Mes: junio 2018
La fantasía de las palabras
Hoy me encontré con una nota excelente de la periodista Odette Magnet, quien ha sabido ejecutar una simbiosis notable que suele estar latente entre dos profesiones: periodismo y diplomacia. Periodista de muchas latitudes, Odette Magnet lo hizo con muy buenas notas que avalan su calidad en cualquiera de las dos ramas. Hasta principios de año estuvo en Bolivia como Agregada de Prensa y Cultura del Consulado de Chile. La nota que ustedes podrán leer en el enlace la trajo la publicación digital El Mostrador, un sitio importante que alberga opiniones y puntos de vista orientadores sobre sucesos que trascienden geografías.
Cuando más es menos
Rumbo a la primera década de los sucesos sangrientos que lo originaron, el Juicio del Siglo ha atravesado casi todas las vicisitudes de un proceso cuestionado por múltiples irregularidades, sumadas a la imposibilidad de los acusadores de aportar pruebas indubitales de que en Santa Cruz se gestaba una campaña secesionista para establecer una nueva nación.
En la cúspide de las vicisitudes está la confesión del gestor de la tesis acusatoria, el ex fiscal Marcelo Soza, de que el legajo fue concebido para atacar al liderazgo cívico cruceño y afirmar el control del gobierno central sobre la región. La carta con la confesión del ex fiscal no fue admitida como prueba por el tribunal.
Un lugar prominente en la cúspide lo ocupa la salud. Tres de los acusados fueron separados del proceso cuando los informes médicos concluyeron que asistir a las audiencias podría resultarles fatal. Las tres jueces, del total de cuatro magistrados, cayeron, en distintos momentos, abatidas por varias dolencias y las sesiones tuvieron que ser interrumpidas.
Desde la semana antepasada, el juez con salud invicta, el presidente del tribunal Sixto Fernández, estaba internado en un hospital de La Paz, aquejado por dolencias de origen diabético. El tribunal podría funcionar con tres jueces, pero la juez técnica Elena Gemio, la única presente en la sesión el lunes pasado, anunció la suspensión hasta la segunda semana de julio. El lapso supera con holgura los 10 días aplicados para suspensiones intersemanales.
La baja del juez ocurrió a contrapelo de una maratón de sesiones impuesta por el propio magistrado con miras a dictar sentencias a fines de año: suprimió la pausa de una semana tras cada semana de audiencias y dispuso que en los días lunes haya sesiones matutinas. Antes, las audiencias del lunes empezaban por la tarde para facilitar la llegada de los que residen en otras ciudades. En su versión burocrática, el Juicio del Siglo parecía marchar a todo vapor.
Desde noviembre, las audiencias están dominadas por la monotonía de la lectura de números telefónicos correspondientes a llamadas recibidas o hechas por los acusados y los supuestos protagonistas de la alegada conjura secesionista.
Son miles de páginas con números que, a simple vista, nada dicen. Incluso con la eliminación de listas con fajos de números de COTAS dispuesta por los fiscales, nadie garantizaba que la lectura tendría un pronto final.
Eso era hasta el malestar que se abatió sobre el juez Fernández.
Nuevas realidades
La elección de Iván Duque para presidir Colombia y la victoria que las encuestas asignan a Andrés Manuel López Obrador el 1 de julio, colocarán a América Latina ante nuevas realidades geopolíticas que obligarán a un reacomodamiento en toda la región. Duque, consciente de que la magnitud de su victoria con más de 10,4 millones de votos frente a ocho millones de su adversario Gustavo Petro, no es un cheque en blanco, deberá conducirse sin alteraciones mayores sobre el camino heredado de su predecesor, el saliente Juan Manuel Santos.
Los observadores ven razones de sobra para esa afirmación, pues nadie en Colombia aceptaría retornar a la zozobra de la insurgencia armada, a su vez resultado de las fuertes desigualdades de la sociedad colombiana con las que Duque deberá lidiar. Pero hay una expectativa creciente por conocer los ¨ajustes¨que el presidente electo ha anunciado que se propone aplicar para que ¨la paz brille¨. Muchos pagarían para saber de antemano cómo será ese brillo.
