Mes: febrero 2018
Se non é vero é ben trovato
Actualización y ajustes
El paro convocado por las organizaciones cívicas para conmemorar el 21 de febrero se cumplió en la mayor parte del país con una magnitud y contundencia tales que es insensato creer que lo ocurrido este miércoles no influirá en el cauce politico nacional. La escala del movimiento muestra el tamaño de la montaña que el gobierno deberá escalar para su propósito de afirmar la re-re-re-re candidatura del presidente Morales en busca de una presidencia continua a través de reelecciones sucesivas. La dimensión del paro fue minimizada por el Ministro de Gobierno Carlos Romero y otras altas autoridades, pero quienes salían a las calles principales de Santa Cruz y veían las imágenes que de otras ciudades transmitía la televisión, percibían que las cúpulas gubernamentales trataban de cubrir el sol con un cedazo. El paro fue consistente y vino acompañado de la convicción de que el partido ahora en curso apenas comienza y que adelante yacen presiones cívicas renovadas que pondrán en jaque constante a los objetivos del gobierno. El gobierno y el país tendrán que andar con los cinturones bien amarrados.
El presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, Fernando Cuéllar, advirtió en las primeras horas de la jornada: ¨Ahora estamos comenzando…unidos nadie vendrá a torcernos el brazo¨. Un par de días antes, en La Paz, José Antonio Quiroga, abanderado de una de las plataformas que hace dos años levantaron la muralla que derrotó la pretensión reeleccionista, dijo en que no tenía sentido participar en cualquier elección presidencial si el mandatario iba como candidato a pesar de haber sido derrotado en el plebiscito del 21 de febrero de 2016. Y el ex prefecto de Santa Cruz Rolando Aróstegui proclamó en su página de internet: ¨Se podrá esconder el sol y desaparecer la luna, pero la voluntad del pueblo no se atropellará¨. La temperatura política nacional creció con la jornada del miércoles y ya no serán suficientes los analgésicos para detener el ascenso.
La información que corría por los teléfonos celulares dio cuenta de incidentes en lugares distantes como Puerto Suárez y Riberalta, donde el paro también tuvo consistencia. La TV mostró caravanas de cientos de motociclistas riberalteños que gritaban el mantra anti-reeleccionista que cundió en la jornada: ¨Bolivia dijo no¨. El paro abarcó los cuatro puntos cardinales bolivianos.
La declaración del presidente Morales de que el paro había sido un fracaso, era desmentida en Santa Cruz por las aulas vacías de un gran número de escuelas, el comercio cerrado y calles y avenidas desoladas que aprovechaban algunos vecinos para entablar sendas tertulias y hacer un día de campo mientras los niños gozaban con la oportunidad de pedalear triciclos y jugar. En La Paz, el alcalde Luis Revilla cerró la jornada asegurando que el paro había sido contundente y que la marea manifiesta durante la jornada estaría activa y en crecimiento, a menos que el presidente renuncie a candidatear. En la capital las tensiones fueron mayores, por la proclamación de grupos oficialistas al presidente Morales para una re-re-re. Allí ocurrió el incidente más destacado del día, cuando un disparo de gas lacrimógeno hirió en una pierna a Franco Albarracín, hijo del rector de la Universidad Mayor de San Andrés, Waldo Albarracín, ex Defensor del pueblo y opositor conspicuo.
La jornada tuvo un remate en Cochabamba, con una concentración multitudinaria, con decenas de miles de participantes que escenificaron una de las más grandes manifestaciones de tiempos recientes, que se contraponía a otra promovida por el partido de gobierno para afirmar la renovada candidatura del presidente Morales. Fue en Sacaba donde ocurrieron las tensiones más graves en ese departamento. La policá lanzó gases lacrimógenos profusamente sobre la carretera hacia esa población, decían los partes informativos, pero no se conocía si hubo heridos de gravedad.
Santa Cruz también remató la jornada con una extraordinaria concentración al pie del Cristo Redentor. En la noche, parecía haber calado en muchos participantes la idea de que concentraciones de multitudes como la que engrosaban serían un hecho frecuente en los meses por venir.
