Día: abril 24, 2011

Trocar seis por media docena

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Una medida muy utilizada en Brasil es la docena, especialmente la media docena, que de hecho suplanta al número seis. Se dice deme “media” de tal cosa, y se sabe que uno está pidiendo seis unidades. Y cuando se dice trocar seis por media docena, el significado es que se está cambiando una cosa por otra que representa exactamente lo mismo. Encuentro equivalencias notables con este concepto cuando escucho que el gobierno se propone dar fin por decreto a las medidas encumbradas por el decreto 21060.

Ese decreto configuró el modelo económico que aún rige en Bolivia desde su dictación, a fines de la década de 1980. Con su anulación en el papel, las autoridades acatarían una demanda de los huelguistas mineros, maestros y fabriles que lo acosaron durante casi dos semanas.  Lo que no se quiere recordar es que ese decretó estableció normas de comportamiento fiscal y control de la inflación que golpeaba brutalmente a todos los sectores, de modo particular a los que ahora han reclamado su anulación formal. Bolivia, entonces, venía de sufrir uno de los peores procesos inflacionarios de la historia mundial y sólo lo revirtió el frenazo en seco a la emisión de dinero y la consiguiente disciplina en el gasto público.

Aquel decreto representó algo sencillo: cuando un enfermo padece de una infección grave que le amenaza la vida, los médicos procuran estabilizarlo y bajarle la fiebre para evitar un desenlace fatal. Nació así el “tratamiento de shock” que puso el piso para el llamado “neoliberalismo”. Con la impresora de dinero clausurada, no era fácil excederse. En los libros puede parecer simple. Pero en una sociedad golpeada, y ahogada por la falta de empleo adecuado (y las limitaciones en la educación), no sólo había que aminorar los efectos del “shock” sino evitar agravarlo.

Los combustibles son sensibles en toda economía. Bolivia no los tenía en cantidad suficiente (no los tiene y va camino a empeorar), y empezó a importar…a precios internacionales para venderlos a precio menor en el mercado interno. Ahora las importaciones han crecido peligrosamente.  El gobierno del presidente Morales siguió las reglas del 21060 e intentó  eliminar el subsidio a los carburantes, que representa para el estado US$ 500 millones anuales. Pero  manejó mal la decisión. Probablemente había muchos dispuestos a aceptar una elevación de precios de los combustibles, pero gradualmente. Quiso hacerlo “a-la-Paz-Estenssoro” eliminando ese subsidio de golpe, sin percibir que la población veía en la medida una incongruencia cuando a los cuatro vientos se perifoneaba que nunca la economía boliviana había estado tan robusta. Para el momento del retroceso, la “nivelación” de los precios de los carburantes ya se había hecho sentir en los de la canasta familiar, que no han retrocedido.

Eliminar por decreto las medidas estabilizadoras de fines de la década de 1980 es ingresar a un camino incierto. Y creer que la inflación ayuda porque con precios internos más altos el contrabando queda maltrecho es disparar en nuestra propia pierna. Hay algo fatalmente equivocado en esa argumentación.

Habrá que ver también si la supresión por decreto del equilibrio fiscal generará inversiones y empleos, dos de los nervios más sensibles de la economía boliviana que están al descubierto y en carne viva. Por eso creo que las nuevas medidas serán media docena, en vez de seis.

Éxitos del congrejo

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El anuncio de YPFB la semana pasada sobre las reservas nacionales de hidrocarburos trajo novedades de excepción. No tanto por su contenido y el tiempo que demoró en hacerlo público sino por lo que no dijo. Según las cuentas de la empresa, las reservas probadas alcanzan a 9,94 trillones de pies cúbicos, casi un tercio del volumen que hace seis años se aseguraba que teníamos y que nos hacía presumir que Bolivia sería el eje energético del cono sur continental.

El título del anuncio decía: “Bolivia tiene suficientes reservas de gas para abastecer el consumo interno y las exportaciones”. No aparecía una palabra que fue la piedra angular para la toma de los campos de Petrobras y otras empresas en mayo de 2005: Industrialización. Eso significaba polos petroquímicos y valor agregado al producto natural.

La explicación de las autoridades para el bajón del volumen de reservas es que la empresa evaluadora no realizó un trabajo serio.

La primera pregunta que uno se formula es por qué le llevó más de cinco años al Gobierno llegar a esa conclusión. En el mundo hay sólo dos empresas con capacidad reconocida para evaluar reservas. Una de ellas fue la que hizo la evaluación de la que el Gobierno se queja pero sin decirnos cuáles fueron exactamente las fallas de la empresa evaluadora y cómo contrastan con la reputación mundial de la firma.

Si es así con los hidrocarburos, nuestra riqueza principal, vale la pena preguntarse qué pasa con otros sectores importantes de la economía. Es decir, si tambalea en lo que debe estar seguro, ¿cómo será en las áreas en la que no lo está? Por ejemplo, el hierro, el litio, las relaciones internacionales, etc. Tal vez sea una extrapolación abusiva pero legítima.

Este episodio no es ningún abono a favor de la empresa, que hace un año nos anunciaba que en 2011 la producción de hidrocarburos líquidos (petróleo crudo) aumentará a 57.000 barriles por día, cerca del 50 por ciento sobre los volúmenes actuales que bordean los 40.000 barriles diarios.  El volumen actual de producción ha caído al mismo de hace 40 años y no hay síntomas que indiquen un incremento de la producción para llegar a las cantidades anunciadas.

Hay una sola manera de aumentar las reservas: Con una exploración y perforación intensivas. Para el año pasado se tenía prevista la perforación de dos pozos. Que se conozca, sólo se perforó uno, sin resultados. Hace cuatro décadas, el ritmo de perforación de la empresa estaba entre 30 y 50 pozos anuales. Es decir, estábamos mejor cuando teóricamente estábamos peor.

La esmirriada capacidad de perforación en el país nos dice mucho del ritmo que ha impreso la empresa en la marcha hacia el pasado, vista por algunos ideólogos del Gobierno como el camino hacia el “vivir bien”.

YPFB surgió tras la guerra con Paraguay, en medio de grandes expectativas. Casi por la misma época, surgió Petróleos Mexicanos (PEMEX). No es correcto hacer comparaciones entre una y otra empresa, ubicadas en geografías y escalas de economía diferentes. Pero a lo largo de poco más de 70 años, PMEX ha tenido una docena y media de presidentes (directores generales se los llama allí). YPFB ha tenido mucho más (sólo en el último quinquenio ha tenido cinco), para llegar a una producción decreciente apenas superior al uno por ciento de su par mexicana.

Ese dato manifiesta el grado de inestabilidad institucional en Bolivia, uno de sus mayores problemas. El tema es mucho más amplio y requerirá de una ampliación en otra oportunidad.

Entretanto, la revelación final de los volúmenes de las reservas tiene cuando menos un mérito: Pone fin a un misterio celosamente guardado durante los últimos años y nos coloca ante nuestra realidad.

(*) Publicado en Los Tiempos, de Cochabamba, 15 de abril pasado.