Maduro
Hacia la Corte Penal
El informe de la ex presidente Michelle Bachelet ha recorrido gran parte del mundo y ahora suman todavía más los que creeen que la dictadura de Nicolás Maduro, sustentada en el llamado ¨Socialismo del Siglo XXI¨, debe acabar. Quienes se acoplan a ese sistema y aún lo creen redentor de pobres y oprimidos, pongan las barbas en remojo, pues todo confluye en sostener que ese régimen dictatorial juega sus descuentos. Si su final será cruento o se tratará de un abandono pactado del gobierno, cabeza de una tendencia seguida por poco más de media docena de países (Bolivia entre ellos), lo podríamos saber en poco tiempo. En semanas o pocos meses, dicen los optimistas; en más de un año, creen los escépticos. Por lo que se lee, en realidad todas las opciones que manejan los opositores comienzan con la salida de Maduro y el fin de su régimen. El final no está tan lejos, dicen todos.
Los desajustes producidos en la sociedad venezolana en 20 años de régimen chavo-madurista son tan grandes que los optimistas más radiantes hablan de cuando menos una década de tiempo forzado para enderezarlos antes de volver a fojas cero, es decir a comienzos de siglo. E inversiones alucinantes, de 100.000 millones de dólares el primer año, y tres veces más para los siguientes siete: 300.000 millones de dólares. Gran parte a fondo perdido.
El gobierno venezolano y sus más fervientes seguidores, inclusive fuera de Venezuela, atribuyen la descomposición generalizada que vive Venezuela a las sanciones impuestas por el gobierno norteamericano, especialmente a la industria petrolera. La excusa ignora que los malestares comenzaron a sentirse años antes de las sanciones. Sus raíces se originaron casi un siglo antes, cuando el petróleo comenzó a salir a raudales cerca del Lago Maracaibo y las arcas fiscales obtuvieron la mayor exhuberancia en toda la historia del país. Los gobiernos sucesivos gastaron y malversaron a manos llenas sin dedicar esfuerzos a la producción agrícola e industrial. Hubo iniciativas para la educación, pero nada equivalente en la diversificación productiva. (La ¨revolución de la inteligencia¨ fue apenas un saludo a la bandera que duró mientras su progenitor fue Ministro de Educación bajo un gobierno socialcristiano.) La escalada de gastos continuó en ascenso vertical bajo Chávez. Armas rusas de modelos recientes, fragatas y lanza-cohetes ingresaron en masa al inventario militar venezolano. La presencia china, al igual que en muchos otros países, pasó de ser solo una delicadeza culinaria a dominar gran parte de los estamentos comerciales venezolanos.
Apenas acabó el super-ciclo de alza de las materias primas, alrededor de 2014, Venezuela, cuyos ingresos de divisas dependen en siquiera un 96 por ciento de las exportaciones petroleras, empezó a sentirse mal. El agravamiento fue fulminante, hasta llegar al colapso y al mayor éxodo en la historia del continente, con más de cuatro millones de venezolanos fuera de su país estos días. La cifra solo tiende a crecer.
Los detalles están en los más de 80 puntos del informe de la funcionaria, quien ahora espera la valoración del comité que preside, con sede en Ginebra. Una vez aprobado, sería incorporado a las denuncias ya en curso contra el régimen, principalmente las del Secretario General de la OEA Luis Almagro, quien hace un par de años presentó ante el Consejo Permanente de la OEA un informe tan lapidario para Maduro como el que acaba de presentar la ex presidente Bachelet. Con eso, el dossier gigante pasaría a la Corte Penal Internacional donde podría ocurrir un juicio como el de Nuremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial.
El informe de la ex presidente causó malestar en todos los rincones de la izquierda radical, en especial entre las mujeres líderes del Partido de gobierno, por la afirmación de que las detenidas eran abusadas por los verdugos del SEBIN y del DGCIM que las forzaban a prestar servicios sexuales a cambio de cualquier concesión o con frecuencia a cambio de nada. Pocos se atrevieron a objetar el informe de una funcionaria cuya familia había sido víctima de la dictadura de Augusto Pinochet. Una magistrada del Tribunal Supremo de Justicia se refirió oficiamente al caso para afirmar que el informe buscaba victimizar a las prostitutas.
Como quien pronuncia una sentencia, la magistrada Carmen Zuleta de Merchan declaró en un twitter reproducido por el diario El Nacional: ¨Las mujeres en Venezuela son dueñas de su propio destino y cuando optan por prostituirse (como en todas partes del mundo) es porque son putas¨. La magistrada quiso amortiguar semejante declaración, pero se hundió más al afirmar que solo defendía a las venezolanas genuinamente dedicadas a esa actividad.
Más de una semana después del informe no se había registrado ninguna reacción del gobierno boliviano ni de sus líderes. Es probabloe que no digan nada y que no dejen de apoyar a Maduro en cuanto se les presente la ocasión.
