Prado Salmón

Grietas nacionales

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A unos 15 minutos de la plaza central de Santa Cruz, se levanta un mural de seis metros de ancho por cuatro de alto construido  con sigilo en los últimos meses. Podría no llamar la atención, pues se encuentra en un barrio tranquilo de poco tránsito, pero apenas uno ingresa a la Plaza Litoral, detrás del estadio Tahuichi Aguilera, percibe una larga lista de nombres y emblemas que cubren la parte frontal del monumento y el curso de  un rio que atraviesan soldados con la divisa nacional. Gran parte del plano posterior está cubierto por los nombres de cientos de combatientes que sirvieron durante la gesta representada en el mural.

Los sobrevivientes, amigos y parientes costearon la construcción con aportes modestos el valor de decenas de placas de bronce. Es el tributo perenne de los soldados bolivianos a  la memoria de sus compañeros caídos durante la guerrilla de Ñancahuazú hace 50 años y de quienes fueron enrolados para el combate. Entre ellos lucen los nombres de los 54 que murieron atacados o en combate durante los siete meses de campaña. Su costo ha sido unos 10.000 dólares. La obra corresponde al pintor e historiador cruceño Carlos Cibrián.

En Vallegrande, cerca de donde se libró el combate final con la insurgencia que capitaneaba Che Guevara, la jornada tiene este domingo un programa denso y de significado opuesto. Cuenta  con la participación asegurada de cientos de invitados, algunos venidos desde plazas lejanas y gran parte de  sus gastos cubiertos con fondos del estado. Altas autoridades nacionales son parte de actos conmemorativos para rendir su propio tributo al comandante de esa guerrilla y por  rebote menospreciar a quienes la ganaron.

Algunos excombatientes dijeron que se los había  invitado a ir a esa ciudad también con todos  los gastos pagos además de un viático especial y que había declinado con disgusto porque consideraan ese gesto como una indignidad.  Se proponían sí asistir, en cambio, al acto inaugural de Santa Cruz este domingo.

Nunca fueron tan patentes las grietas en la sociedad boliviana manifiestas bajo el gobierno del presidente Evo Morales a propósito de ese episodio, que marcó con fuego la vida del país en la segunda mitad del siglo pasado.

Legisladores del gobierno descolgaron desde los balcones de la Brigada Parlamentaria Cruceña, en la plaza principal de Santa Cruz, el diseño con el rostro más conocido del guerrillero argentino-cubano. Por un par de días los dos cuadros reinaron solitarios en ese lugar pero pronto otro más grande pero menos sólido fue colocado entre ambos y les hizo compañía con un mensaje opuesto, en homenaje a los bolivianos caídos que en las ceremonias oficiales de Vallegrande eran ignorados. Quienes pasaban por el lugar observaban con callada sorpresa el antagonismo expresado por los mensajes, prueba del empeño del gobierno para homenajear al comandante de los vencidos y de la tenacidad de cruceños anónimos de homenajear a los vencedores.

El mural levantado en la Plazuela Litoral del Barrio Militar estaba listo para ser descubierto al público hace tres días y muy pocos reparaban en su significado, salvo la frase del Himno Nacional destacada en la cúspide de la obra: ¨Loor eterno a los bravos guerreros¨.

El perfil  gigante del mural , aún cubierto, se destacaba estas noches bajo la luna, que ha estado en la misma posición clara y brillante de los días finales de la guerrilla hace 50 años. Su luz ayudaba a las operaciones del ejército y obligaba a los sobrevivientes a mantenerse cubiertos. Cuando en un día como hoy, 8 de octubre, en la madrugada se ocultó, los cinco sobrevivientes del combate final aprovecharon la oscuridad para escapar del cerco militar y  emprender una fuga espectacular hacia el oeste y llegar a la frontera con Chile, donde fueron rescatados.

A partir de ahí se desencadenó una ofensiva de las izquierdas para reivindicar al guerrillero argentino-cubano y convertir su derrota incuestionable en una palanca propagandística indispensable.

El mural que se inaugura hoy es el primero a medio siglo de la caída de Ernesto Guevara. Es también el primer homenaje público masivo bajo el gobierno del presidente Morales, quien en cuanto tuvo  oportunidad exhibió  simpatías y adhesión reverente al comandante argentino-cubano.

Hace varios años las autoridades militares instruyeron a las unidades a conmemorar la victoria con siglo y dentro de sus cuarteles. ¨Tuvimos que conmemorar a escondidas y en voz baja¨, me dijo entonces el general Gary Prado Salmón.  La instrucción buscaba no contrariar a Cuba, pero eso puede  haber provocado una contrariedad mucho mayor en las filas militares, en especial entre los oficiales que participaron en el combate a la guerrilla, sobre la que el ejército tuvo una victoria decisiva, la única en el Siglo Veinte.

Algunos historiadores creen que con los años, el fervor del grito ¨patria o muerte¨ empieza a ceder por representar una contradicción patente con el gesto final del comandante guerrillero y su exclamación: ¨No disparen, soy el Che¨.

El recuerdo orgulloso de la victoria se patentiza todos  los años en esta fecha cuando beneméritos y ex combatientes la conmemoran con una misa en la Catedral. Por lo general todos llegan sigilosos y vuelven de la misma manera a sus domicilios en o fuera de Santa Cruz. Ninguna autoridad suele asistir.

Prado Salmón, cuyo nombre personifica esa victoria, es uno de los bolivianos más conocidos dentro y fuera de Bolivia. Un estudiante, sobre todo si es extranjero, podrá ignorar los nombres de los últimos 10 presidentes de Bolivia pero con certeza no ignorará el nombre de Prado Salmón. El gobierno del presidente Morales acusa al  general de pretender dividir al país, bajo cuya bandera luchó y venció hace 50 años para dos décadas después después ser declarado Héroe Nacional por el Congreso, el único con esa distinción en más de medio siglo.

La historia de la jornada de hace 50 años la ha contado en un libro, ¨La Guerrilla Inmolada¨. Hace pocas semanas entró en circulación la cuarta edición desde 1987. Las entrevistas y conferencias que ha tenido pueden con facilidad contarse en miles.