Si bien obtuvo un número récord de votos, su rival también lo tuvo, pues nunca antes el perdedor en una segunda vuelta llegó a contar con tantos como Petro. Nadie ve equivocado que hubiera dicho que no se consideraba perdedor en una elección en la que nunca votaron tantos colombianos. Pese a la avalancha de sufragios (19,6 millones de un universo de más de 36 millones habilitados), el porcentaje estuvo lejos del promedio de sufragantes del 70% del total de habilitados que registran las sociedades democráticas.
Casi nadie duda que el ascenso de Duque apretará más las válvulas que aún le quedan a Nicolás Maduro para subsistir. Con cientos de miles de venezolanos que, en un éxodo histórico, salieron de su país para asilarse o instalarse en Colombia o pasar a otras naciones, la situación política venezolana es prioridad número uno para los dirigentes colombianos, cualquiera que sea el signo politico que los orienta. En algunas cancillerías se teme que un cierre mayor de los escasos vínculos que aún existen entre los dos países sería catastrófico, como el estallido de un globo pernicioso sobre toda la región. Eso explica la dinámica de las relaciones entre Washington y Bogotá cuyos diplomáticos, civiles y militares, exprimen sus neuronas buscando soluciones para prevenir una crispación más grave. La clave parece aún en manos de los militares.
Nada parece apuntar hacia una reversión del cuadro devastador que ofrece la patria de Bolívar y Sucre. Lo que queda en pié del que un tiempo fue un vigoroso sector privado (cientos de miles de empresas se han cerrado desde que se hizo cargo del país el Socialismo del Siglo XXI) también luce rumbo al colapso.
Un reciente informe periodístico decía que los trabajadores de un complejo de refinación de petróleo en El Tigre, oriente del país, están ¨canibalizando¨ las instalaciones y robando partes y piezas para venderlas para conseguir comida. Como decía hace algunos días, la pregunta no es más si el régimen de Maduro va a caer, sino cuándo. Ahora se agrega un angustioso cómo.
Con un mandatario norteamericano que tiene a México entre ceja y ceja, la cautela deberá ser un rasgo predominante en el líder centro-izquierdista que asumiría el mando de la segunda economía latinoamericana después de la de Brasil. AMLO, como conocen sus compatriotas a Andrés Manuel López Obrador, habría recibido un 54% de los sufragios si las elecciones hubiesen sido hace un mes. Las encuestas sugieren que la avalancha de votantes a su favor, distante de sus tres rivales en la contienda, también le daría un margen legislativo holgado como para ejecutar sus planes de gobierno. Sería la culminación de sus esfuerzos desde que hace 18 años se lanzó por primera vez en pos de la presidencia.
Quienes observan el panorama politico mexicano aseguran que el mandato que recibiría el ex popular alcalde de Ciudad de México sería contundente como para aplicar sin dificultades su plan de gobierno, una de cuyas bases es tan necesaria que nadie se atreve a contestarla ni a oponerle alternativas: combate a muerte a la corrupción. Como práctica generalizada, la proverbial costumbre de ¨la mordida¨ tendría los días contados, para satisfacción de una mayoría abrumadora de mexicanos.
AMLO ha dicho que de la supresión de coimas, sobreprecios, obras sin licitación, gastos suntuarios y muchas otras granjerías recibiría un espinazo financiero suficientemente sólido como para acometer obras inmediatas, desde las de infraestructura hasta las urgencias más apremiantes de la salud pública y la vivienda.
Armado de esa gruesa armadura ética y un amplio respaldo ciudadano que reconfiguraría el mapa politico nacional, AMLO tendría fuerza suficiente para enfrentar la ¨amenaza externa¨ representada por un gobierno como el de Donald Trump que muchos creen que naturalmente le sería hostil.
No estaría solo. Canadá, también acosado por el neo-proteccionismo de Trump, estaría de su lado en las negociaciones dentro del TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un respaldo y una simpatia por nada menores estaría en la Unión Europea, también afectada por los embates ¨trumpistas¨.
La noche del Gato
Semejanzas, 294 páginas, Plural, Texto leído el 9 de junio, 2018, en la Feria Internacional del Libro, en Santa Cruz
Cuando Juan Carlos Salazar, conocido universalmente como ¨El Gato¨, me pidió que presentara la obra que esta noche nos congrega, con mucha ingenuidad creí que no sería una tarea demasiado compleja.