El peligro de ignorar la gravedad del informe es que el aislamiento en el que está Venezuela (solo México, Uruguay, Nicaragua, media docena de islas del Caribe y Bolivia) son aliados de Maduro, junto a Cuba, Rusia, China y Turquía, pueda extenderse a nuestro país a medida que la crisis se agrave aún más.
Más que barbas en remojo, estaría en juego la propia cabeza.
Nueva ronda en Venezuela
La oposición venezolana dio inicio este sábado a la ¨Operación Libertad¨, un esfuerzo opositor extremo para conseguir que los militares renuncien al apoyo que brindan a Nicolás Maduro, y se sumen a la campaña para apartarlo del poder. La iniciativa ocurre a pesar del desánimo que empezaba a manifestarse sobre el uso de medios exclusivamente pacíficos para derrotar al dictador y dar curso a una reinstitucionalización menos traumática de la patria de Bolívar y Sucre al cabo de 20 años de Socialismo del Siglo XXI.
El esfuerzo, por lo que mostró la television, tuvo más participación de la prevista. La gente salió a las calles desde decenas de puntos de encuentro y convergió sobre las áreas centrales de Caracas (lo mismo ocurrió en otras ciudades) con un mensaje muy claro: la lucha por el desalojo está activa y no cederá hasta que Maduro renuncie y abandone el cargo. Si eso llega a ocurrir, será la mayor derrota del Socialismo del Siglo XXI y probablemente su fin.
Hasta ahora no han tenido resultado las manifestaciones masivas contra la dictadura, en cuya vida diaria no parece preocuparle que 54 países hayan reconocido a Juan Guaidó como presidente legítimo y desconocido a Maduro. Los observadores creen que esa indiferencia responde a un instinto de conservación, apoyado en la enorme desproporción entre una población desarmada y un ejército de los mejor pertrechados y más modernos de América Latina que, en los últimos años, no ha trepidado en salir a las calles para apuntalar al acosado régimen de Maduro. Guaidó anunció nuevas concentraciones y protestas para el miércoles que viene.
Diseñado para disuadir cualquier amenaza fronteriza, especialmente desde Colombia, con la que, en el diseño de Bolívar, conformaba una sola nación, y Guyana, en el suroriente, de quien los venezolanos reclaman el territorio del Esequibo (dos terceras partes del territorio guyanés), las armas venezolanas han adquirido lo más moderno que ofrece la industria armamentista convencional, inclusive aviones supersónicos de Estados Unidos y de Rusia, pasando por vehículos livianos y aviones Pucara fabricados por Brasil.
Guaidó asumió el mando el 23 de enero ante una multitud cansada de un régimen que provocó grandes esperanzas en sus orígenes, hace 20 años, y cuyos fracasos incluyeron el pasado mes la ausencia de luz, que dejó durante días a todo el país sumido en la oscuridad. Guaidó, presidente de la Asamblea Legislativa, fue literalmente empujado al timón del país por una multitud ansiosa de relevos que ese día lo vitoreaba durante una manifestación en las calles céntricas de Caracas.
La fecha está llena de simbolismo en la historia venezolana pues aquel el día fue derrotada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien huyó del país cuando fueron vencidas las fuerzas de su policía política y emergió la que fue la democracia más vigorosa del continente.
De la Venezuela del Socialismo del Siglo XXI han emigrado millones (3,4 millones han salido del país forzados por la hecatombe económica y la persecusión política, según los informes más recientes de organizaciones para refugiados.) Hasta fines de año, se calcula que habrá más de cuatro millones de refugiados. Nunca en la historia de la region Sudamericana hubo semejante alud de emigrantes.
Temeroso de que en una justa electoral dirimitoria perdería por amplios márgenes, Maduro ha rehusado atender los reclamos para someterse a una elección. (Las que celebró el año pasado son vistas unánimemente como tramposas, manipuladas para hacerlo ganar.) Bolivia y Nicaragua son los únicos países en Sudamérica y América Central que respaldan a Maduro. Mientras para Nicaragua la sincronía política con el regimen de Maduro está visible en la conmoción interna que afecta al regimen de Daniel Ortega, aún no está claro lo que podría representar ese apoyo para Bolivia.
Hace un par de semanas comenzaron a sentirse los efectos de las sanciones impuestas por Estados Unidos sobre el petróleo venezolano, la vena yugular de la economía que preside Maduro, para doblegar a su régimen y obligarlo a ceder a las demandas a favor de elecciones libres. Las sanciones, que no permiten importar repuestos que se suman a la ausencia masiva de técnicos y especialistas, despedidos o fuera del país por falta de oportunidades, se han agravado estos días con la decision de Washington de extenderlas a los barcos petroleros que transportan combustible. El blanco principal de esa medida son los que transportan petróleo a Cuba, esencial para la isla.