Es probable que la ceremonia de este domingo sea la última en la que hable de la campaña en la que triunfó. ¨Son 50 años que vengo contando la misma  historia¨, me dijo. ¨Ya no más. Me cansé. No concedo más entrevistas sobre esta historia¨. Era miércoles y acababa de colgar el teléfono y declinar una  invitación para asistir a un programa de television.

(*) https://haroldolmos.wordpress.com

 

 

El telón se levanta

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La guerrilla inmolada, del Gral. Div. (r)  Gary Prado Salmón.  Sirena, 325 páginas

Por HAROLD OLMOS (*)

 

Esta obra, cuya primera edición data de 1987, es la historia de la derrota de un movimiento guerrillero comandado por la mayor expresión de esa forma de lucha contra un ejército que menospreciaba, convencido de que era tan fácil vencerlo que Bolivia sería solo un puente rumbo a Argentina, el destino principal.  El devenir de los meses en la selva desnudó su engaño para desembocar en el epílogo que todos conocen. Una de las grandes paradojas de la historia de la insurgencia y de las luchas políticas en América Latina aún por desmenuzar es que las izquierdas radicales convirtieron la derrota en un acto heroico que vendieron por todo el mundo. Los compradores, huérfanos de esperanzas, recibieron la narración sin espíritu crítico, y aceptaron la versión cómoda que les daban sin oponer resistencia, para luego entregarla a masas y generaciones acríticas, impermeables a las observaciones del sentido común sobre los errores garrafales de quienes urdieron la campaña. Sin estridencias ni retórica, el general Prado Salmón cuenta la historia de la guerrilla y el comportamiento de las fuerzas armadas bolivianas en los siete meses de insurgencia en la selva. Al final de la aventura, la mayor inconsecuencia fue el adiós a la arenga de ¨Patria o muerte¨, de la que era un forjador, para entregarse gritando por su vida, ¨no me maten, soy el Che¨.

Una novedad en la obra para estos 50 años de aquel episodio es la breve presentación de ¨La Guerrilla Inmolada¨ en su cuarta edición. Para el autor, el título escogido lo dice todo. ¨Esta fue una guerilla enviada al sacrificio, inmolada en el altar de las necesidades políticas de Fidel Castro de garantizar su liderazgo local y regional y su permanencia en el poder. Lo logró, sí, pero a costa del sacrificio de su propio pueblo que aún no consigue recuperar su libertad y está anclado en un modelo político obsoleto y sin perspectivas¨.

Muchos de los que hablan de la campaña del Che poco reparan en examinar un hecho que sentenció al movimiento. Lanzadas las operaciones, ningún voluntario se sumó y los campesinos, que el comandante creyó que se levantarían entusiasmados con su presencia, fueron el mejor auxilio del ejército para ubicar a los guerrilleros y derrotarlos. Con un desdén natural hacia la guerrilla y ante un discurso nebuloso que les ofrecía tierras en un país donde la idea de reforma agraria no cuajaba pues en la region de los combates tierra era lo que más sobraba, para los campesinos la música revolucionaria era como ofrecer agua a los peces de un rio.

El autor subraya que el escenario para la insurgencia fue escogido sin que nadie lo hubiese recomendado como apto para la tarea. Distaba cientos de kilómetros de las fronteras más próximas e incluso de los centros urbanos bolivianos. No solo eso. El campamento construido resultó más débil que la casa de los chanchitos de los cuentos infantiles y fue tomado por el ejército sin una sola escaramuza.

A la pérdida del que debía ser un refugio permanente e inexpugnable, se agregó la division de la columna, ocurrida tras desplazarse a la cabeza de la vanguardia combatiente dejando a la retaguardia (¨resaca¨) en el campamento, para acompañar hasta Muyupampa  a Regis Debray, Ciro Bustos y George Andrew Roth. Prado Salmón subraya la división como uno de los errores capitales del comandante.

La pregunta de por qué ocurrió esa division no ha tenido aún una respuesta satisfactoria.  ¿Una improvisación porque estaba muy seguro de que el viaje sería tranquilo? O ¿era que el comandante ya estaba librado por completo a su suerte y sin esperanzas de recibir algún apoyo? La retaguardia escapó hacia el monte cuando llegó la patrulla del ejército que tomó el lugar y los dos grupos nunca volvieron a encontrarse.

El autor recuerda que era tan evidente la situación sin destino en que se encontraban que algunos insurgentes plantearon al comandante la disolución del movimiento. El Che los desoyó y la guerrilla continuó deambulando, cada vez más cerca del ejército que lo acorralaba. Prado Salmón sostiene que ¨la negativa a disolver la guerrilla tiene una razón de fondo: el Che no tenia dónde ir. Cerrado su retorno a Cuba (cuando Fidel Castro leyó una carta que se suponía que sería secreta hasta su muerte), ¿dónde podría refugiarse? Por eso la marcha hacia el ocaso tiene su justificación final en la continuación del movimiento hacia el enfrentamiento definitivo¨.

El autor juega fuerte pero la hipótesis que apunta a la responsabilidad de Fidel Castro en la guerilla y su destino no es solo suya. Surge al amparo de la Guerra Fría. Argentino que nada le debía a Fidel sino al revés, era una espina en el zapato. Cuba sobrevivía gracias a la Unión Soviética y, a pesar de haber sido ignorada en la crisis de los cohetes cuando John Kennedy negoció directamente con Nikita Khurschev su desmantelamiento, el vínculo con los rusos era el único cordón que sostenía a su revolución. Puesta ésta y el Che en la balanza, no había salida.

A partir de ahí, para compensar la derrota, comienza ¨la construcción del mito del guerrillero heroico, del gran idealista, del conductor militar y exitoso, con poca relación con la realidad¨.

Ese capítulo ganó impulso en 2006 cuando llegó al gobierno Evo Morales e inició su cruzada para revivir al personaje. Prado Salmón anota que esa resurrección, con homenajes y monumentos, se ha llevado a cabo ¨despreciando y denigrando o pretendiendo denigrar a los oficiales, suboficiales y soldados que defendieron la soberanía nacional bajo un gobierno constitucional, derrotando al invasor¨.