El jueves, el presidente iba a asegurar, desde Pando, que el movimiento nacional de ¨la derecha fascista¨ contra su candidatura había sido inferior al que organizaron sus partidarios. Dijo que sus partidarios habían ganado ¨por goleada¨ la presencia militante en las calles que el paro cívico había vaciado, pero pareció más condescendiente que el Ministro de la Presidencia, Alfredo Rada, quien horas antes afirmó que el movimiento de los comités cívicos de todo el país resultó un fracaso pues, en su parecer, no había habido un paro cívico digno de ese nombre. Sin imaginarlo, el mandatario y su ministro evocaban al presidente Donald Trump cuando aseguraba que la ceremonia de su inauguración había sido la más concurrida de la historia de su país. Todo el mundo sabe que no fue así.
Límites de la propaganda
Estos tiempos lucen aptos para mostrar los límites de la propaganda política. Pese a representar una maquinaria poderosa, la propaganda no ha conseguido detener el deslizamiento de la aprobación popular del presidente Morales en un grado que puede anunciar cambios de estrategias. Dos encuestas (El Deber y Página Siete) mostraron que en apenas un año la aceptación del mandatario ha caído en dos tercios y ahora estaría ubicada en un mero 22%. Una recuperación luce empinada ante la persistencia del factor que aparenta ser el que empuja la caída: la decisión de ir adelante con la idea de re-re-re candidatear a la presidencia, apoyada en una decisión controvertida del Tribunal Constitucional Plurinacional. La máxima instancia de la justicia nacional parece encaminada a sufrir la madre de todos los desaires si la Corte Interamericana de Justicia invalida el argumento de que la reelección indefinida es un derecho humano del presidente.
Enciendan sus televisores, escuchen las radios, observen algunos periódicos: la propaganda del gobierno y de sus obras es abrumadora. El sistema propagandístico oficial es uno de los más hábiles y costosos de la Bolivia contemporánea y la caída de la aprobación popular del presidente puede ser uno de sus mayores fracasos. En su primer discurso tras haber ganado la contienda electoral de 2005, el presidente subrayó que no llegaba a la Casa de Gobierno como inquilino sino como representante de un sector con derecho propietario. Esa pretensión tuvo victorias recurrrentes, pero ahora el ciclo parece extinguirse. En un desafío a la propaganda, perdió el 21 de febrero de 2016, cuando el voto mayoritario le cerró el paso. La barrera volvió a erigirse en diciembre con el masivo desdén ciudadano hacia los magistrados de la justicia, encumbrados con votaciones paupérrimas. Ahora se avecina una nueva contienda, con el paro nacional convocado por organizaciones cívicas de todos los departamentos para ratificar la voluntad anti-re-re-releccionista expresada hace dos años
Se supone que el fenómeno es seguido con frecuentes debates por las escuelas de comunicación de las universidades. No ocurre con frecuencia que los esfuerzos propagandísticos sufran traspiés que cuestionan sus estrategias ni que surjan movimientos nacionales que ponen en grave entredicho intereses reeleccionistas. Muchos sociólogos extranjeros pagarían por estar en Bolivia y estudiar el caso.
La diplomacia en el largo plazo
La revista dominical Doble Click, de Los Tiempos, trajo este domingo una nota que los historiadores y comentaristas no dudarán en subrayar su importancia. La reproduzco aquí con autorización del autor.
Walter Auad Sotomayor
Escritor e historiador
Las versiones históricas siempre están cambiando. Eso puede deberse al distanciamiento temporal, al descubrimiento de nuevas fuentes e incluso al surgimiento de nuevas herramientas de análisis. Ese inevitable “revisionismo histórico” muchas veces fue percibido como algo negativo, tal vez porque uno de sus efectos, además de acabar con algunas certezas, haya sido abrir debates para cuestionar corrientes dominantes de opinión.
Pueblos tan diferentes como los incas y los chinos, para iniciar una nueva dinastía se preocupaban en borrar o denigrar el pasado y comenzar una nueva versión, aún cuando se trataba, en el caso de los incas, de historia oral. Hoy en día, denigrar al gobierno anterior es parte de las estrategias políticas en todo el mundo.
