea de que se trata de una organización formada al calor de gobiernos populistas de la región, UNASUR tiene otra dificultad: los líderes opositores han colocado al régimen de Maduro como una dictadura sostenida con la fuerza militar y una masiva presencia cubana. Esa identificación se extiende al aumentar el número víctimas fatales que ahora se cuenta en docenas. Este fin de semana, líderes opositores negaban idoneidad a la organización para buscar un diálogo genuino.
Los países del grupo sudamericano tienen también que lidiar con “condiciones previas” que exige la oposición, entre ellas la desarticulación de las bandas paramilitares y la liberación inmediata de Leopoldo López, los alcaldes tachirenses Daniel Ceballos y Enzo Scarano y los estudiantes detenidos. No hay elementos que permitan creer que el régimen venezolano esté dispuesto a desarmarse y el presidente Maduro no acepta precondiciones. Tampoco se sabe con certeza si la ciudadanía que está en las calles estará de acuerdo con quienes asuman su representación.
Una pequeña pero combativa organización radical, Bandera Roja, que respaldaba al régimen en sus orígenes, emitió el jueves una declaración instando a persistir en las protestas callejeras. Con ellas, afirmó, “la careta que barnizaba al régimen como democrático, como defensor de los pobres, como socialista o comunista, o por lo menos a favor de los derechos humanos y el progreso, ha rodado por el suelo”. Se ignoraba si Bandera Roja estaria entre las organizaciones a ser convocadas por el trío de UNASUR.
Con su génesis matriz bajo sospecha de obedecer más a un ferviente antinorteamericanismo que a una disputada (debatible) representación continental, la misión de UNASUR se encuentra ante la condición que se atribuía a la mujer de César: debe no sólo ser pura y casta sino también parecerlo. Puede poseer los dos primeros atributos; en cuanto al tercero, muchos creen que no se ha empeñado en adquirirlo.
Nota: Una falla mia en la digitación hizo aparecer, en el párrafo anterior, la palabra indisputada cuando debía haber dicho disputada, o más correctamente, debatible, como acabo de colocar entre paréntesis. Pido disculpas.
Mega devaluación
Corrije y uniforma escritura de decimales: coma en vez de punto.
En el primer día de operaciones de un nuevo sistema de asignación de divisas el bolívar venezolano ha experimentado una depreciación del 87,85%. Si esta depreciación será constante, se habrá de ver con el correr de los días. De momento, si Ud. tenía 100 unidades monetarias en el banco, la noche del lunes, al cerrar la jornada el valor real de lo que usted disponía era de 12,15, un encogimiento brutal. En teoría, el decrecimiento del valor podría detenerse o incluso revertirse.
La tasa única de cambio oficial hasta la aplicación del nuevo sistema (SICAD) era de 6,30 por un dólar. Al cerrar las operaciones el lunes, los operadores habían pagado un promedio de 51,86 bolívares, 8,5 veces más que el valor oficial anterior. Bajo cualquier óptica, el descenso del valor de la moneda venezolana causa vértigos. Hasta el domingo, teóricamente era posible comprar un bolívar con 16 centavos de dólar. Al cerrar operaciones el lunes, bastaba un poquito menos de dos centavos para adquirir el mismo bolívar. Una ganga para el que tiene dólares. Un desastre para el que debe comprarlos.
El gobierno dice que las divisas que vende el Banco Central de Venezuela bajo el nuevo sistema representan sólo un siete u ocho por ciento del total del que dispone para sus transacciones y comercio exterior. El grueso de los movimientos de divisas, insiste el gobierno, cubre la importación de alimentos, medicinas y otros insumos fundamentales. El problema es que la gente se guía por el valor más alto, en torno al cual todo el sistema de cambios suele converger.
¿Quién gana más con esta alteración hacia arriba? El gobierno, las arcas del tesoro, que dispone ahora de más bolívares para gastar, cuando menos ocho veces más respecto a ese siete u ocho por ciento que el gobierno dice que es buscado por los operadores particulares.