¨No han tenido éxito¨, afirma en un lacónico diagnóstico. ¨Los jóvenes soldados de 1967, hoy ciudadanos cercanos a los 70 años, ostentan con orgullo el título de Beneméritos de la Patria¨.

Las batallas del general no han acabado. Es el más notable de los ¨denigrados¨ pues el gobierno del presidente Morales, con el Juicio del Siglo, lo tiene como parte de un plan para descuartizar al país que defendió hace medio siglo. Es una venganza, ha dicho, de los viudos del Che, ahora prominencias en el gobierno, consecuencia de una de las típicas volteretas de la historia boliviana que encumbra a algunos por períodos que, al extinguirse, como siempre ocurre, acaban en anécdotas.

 

En la huella de la distopía

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La muerte de Fidel Castro ha reproducido lo que durante su vida el comandante sembró: polarización y controversia. La figura, elevada y firme durante gran parte de su vida, y en los últimos años encorvada y decadente, ha recorrido los espacios informativos de todo el mundo. Genio y figura, pocos meses antes de morir manifestó desconfianza hacia el deshielo entre Cuba y Estados Unidos, que busca superar un distanciamiento de más de medio siglo y oxigenar a la isla. Nunca dejó de afirmar que Cuba era un edén en gestación, aunque la realidad le decía que de ningún paraíso la gente escapa a montones dispuesta a sacrificar la vida en el intento. Bajo su vision, Cuba era la utopía realizada pero para gran parte de sus compatriotas ha sido una distopía real donde todo ha resultado tan insoportable que hay que escapar de la isla.
Las muerte del conductor cubano mostró la dificultad de muchos medios y comentaristas de definir al régimen. Nadie dudaría en calificar como dictadores a los generales Pinochet, Videla, Stroessner o Trujillo. Extender la definición al lider cubano, fallecido el viernes 25 de noviembre a los 90 años, ha sido difícil, peor aún subrayar las condiciones opresivas que subsisten en la isla. Fue perceptible el prejuicio cuando medios escritos bolivianos y de otras latitudes titulaban al día siguiente que ¨el mundo llora¨ la muerte del líder cubano. Nadie dudó cuando se dijo que el mundo había llorado el fallecimiento de la Madre Teresa de Calcuta. Atribuir ese sentimiento mundial hacia Fidel Castro fue un exabrupto ni siquiera explicable en la prisa por cerrar la edición.
¿Por qué? Una tentativa de respuesta es la resistencia del ser humano a desengañarse y aceptar que sus ilusiones se han vuelto una pesadilla. Ni siquiera los testimonios de quienes vivían esa realidad convencía a los que cerraban los ojos y seguían creyendo en la vision romántica de una revolución que entusiasmaba en sus primeros años y que acabó en una maquinaria despótica. El fanatismo enceguece, como cuando un articulista ruso pretendía que se le creyera que ¨1984¨, de Orwell, retrataba a Estados Unidos y no a la URSS.
Durante un viaje a la isla hace unos años, conversaba con un vigilante de playas que no admitía que Cuba había dado pasos gigantes en garantizar la salud, en grado envidiable para sus vecinos del continente. El vigilante arqueó las cejas y me dijo: ¨Eso dice la propaganda. Para la mayoría como yo, un hospital es inalcanzable. Usted puede ser atendido y beneficiarse de esa medicina porque va a pagar en dólares. Los cubanos no podemos hacerlo¨.
Dos países sudamericanos fueron foco especial de su atención: Venezuela y Bolivia. Con ambos tuvo los peores desencuentros y las alianzas más fructíferas. Fue a Caracas pocas semanas después de derrocar a Fulgencio Baptista y al presidente socialdemócrata Rómulo Betancourt le pidió un préstamo inmediato de 300 millones de dólares y petróleo subsidiado. Buscaba apoyarse en la riqueza venezolana para catapultar al castrismo por el continente. ¨De esta entrevista depende el futuro de la revolución¨, dijo a quienes lo acompañaban. No recibió nada. Betancourt, que había ganado las primeras elecciones libres venezolanas tras la caída del dictador Pérez Jiménez (1948-1958), le dijo que su país también estaba en aprietos y que para darle petróleo tenía que comprarlo a las compañías petroleras y venderlo a precio menor. Un negocio pírrico para un país que, entonces, ostentaba índices de atraso peores que los de Cuba.
Castro se fue con las manos vacías y en los años sucesivos Betancourt debió enfrentar invasiones guerrilleras apoyadas por La Habana, que pretendían convertir a Venezuela en otra Cuba. El ejército las derrotó y la mayoría de los invasores acabó presa. Más tarde, sus líderes, desencantados con el socialismo real, abrazaron la democracia y algunos llegaron a ser respetables legisladores. Cuarenta años después, al llegar al poder Hugo Chávez, Castro encontró en el teniente coronel venezolano el respaldo que Betancourt no le dio. Con torrentes de petrodólares, Cuba apuntaló su economía y ¨exportó¨ miles de profesionales sin cabida en la economía estrecha de la isla.
Con Bolivia, la apuesta fue también grande. Compró la idea de que, en 1966, Bolivia vivía bajo una dictadura que se desmoronaba y la guerrilla que iba a encabezar Ernesto Che Guevara sería la mecha que incendiaría a un país que suponía ansioso por un sistema de gobierno como el cubano. Fue otro fracaso. La creencia absurda de que en Bolivia sería como en Cuba hundió a la columna, que pasó gran parte de los 10 meses de su odisea en lucha feroz contra la naturaleza, en especial insectos, mosquitos, parásitos y, carente de refugio seguro, bajo un hambre que la acosó incesante. ¨Nuestro problema principal era encontrarlos¨, me dijo el general Gary Prado Salmón, ante cuya compañía Che Guevara se rindió tras gritar ¨no disparen, soy el Che¨.
Cincuenta años después, Castro encontró en Evo Morales uno de sus más grandes admiradores, dispuesto a alcanzar metas de la revolución cubana bajo un sistema recauchutado: el Socialismo del Siglo XXI.

