Mitos alrededor del “Ché”

Nota: Esta noche, 12 de abril, 2015, encontré  fechas confusas en el cuarto párrafo. No entiendo por qué el párrafo ahora corregido decía que el ELN fue fundado en 1969, cuando le guerrilla había acabado dos años antes. Si algún lector tiene una información diferente, favor enviar la corrección correspondiente. Gracias anticipadas.

Quienes estuvieron el martes 7 por la noche en el salón Enrique Finot de la Feria del Libro disfrutaron de una inesperada retrospectiva histórica con la voz de algunos de los protagonistas de uno de los acontecimientos históricos que marcaron la segunda mitad del siglo pasado: la Guerrilla de Ernesto “Ché” Guevara. El escritor y especialista de la guerrilla del “Ché”, Humberto Vázquez Viaña, presentó su segundo libro sobre esa campaña fallida. Asegura el autor que a partir de la muerte del comandante tuvo lugar una cadena de manipulaciones y falsedades que atribuye a Cuba y a sus aliados el empeño de construir la leyenda de Guerrillero Heroico, como una manera de ocultar el fracaso de la guerrilla, sus errores tácticos que le confirieron la imagen de un movimiento improvisado, y los éxitos del ejército boliviano.

La obra, impresa por Editorial El País, crea un escenario propicio para revivir los sucesos que, hace casi 45 años, desde territorio cruceño conmovieron al país y condicionaron en modo significativo los acontecimientos que siguieron conmoviendo a Bolivia a lo largo de  las décadas siguientes.

“Dogmas y Herejías de la Guerrilla del Ché” es el documento de un protagonista de la línea de frente de la campaña guerrillera que pretendía convertir a Bolivia en el primero de muchos Vietnam que sus estrategas, equivocados monumentalmente, creían que ocurrirían.  Viene once años después de la obra que le abrió el camino: “Una guerrilla para el Ché”, donde sostiene que los dirigentes de la Revolución Cubana necesitaban otorgar al comandante argentino-cubano un territorio para sí, donde pudiese construir la sociedad socialista ideal. Cuba ya estaba firmemente en el círculo más inmediato de los hermanos Castro. El “Ché”, por entonces, ya creía que el sueño socialista había fracasado en la ahora ex Unión Soviética y que en Cuba no había lugar para él, al menos en el nivel protagónico que pretendía.

El autor fue parte del estrecho grupo al que se le encomendó estructurar una red urbana de apoyo al movimiento se iba a lanzar desde Ñacahuazú (así lo escribe), y se apartó del Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado  por Guevara y los hermanos Coco e Inti Peredo en 1967. El primero murió en uno de los combates finales del movimiento guerrillero. Inti Peredo murió en septiembre de 1969, en un choque con fuerza bolivianas de seguridad. Tras ese acotecimiento, Vazquez Viaña se fue a  Suecia y empezó a escribir sobre las historias que había vivido.

La tarea en la que se empeña en la nueva obra es desmantelar algunos “mitos” y falsas creencias en torno a la guerrilla de 1967. Por ejemplo, ya en sus primeras páginas tritura la idea de que la guerrilla del cubano-argentino abortó y que por eso fracasó. En realidad, sostiene, la fecha escogida, marzo de 1967, había sido determinada por su comandante. El iconoclasta de aquel movimiento guerrillero, desmiente la creencia de que Bolivia era el mejor país para lanzarlo porque era pobre. Los hechos presentados por Vázquez Viaña, cuyo hermano, Jorge Vázquez Viaña,  “El Loro”, murió en una de los enfrentamientos de la guerrilla con el ejército, se contraponen a esa idea: originalmente, nos dice, había sido planeada para tener lugar en Perú.

Vázquez Viaña cita catorce “verdades absolutas” generadas por quienes denomina sarcásticamente de “sacerdotes y sacerdotisas de la nueva Iglesia” que autoproclama ser dueña de la única verdad en torno a ese fallido movimiento. Las desmenuza y destruye a todas. De entrada, apunta el dedo sobre uno de los génesis de la aventura en Bolivia: Fidel le quemó las naves al “Ché”, nos asegura, al hacer pública su carta de despedida de Cuba para irse al África, en 1965 y perder su nacionalidad cubana. Allí fracasó y el fracaso animó la idea de venir a América del Sur.

Vázquez Viaña también arremete contra la idea de que la captura de Regis Debray llevó a descubrir la presencia del “Ché” en Bolivia, tras su captura en Muyupama por una patrulla del ejército el 20 de abril. En verdad, dice el autor, cuatro días antes el diario El Tiempo, de Nueva York, había reproducido fotografías de “Ramón”, el seudónimo del guerrillero para venir a Bolivia, publicadas originalmente por The New York Times, que había tomado la información de un panfleto distribuido en Cuba. En el panfleto había fotografías que mostraban al guerrillero ya sin barba y sin bigote, su camuflaje para venir a Bolivia. El corresponsal de “Presencia” en Sucre, Hugo Delgadillo (“Toscano”, como lo llamábamos los de la redacción central del periódico), estaba casualmente en el lugar cuando ocurrió la detención y tomó fotografías que luego permitirían regar por el mundo la noticia de que Debray había sido detenido. Quizá fue el único salvavidas que pudo salvar al joven francés.) La verdad es que, dice Vásquez Viaña, la sola presencia de Debray en Bolivia y en una zona rural era una confirmación de que el «Ché»  estaba en Bolivia. Y agrega una pregunta que quema y que abre un campo muy grande para la especulación:  El envío de Debray por parte de Cuba a un país donde el francés ya era conocido y con su verdadero nombre, no era  una manera de alertar al enemigo de la presencia  de alguien de importancia en Bolivia?

En su presentación de la obra de Vázquez Viaña ocurrió algo singular: estuvieron presentes el general Gary Prado, el militar que rindió a lo que restaba de la columna guerrillera e hizo prisionero a Guevara;  un ex guerrillero de la época, y la socióloga Susana Seleme Antelo. Los tres, cada uno sin renunciar a sus propios puntos de vista, unieron sus manos como para demostrar que Bolivia tampoco es prisionera de “verdades absolutas” que proclaman la superioridad de algunas “etnias” sobre otras o del falso abismo entre oriente y occidente bolivianos.

Las manipulaciones, las verdades a medias o las falsedades completas citadas por el autor me llevaron a preguntar qué era lo que restaba, moralmente hablando, de ese movimiento, cuál era su lección. Vásquez Viaña recordó que los victoriosos ahora gritan el slogan “Patria o Muerte” en los cuarteles.

Me quedó la impresión de que el único legado es aquella frase, que para la mayoría de quienes la gritan no tiene mayor significado.

Al igual que las obras del general Prado y los detalles que ofrece sobre la captura de Guevara, la aventura literaria de Vásquez Viaña bien merece los $b90 pagados por el ejemplar. Y por cierto, su testimonio ser conservado, pues es un retazo imprescindible en la reconstrucción de la aventura de 1967.


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