Juicio del siglo en limbo legal: Prado Salmón abandonó audiencia

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El general Gary Prado Salmón abandonó esta tarde el “juicio del siglo” en protesta por el que consideró un grave incumplimiento del juez respecto a la aplicación de una decisión del Tribunal Constitucional que dispuso la anulación de una declaratoria de rebeldía que le había impuesto el mismo tribunal en Tarja a fines de 2011. La aplicación plena de la decisión del TC habría llevado a la disolución del tribunal y al nombramiento de nuevos jueces.

“Uno no puede soportar tanto.  Esto es una pantomima”, dijo el general retirado, quien, como capitán del ejército, en 1967 rindió al jefe guerrillero cubano-argentino Ernesto “Ché” Guevara. La decisión del general conmocionó a la sala de audiencias del Palacio de Justicia de Santa Cruz. Los policías en la sala, a falta de órdenes directas, intentaron evitar que se fuera y cerraron la puerta principal del recinto. La mayoría de los presentes en la sala se puso de pie y, en medio de gritos –“déjenlo salir”, “abusivos”-, dejó perplejos a los policías durante unos instantes, hasta que el juez Sixto Fernández se acercó a la reja que divide el recinto y le dijo al general si era consciente de la medida que estaba tomando y sus consecuencias. El militar le dio que sí. Entonces, con un gesto, hizo que los soldados se apartaran y dejaran salir al general, en silla de ruedas desde 1981.

Minutos antes, el abogado Otto Ritter, había acusado al juez Fernández de incumplir la ley y de desobedecer al Tribunal Constitucional que, dijo, le ordenaba remitir el caso al tribunal de turno e instalar por completo en Santa Cruz el caso que cumplió cuatro años el pasado 16. “El juez desconoce la ley”, dijo y afirmó que el ministerio  público, presente a través de los abogados del gobierno en el caso, debía ordenar de inmediato la detención del magistrado.

Tras eso, dijo que su defendido abandonaba la sala de audiencias en protesta por la “inconsecuencia” que atribuyó al juez.

La decisión del general dejó al juicio en un limbo legal temporal, pues el proceso no puede continuar sin la presencia de todos los acusados.

La acusación, representada por el abogado del gobierno Sergio Céspedes, pidió que el juez de inmediato expidiera un mandamiento de aprehensión del general.

El juez decidió suspender la audiencia hasta el 6 de mayo, cuando haría conocer sus decisiones sobre el incidente.

El origen del incidente viene desde que, en el último trimestre de 2011,  fueron instaladas las audiencias en Tarija, para  año y medio después ser trasladadas a Santa Cruz, el pasado 18 de febrero. El general Prado Salmón no estaba presente en Tarija alegando problemas de salud, que esta semana fueron certificados por una forense oficial. La audiencia en Tarija no podía ser instalada sin la presencia de todos los acusados y el juez Fernández y un juez técnico declararon a Prado Salmón en rebeldía.

Con la ausencia del acusado legalmente resuelta, pasaron a juramentar a las jueces ciudadanas y las audiencias empezaron a desarrollarse.  Pero la semana antepasada  el Tribunal Constitucional anuló la declaratoria de rebeldía en vista de los argumentos de Prado Salmón sobre su salud, y ordenó una evaluación. La forense, venida desde Sucre, presentó su informe y concluyó que el general retirado no tenía condiciones de viajar a Tarija sin poner en grave riesgo su salud debido a problemas que le ocasionaría la altura.

Tras ese informe, la defensa esperaba que el juez ordenase retornar todo el proceso a sus inicios en Tarija, pero en Santa Cruz, y a entregar el caso al tribunal equivalente en esta ciudad, sede del juez natural, pues el caso tuvo origen en Santa Cruz, con la incursión policial armada al Hotel Las Américas el 16 de abril de 2009.

“Este juicio ya no tiene fuerza, ya no tiene fuerza moral”, dijo el abogado defensor Rolando Aróstegui. “Lo que hemos visto es una manifestación de su degradación”. Comentaba el hecho que el juez  Fernández no había logrado articular una reacción adecuada para el fallo del Tribunal Constitucional.

Personalmente, me pareció que el juez no sabía qué camino escoger. Enfrentarse al TC habría sido demasiado peligroso para su carrera. Aceptarlo y, como pedía la defensa, retrotraer el proceso a sus inicios en Tarija y desconocerse a sí mismo y a los jurados, era también peligroso. Estaba entre la espada y el precipicio y se dio un breve respiro hasta el 6 de mayo.

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