Medio siglo después

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¨Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.¨ Carta del Che  leída  por Fidel Castro en la reunion tricontinental de La Habana, 1966.

Medio siglo después de desembarcar en Bolivia para crear ¨uno, dos, tres, muchos Vietnam¨, Che Guevara no creería a sus ojos: el Vietcong ganó la guerra y Vietnam, reunificado bajo la égida comunista, se volvió un país dotado de un vigoroso ímpetu capitalista que lo ha catapultado como usina exportadora que coloca en el supermercado planetario casi de todo, desde zapatos hasta circuitos integrados. Sus principales escaparates están en Estados Unidos.

Che Guevara puso pie en Bolivia el 3-4 de noviembre de 1966. Su aventura acabó en pocos meses, el 8 de octubre siguiente, con su rendición (¨no disparen, soy el Che¨) y su ejecución al otro día dispuesta por la triada militar que comandaba Bolivia (René Barrientos, Alfredo Ovando y Juan José Torres).

Los historiadores ven en el desenlace un capítulo escrito en la pared, resultado de sus desencuentros con la realidad. ¨Venía de fracasar en el Congo, donde sus afanes guerrilleros ni siquiera fueron notados¨, dijo el Gral. Gary Prado Salmón, en una entrevista para este trabajo.

Prado fue el capitán ante cuyos hombres el Che capituló, en la única victoria militar decisiva en todo el Siglo XX.

Causó polémicas por donde pasó. Tras cinco décadas de haber venido a Bolivia, persiste el debate sobre qué lo llevó a esa determinación.

Una noción recurrente es que dejó Cuba desalentado porque sus propósitos de multiplicar el proceso cubano se nublaban ante la coexistencia pacífica URSS-USA.

La confrontación de octubre de 1962 y el desmantelamiento de los cohetes soviéticos en la isla y de los norteamericanos en Turquía, habían dado el golpe de gracia a la tesis de un choque nuclear inevitable entre los colosos. El nuevo modus vivendi no permitiría otra Cuba en el hemisferio y liquidaba la idea de desatar insurgencias en todo el continente en solo un quinquenio. Su situación en Cuba resultaba insostenible pues discordaba de la coexistencia que aceptaba Cuba, cuya sobrevivencia dependía de la Unión Soviética.

Fue al Congo, donde creía que había fermento para nuevas luchas. Su visión  era incorrecta y en poco tiempo estaba en un callejón sin salida.

Ahí ocurrió algo que precipitó su destino. El 1 de abril de 1965, seis meses después de llegar al Congo, Fidel Castro leyó ante el pleno del PC Cubano la carta de despedida que el Che le había dejado. Renunciaba a todos sus cargos, incluso a la ciudadanía cubana, para que Cuba no fuese responsabilizada por sus actos.

Fuentes diversas aseguran que, cuando supo de la revelación, montó en cólera, pues, afirmaba, la carta debía ser divulgada solo de ser prisionero o de morir. A partir de la revelación estaba inerme y Fidel quedaba como líder indisputado.

Documentos de una edición de ¨Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo¨, el diario que escribió el Che en Tanzania, tras dejar las selvas congolesas sin pena ni gloria, subrayan la conclusión del combatiente sobre su aventura africana: ¨Esta es la historia de un fracaso¨.  La edición reprodujo una carta de Fidel Castro urgiéndolo a retornar: ¨…dada la delicada e inquietante situación en que te encuentras ahí, debes, de todas formas, considerar la conveniencia de darte un salto hasta aquí¨.

No fue un salto fácil. Viajó a Tanzania, donde estuvo meses en la legación cubana, y a Checoslovaquia, donde esperó tres meses la autorización para retornar a Cuba. ¨Cuando finalmente pudo hacerlo, fue bajo estricto sigilo y otra identidad¨, dijo Prado, quien ha leído gran parte de la literatura sobre el combatiente al que venció.

¨Estuvo de incognito en una granja cerca de La Habana donde se encontró con Fidel. De ahí salió la idea de venir a Bolivia¨, en base a un estudio de Regis Debray tras visitar Alto Beni y Chapare. ¨Es notable que la zona escogida para operar fuese el sudeste, la menos estudiada¨.  Este punto es uno de muchos aún no dilucidados. Aún se desconoce la influencia de los jóvenes bolivianos que estudiaban en Cuba y que fueron parte de la columna original de 21 hombres (17 cubanos) que vino a Bolivia. El resto de los 51 hombres fue compuesto por los que se sumaron al movimiento tras la llegada del Che.

El trasfondo de todo era el cisma comunista, con China contra la coexistencia pacífica abrazada por la URSS, interesada más en desarrollar su imperio que ocuparse de las revoluciones que el comandante buscaba desencadenar. El resultado de esa pugna sería otra de las sorpresas que encontraría el Che: Rusia perdió la Guerra Fría y está embarcada en su propia ruta capitalista, mientras China ha desarrollado un capitalismo de estado gigante y fuertes intereses con Estados Unidos, decidida a competir por la supremacía económica mundial.

Tras pernoctar en el Hotel Copacabana de La Paz, se fue a Cochabamba y Santa Cruz rumbo a la Casa de Calamina, cerca de Ipita, ruta a Camiri, en los parajes del sudeste, donde iba a instalar el campamento base.

La controversia sobre la operación en Bolivia continúa vigorosa. Hay estudios que desahucian la estrategia foquista y subrayan errores de la campaña. A Prado Salmón le parece imperdonable que ignorase sus propios principios. ¨Pregonaba que la guerrilla no debe dividirse, pero él la fragmentó cuando salió para evacuar a Regis Debray y Ciro Bustos, a principios de abril de 1967.¨

¨Él fue con la vanguardia y el centro del contingente para dejar a los evacuados cerca de Muyupampa. Joaquín quedó con la retaguardia en el campamento, sin que hubieran siquiera acordado un punto de reunión posterior ante cualquier contingencia. Error fatal. El ejército, que ya sabía de la base en ¨La Casa de Calamina¨, ocupó el lugar y Joaquín escapó:  con gran parte de su gente enferma, no podría resistir. Al retornar de la evacuación del dúo, el Che se encontró con el campamento tomado. Evitó retomarlo y empezó a buscar a Joaquín, que hacía lo mismo respecto a él. La guerrilla dividida nunca volvió a encontrarse¨, dijo Prado Salmón. ¨Esa fragmentación facilitó el trabajo del ejército, que combatió a una fuerza nómada, sin base y disminuida con la división¨.