No fue así. Para abordar el tema con alguna seriedad, debí detenerme en casi todos los capítulos para escudriñar mis propias memorias.
Antes de seguir, debo declarar que la vocación informativa nos une desde hace décadas, aunque nuestras rutas no siempre se cruzaron durante mucho tiempo, sino en algunos de los oasis que se forman durante las turbulencias a menudo asociadas a esta profesión.
A medida que fui leyendo el texto, reconocí que estaba ante retratos de la vida de toda una generación, quizá hasta de dos. No dispongo del tiempo que me habría gustado tener para hablar de todo lo que esta obra requeriría. Hare solo referencias a algunos de los temas que mayor impresión me han causado en este conjunto de crónicas, muchas escritas a lo largo de la dilatada carrera del autor, que ahora las re-edita y les suma novedades inéditas.
La obra no es apenas una suma. Es una suma enriquecida de crónicas hilvanadas cuidadosamente sobre sucesos que esculpieron la historia de estos años. Las semblanzas que nos presenta Juan Carlos Salazar forman una obra que no solo proyecta gran parte de nuestra vida contemporánea. Se trata de historias que a muchos nos han tocado muy de cerca.
Son un ramillete de textos bien escritos y mejor ensamblados como para servir de manuales en las redacciones de los diarios sobre cómo escribir de una manera atractiva y cautivadora, un atributo de quien sabe competir con calidad en ambientes donde el buen uso del idioma y el buen criterio para jerarquizar la información son esenciales para mantenerse profesionalmente a flote y sobresalir.
El recorrido de Juan Carlos Salazar se introduce con un brochazo del genio de Enrique Arnal para pasar por acontecimientos de la historia reciente y desembocar en semblanzas que han dejado huellas profundas en nuestros días.
Con detalles poco conocidos, algunas de ellas son una invitación para obras mayores. El Gato ha lanzado el guante. Esperemos que haya muchos que lo recojan. Es de esperarlo. En un medio en el que los acontecimientos suelen sucederse a una velocidad tal, que lo nuevo, a veces al día siguiente, se sobrepone a lo anterior, lo oculta y con frecuencia queda en el olvido, son muy pocos los que recogen los escombros de la avalancha para reconstruirlos y explicarlos al público en perspectiva.
Quizá pocos sepan que en la casona de piedra y adobe de la paceñísima calle Sagárnaga, muy cerca de la Avenida Mariscal Santa Cruz, tomó forma final y estrenó ¨Gracias a la Vida¨, de la chilena Violeta Parra, cuando bajo el embrujo de la Peña Naira, la canta-autora se reconcilió con el quenista (clarinetista) suizo Gilbert Favre.
El dato está en la ¨apariencia¨ que escribe el autor sobre Pepe Ballón Sanjinés, el dueño y gestor de Peña Naira. ¿Alguien sabía que este personaje se llamaba Luis Alberto? El Gato nos lo recuerda y lo describe como héroe anónimo, presencia inolvidable de los inviernos fríos y madrugadas desiertas de La Paz que, desde ese cenáculo del folklore, confirió universalidad a muchas tonadas tristes y alegres del folklore andino que peregrinan por el mundo.
Sus páginas nos llevan al inolvidable maestro de periodistas Luis Ramiro Beltrán, quien a los 18 años ya era un periodista pleno, con sus primeras armas ajustadas y pulidas en el venerable ¨La Patria, de su Oruro natal. De ahí nos lleva a Héctor Borda Leaño, para entretener al lector con anécdotas que volvieron al político socialista un orureño universal, un personaje que, ya diputado, en gesto desesperado para detener la aprobación de un contrato que iba a entregar la explotación de una mina de zinc muy rica a capitales privados, bajó al sótano del Palacio Legislativo y reventó los fusibles, dejando todos los ambientes sin luz hasta el día siguiente.
Las tribulaciones de la cochabambina Amalia Decker, quien, en su propio domicilio y a los 15 años fue juramentada como discípula del ELN por ¨Inti¨ Peredo, están registradas aquí.