Se presenta una situación muy parecida a la que reinó hasta el 18 de febrero de 1983, y aun años después. El gobierno de entonces vio que no podía mantener la tasa de 4,30 bolívares por un dólar a causa del aumento descomunal de los gastos públicos. Tenía miedo a devaluar. La palabra causa escalofríos en todo el mundo y hace temblar a los políticos. Fue creado un sistema triple que mantenía la tasa de 4,30 X 1 y agregó otras dos. Una de seis bolívares por un dólar y otra de 7,50 por dólar. Con la de 6 X 1 se podían importar hasta relojes Rolex. En poco más de un año, las tasas eran unificadas alrededor de la de mayor valor (7,50) y de ahí comenzaba una aventura en la que la moneda venezolana sólo caía en valor y el valor del dólar sólo subía. Eso ha seguido a lo largo de años. Hace poco, el gobierno hizo lo que otros gobiernos en otros países hicieron: una eliminación de ceros para su valor cambiario que dio la apariencia de que la moneda no estaba tan depreciada. El gobierno del Sr. Maduro pretende hacer creer a sus compatriotas que su moneda está protegida y que el siete u ocho por ciento será sofocado. Falso. No pasará mucho tiempo antes de que ese segmento prevalezca.
Una manera de compensar el crecimiento incontrolable del gasto público es aumentar los precios de los carburantes, que en Venezuela tienen un precio ridículo y son los más bajos del mundo, y diversificar la producción, con énfasis en la agroindustria. El gobierno de Nicolás Maduro es renuente a hacerlo, pero más temprano que tarde se enfrentará a esa decisión existencial. Los millones que han salido a las calles han apresurado el momento de esa decisión.
Nota: Sigue sin freno la forma de calcular una depreciación. Una respetable cadena británica de informaciones trae en su portal una noticia que sostiene que en Venezuela se ha dado una devaluación del 500%.
¡Caramba, el 100% habría sido suficiente para borrar la divisa venezolana del mapa por completo!
Tercermundismo
“…ha tomado aspecto de evidencia que no requiere demostración la hipótesis de que el capitalismo y la consiguiente occidentalización del mundo en los últimos doscientos años están en el origen de todos los males, de modo que la salvación final de la humanidad se producirá con la derrota y la extinción de un “Lucifer” llamado imperialismo…” La frase es una de muchas de Carlos Rangel (1929-1988), un ensayista poco conocido en los niveles académicos de gran parte del continente, todavía permeado por un fervor tercermundista que, de acuerdo al autor, contamina el pensamiento socio-político de la región y esconde el debate de ideas de fondo sobre cómo superar eficazmente el atraso (“Tercermundismo”, Monte Ávila Editores, 1982, Pág. 63-64). Se trata de su obra cumbre (“Del Buen salvaje al Buen Revolucionario”, fue otro de sus ensayos) pero que por razones fáciles de adivinar no alcanzó la divulgación similar que habrían merecido pensadores de la izquierda que contaban con una base mundial de propaganda.
Vaya Ud. a una de las librerías y pregunte por esas obras. Probablemente tendrá que ordenarla de algún proveedor extranjero, pero improbablemente de la Venezuela de estos días. Hace 40 años, Rangel destacaba que ya no era suficiente la erradicación del analfabetismo ni que de las universidades egresen legiones de médicos si no había cómo ofrecerles un empleo digno. Aún ahora, sin la libre iniciativa del despreciado capitalismo, muchos de esos profesionales no logran la ubicación que soñaron y acaban trabajando fuera de lo que aprendieron. Desde hace años, muchos integran las “misiones” que vienen a países como Venezuela, Brasil o Bolivia en programas de asistencia pagados de gobierno a gobierno. Eso lo perciben muy claro los estudiantes venezolanos.
La poca divulgación de autores como Rangel exhibe el desconocimiento que con frecuencia se tiene de Venezuela. No es gran cosa lo que se ha leído de Rómulo Gallegos (“Doña Bárbara”), también nombre del premio literario que catapultó a Mario Vargas Llosa. Menos aún de Jacinto Convit, el notable investigador cuyo aporte fue indispensable para ayudar a curar la lepra. Ya retirado, es una de las grandes figuras de la ciencia venezolana.
Periodista acucioso, Rangel fue un crítico implacable del “tú eres rico porque me has robado” y defensor incansable de las que consideraba ventajas netas del capitalismo sobre el socialismo. Con el “neotercermundismo” de estos días, releer sus obras es como escuchar las crónicas de la jornada.