Tras la capitulación, Prado Salmón estuvo largo rato junto al hombre que había rendido. Luego lo vio durante idas y venidas al campamento mientras ocurrían refriegas esporádicas. Café y cigarrillos y con el fragor de la batalla disipado, hubo un intercambio tranquilo. ¨Quería saber qué sería de él. ´Ud. Será juzgado por un tribunal militar de la división de Santa Cruz, bajo cuya jurisdicción está Ud.´¨ recordó haberle dicho.

¨Preguntó si (el juicio) sería en Camiri y le respondí que sería en Santa Cruz. Hablamos entonces de Santa Cruz y de Bolivia. Él quedó con la idea de que sería traído a juicio a Santa Cruz.¨  Prado Salmón subrayó que cumplida la entrega del guerrillero a sus superiores, volvió al comando de sus hombres. Al retornar, le informaron de la ejecución del comandante. ¨Yo no me esperaba una cosa como la que pasó¨.

Humberto Vázquez Viaña, en su juventud comunista fervoroso y de los primeros en sumarse al movimiento, fue crítico demoledor de la campaña. Murió en 2013 dejando una estela literaria que lo consagró entre los mayores iconoclastas del ¨guerrillero inmortal¨.

En ¨Dogmas y Herejías de la guerrilla del Che¨ (Ed. El País, 2013), Vázquez Viaña lo llama ¨hereje¨ y relata decenas de errores que llevaron a la capitulación. Sin logística ni abastecimientos, ordenó marchar hacia el Rio Grande con un objetivo fundamental: conseguir alimentos, cuya compra, transporte y volumen alertaron a los vecinos.

Vázquez Viaña menciona el silencio coincidente cubano-boliviano sobre la presencia del guerrillero en Bolivia. Callarla anuló ¨la mejor arma estratégica, por no decir la única, con la que contaba la guerrilla¨. El autor creía que esa presencia habría movilizado a multitudes de todo el mundo a favor de su causa.

Medio siglo después, son más densas las dudas sobre la viabilidad de lanzar desde parajes desolados tan remotos y hostiles una campaña para replicar la de Cuba.

(Publicado en Página Siete, suplemento dominical Ideas,  30 de octuubre, 2016)

La piedra en el zapato

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Caroline Dwyer vino a Bolivia hace dos semanas y demoró pocas horas en llegar a la conclusión de que su viaje desde las tierras verdes y frías de Irlanda había sido una nueva frustración. Era su segunda venida a los andes y los trópicos sudamericanos en busca de averiguar porqué y quién mató a su hijo de un balazo certero en el pecho en un episodio sangriento que siete años después aún es una sombra para el gobierno. Las autoridades afirman que el joven irlandés vino desde parajes remotos de su país para involucrarse en una conjura, sembrar terrorismo para dividir Bolivia y proclamar una nueva nación en el centro continental.
En busca de lograr que las autoridades bolivianas contribuyan a esclarecer el caso, mantuvo en los últimos años una actitud cautelosa. Creyó que el viaje del presidente Morales a Irlanda y las entrevistas que sostuvo con las principales autoridades de ese país hace ocho meses, allanarían el camino para una investigación internacional independiente y dar con los responsables de la muerte de su hijo.
Cálculos iniciales decían que esa investigación estaría activa en abril. Pero la comisión aún no se ha formado, aún carece de anuncio oficial, y la investigación continúa con el epílogo que le asignó la versión oficial: él y sus compañeros dispararon sobre la policía desde sus habitaciones y ésta abrió fuego. Permanecen las dudas sobre si los que estaban en el Hotel Las Américas pudieron disparar pues dormían semidesnudos, o en qué condiciones batallaba Dwyer para recibir casi a quemarropa el disparo que le perforó corazón. Su compañero Elöd Tóásó dijo que lo había visto a su lado de rodillas en una pista de aterrizaje en la madrugada del 16 de abril de 2009. La forense oficial irlandesa envió hace años su informe sobre su compatriota, pero la defensa dice que el documento se quedó en la cancillería boliviana y no fue enviado al juez a cargo del caso.
¨Lo menos que podían haber hecho antes de que emprendiera el largo viaje a Bolivia, era avisarme que no me recibirían¨, dijo al retornar a su país. ¨Mi experiencia me dice que las autoridades bolivianas nunca serán parte de una investigación sobre la muerte brutal de mi hijo¨, agregó, citada por diarios irlandeses. El departamento de asuntos exteriores de Irlanda emitió una declaración en la que subrayó su ¨grave preocupación¨ por la inutilidad de la visita. Una preocupación similar había emitido durante la visita del presidente el año pasado.
Consulté a la señora Dwyer por correo electrónico sobre los trámites para su visita y las autoridades con las que esperaba entrevistarse. ¨Todo fue arreglado con el departamento de asuntos exteriores a niveles diplomáticos¨, dijo. Por lo visto, esperaba verse con niveles altos de la Cancillería. Cuando estuvo en Bolivia las autoridades concertaron un encuentro con dos técnicos con los que Caroline Dwyer habló, pero ninguno de ellos era siquiera testigo de alguna de las partes en el juicio y el tema para ambos parecía desconocido. Si se trató de una manera de evadir un problema, es difícil creer que se hubiera evadido algo.
El traspié no configura buenos augurios para el Juicio del Siglo, que debe reanudarse esta semana tras casi tres meses de tropiezos, ahora a la espera del resultado de una apelación a la decisión del tribunal que decidió apartar el general Gary Prado Salmón hasta que se cure de viejas heridas. La fiscalía quiere que el militar sea reincorporado a las audiencias, pero todos los diagnósticos, incluso de los forenses oficiales, dicen que las heridas del general deben curarse so peligro de un grave desenlace. Con el fracaso para abrir el caso a investigadores externos la ofensiva de la familia Dwyer podrá volverse más abierta y más activa.

