Militares
Otra vez ¨Por ahora¨, Maduro
La vulnerabilidad bajo la que se mantiene el régimen de Nicolás Maduro, al que apoya el de Bolivia, quedó patente esta semana, con el alzamiento popular que desnudó el sometimiento del régimen respecto a quienes lo sostienen: los militares, y a quienes los orientan desde Cuba. La embestida no consiguió llegar al epílogo y durante el resto de la semana continuaba instalada en las cancillerías la pregunta sobre la capacidad del régimen de soportar nuevas ofensivas.
Salvo la rebelión de principios de siglo que apartó temporalmente de la Presidencia a Hugo Chávez, el régimen no había enfrentado un alzamiento con participación militar en acciones atrevidas. Oficiales rebeldes actuaron en coordinación con el líder opositor y presidente interino Juan Guaidó para liberar a una de las piezas políticas más valiosas de Maduro cuando pusieron en libertad a Leopoldo López , el politico de Voluntad Popular que encabezó las manifestaciones populares de 2014.
La mayoría de los analistas subraya el silencio de más de 12 horas que mantuvo Maduro ante la rebelión que amenazaba con engullirlo. Solo se pronunció cuando estaba seguro de que saldría airoso de la prueba. Por ahora.
Haber liberado a López fue un golpe de efecto mayor pero la oposición, comenzando por Guaidó, no logró capitalizar esa acción. Maduro y los sectores de inteligencia que garantizan su permanencia en el Palacio de Miraflores actuaron de inmediato, pues ya parecían tener un plan para hacerlo. Es, incluso, probable que toda la trama hubiese estado controlada desde su concepción por los servicios de espionaje que lo apuntalan. Ha quedado la sensación de que las piezas de la operación eran digitadas pot quiene están a cargo de la seguridad del regimen: Cuba y sus aliados del Medio Oriente. Dicen los analistas que de haber seguido el camino de dar golpes calculados al régimen, Maduro habría perdido la partida pues más militares se habrían insubordinado hasta producir un quiebre de la unidad su alrededor.
En la nueva jugada mayúscula régimen de Maduro demostró que aún tiene de su lado a la mayoría de los militares o que los tiene controlados. Fuentes de inteligencia insisten que éstos están condugidos y apoyados por los efectivos cubanos posicionados en Venezuela como piezas de control, conscientes de que con Maduro también se juega el destino de su país.
Dicen también los analistas que lo ocurrido estos días golpea fuertemente la confiabilidad de las fuerzas armadas como garantía de un régimen de derecho.
Esta verificación impondría un cambio de la doctrina militar que ha prevalecido en toda la región durante décadas. En Venezuela, la conducción principal del país es atribuída al régimen de Cuba, guiado por la necesidad de mantener su dominio sobre la rica nación petrolera. El objetivo de agarrar las riendas de control sobre Venezuela ha sido una vieja ambición geopolítica y económica de La Habana.
Informes de diversas fuentes aseguran que Venezuela, pese a las angustias de su economía, ha seguido suministrando petroleo subsidiado a Cuba. Hasta hace pocos años, entregaba 115.000 barriles diarios, ahora reducidos a la mitad con la caída de la poducción venezolana. Con todo, se trataría de varios cientos de millones de dólares anuales que Cuba no podría pagar sin fuertes subsidies como los que le otorga Venezuela. Viene al dedillo la expresión de estar ante un acto de vestir a un santo desvistiendo a otro.
En cualquier parte, encoger el poder militar o anularlo traería traería ahorros considerables para metas fundamentales como la educación y la salud.
Las normas legales en el continente suelen considerar a las fuerzas armadas como los garantes supremos de las libertades, pero el ejemplo de Venezuela evidencia que, como está concebida, la instuitución militar, no es ninguna garantía para ese fin.
Más bien, provoca envidia la fórmula de Costa Rica, donde una revolución a fines de 1948 suprimió al ejército y acabó con la inestabilidad política que agobiaba al país. Los recursos militares recibieron una dirección diferente y ahora es uno de los paises más prósperos del continente.