Las últimas horas de un jurado
Sin llegar a una sentencia y después de dos años de funciones, este viernes cayó el jurado que presidía las audiencias del Juicio del Siglo y abrió un paréntesis mayúsculo para el juicio que concentra la atención jurídica y política de gran parte del país desde 2009. En la tarde anterior, “El Viejo” Ignacio Villa Vargas había recusado a todo el tribunal, formado por dos jueces técnicos y dos jueces ciudadanas, y cuando las últimas se avinieron a la recusación dejaron al tribunal sin quórum y su presidente debió suspender indefinidamente las audiencias que se realizaban en Santa Cruz desde principios de 2013.
Con el incidente, los faros de atención de los medios se volcaron hacia el “caso Soza”, las acusaciones de extorsión que pesan sobre el ex poderoso fiscal y su fuga a Brasil, como ramas noticiosas independientes del juicio que hizo famoso al magistrado en todo el país.
Villa Vargas puso en entredicho la integridad ética de los jurados pues al menos una de las jueces ciudadanas era acusada de haber mentido: tendría una hija como empleada del Ministerio de Transparencia a pesar de haber jurado al asumir la función que nadie del círculo más estrecho de su familia tenía vínculos con el gobierno. El extenso planteamiento de recusación, leído durante la sesión matutina y parte de la vespertina del viernes, traía certificados para atestiguar la condición de funcionaria que atribuía a una hija de Anastasia Callisaya Katari.
Después de consultas entre los miembros del tribunal a lo largo de más de una hora, los tribunos anunciaron su decisión individualmente y en voz alta y fundamentada, como había requerido la defensa. La primera en pronunciar su voto fue la juez técnica Elena Gemio. Tras destacar que su carrera profesión había sido labrada desde los niveles más humildes y que sus méritos eran propios, votó contra la recusación. El juez Fernández intentó una inusual alteración de turnos a fin de exponer su voto similar antes de que lo hicieran las jueces ciudadanas, pero el abogado defensor de “El Viejo” Guido Colque le advirtió que le correspondía ser el último en tanto que otros defensores señalaban en voz alta que la decisión de las jueces también debía ser fundamentada.
Dio entonces la palabra a la juez ciudadana Sonia Mamani. La juez dijo que el proceso pesaba fuertemente sobre su salud y que había tomado una decisión. “Me cansé”, dijo, embargada de emoción. “He decidido aceptar mi recusación”. La sala empezó a aplaudir la decisión que algunos interpretaban como acto valiente de la juez ciudadana pero el presidente Fernández impuso silencio. La juez ciudadana Callisaya Katari, también emocionada y titubeante, pronunció algunas palabras entre las que se destacaba su aceptación a la recusación y su colega le extendió un pañuelo. Es la mayor y más humilde de las tres jueces. La sala también empezó a aplaudir, pero el juez Fernández volvió a ordenar silencio.
El juez presidente dijo que su decisión era de rechazo a la recusación. Pero con el tribunal necesitado de por lo menos tres personas y reducido a sólo dos, dio por finalizada la audiencia. El caso pasó a partir de ese momento al siguiente Tribunal de Sentencia, el número dos, de La Paz, donde el proceso tiene sede.
No había informaciones claras sobre los pasos siguientes y abogados de la defensa decían que la convocatoria que emitiría el nuevo tribunal demoraría cuando menos un mes. Con la elección de las nuevas juezas ciudadanas también en la agenda inmediata, la demora sería mayor.
El colapso del tribunal a cargo del Juez Fernández, quien lucía extenuado al recoger los documentos del proceso que había consultado durante la tensa sesión, fue resultado inmediato de la fuga del Fiscal Soza a Brasil y de la carta “al pueblo de Bolivia” que, con la firma del magistrado y registro notarial brasileño, publicaron los periódicos de Santa Cruz.
No hubo ningún comentario inmediato de la acusación y fue notoria la ausencia del Fiscal Sergio Céspedes durante toda la jornada. Céspedes ocupa la función que correspondió a Soza.