Con esto, la crisis venezolana ha entrado a una nueva fase, que ahora abarca a Cuba. El petróleo que envia a la isla (entre 20.000 y 50.000 barriles diarios, según cifras citadas por The New York Times) es solo una porción de los 100.000-120.000 barriles diarios que enviaba hasta hace un par de años a precio subvencionado o retributivo por la presencia de técnicos y médicos cubanos en Venezuela a título de asesores. Desde la desaparición de la URSS, hace casi 30 años, Venezuela ha sido el sostén económico fundamental de Cuba. Sin ese apoyo, disminuido y ahora a punto de desaparecer con el bloqueo impuesto por USA, el futuro económico de la isla es otra incognita que trae el naufragio venezolano.
Es en ese marco que empieza una neva ronda contra el régimen de Maduro.
Publicado en El Diario de La Paz.
Elecciones con sabor legislativo
Todo parece indicar que tendrán un fuerte carácter legislativo las elecciones a celebrarse en octubre, cuando el gobierno decida la mejor fecha, pues no desea una sobreposición con las elecciones presidenciales en Argentina, donde en las más recientes elecciones hubo unos 100.000 sufragantes bolivianos. Debido a la disputa aún no zanjada definitivamente en torno a la recandidatura del presidente Evo Morales, que los principales partidos opositores se rehusan a aceptar, las principales organizaciones se preparan para una justa en la que por primera vez el principal trofeo puede no ser la presidencia de la república, sino la mayoria de las cámaras legislativas. Desde ellas se habrá de gobernar más que desde la presidencia durante el período 2020-2025, vaticinan politólogos y entendidos en cuestiones electorales.
El Partido de gobierno da por descontado que sus candidatos ganarán la elección. Pero esa premisa aún tiene un camino largo por recorrer debido a la oposición a una nueva candidatura del presidente Morales, que empieza a ser juzgada como una anomalía también en el exterior.
Con el gobierno de Nicolás Maduro tambaleante, o con los dias contados, como aseguran autoridades estadounidenses, resulta prematuro dar por asegurada la candidatura del líder boliviano cuando la corriente que lo lleva, el Socialismo del Siglo XXI, yace en la lona. La camiseta de esa corriente solo la visten el venezolano Maduro y el presidente Morales. De ella ya se apartaron los mandatarios de Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Ecuador, solo en América del Sur. Nadie duda que de persistir en su candidatura, tendrá que remontar una cuesta extenuante muy empinada. Nadie ignora las dificultades de gobernar en esas condiciones, bajo un ambiente externo crecientemente adverso.
La experiencia de perder para el oficialismo la gran mayoría de los escaños parlamentarios ha resultado nefasta para las fuerzas opositoras, que, como imbuídas de un impulso disgregador, han optado por caminos individuales contrario a unir sus fuerzas en un solo frente, sin esperar una todavía supuesta segunda vuelta presidencial basada en la creencia de que el candidato oficial no será capaz de ganar de un solo envión. Eso supondría un cálculo frágil, dicen los entendidos, un todo o nada peligroso para sus proponentes y sus seguidores cuando en muchos ciudadanos persisten dudas sobre la pureza del padrón electoral, al que se atribuye contener registros ilegales correspondientes a difuntos y duplicaciones, entre otros, capaces de alterar resultados.
Aún está pendiente un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de DDHH sobre la legalidad de una nueva candidatura del presidente Morales. Ésta fue rechazada por el referendum de febrero de 2016 pero reimpuesta por un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que dictaminó que la re-elección, inclusive ad infinitum, es un derecho humano individual que se sobrepone a un derecho colectivo como el emanado del referendum.
La espera por el dictamen de ambas instituciones sobre el entredicho luce interminable.¨Estas instituciones deberían actuar de oficio sin siquiera esperar una denuncia¨, me dijo Rubén Dario Cuéllar, quien preside la Fundación Observatorio de Derechos Humanos y Justicia, que pidió el pronunciamiento de las cortes regionales.
¨El silencio que se empecinan en mantener sobre Bolivia, ronda la complicidad sobre la violación denunciada¨. Realcó que el fallo del TCP a favor de las reelecciones indefinidas ¨desconoce la voluntad del soberano expresada el 21F¨ e ignora la CPE que dicta que el presidente y el vicepresidente ¨solo pueden ser reelegidos por una sola vez¨.
Con la candidatura oficial aun en entredicho, los esfuerzos de los partidos que concurrirán a las elecciones de octubre deberán volcarse hacia los pretendientes a cargos legislativos. La campaña que se asoma puede ser una de las más reñidas de la historia.
La amargura del dictador
En julio de 1979, días antes de fugar de Nicaragua arrollado por la sublevación Sandinista, Anastasio Somoza se quejaba con amargura que, bajo presiones internacionales, especialmente de Estados Unidos, se sentía como un tigre amarrado, incapaz de defenderse ante los golpes que lo empujaban al abismo de la derrota. ¨Me siento como un tigre encadenado a un poste al que no cesan de apalear¨, dijo el dictador en una de sus últimas entrevistas antes de huir para instalarse en el Paraguay de Stroessner. Maduro se parecía mucho al dictador nicaraguënse a principios de la semana, pues hasta el jueves no lograba mover un pelo para detener al rival surgido en los últimos dos meses, cuyo ímpetu amenaza con arrastrarlo a un final oprobioso.