Los analistas creen que un cambio drástico de dirección de las brújulas nacionales puede aproximarse con la reconducción en Venezuela, que parece cada vez más cercana a pesar de las ofensivas fallidas para doblegar a Maduro. Por eso, no es extraña la presencia de Rusia y China en el conflicto sudamericano, con el propósito de consolidar cabezas de playa en la región.
El riesgo es que eso derive en un conflicto mayor, pues Estados Unidos percibe que en esta partida se juega su papel de potencia dominante, al que no esta dispuesto a renunciar.
La salsa de Maduro
El cuerpo suelto, cada músculo sincronizado con la música y una alegría desbordante, Nicolás Maduro se encogía, doblando un poco las rodillas y la espalda, agachando los hombros y apretando las manos contra el pecho, para, enseguida, levantar la cabeza y con la mirada extasiada volver a erguirse como quien corto de aire busca respirar profundo. Maduro, el dictador al conjuro de cuyo nombre la mayoría de los venezolanos siente que se le hierve la sangre, festejaba su victoria al haber conseguido el sábado impedir el ingreso de ayuda humanitaria que desde las fronteras sur, este y oeste del país pretendía llevar alivio a cientos de miles que tienen en ella la clave para vivir o morir.
La de Maduro fue la salsa del exterminio, una danza que en él luce auténtica. En su éxtasis se apuntaba la masacre de indios Pemones, originarios del sur venezolano por quienes nadie de los que proclaman admiración por los pueblos indígenas se compadeció; la quema violenta de un par de camiones con medicinas y comida, la furia exitosa por reprimir a quienes querían llevar las provisiones al lado venezolano, y los 285 heridos, hasta ese momento, de las bombas lacrimógenas y escopetas de los policías pretorianos y de las bandas enloquecidas llamadas ¨colectivos¨.
Maduro puede haberse anotado una victoria ante sus fanáticos seguidores pero para el resto del mundo que vio las imágenes que transmitieron los canales independientes y las redes mundiales, fue una derrota moral indiscutible. El mundo vio sin filtros la crueldad de las pandillas y la policía al prender fuego a cargamentos de comida y de atacar y disparar perdigones sobre voluntarios desarmados. Y vio el baile de Maduro. Para algunos evocó el pasaje bíblico de la madre legítima que prefería entregar a la criatura con tal que siga viviendo en tanto que la impostora prefería que mataran al niño. Maduro y sus secuaces tendrán mucho que rendir ante las cortes que los juzguen.
Las imágenes que han quedado en la retina de millones corresponden a las de un sistema experto en promover aspiraciones y derechos pero incapaz de retroceder y rectificar, menos aún de ceder y cambiar, y al que se puede apartar solo por la fuerza. En medio de la represión, hubo versiones sin confirmación que decían que el régimen había abierto presidios para incorprar a las fuerzas represivas a convictos peligrosos. Con toda su gravedad, lo ocurrido el viernes ha sido solo una escaramuza que tuvo a algunos testigos excepcionales in situ: los presidentes de Colombia, Chile y Paraguay, y el Secretario General de la OEA. Lo que está por venir puede ser el apocalipsis para Maduro y todo su régimen.
Al agravarse el escenario, algunos medios hablaron este domingo sobre la capacidad de las fuerzas militares de Venezuela, también afectadas por una inflación dicícil de visualizar: cerca de dos millones por ciento anual. (En lo que tarda Ud. en colocar un billete en su bolsillo éste ya tiene el valor pulverizado). Para 2015, el ejército contaba con 115.000 efectivos. El diario brasileño O Estado de S. Paulo dice que para entonces había perdido el 23%, incluso la crema y nata de su personal. El ritmo de las deserciones es tan alto que ha dejado de figurar en las informaciones que proporciona el ministerio de la Defensa. La calidad de su armamento es dudosa, pues no es sometido a mantenimiento con el rigor debido. En una cosa es fuerte: cuenta con aproximadamente 2.000 generales, uno para cada 57 soldados, dice el diario paulista. Una buena parte de ese generalato ocupa funciones públicas. Proporcionalmente, la cifra más que duplica los 900 que se calcula que tiene Estados Unidos.