En pocos lugares el ex fiscal había sido tan echado de menos estos días como en el Palacio de Justicia, donde se celebraban las audiencias del Juicio del Siglo. Las noticias de la desaparición de la ex autoridad judicial, primero, y la confirmación que está en Brasil, en busca de ganar la condición de refugiado político, después, habían sido seguidas con ansiedad en el lugar donde desde hace más de un año se ventila el caso más sonado de la historia judicial boliviana en lo que va de la centuria.
“¡Cómo habría querido que el ex fiscal Soza estuviera aquí”!, exclamó Juan Carlos Guedes, el cuarto declarante desde que el año pasado comenzó la fase oral. “Él debía responder personalmente por todas las ilegalidades de este juicio”. Las palabras de Guedes fueron compartidas por gran parte de los acusados y sus abogados.
“Claro que debería estar aquí”, dijo el general Gary Prado Salmón, quien, en el diseño acusatorio elaborado por el ex fiscal, era el “cerebro militar” de la conspiración que iría a enfrentarse con el ejército al que sirvió y bajo el cual rindió al guerrillero argentino-cubano Ernesto “Ché” Guevara en 1967.
“El Viejo”, por lo general locuaz, fue parco. “Debería estar aquí en Bolivia sí, pero en Chonchocoro”.
Las horas de Maduro
Cada día de las últimas semanas ha sido como amanecer bajo un conteo regresivo para el gobierno de Nicolás Maduro. Venezuela puede estar a 5.000 kilómetros de Santa Cruz, pero con las comunicaciones modernas no hay más distancias y es fácil sucumbir al interés por determinar lo que ocurre en la tierra de Bolívar. Uno despierta preguntándose si la jornada traerá un epílogo sólo para ver otra vez crecer la espiral. La sucesión de episodios no permite tomar distancia para ver con alguna claridad el cuadro que ofrece el vecino país y auscultar el resultado por venir. Con el pasar de los días (ya van casi 30 desde que se incendió la chispa de la actual onda de disturbios en San Cristóbal) se afianza la sensación desalentadora, para ambos lados, de que la luz al final del túnel no está cercana.
Todo indica que las fuerzas militares venezolanas seguirán utilizando la fuerza indiscriminadamente y que seguirán en las calles y en sus barricadas las multitudes hastiadas con la escasez, la persistente inseguridad, la inflación y la ineptitud administrativa. Y que la espiral de víctimas seguirá en ascenso. Todo esto bajo el desdén de los burócratas de organismos internacionales y de los gobiernos que atesoran una actitud hipócrita ante la violación de los derechos humanos.
La ironía de esta situación es que los factores objetivos que le dieron origen continúan presentes, y que se agravan cada día. La inflación no mengua y la escasez persiste. La ruptura de relaciones diplomáticas con Panamá, anunciada gritos rompe-tímpanos por el presidente Maduro, tiende a agravar el desabastecimiento.
Desde la distancia, parecería que el gobierno venezolano está en la arena movediza: cada movimiento lo hunde y hace más difícil salir de ella. La impresión que hay es que en Venezuela ocurre, a paso lento, un alzamiento cada vez más generalizado. El jueves circulaban informes sobre disturbios en 30 ciudades con más de 100.000 habitantes. A ese paso, el gobierno lucía en riesgo de quedar solo con el apoyo de las bayonetas y de las milicias bolivarianas.
Culpar a otros por las deficiencias propias parece haber dejado de tener valor, incluso para los que creyeron esa argucia. Ya son pocos los que honestamente admiten que todo o casi todo lo que ocurre es responsabilidad de una “derecha” inexplicablemente cada vez más extendida, de los Estados Unidos o del capitalismo. En algún momento habrá un cortocircuito y la rendición de cuentas puede ser inevitable. ¿Qué pasó con las montañas de dinero que recibió Venezuela en 15 (correcto) años de socialismo del Siglo XXI? Muchas preguntas aún ahora motivo de especulación (¿cuándo, cómo y dónde murió el presidente Chávez?, ¿quiénes lo atendieron?, ¿habrá un diario de algún médico o enfermera que relate los días finales del comandante?, ¿cuál es el papel de Cuba dentro de Venezuela?, ¿hubo manipulación de los resultados de las últimas elecciones en ese país?) podrían encontrar respuestas más convincentes que las hasta ahora conocidas.