Juan Guaidó llegó radiante por Maiquetía, el aeropuerto internacional de Caracas. Los funcionarios lo saludaron sonrientes y lo llamaron ¨Señor presidente¨, ignorando las amenazas que horas antes proferian Diosdado Cabello y otros jerarcas del régimen de llevarlo preso al Sebín, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, cuyas mazmorras el gobierno suele destinar a sus opositores. De allí hasta la ciudad, el joven legislador fue aclamado por multitudes. En uno de los tramos detuvo el vehículo que lo transportaba, se subió al techo y, ondeando una bandera, saludó a los cientos que sobre la principal carretera a Caracas lo vitoreaban. Con ellos, brazo derecho cruzando el pecho, y con una voz de estruendo multiplicado por la de los que lo rodeaban, cantó ¨Gloria al Bravo Pueblo¨, el himno nacional. Fueron momentos en los que el país se detuvo y a la cúpula del régimen pudo habérsele helado el aliento. Uno de los instantes que Nicolás Maduro quizá más temía, se estaba materializando. ¿Qué hacer? En esos momentos, nada.
Guaidó llegó hasta la plazuela céntrica donde una multitud lo aguardaba. Allí comenzó a ejercer su mandato interino. Convocó a sindicatos de empleados públicos a reunirse con él al día siguiente, cuando los delegados obreros aprobarían un paro nacional escalonado para los días que vendrían y que esperaban fuese la antesala de la partida de Maduro.
La jornada fue emblemática, incluso porque era un aniversario que todos registraban. El 5 de marzo se cumplían seis años de la muerte del Comandante Chávez, cabeza de la revolución que había heredado Maduro, cuando la ciencia cubana no pudo contra el cáncer que había invadido el cuerpo del teniente coronel de paracaidistas que dio un vuelco a la historia de su país. Chávez volvió a Caracas para designar a Maduro como su sucesor poco antes de morir.
Poquísimos recordarían que también ese día, 66 años antes, encerrado en un dormitorio de su dacha de las afueras de Moscú, murio José Stalin, en la cúspide del terror que infundía su poder. Fue atacado por un infarto masivo. Nadie pudo auxiliarlo sino después de horas de agonía, cuando la vida se le iba más allá de cualquier ayuda. Su obsesión por la seguridad había hecho que todos los accesos a la habitación fuesen infanqueables.
¨Sic transit Gloria mundi¨, (así pasa la gloria del mundo), decían los romanos. El lunes continuaba diluyéndose el poder que había ostentado Maduro, voz indiscutible que durante los últimos seis años dominó el panorama de la nación con las mayores reservas petroleras del mundo.
La historia de la epopeya que Guaidó (35 años) cumplió en las últimas semanas comenzó a acumular capítulos de leyenda. Desde su salida sigilosa de Venezuela hacia la frontera colombiana, para unirse al concierto que ofrecían celebridades musicales por Venezuela, hasta su retorno en Copa Airlines, desde Panamá, todo estuvo regido por un sigilo máximo. Por las redes se filtró que había viajado de Quito a Guayaquil en un avión militar y de allí en un avión diplomático de Estados Unidos hasta Panamá, donde rodeado de hermetismo, fue el último en embarcarse en un vuelo regular. Ya en el avión, pasajeros y tripulación lo reconocieron y lo vitorearon. Guaidó les pidió que los que habían filmado y grabado las escenas no las divulgaran hasta llegar a Venezuela.
Al salir del área de inmigración, en una escena rara vez registrada, lo aguardaba una docena de diplomáticos de Brasil, Estados Unidos, Argentina, Chile, Paraguay, Ecuador, que lo rodearon para protegerlo hasta que se embarcó en la movilidad que, en un recorrido de 20 kilómetros, lo llevaría a Caracas. El gesto era un detalle mayúsculo pues, horas antes, Estados Unidos había advertido que el régimen de Maduro se cuidase de cualquier incidente que alterase la normalidad del recorrido. La advertencia apuntaba principalmente a los ¨colectivos¨, las bandas del partido de gobierno.
Medios informativos atribuyeron a funcionarios de la Casa Blanca haber dicho que cualquier atentado contra Guaidó sería responsabilidad de Maduro que se extendería a sus aliados. Es decir, la seguridad de Guaidó también debia interesar a Rusia y China, lo mismo que a Cuba, Bolivia y Nicaragua.
La jornada del miercoles alcanzó un clímax surrealista cuando el régimen decidió expulsar a Deniel Martin Kriener, cabeza de la legacion diplomática alemana. El diplomático ignoró la orden y dijo que el gobierno de Maduro carecía de legitimidad democrática.