El nacionalismo revolucionario, al empeñarse en la tarea de la reconstrucción del Estado frente a lo que consideraba una inaceptable usurpación de papeles por parte de los barones del estaño, se ensañó contra “la Rosca”, la élite intelectual y política que había ejercido un rol predominante hasta entonces.
En ese empeño destacó el trabajo de Augusto Céspedes, que escribió relatos apasionados sobre la guerra y la posguerra en los que embistió contra todos los que habían servido a gobiernos de la Rosca. Esa perspectiva de Céspedes tal vez se justificara en su momento, como parte de un proceso de cambio. Se trataba, principalmente de un cambio de mentalidad.
Pero a veces fue excesivo. El mismo Céspedes trató de forma muy áspera al diplomático y político Alberto Ostria Gutiérrez, que había sido parte de una generación que además de participar en las negociaciones de la paz del Chaco estaba comprometida en la estrategia de sacar a Bolivia de su aislamiento internacional. La constatación de que Bolivia no había buscado relaciones más estrechas con los países vecinos fundamentó la misión de Ostria Gutiérrez en Brasil entre 1936 y 1939.
El diplomático había estudiado derecho en la década de 1920 en Río de Janeiro, al margen de su labor como secretario de la embajada de Bolivia, y era sin duda, el hombre ideal para la tarea. Conocía el país, tenía amigos influyentes y había acumulado experiencia en sus misiones diplomáticas anteriores en Madrid y Lima.
El resultado de su misión fue un tratado con Brasil que vinculaba la venta de petróleo boliviano a la construcción del ferrocarril Corumbá Santa Cruz. Pero sus instrucciones, incluían un tema delicado, que trató directamente con el presidente Getulio Vargas. Se trataba de conseguir una declaración formal del gobierno brasileño de compromiso con la integridad territorial de Bolivia.
El presidente Busch sabía muy bien que eso era muy importante y percibía esa vulnerabilidad cuando aun no habían concluido las negociaciones de la paz del Chaco. En su gabinete, los jefes militares defendían el reinicio de la guerra, pese al desastre causado por la guerra en la economía nacional, al hecho de que 25.000 bolivianos estaban prisioneros en Paraguay y más de 70.000 habían caído en las arenas del Sudeste.
Robert Brockmann, en “Dos disparos al amanecer. Vida y muerte de Germán Busch”, registra que pese a que la situación no era favorable para un reinicio de la guerra, el imaginario boliviano pasó a creer hasta hoy que habían condiciones para una rápida victoria y a la ocupación del territorio perdido durante tres años de enfrentamiento bélico.
La literatura de la guerra no ha conseguido librar al país de algunos mitos como ese, pero es necesario reconocer, 80 años después, la labor de los diplomáticos que trabajaron por la paz y el fin del aislamiento boliviano. Otros gobiernos iniciarían después la necesaria integración con las tierras bajas como parte de la construcción de una nueva conciencia nacional.
La política interna con frecuencia se orienta por objetivos de corto plazo, mientras que acciones de política exterior tienen efectos de más larga duración, como el tratado firmado por Ostria. Fue difícil aplicarlo en lo relativo a la venta de petróleo, pues además de las respectivas coyunturas políticas brasileñas y bolivianas, opuestas a esa venta, se descubrió más tarde que la producción nacional no generaba grandes excedentes exportables. También se constató que petroleros de gran calado no tendrían condiciones de llegar al puerto sobre el Río Paraguay por el que se luchó en el Chaco.
En la práctica Bolivia exportó a Brasil gas natural sólo 60 años después de firmado el compromiso inicial, y aunque la ferrovía demoró en construirse de 1939 hasta 1955, logró acercar a los dos pueblos, como lo había buscado el denigrado diplomático.
El autor publicó en 2013 “Relaciones Brasil-Bolivia, la definición de las fronteras” (Plural) y actualmente escribe sobre la historia de esas relaciones en el siglo XX: “Relaciones Brasil-Bolivia, la construcción de vínculos”.
Testimonios desde la impotencia
Este fin de semana recibí una nota que lleva a apretar los puños y a reflexionar sobre lo que pasa tan cerca de nosotros. Al final, está el enlace para seguir la historia. Juzguen ustedes.