Tampoco quedará inmune la inutilidad de la diplomacia ante la tozudez de gobiernos que han convertido en su meta principal la permanencia en el poder a cualquier costo. Las piezas del ajedrez de una sociedad no son estáticas. Cuando cambien posición, los que antes defendían los derechos humanos y ahora les dan la espalda para colocarse al lado de quienes los conculcan, tendrán mucha dificultad en volver a levantar la voz. Las horas y las actitudes de estos días, para personas, naciones e instituciones, serán el telón de fondo bajo el que podrán juzgados, quizá más temprano que tarde.
Por quién doblan las campanas
Las imágenes, los reportajes y los informes técnicos sumados a los de parientes y amigos no dejan lugar a dudas: Beni sufre la mayor precipitación en los últimos 60 años, tal vez la más grave en un siglo. Todas las poblaciones han sido afectadas, de Trinidad a Riberalta, de Guayaramerín a Rurrenabaque, Santa Ana, San Ignacio, San Javier,Cachuela Esperanza. Usted nombre un pueblo y le dirán que allí también ha llegado un diluvio, que la situación es desesperante y que las víctimas son muchas; las pérdidas son cuantiosas e insoportables.
Entre los benianos y sus hermanos del oriente nadie lo dudó: es una situación de desastre para la cual son insuficientes los recursos regionales o nacionales. El gobierno se niega a declarar la región como zona de desastre. Si lo fuera, el Beni y sus autoridades tendrían más holgura para obtener ayuda externa directa allende la que brinde el gobierno central. El gobierno dice que Bolivia no necesita de ese auxilio. El presidente Morales aseguró a los benianos que no abandonará a su departamento. Éstos quieren no sólo auxilio nmediato sino soluciones integrales pues al paso que avanzael desastre pronto las canoas substituirán por completo a las mototaxis.
Creo que hay una terrible confusión. Billetera llena no significa preparación para actuar en desastres de escala mayor. Prgúntenle a los mejicanos (terremotos) o a los colombianos (erupción del Nevado del Ruiz). Nadie espera que la ayuda exterior resuelva todo el drama, pero muchos países y organizaciones tienen recursos que, ante situaciones de emergencia, pueden disponer sin mayores trámites. Sin que hubiera habido una campaña, el Papa Francisco donó 50.000 dólares; los residentes en Virginia enviaron otros 30.000; Francia ha prestado helicópteros para que el gobierno decida cómo utilizarlos independientemente de las prioridades que pueda tener una región afectada. Con todo lo generosa que pueda parecer esa ayuda, su volumen sería insignificante frente a la magnitud cuantificada de las pérdidas. Los ganaderos calculan que el agua se ha llevado hatos de ganado calculados en decenas de millones de dólares. La situacion, ya grave, se complicaría de llegar las plagas que suelen acompañar a las tragedias naturales. Nadie las quiere, pero es previsor tomarlas en cuenta. Puede Bolivia sola enfrentar el desastre?
En Riberalta, la fuerza y volumen de las aguas que hace pocos días llegaron hasta cerca de su plaza principal, reventaron alcantarillas mientras en otras ciudades los refugiados colmaban escuelas y hospitales. Gracias a muros de contención, Trinidad consiguió detener los turbiones. Pero cientos de poblados ribereños han quedado anegados y las ciudades mayores hacían esfuerzos extraordinarios para socorrer a los damnificados. El agua va ganando zonas que antes parecian seguras.
Todo el país ha registrado actitudes solidarias. El Defensor del Pueblo postuló la suspensión nacional de los carnavales. Algunas autoridades distritales, en una decisión encomiable, cancelaron festejos y se colocaron en una vanguardia ética a los ojos de la nación. Una actitud equivalente asumió la gobernación de Santa Cruz, cuyos representantes trabajarán durante jornadas que en otros lugares serán festivas. Los comités cívicos de La Paz, Potosí, Beni, Santa Cruz, Cochabamba y Tarija, convocaron al gobierno nacional a declarar como zona de desastre al departamento norteño sin cálculos políticos.
Estamos ante una tragedia que suele llevar a las sociedades a un quid pro quo (una cosa por otra) desagradable. Tarde o temprano las cartas se dan la vuelta y se presenta el veredicto que encierra una frase famosa de una de las obras de Hemingway: “No preguntes por quién doblan las campanas. Tal vez doblan por ti.”