No son muchos los que lo entienden, pero esta la crisis interesa a Bolivia. Si se fuese Maduro, el gobierno boliviano perdería a su mejor aliado. Solitario en el continente, su camino se complicaría, con una oposición envalentonada que apretaría el acelerador para cerrar el paso a la nueva candidatura del presidente Morales, todo cuando se acercan raudas las elecciones de octubre. Estar solo y sin aliados, o con los supuestos aliados a varios fusos horarios de distancia, puede ser demoledor. Pero eso es tema de otra historia.
La salsa de Maduro
El cuerpo suelto, cada músculo sincronizado con la música y una alegría desbordante, Nicolás Maduro se encogía, doblando un poco las rodillas y la espalda, agachando los hombros y apretando las manos contra el pecho, para, enseguida, levantar la cabeza y con la mirada extasiada volver a erguirse como quien corto de aire busca respirar profundo. Maduro, el dictador al conjuro de cuyo nombre la mayoría de los venezolanos siente que se le hierve la sangre, festejaba su victoria al haber conseguido el sábado impedir el ingreso de ayuda humanitaria que desde las fronteras sur, este y oeste del país pretendía llevar alivio a cientos de miles que tienen en ella la clave para vivir o morir.
La de Maduro fue la salsa del exterminio, una danza que en él luce auténtica. En su éxtasis se apuntaba la masacre de indios Pemones, originarios del sur venezolano por quienes nadie de los que proclaman admiración por los pueblos indígenas se compadeció; la quema violenta de un par de camiones con medicinas y comida, la furia exitosa por reprimir a quienes querían llevar las provisiones al lado venezolano, y los 285 heridos, hasta ese momento, de las bombas lacrimógenas y escopetas de los policías pretorianos y de las bandas enloquecidas llamadas ¨colectivos¨.
Maduro puede haberse anotado una victoria ante sus fanáticos seguidores pero para el resto del mundo que vio las imágenes que transmitieron los canales independientes y las redes mundiales, fue una derrota moral indiscutible. El mundo vio sin filtros la crueldad de las pandillas y la policía al prender fuego a cargamentos de comida y de atacar y disparar perdigones sobre voluntarios desarmados. Y vio el baile de Maduro. Para algunos evocó el pasaje bíblico de la madre legítima que prefería entregar a la criatura con tal que siga viviendo en tanto que la impostora prefería que mataran al niño. Maduro y sus secuaces tendrán mucho que rendir ante las cortes que los juzguen.
Las imágenes que han quedado en la retina de millones corresponden a las de un sistema experto en promover aspiraciones y derechos pero incapaz de retroceder y rectificar, menos aún de ceder y cambiar, y al que se puede apartar solo por la fuerza. En medio de la represión, hubo versiones sin confirmación que decían que el régimen había abierto presidios para incorprar a las fuerzas represivas a convictos peligrosos. Con toda su gravedad, lo ocurrido el viernes ha sido solo una escaramuza que tuvo a algunos testigos excepcionales in situ: los presidentes de Colombia, Chile y Paraguay, y el Secretario General de la OEA. Lo que está por venir puede ser el apocalipsis para Maduro y todo su régimen.
Al agravarse el escenario, algunos medios hablaron este domingo sobre la capacidad de las fuerzas militares de Venezuela, también afectadas por una inflación dicícil de visualizar: cerca de dos millones por ciento anual. (En lo que tarda Ud. en colocar un billete en su bolsillo éste ya tiene el valor pulverizado). Para 2015, el ejército contaba con 115.000 efectivos. El diario brasileño O Estado de S. Paulo dice que para entonces había perdido el 23%, incluso la crema y nata de su personal. El ritmo de las deserciones es tan alto que ha dejado de figurar en las informaciones que proporciona el ministerio de la Defensa. La calidad de su armamento es dudosa, pues no es sometido a mantenimiento con el rigor debido. En una cosa es fuerte: cuenta con aproximadamente 2.000 generales, uno para cada 57 soldados, dice el diario paulista. Una buena parte de ese generalato ocupa funciones públicas. Proporcionalmente, la cifra más que duplica los 900 que se calcula que tiene Estados Unidos.
El presidente interino Juan Guaidó estará este lunes reunido con el Grupo de Lima en Bogotá, donde se decidirán nuevas medidas para apretar más la garganta del régimen. Con lo visto el sábado pueden haber caído los velos que empeñaba la visión de algunos líderes en el hemisferio respecto a la gravedad de lo que ocurre en la patria de Bolívar y Sucre.
Hasta la expresidente de Chile y Comisionada de la ONU para derechos humanos, Michelle Bachelet, tuvo expresiones de condena: ¨El uso de fuerzas paramilitares o parapoliciales tiene una larga y siniestra historia en la región y es muy alarmante verlas operar de manera tan clara en Venezuela¨, dijo en una declaración escrita.