Un dúo dinámico

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Jerjes Justiniano y Osvaldo Peredo Leigue, sin proponérselo, ayudaron a colocar al Presidente Morales en figurillas que llevará tiempo despejar. Al reclamar una amnistía para el general Gary Prado Salmón provocaron una reacción iracunda que apuntaló la idea de sus críticos de que los termómetros emocionales del mandatario tienen un punto de ebullición muy bajo. Puede especularse que las dos figuras otrora prominentes del partido de gobierno, que osaron sugerirle que amnistiara al militar y exhibiera una imagen generosa y magnánima poco conocida, se han abierto el camino para un ostracismo oficial mayor al que ya tienen. En su haber está el empujar una dinámica que derivó en el capítulo de la semana pasada que ordenó separar al militar del proceso en curso y permitirle restañar escaras de viejas heridas.

El llamado catapultó un descontento que yacía en la sociedad boliviana por el trato al militar, ante quien capituló Ernesto ¨Che¨ Guevara y liquidó la idea de crear en el mundo ¨uno, dos, tres, muchos Vietnam¨ (cuando Vietnam estaba muy lejos de ser la potencia exportadora de estos tiempos después de hacer las paces con el capitalismo). El llamado del dúo se diseminó en la estela de otras voces similares que empezaban a surgir.

El presidente puede haber juzgado oportuno atacar al dúo y al militar cuya amnistía postulaban y, de paso, uno diría que por costumbre, también al ex Ministro de Gobierno Carlos Sánchez. El resultado fue una oportunidad dorada para enderezar el relato histórico. Erró grueso cuando escribió que el asesino del Ché Guevara fue el oficial que rindió y entregó con vida al guerrillero argentino-cubano. Ese comportamiento fue base para que, años después, el congreso lo declarara Héroe Nacional. El presidente desconoció un capítulo esencial. No se atrevería a repetirlo en alguna aula de secundaria en Cuba o Argentina. Tampoco en una escuela boliviana. Sería como decir que Juan Domingo Perón murió al caer de su caballo o que al general J.J. Torres lo mató una gripe invernal.

En TV (No Mentirás, Ximena Antelo), el militar convaleciente preguntó al presidente si Boinas Verdes Estados Unidos invadieran Bolivia y los soldados bolivianos los derrotaran ¿no los condecoraría? La respuesta está pendiente.

En otra larga entrevista (Mónica Salvatierra, Séptimo Día, El Deber), Osvaldo Peredo apuntó artillería pesada contra Ramón Quintana (¨puede convertirse en un incordio en el gabinete¨) y el Vicepresidente Álvaro García (profesa un indigenismo académico).

Ha sido como cuando se lanza una piedra sobre el amanecer del Titicaca y su oleaje comienza una dinámica imprevisible.

Fuego entre amigos

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Nota: Esta versión Incorpora tres líneas de precisión en el segundo párrafo.

Pocos fines de semana han exhibido de manera tan explícita las diferencias de opiniones y de ideas básicas en el gobierno como este domingo. Dos personas que hasta no hace mucho tiempo podían ser consideradas como militantes ¨pura sangre¨ del que las autoridades, sus líderes y simpatizantes adoran llamar ¨proceso de cambio¨, tocaron la puerta del Presidente Evo Morales y el mandatario les respondió con un portazo.
Jerjes Justiniano, dirigente socialista ex embajador en Brasil despedido el año pasado en un rito sumario en el que no se le dio la palabra para defenderse, y Osvaldo ¨Chato¨ Peredo, ex comandante de la guerrilla de Teoponte (1970), habían planteado al presidente dictar una amnistía para el general Gary Prado Salmón, vencedor de la guerrilla que comandó Ernesto ¨Ché¨ Guevara en 1967 y años después declarado Héroe Nacional por el Congreso.
Puede haberles consumido más tiempo preparar el planteamiento que al presidente responder en su cuenta Twitter.

Sus términos, fieles a una escuela donde lo importante parece ser solo disparar sin mirar a quién, fueron una manera inequívoca de decir un No sonoro: ¨Jerjes del socialismo, Chato guerrillero, y Sánchez Berzaín el zorro defienden a Gary Prado, general de dictadura, asesino del Ché y separatista¨. Los dos proponentes tendrían una asignación importante para cumplir: enseñar historia contemporánea con detalles. Por ejemplo, que el general ahora retirado entregó vivo a Che Guevara y que mandos superiores ordenaron su ejecución, cuando Prado estaba de vuelta en operaciones de rastrillaje de los remanentes de la guerrilla castrista que había derrotado.  Ningún estudiante de historia se atrevería a sustentar la tesis del presidente. Luego, ningún masista ilustrado podría explicar por qué, salvo por  ¨default¨, el presidente involucró al ex ministro del MNR con el dúo ahora en el centro de un campo de batalla que debe parecerles desprovisto de toda brújula.

La jornada del domingo trajo el primer sacudón noticioso de la jornada con una entrevista de Mónica Salvatierra, editora del suplemento ¨Séptimo Día¨ de El Deber, con el ex comandante guerrillero y uno de los líderes gestores del MAS.

¨Chato¨ Peredo cuestionó la presencia e influencia en el gobierno del ministro Juan Ramón Quintana y el poder que dijo que ha alcanzado el vicepresidente Álvaro García. Del primero dijo que era ¨contradictorio¨ que continuase en el gobierno y como el hombre de mayor peso en las decisiones del Estado, y del segundo que era solo un invitado que había roto las reglas de la hospitalidad y entrado hasta el dormitorio.

¨Es el hombre más poderoso del país¨, precisó. ¨Él ha convertido a nuestro proceso en padre de los pobres pero (también) en madre de los ricos porque los amamantamos. Ha progresado como nunca la banca privada y no ha progresado la salud del pueblo¨. Lanzó una advertencia: Si sembramos capitalismo cosecharemos capitalismo.