El presidente interino Juan Guaidó estará este lunes reunido con el Grupo de Lima en Bogotá, donde se decidirán nuevas medidas para apretar más la garganta del régimen. Con lo visto el sábado pueden haber caído los velos que empeñaba la visión de algunos líderes en el hemisferio respecto a la gravedad de lo que ocurre en la patria de Bolívar y Sucre.
Hasta la expresidente de Chile y Comisionada de la ONU para derechos humanos, Michelle Bachelet, tuvo expresiones de condena: ¨El uso de fuerzas paramilitares o parapoliciales tiene una larga y siniestra historia en la región y es muy alarmante verlas operar de manera tan clara en Venezuela¨, dijo en una declaración escrita.
Con lo que ahora puede venir es posible que haya más salsa, pero es discutible si Maduro estará entre los que bailen. h
FA.AA, beneficio y costo
Un artículo de Ovidio Roca (tomado de su blog en wordpress.com)
Por la experiencia de la mayoría de los países latinoamericanos se constata que a la final el Ejército, las armas, son las que definen el rumbo del país y su estabilidad y mientras el Gobierno cuente con su protección podrá mantenerse indefinidamente en el poder. En consecuencia los gobernantes buscando el apoyo de las fuerzas armadas y al margen de los recursos onerosos del presupuesto estatal para su equipamiento y sostenimiento, les otorgan entre otros privilegios el monopolio del lucrativo negocio de controlar la frontera y todos los tráficos: coca, droga, armas, minerales, alimentos, combustible, etc.
Un analista de Crisis Group, explica que en Venezuela: “A los militares ya no les interesan los cargos burocráticos porque en los Ministerios ya no hay dinero”. Entonces, la línea política de los incentivos económicos se gestiona a través de otras líneas rentables: la petrolera con PDVSA, la minera con Camimpeg y la administración de la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), pero principalmente el comando del narcotráfico para lo cual manejan un cartel propio, el Cartel de los Soles.
Los venezolanos y ahora con apoyo de las instituciones democráticas internacionales, están peleando para librarse de la dictadura castrochavista protegida por el Ejército. Hasta ahora Juan Guaidó el Presidente Constitucional Encargado para lograr su apoyo ha ofrecido a los militares que abandonen al Dictador, impunidad y perdón, pero ellos demandan que se le garantice también mantener sus privilegios y lo afanado durante este largo periodo de latrocinio chavista.
En los países democráticos el ejército, la armada y la fuerza aérea, existen por mandato constitucional para la defensa de la independencia y soberanía de la nación, pero como vemos solo sirven para entronizar las dictaduras. Por su parte las fuerzas armadas justifican su existencia pues, supuestamente, garantizan la integridad del país ante una amenaza externa y por eso es que se les otorga el monopolio de las armas; entonces la pregunta obligatoria es: ¿si esta fuerza no tiene la menor posibilidad de superar cualquier amenaza externa y solo sirven para oprimir al pueblo; se justifica su razón de existir?
Lo razonable es por tanto, concebir que la seguridad del país y de la sociedad es algo más que un problema de defensa militar ante amenazas externas y más bien ser entendida como el conjunto de condiciones que hacen posible la sostenibilidad y el desarrollo del país y del pueblo en democracia y esto significa seguridad jurídica, economía sana, educación, institucionalidad y respeto a la misma, y vale la pena reafirmar que si un país no tiene una economía solvente, evidentemente no puede tener unos buenos servicios de inteligencia, una buena diplomacia y no puede tener seguro y contento a su pueblo.
Un otro asunto es el rol de la Policía, la institución civil encargada de garantizar la seguridad de los ciudadanos y enfrentar las bandas delincuenciales y de narcotraficantes cada vez más agresivas. Se trata de una guardia armada bajo mando civil y no militar lo que tiene muchas ventajas, pues en lugar de tener un ejército como institución permanente y “con espíritu de cuerpo” es mucho más seguro y controlable tener una guardia bajo mando civil. Esta Policía, esta guardia civil y armada, con formación profesional, con ética personal y de servicio a la comunidad y por supuesto bien pagada, debe ser fortalecida y profesionalizada con las técnicas más modernas de inteligencia, de logística y con el mejor equipamiento de represión para prevenir y combatir el crimen.