Con lo que ahora puede venir es posible que haya más salsa, pero es discutible si Maduro estará entre los que bailen. h
Sin opciones
A una semana de la autojuramentación de Juan Guaidós como Presidente interino de Venezuela, el regimen de Nicolás Maduro parece haber perdido toda inciativa, ahora comandada por la oposición empeñada doblegar a los altos mandos militares cuadrados con un gobierno cada vez más cercado y hostigado por países e instituciones que presionan por una restauración de la democracia a través de elecciones. Intimidado por la masiva participación ciudadana en las marchas del 23 de enero esparcidas por todo el país, Maduro es reacio a ceder, aunque nada indica que tenga posibilidades de revertir el movimiento que amenaza con arrasar al gobierno chavista vigente desde hace dos décadas.
Entretanto, los observadores señalan que en los últimos días la dinámica de los acontecimientos en ese país parece haber perdido impulso pero que la tendencia apunta a una retomada con las marchas previstas para el fin de semana. A partir de ahí, dicen, la semana entrante podría traer de nuevo ¨días calientes¨ con la posibilidad cada vez mayor de lograr un acuerdo que involucre a sectores militares democráticos para apartar a Maduro del gobierno.
Las especulaciones se traban ahí ante la pregunta de qué hacer con Maduro y los militares que han decidido jugarse por quien es, por ahora, el mandatario más resistido del mundo, excepto por sus aliados, entre ellos Bolivia. La cercanía de Maduro con el presidente boliviano llevaron hace un tiempo a especular sobre la eventualidad de que Maduro escogiese venir a Bolivia, posiblemente al oriente, antes de optar por una residencia más estable de un eventual exilio. Pero la eventualidad no ha sido vista con gran entusiasmo por el gobierno boliviano ni por el presidente Morales, preocupados por las repercusiones que algo así tendría sobre las elecciones de octubre. Para entonces, Morales aspira a ganar una nueva reelección a pesar tropiezos mayúsculos que experimenta la pretensión, golpeada por el referéndum que perdió en 2016 y por el fracaso de la ¨elección¨ de candidatos (primarias), a las que concurrió apenas un poco más de un tercio de la militancia que el gobierno esperaba llevar a las urnas para exhibir musculatura. Los partidos opositores se limitaron a lograr una asistencia apenas ¨simbólica¨ a las urnas, que pocas veces lucieron tan desoladas como el domingo pasado.
¨Nos regalaron votantes¨, dijo un dirigente vinculado a uno de los frentes opositores. ¨Para dar la impresión de que habíamos votado, inflaron nuestra votación en el oriente y en el norte, incluso en lugares donde no hubo votantes¨, dijo. No consiguió, sin embargo, ofrecer evidencias contundentes de la afirmación. Pero la apatía ciudadana ante esa curiosa elección sin contrincantes resultó testimoniada por la misión de observadores de la OEA: votaron unos 400.000 ciudadanos, un cuarto del 1,6 millón que se esperaba que votase. La oposición tildó la jornada como ¨fracaso¨ en tanto que el gobierno se abstuvo de cualquier manifestación triunfalista.
El hecho se agregó con ímpetu a los temores causados por la crisis aparentemente terminal que ocurre en Venezuela, donde el aliado del presidente podría en cualquier momento resultar defenestrado.
Pero cerca de acabar la semana, la meta reeleccionista del presidente Morales se encontró frente a un escollo gigante: Un grupo bipartidista en Estados Unidos le planteó que respete los límites de la constitución y desista de buscar una nueva reelección. ¨Bolivia se encamina a una dirección muy peligrosa, alineándose con regímenes ilegítimos e ilegales, incluso el de Maduro en Venezuela. Es importnte que las partes respeten la constitución de Bolivia, que incluyen límites de mandatos¨.
El grupo está encabezado por Bob Meléndez,del Partido demócrata, y Ted Cruz, del gobernante Partido Republicano. Nadie podía augurar, este sábado de madrugada, que la semana que viene sería políticamente tranquila, ni en Venezuela ni en Bolivia.
Jornada de vértigo
En una jornada de vértigo, las calles de Caracas y las principales urbes venezolanas se vieron colmadas este miércoles con cientos de miles de ciudadanos que repudiaron a Nicolás Maduro y endosaron al joven legislador Juan Guaidó como presidente interino hasta la realización de nuevas elecciones. Quienes veían las imágenes televisivas, coincidían que que la concentración fue una de las mayores registradas en Venezuela.
Mientras el régimen de Maduro se diluía y Guaidó ganaba respaldo internacional reconocido por gran parte del hemisferio, de Estados Unidos a Brasil, Argentina, Chile, Perú, Colombia hasta Paraguay, el anochecer del miércoles solo contaba con la voz de Bolivia y Cuba. No era clara aún la repercusión que podría conllevar el apoyo boliviano al acosado dirigente del Socialismo del Siglo XXI.
En actitud vista por los observadores como de fuga hacia adelante, Maduro anunció que rompía relaciones con Estados Unidos y que daba 72 horas a los funcionarios estadounidenses en Venezuela para abandonar el país. Pero a la medida que firmó enfurecido, se le cruzó la decisión del presidente interino quien, jeans, camisa blanca y paltó azul, había jurado ante Dios y la multitud venezolana en las calles. Guaidó declaró que Maduro no era más presidente. Por tanto los diplomáticos podían continuar en el país. Era el primer gran tropiezo que enfrentaba la ruptura: ¿Cómo hacer cumplir la orden de expulsión?