Conocida en el mundo literario nacional y extranjero, hace un par de años estuvo en Santa Cruz para presentar su ¨Mamá, cuéntame otra vez¨, la novela de su experiencia en las filas del ELN y su mutación hacia la social-democracia en las filas del MIR.
Nos dice Salazar que esta ex luchadora de fuste, decepcionada del que creyó que era ¨el paraíso socialista¨ de Cuba, ahora cree que la única herencia de Ché Guevara es un ícono hermoso, de una de sus fotografías más conocidas. Nada más.
Ser corresponsal de una agencia internacional de noticias tiene ventajas que compensan el estar alejado de las realidades cotidianas del terruño. Entre ellas, está la de conocer en carne y hueso a grandes protagonistas de la literatura universal, el arte, la religión y la política. De los encuentros periodísticos con Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Mario Vargas Llosa , ¨el Gato¨ nos entrega las crónicas que escribió en su tiempo y que acaparan páginas agradables de la obra que esta noche nos entrega, inclusive las crónicas sobre las visitas de Juan Pablo II a Cuba y México.
Merecen atención especial, sin la duda más minima, las páginas dedicadas a Gloria Ardaya, la combatiente heroica del MIR, que salvó la vida milagrosamente aquella tarde del 15 de enero de 1981, temblando aterrada debajo de un catre mientras esbirros del régimen militar asesinaban a los compañeros con los que había estado reunida.
Si tuviera que escribir una reseña periodística de la obra de Salazar, habría dicho al comenzar: ¨La única sobreviviente de una masacre brutal hace casi 40 años, que segó la vida de ocho líderes politicos y multiplicó las angustias de vivir bajo un regimen de terror, ha anunciado que escribe sus memorias que incluirán detalles de la carnicería del 15 de enero de 1981 y las ambiguedades de su partido, que nunca contó al público ni a su militancia todo lo que llegó a saber¨.
Las memorias de Gloria Ardaya traen de vuelta momentos que muchos querrían olvidar. Entre muchas otras cosas, pueden abrir heridas sobre actitudes de género en la sociedad política boliviana con discriminaciones aberrantes hacia las mujeres, que en esos tiempos y tal vez aún ahora tenían que quintuplicar esfuerzos para alcanzar el equivalente a un varón.
El desarrollo informativo del tema y su profundización, corresponde a los medios nacionales pues lo que hago esta noche es solo una reseña de una obra que merece ser leída.
Un capítulo indispensable, que nunca fue abordado en nuestros medios, encierra pinceladas de la vida de un personaje del mundo periodístico , que se destacó por sus ocurrencias por donde quiera que pasó.
Augusto Montesinos Hurtado fue un ¨periodista de alma¨ y un reportero en todo momento de su vida, como lo describió en una ocasión en Caracas una de las plumas más valiosas del periodismo argentino, Rogelio García Lupo, muerto hace un par de años.
La mención que de él hace Juan Carlos Salazar es tributo a este personaje (orureño, por supuesto) muerto en Cochabamba hace unos cinco años, que paseó sonriente y con holgura por muchas redacciones del continente.
A las anécdotas que cuenta el Gato podrían agregarse muchas otras, incluso aquella cuando detuvo el tráfico en una calle céntrica de Lima, para que el vehículo en el que estábamos pudiese pasar, interrumpiendo una ceremonia matrimonial en la que los novios, desconcertados en el atrio del templo, no sabían qué hacer.
Augusto los hizo entrar con prisa a un taxi que por allí pasaba. Al conductor le impartió la instrucción de llevar a los novios al hotel más próximo. Apremiado por el bullicio de las bocinas del tránsito embotellado, el sorprendido conductor partió. Nunca se supo adónde llevó a los novios. Padrinos e invitados tampoco ,lo supieron.
Por las páginas de estas Semblanzas circulan decenas de nombres de periodistas. Antonio Miranda Soliz (+) , Luis Gonzáles Quintanilla, los hermanos Victor Hugo y René Carvajal, Eduardo Ascarrunz, Jesús Urzagasti (+), Juan León Cornejo (+), Leticia Sainz, Sandra Aliaga, Ana María Campero (+), Alfonso Prudencio, Ramiro Cisneros (+), Walter Montenegro, José Luis Alcázar, Humberto Vacaflor.