Muy apreciados amigos:
Comparto con ustedes el enlace a un microsite de LA VIDA DE NOS lleno
de significado para nosotros. Se llama DISPAROS AL CORAZON. Es un
proyecto muy especial en el que tuve la inmensa responsabilidad de ser
el productor general.
Es el compendio de siete historias escritas por mujeres que perdieron a
seres queridos en ejecuciones extrajudiciales en Venezuela. Deben
saber que, bajo la justificación de la lucha contra el hampa, los
cuerpos de seguridad del Estado han matado a 6.385 venezolanos en
los últimos cinco años. Es un asunto de enorme gravedad.
Las historias las escribieron de su puño y letra Elibeth, Glory,
Yarelis, Olga, Eloísa, Jennifer y Aurora, mujeres comunes y corrientes
de humildes comunidades de distintas partes del país. Lo hicieron con
el acompañamiento de periodistas y escritores, así que además de ser
denuncias de graves violaciones a los derechos humanos en Venezuela,
los textos son ejemplos de autorrealización a través de la escritura.
En el proyecto, con el cual quisimos conmemorar el 1er aniversario de
LA VIDA DE NOS, participaron asimismo siete fotógrafos, un videógrafo, un
periodista de investigación, una psicóloga y un diseñador.
Los invito a acompañar a estas siete mujeres con su lectura y a
multiplicar su voz hasta donde sea posible.
Va el enlace, un abrazo y una petición muy especial y muy necesaria:
por favor compártanlo tanto como puedan; en estos tiempos de censura
de prensa y afrentas permanentes a la libertad de expresión, el
universo virtual es el único recurso que nos queda para hacerle saber
al mundo lo que nos está ocurriendo; de modo que por favor, tómese
unos minutos para reenviar este correo, si considera que de esa forma
está también haciendo patria. Mil gracias y mis mejores deseos. Este
es el enlace del sitio:
http://www.lavidadenos.com/disparosalcorazon/
Juan Carlos Liendo, del sitio La Vida de Nos
Lula podría asilarse en Bolivia
El periodista e historiador Elio Gaspari, autor de una de las obras históricas más importantes de Brasil contemporáneo, dice este fin de semana en su columna en O Globo, Rio de Janeiro (¨Lula puede evitar la prisión asilándose¨):
¿Lula irá preso? ¿Cuándo? Hay otra posibilidad. Ante una prisión inevitable y próxima, Lula entra a alguna embajada latinoamericana, se declara perseguido político y pide asilo diplomático. No hay ningún indicio de que pretenda hacerlo, pero la realidad enseña que ese camino existe.
Por el curso que toman las cosas, Lula será apresado para cumplir la pena dictada por la justicia. Está condenado a 12 años de prisión, y otros dos procesos pueden aumentar la pena. A los 72 años, pasará algunos años en régimen cerrado antes de acceder a un régimen semiabierto.
Como es preferible llorar en el exterior que reír encarcelado en Curitiba, Lula sabe que tiene el camino del asilo diplomático. Considerándose perseguido politico, conseguiría esa protección por lo menos en dos embajadas, la de Bolivia o la de Ecuador. Pedir protección a los cubanos o a los venezolanos solo arruinaría el episodio.
Para dejar Brasil Lula necesitaría de un salvoconducto del gobierno de Michel Temer. Bastarían unas semanas de trámite y volaría apenas se enfríe el noticiero. Una vez instalado en el país que le otorgue asilo, empezaría a viajar por el mundo. Aunque le retiren el pasaporte, eso sería irrelevante. Hasta 1976, (cuando murió en un accidente carretero, el ex presidente) Joao Goulart, asilado en Uruguay, viajaba con pasaporte paraguayo.
El asilo de Lula podría ser del agrado del gobierno, pues, preso, sería defendido por una incómoda campaña internacional. (Guardadas las proporciones, como ocurrió con el jefe comunista Juan Carlos Prestes entre 1936 y 1945).
La victimización de Lula perdería un poco de dramatismo, pero las prisiones enseñan que con el tiempo la mobilización se marchita y la soledad de la celda predomina. La conjetura tiene un inconveniente: solo podría retornar a Brasil en las alas de una amnistía.