Entretanto, colgaba de una hebra de araña el único flujo financiero seguro del régimen de Maduro: unos 500.000 barriles diarios de petróleo pesado que desde Estados Unidos compra la refinadora petrolera Citgo. Esa hebra, debilitada aún más por los años de tensión diplomática entre el régimen de Caracas y Estados Unidos, es el único ingreso seguro con que cuenta Venezuela.
Lo ocurrido este 23 de enero subrayó el carácter histórico
de la fecha. En un día similar, en 1958, abrumado por manifestaciones populares
que repudiaban a su régimen despótico, huyó del país el general Marcos Pérez
Jiménez, quien gobernaba con mano de hierro desde hacía diez años. El
derrocamiento, que empezó con una rebellion militar y se diseminó por todo el
país, dio lugar a la
Venezuela democrática bajo la cual el Cnl. Hugo Chávez Frías llegó a la
presidencia 40 años después.
El grado de insatisfacción de los venezolanos con el régimen que, al morir Chávez en 2013, asumió Nicolás Maduro, fue patente en las fotografías de la TV que mostraban avenidas y calles compactas de multitudes que acudieron al llamado de Guaidó y de los principales dirigentes de la oposición para forzar el alejamiento de Maduro y orientar la ruta venezolana hacia senderos democráticos. Igual perplejidad puede haber causado en el régimen la rapidez con la que países de la region reconocieron a Guaidó y le ofrecieron ayuda. Fue el caso de Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro, habló desde el balneario suizo de Davos, donde hablaba con líderes de las finanzas sobre su país.
La asistencia masiva de ciudadanos confirió a la jornada las características de una ¨poblada¨ capaz de desbordarse en cualquier momento. Acusado de haber ururpado la presidencia diciendo que había ganado elecciones que adolecieron de graves irregularidades, inclusive de una escasa participación, Maduro y su partido, el Socialista Unido de Venezuela (PSUV), tuvieron una concentración en la parte posterior del Palacio de Miraflores, del sector opuesto donde estaban las multitudes pro-democracia.
Ante ellas, que igualmente parecían colmar todas las adyacencias del lugar, Maduro firmó la inefectiva orden de expulsión de los diplomáticos estadounidenses. En las primeras filas se destacaba una bandera boliviana, la única fuera de las color rojo que dominaban en el ambiente.
El único soporte firme para Maduro lo dio el general Padrino López, Ministro de Defensa, quien declaró que los militares no aceptaban la presidencia de Guaidó. ¨No aceptamos a un presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la ley¨, declaró, citado por Tal Cual Digital.
Un tiempo visto como una possible figura de transacción que permita el relevo de Maduro, la declaración de Padrino López lo alejó como figura de transición en la baraja de los líderes demócratas venezolanos.
Un Nabuco actual
La propaganda, como instrumento para ganar adhesiones a favor de ideas y tendencias, ha tenido un escenario fértil en Venezuela todos estos años. Al haber perdido el rumbo económico y social y deambular a tropezones para no desplomarse, el régimen de Nicolás Maduro se enfrenta a una etapa mucho más compleja y determinante respecto a todas las anteriores: la batalla de las ideas y la de los sentimientos. Pocos ejemplos podrían describir mejor la lucha venezolana estos días que una representación de Nabuco, la obra magistral de Verdi que canta los sufrimientos del pueblo judío atenazado por las hordas de Nabucodonosor, el rey de Babilonia.
De las tres primeras sílabas proviene el nombre de la obra compuesta hace 140 años, devenida en inmortal. Activistas venezolanos la colocaron en las redes tras comprimirla en cuatro minutos, llenarla de imágenes representativas, desde los tepuys hasta los llanos, caídas de agua y paisajes asombrosos seguidos de marchas y gestos de jóvenes encadenados que reclaman libertad. Ese pedazo de grito libertario de la orquesta de Carora, estado Lara, a cargo de la directora Rosario Angola,circula mundialmente.
Quien minimize los sufrimientos del pueblo venezolano, lea algunas palabras que me escribe una amiga de allí: ¨Cada paso que damos, cada gestión, cada compra que haya que hacer, representan un esfuerzo del que quedamos agotados. Pero en casa, y en otras tantas, seguimos esquivando la idea de emigrar. Nos seduce, nos llama, la vemos como opción de supervivencia, pero mi marido y yo pasamos los 60 años y nos faltan fuerzas y recursos para comenzar de cero en cualquier lugar…mientras podamos resistir aquí, sacaremos de tripas corazones para esperar el momento de la liberación y trabajar por ella desde nuestros espacios.” Y sigue:
¨Las estrategias de aplastamiento del régimen son feroces y pasan por hacer que tengamos que ocupar todo el día en resolver asuntos cotidianos. Ya se han hecho rutina las colas para la gasolina y el gas doméstico. La gente prefiere desplazarse lo menos possible. No hay sueldo que soporte la hiperinflación. La internet funciona muy mal y la incomunicación es nuestro pan de cada día. Viajar a cualquier lugar, dentro o fuera del país, es carísimo y difícil. ¨Qué más te puedo contar?¨
En este marco, escuchar Nabuco (https://youtu.be/83T6Q6piWus) con palabras como ¨ Venezuela, yo lucho por tu libertad¨, evoca los sentimientos de una amplia mayoría de venezolanos que espera desembarazarse del régimen que empezó como una esperanza y acaba con un grito que pide libertad.