Evo Morales, de acuerdo al ex comandante de Teoponte, vive en ¨un laberinto existencial¨, diagnóstico al menos respetable por provenir de un médico sicoterapeuta. Para algunos que leyeron la entrevista fue tarea del día trasladar ese laberinto a ideas y conceptos que suele manejar el Primer Mandatario. No hubo reacciones inmediatas del gobierno.
Horas más tarde eran divulgados los ¨tuits¨ presidenciales y quedaba la impresión de que el dúo Justiniano-Peredo había puesto en alto relieve contradicciones y fisuras en el partido a cargo del gobierno desde hace más de una década.

El ¨Yo acuso¨del general

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El Juicio del Siglo, en curso en Santa Cruz desde hace tres años, está desde el martes en un terreno más quebradizo y pantanoso de lo habitual, y parece próximo a definiciones importantes desde que el general (r) Gary Prado Salmón acusó al tribunal de haberlo sentenciado a muerte ¨a corto plazo¨. En respuesta, el tribunal ignoró su condición convaleciente y desencadenó el desenlace anunciado: las escaras que soporta desde hace años se abrieron en la propia sala de audiencias y quedó patente la amenaza de una septicemia capaz de volver ese plazo dramáticamente más corto.
El viernes, las audiencias fueron suspendidas hasta la semana subsiguiente, en un nuevo aplazamiento del proceso que tuvo sus orígenes cuando fuerzas de la policía atacaron un hotel y mataron a tres personas, apresaron a dos sobrevivientes y desencadenaron una amplia persecución sobre dirigentes de Santa Cruz. Entre los 39 acusados está el general Prado Salmón, quien desde 2013 se defiende en el juicio oral acusado de tramar una campaña terrorista con miras a dividir al país en cuyo ejército ganó máximos honores.
El juez Sixto Fernández y la acusación, que sostiene que el general declarado Héroe Nacional por el Congreso, conspiró para despedazar Bolivia, no vieron otra salida el viernes que aplazar la audiencia, que se había reinstalado tras semanas de repetidas interrupciones originadas en la salud del militar.
En la semana que pasó los acusadores perdieron una batalla fundamental: la de la opinión pública. Que sobre una camilla desgastada y sucia oficiales del Cuerpo de Bomberos colocasen sin el debido cuidado al soldado vencedor de una campaña decisiva para Bolivia, fue demasiado crudo y cruel para que cualquier miembro del gobierno, por más fervor oficialista que tuviere, condonase las imágenes que registraron los medios.
Nadie salió a defender la causa oficialista. Dos prominentes figuras del partido de gobierno, el ex embajador en Brasil Jerjes Justiniano y Osvaldo Peredo, líder de la guerrilla igualmente efímera que sucedió a la que derrotó el general Prado Salmón, enviaron una carta al presidente Morales pidiendo una amnistía para los procesados.
Al principio, el presidente decía que los supuestos terroristas habían querido matarlo, pero la acusación de magnicidio fue suprimida de la acusación y quedaron solo las de ¨terrorismo y alzamiento armado¨ que desde hace más de tres años los acusadores tratan de probar. Una de las mayores acusaciones durante el juicio ha involucrado a funcionarios del gobierno de haber colocado un explosivo en la puerta de la casa del Cardenal Julio Terrazas.
En el alegato que presentó al reiniciarse las audiencias el martes, el militar destacó que, pese a ser considerado ¨la pieza más importante¨ del proceso, ninguna de las declaraciones de unos 40 testigos de cargo presentados por la acusación lo involucra en terrorismo o alzamiento armado. Aún más, dijo al tribunal, en sus declaraciones bajo juramento esos testigos dijeron que no tuvieron ningún contacto con él. Declaró que solo dos oficiales de la policía, no presentes en los actos investigados para el proceso, llegaron a decir, citando otras declaraciones que descartó como comprobadamente falsas, que él había estado en el stand de Cotas donde se afirma que operaban los supuestos sediciosos. El militar está en silla de ruedas desde hace 35 años.
¨Usted, señor Juez¨, le dijo al juez Fernández, ¨ha demostrado desde el primer día de su participación en este juicio una manifiesta parcialidad con el gobierno en contra mía, claramente por instrucciones superiores. Yo, personalmente atribuyo también una parte de esa animosidad a su militancia en el PCB y sus simpatías hacia Ernesto Guevara¨.
En un frase que pareció también dirigida a sus colegas militares, registró: ¨Quiero dejar constancia de que me siento satisfecho y orgulloso del deber cumplido en la campaña de Ñancahuazú en 1967 como militar profesional…de haber conducido adecuadamente a mis hombres al combate contra una fuerza extranjera invasora, de haber derrotado militarmente al Ché, de haberlo entregado vivo a mis superiores, mientras los miembros del Partido Comunista que lo habían hecho venir lo abandonaban¨.
En otra declaración polémica dijo que no dudaba que en el proceso ¨se mueven intereses políticos¨ y que en dos ocasiones el jefe del Estado ofreció públicamente al Fiscal General ¨la candidatura a la presidencia en el futuro a cambio de una sentencia condenatoria a ´esos terroristas que me querían asesinar´¨. Agregó más filo a sus palabras al referir que altas autoridades del gobierno habían estado detenidas acusadas de terrorismo. ¨Y ahora resulta que los terroristas somos los que nada hemos hecho¨.
Reclamó que ya en agosto pasado había señalado al tribunal que su salud requiere de cuidados especiales por las úlceras. Por eso su familia había decidido traer a las audiencias una camilla que, sin embargo, no ayudó a curar sus cicatrices en la baja espalda pues cada subida y descenso al vehículo que lo transportaba desde su casa implicaba presión sobre la parte afectada de su cuerpo.
Este fin de semana era difícil apostar por la reinstalación de audiencias el 18 de julio o por el futuro del propio proceso. Su continuidad ha quedado ligada a la salud del general y, por extensión, también a la de otros acusados que han desfallecido durante las audiencias.

¿De Moscú a Palmasola?

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El mayor juicio penal de la historia boliviana tropezó todo el mes de junio en la desconfianza de la defensa sobre la calidad profesional de quienes deben guiar su administración, en tanto que el método de  ¨juicio abreviado¨ se adjudicó la confesión de culpa de otro detenido en Palmasola.