Creo que el etcétera tendría que ser largo, sin dejar de observar que los dos últimos, Alcázar y Vacaflor, pasean en la obra con frecuencia.
Hay al menos tres con crónicas destacadas en este ramo de Apariencias. Son las semblanzas de José Gramunt de Moragas, el patriarca jesuita, fundador de Agencia de Noticias Fides, y alter ego del autor; de José ¨Chingo¨ Baldivia (+) y de Cayetano Llovet (+).
Estoy seguro que Baldivia, colega del Gato en Radio Fides, con quien Alcázar escribió una obra a cuatro manos, es el inspirador de capítulos referidos a Chile, el país donde muchos periodistas compartieron segmentos de exilio.
Con 41 capítulos en los que puede encontrarse a Luis Espinal, Salvador Allende, Víctor Paz Estenssoro, Eduardo Rodríguez Veltzé, Hernán Siles Zuazo en una secuencia apasionante para el retrato histórico de nuestro tiempo, Semejanzas es una obra indispensable para quienes deseen estar informados sobre capítulos esenciales de la vida boliviana y de los personajes que cruzaron por el camino profesional de Gato Salazar.
Sin ninguna ironía, diría que se trata de una hazaña, en un medio donde, desde lo alto, se pregona que no leer en libros es una virtud. Es, por cierto, un verdadero desafío.
Al comenzar y al concluir la lectura de Semejanzas uno no puede evadir cierta nostalgia por esos tiempos y dejarse invadir por el deseo de ponerse a tono con lo leído y tomar una copa de vino tino, del buen tarijeño, una empanada y quizá algún queso de Charagua.
Gracias Gato, gracias a todos ustedes.
¿Hacia el final?
Desde el ¨por qué no te callas¨ que soltó el Rey Juan Carlos, exasperado por la perorata interminable del comandante Chávez, nunca una intervención en alguna reunión regional concitó tanta adhesión como cuando el canciller chileno Roberto Ampuero, con ira reprimida, le dijo a Jorge Arreaza, su par venezolano, que entregue y escuche a su propio pueblo la tarjeta de visita que le había dado tiempo atrás.
Las malas maneras de la oratoria social-comunista se encogieron ante los ojos de millones que vieron la escena y otros tantos que estos días la ven por las redes sociales como una reafirmación del fantasma de la Corte Penal Internacional que persigue al autócrata venezolano y a su régimen y, quizá, a sus amigos más incondicionales. Los aplausos para Ampuero mostraron la magnitud del repudio hemisférico a un sistema que hace 20 años prometía el paraíso y ahora se ha vuelto un Rey Midas al revés, que vuelve miseria todo que toca.
Fuera de la propia Venezuela, la pared ciega e insensible con la que Ampuero equiparó a Arreaza, recibió el respaldo de Bolivia, Surinam, y las islas caribeñas de San Vicente y Granadina y Dominica. Un año antes, los alineados con Venezuela fueron 11. El cómputo del lunes en la Asamblea de la OEA fue una muestra más del crepúsculo que ensombrece al régimen de Nicolás Maduro. Nadie apuesta a si va a caer, sino cuándo.
Bolivia, que se sepa, no mostró ningún rubor al figurar en el exclusivo mini-club de simpatizantes de Maduro ni de importarle su identificación con un régimen del que han escapado cerca de dos millones de ciudadanos el último par de años, en sí una terrible advertencia para la ciudadanía de cualquier país cuyo gobierno se empeñe en militar en el Socialismo del Siglo XXI que encabeza Maduro.
El agotamiento de las últimas pilas del régimen está a la vista. La producción de petróleo (95% de los ingresos del país) está en menos de 1,5 millón de barriles diarios y por falta de inversiones y mantenimiento decrece entre 3.000 y 5.000 bpd. Pronto, a menos que ocurran cambios drásticos en el país, podrían descender a un millón, nivel de 1945. Si los militares estarán decididos a llegar a eso, que puede asomar en un año, será asombroso por la magnitud de la catástrofe. Ni los propios militares podrían subsistir pues es probable que el maremoto también los ahogue.
Nada indica que el trayecto cambiará bajo Maduro y su régimen. Sus amigos ni siquiera podrían remojar las barbas, por la verguenza de haber apoyado a un régimen que llevó a su país al naufragio.