Elección y desvaríos
En poco mas de una semana, los partidos políticos bolivianos elegirán por primera vez a sus candidatos a presidente y vicepresidente, en una extraña elección en la que no habrá contrincantes y solo una ratificación de nombres ya conocidos. ¿Puede haber elección cuando no se nos presenta sino una sola ruta? El proceso es rechazado por la oposición por considerar que no se trata de una elección pues solo se han presentado binomios únicos y por juzgar que tiene como único fin el de validar la participación de Morales-García, ganar legitimidad electoral y así ocultar el 21F, todo frente a la elección presidencial de fin de año. El president Morales ha dicho que el 27 de enero ¨aplastarᨠal 21 de febrero, en una jactancia vista como admisión elocuente del valor que confiere a la fecha en que el voto NO se impuso a su pretensión de buscar una nueva elección por encima de la prohibición constitucional de hacerlo.
Parece una constante entre los líderes autoritarios el temor a ser alejados del poder. El temor es mayor cuando se trata de perderlo por vías democráticas, que demostrarían que ya no cuentan con el apoyo popular del que un tiempo gozaron. El ego sufriría un desaire magno. Los estudiosos subrayan que de esos temores nacen desvaríos. Hace pocos días, el líder venezolano Nicolás Maduro dijo que había viajado al futuro y que retornaba tranquilizado pues había visto que a su país le iba bien.
En nuestro medio, dos semanas atrás el presidente Morales anunció orgulloso que en cuestión de días el país batiría un récord al haber perforado el pozo más profundo de Sudamérica, con 8.000 metros. ¨Es una buena noticia, no solo para Bolivia, también para Sudamérica y el mundo¨, dijo en un discurso. Los entendidos andaban perplejos. Hasta el 11 de enero, los equipos de perforación habían llegado a 7.862 metros al cabo de 18 meses de trabajo pero la producción era cero. En los días que siguieron el país estuvo en vilo a la espera del grito de victoria.
El presidente habría tenido más prudencia si le hubieran dicho que en Rusia, el pozo Chaivo, cerca de la frontera con Noruega, tiene una profundidad de 12.376 metros. Todo el campo produce más de dos millones de barriles diarios. Pero principalmente si le hubieran hecho notar que el resultado final es más importante que el esfuerzo empleado para cumplir una meta. Si Colón no hubiese llegado a América toda su empresa habría sido un fracaso y su nombre no habría aparecido en los libros de historia a pesar del esfuerzo financiero y el coraje que la epopeya representó. De nada vale ejecutar excelentes jugadas en un partido de fútbol si se pierde el encuentro. La moraleja es que no hay que anticiparse a la realidad, aún si hay premura por hacerlo para compensar infortunios (no haber descubierto aún nuevos yacimientos, por ejemplo, y tener a la vuelta de la esquina compromisos que deben cumplirse o mostrar a los clientes que el país tiene capacidad exportadora.) Como solía decir un notable político y pensador boliviano, Walter Guevara Arze: Lo importante es el resultado.
Otro ejemplo: El Tribunal Electoral no se ha pronunciado oficialmente todavía sobre la legalidad de la candidatura oficial para los comicios de fin de año. Debe pronunciarse sobre el asombroso paralelo con el caso que, un trienio atrás, le llevó a dictar con celeridad la anulación de la candidatura del gobernador del Beni Ernesto Suárez, y de más de doscientos candidatos de su partido. Fue una medida que claramente favoreció a las candidaturas del gobierno. Ahora que, dentro del período de veda propagandística, se ha publicado una encuesta que favorece al Presidente Morales, el Tribunal vacila pues la medida consecuente sería anular la candidatura del presidente y su vicepresidente.
La oposición, desconfiada de la imparcialidad del órgano electoral, propone una asistencia minima a la elección de ¨pre candidatos¨ este fin de mes. Votarían solo algunos dirigentes de modo que se evidencie el reclamo de los partidos por la parcialidad del órgano electoral. La medida ocurriría cuando la comunidad internacional empieza a observar con cuidado el curso de la democracia boliviana. Nada contribuiría a desvalorizar una elección el hecho de que que no es tal porque ocurrirá sin alternativas; sería ¨un sí o sí¨, y eso no es elección.
Podrían ocurrir resultados inverosímiles: el Partido de gobierno obtendría cientos de miles de votos, y el principal candidato opositor apenas una decena. ¿Alguien creería en esa ¨elección¨?
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