Tres forenses del gobierno decidieron que el general (r) Gary Prado Salmón, quien acababa de soportar una limpieza de escaras tras cirugías recurrentes en la parte inferior de la espalda y asomaba la posibilidad de una nueva operación, tenía condiciones de cumplir un horario igual al de cualquier persona con salud plena: ocho horas diarias.

La carga horaria con efecto inmediato determinada el jueves por los forenses es superior a la de 5 ½ horas que solía cumplir el militar hasta antes de la crisis más reciente, originada en el balazo que recibió hace 35 años cuando intentaba reimponer el orden en una zona rural cerca de Santa Cruz. Dobla también las cuatro horas diarias que habían recomendado sus médicos tratantes: dos en la mañana y dos en la tarde.

Los forenses oficiales no explicaron en qué mejoramiento de la salud del militar basaban el dictamen, que para la defensa revelaría que en la condición del paciente se estaría operando un fenómeno extraordinario.

El episodio derivó en una controversia y, a la postre, en una suspensión de la audiencia hasta el 4 de julio. Junio ha sido uno de los meses más accidentados de todo el proceso, que lleva más de tres años en Santa Cruz y más de siete desde el asalto al Hotel Las Américas que lo originó.

En estos días debe ocurrir la libertad plena de Gelafio Santisteban Stroebel, el joven militar boliviano que sirvió en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas en Congo y Haití y a quien el ahora exiliado ex fiscal Marcelo Soza acusaba de participar en planes para sembrar el terror en Bolivia, doblegar al ejército y crear una nueva  nación. Los antecedentes no valieron y el ex fiscal apoyó la acusación en una auto-descripción como ¨experto en combate urbano¨ referida supuestamente a otro de los acusados ahora fuera de Bolivia en una conversación electrónica.

Con la acusación de terrorismo quitada, Santisteban esperaba salir esta semana de la prisión de Palmasola, en Santa Cruz, tras acogerse a un sistema de ¨juicio abreviado¨, para abogados de la defensa reminiscente de los ¨Juicios de Moscú¨ para suprimir a disidentes bajo Stalin.

Santisteban confesó ser culpable del delito de ¨alzamiento armado¨, que había negado durante todos los años de su detención. La misma decisión de optar por un proceso abreviado fue asumida el año pasado por otros cinco detenidos en el caso penal más célebre de la historia nacional (terrorismo, separatismo, magnicidio y alzamiento armado) contra 39 personas. Entre los acusados figuraba el padre del militar, el general (r) Gelafio Santisteban Hurtado, cuya exclusión del proceso habría sido parte del acuerdo alcanzado por Santisteban Stroebel.

En la Rusia bolchevique, el régimen encarceló a críticos y opositores prominentes quienes, ante la incredulidad de quienes los conocieron, admitieron culpas que siempre negaron. Con los cargos desprovistos de evidencias que los sostuvieran, los juicios pasaron al registro histórico como una farsa.

En Bolivia, diseñado para descongestionar las cárceles, el juicio abreviado es percibido por la defensa en el Juicio del Siglo como hecho a medida para que los acusados se declaren culpables y sancionen la tesis del gobierno como justificación del asalto al Hotel las Américas y la muerte de tres personas, seguido de persecución y enjuiciamiento de decenas de otras. Desde que empezó a aplicarse ha sido criticado por la Iglesia Católica y organizaciones defensoras de los derechos humanos como un señuelo cruel para que los acusados se inculpen.

Decisiones supersónicas

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El tribunal escuchó imperturbable al abogado que le reprochó la velocidad supersónica con la que, al corroborar la posición acusadora, resolvía puntos fundamentales del Juicio del Siglo escenificado en Santa Cruz desde 2013. La actitud estoica del tribunal no sería extraordinaria pues correspondía a su condición, que le ordena juzgar con ojos y oídos cubiertos.

El problema era que decisiones críticas tomadas en segundos no habían sido exclusivas del martes 26 de abril pasado. Los defensores dicen que la agilidad del tribunal para fallar acorde con los acusadores se manifiesta hace mucho tiempo, en una secuencia exasperante para los acusados, agobiados tras más de un septenio de los hechos violentos generadores del mayor juicio penal de la historia boliviana.

¨Apenas acabó (de exponer) el Ministerio de Gobierno, no pasó un minuto y Ud. estaba dictando su resolución. Tampoco observamos que hubiese existido alguna deliberación¨, dijo el abogado José Hoffman, cuando el juez Sixto Fernández resolvió una controversia sobre exhibición de pruebas. La defensa las quería disponibles para confrontarlas con el testigo que las acababa de aludir. Los fiscales y el Ministerio de Gobierno consideraban que no era el momento legal.

Fueron menos de 10 segundos los que el juez empleó en consulta casi imperceptible con las jueces antes de anunciar una resolución cuya sola lectura le llevó siete minutos. Muchos desconocen el ritual de las consultas entre jurados, pero la rapidez entre la sigilosa consulta y la decisión parecía de ping-pong olímpico.

Las dolencias que aquejan a algunos acusados volvieron a perturbar el caso, que incluye acusaciones de pretender derrotar al ejército y dividir Bolivia tras una vasta campaña terrorista. El general (r) Gary Prado Salmón, protagonista de una de las mayores victorias de las armas bolivianas, fue sometido el miércoles a una nueva cirugía de limpieza de las escaras resultantes de la parálisis causada por un balazo ¨fortuito¨ mientras restablecía el orden alterado cerca de Santa Cruz hace 35 años. Con la baja del general, las audiencias han sido irregulares.

Era también sombría la condición de Juan Carlos Guedes, ex activista de la Unión Juvenil Cruceñista. ¨Todo lo veo borroso, incluso a ustedes¨, le dijo al tribunal hace una semana, cuando habló de su glicemia disparada que había marcado ese día 390.

Su visión respondía a ese grado de azúcar en la sangre,  3 1/2 veces superior al máximo tolerable. Con ese nivel hay riesgo de un shock glicémico en cualquier momento. De remache, la salud de un pariente de una juez obligó a suspender las audiencias hasta el 23 de mayo.