Como la desmilitarización de un país conlleva el traspaso y la garantía de soberanía a un actor externo, a un régimen internacional, se considera que a un país pequeño le conviene más para la defensa de su integridad contar con una Cancillería del más alto nivel y Diplomáticos capaces que manejen estas situaciones internacionales difíciles en lugar de gastar dinero y esfuerzos en unas fuerzas militares que no jugarían ningún rol efectivo.
Costa Rica en 1948, inteligentemente eliminó el ejército y actualmente es el país más próspero, menos corrupto, más democrático y más seguro de Centro América. “No quiero un ejército de soldados, sino de educadores”; con estas palabras el 1 de Diciembre de 1948 el Presidente de Costa Rica, en aquel entonces José Figueres, abolió el ejército.
Por lo que recuerdo, la población boliviana nunca tuvo simpatías por las fuerzas armadas, las hallaban inútiles, costosas y abusivas con el pueblo llano, sobre todo en periodos dictatoriales. Recuerdo de mi infancia rural que algún camba hablando del ejército decía: se levantan temprano para hacer nada o prepararse para los desfiles; no producen nada más que gastos y lo peor es cuando los gobiernos dictatoriales, militares y civiles, los usan para someter y amedrentar al pueblo. Deberíamos coincidir parafraseando a Figueres que: “No necesitamos un ejército de soldados, sino de educadores”.
¿Hacia el final?
Desde el ¨por qué no te callas¨ que soltó el Rey Juan Carlos, exasperado por la perorata interminable del comandante Chávez, nunca una intervención en alguna reunión regional concitó tanta adhesión como cuando el canciller chileno Roberto Ampuero, con ira reprimida, le dijo a Jorge Arreaza, su par venezolano, que entregue y escuche a su propio pueblo la tarjeta de visita que le había dado tiempo atrás.
Las malas maneras de la oratoria social-comunista se encogieron ante los ojos de millones que vieron la escena y otros tantos que estos días la ven por las redes sociales como una reafirmación del fantasma de la Corte Penal Internacional que persigue al autócrata venezolano y a su régimen y, quizá, a sus amigos más incondicionales. Los aplausos para Ampuero mostraron la magnitud del repudio hemisférico a un sistema que hace 20 años prometía el paraíso y ahora se ha vuelto un Rey Midas al revés, que vuelve miseria todo que toca.
Fuera de la propia Venezuela, la pared ciega e insensible con la que Ampuero equiparó a Arreaza, recibió el respaldo de Bolivia, Surinam, y las islas caribeñas de San Vicente y Granadina y Dominica. Un año antes, los alineados con Venezuela fueron 11. El cómputo del lunes en la Asamblea de la OEA fue una muestra más del crepúsculo que ensombrece al régimen de Nicolás Maduro. Nadie apuesta a si va a caer, sino cuándo.
Bolivia, que se sepa, no mostró ningún rubor al figurar en el exclusivo mini-club de simpatizantes de Maduro ni de importarle su identificación con un régimen del que han escapado cerca de dos millones de ciudadanos el último par de años, en sí una terrible advertencia para la ciudadanía de cualquier país cuyo gobierno se empeñe en militar en el Socialismo del Siglo XXI que encabeza Maduro.
El agotamiento de las últimas pilas del régimen está a la vista. La producción de petróleo (95% de los ingresos del país) está en menos de 1,5 millón de barriles diarios y por falta de inversiones y mantenimiento decrece entre 3.000 y 5.000 bpd. Pronto, a menos que ocurran cambios drásticos en el país, podrían descender a un millón, nivel de 1945. Si los militares estarán decididos a llegar a eso, que puede asomar en un año, será asombroso por la magnitud de la catástrofe. Ni los propios militares podrían subsistir pues es probable que el maremoto también los ahogue.
Nada indica que el trayecto cambiará bajo Maduro y su régimen. Sus amigos ni siquiera podrían remojar las barbas, por la verguenza de haber apoyado a un régimen que llevó a su país al naufragio.
Hacia el epílogo, otra vez
Substituye entrada anterior sobre el mismo tema–
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El régimen de Nicolás Maduro ha vuelto a ingresar a un callejón oscuro. A la tensión callejera se agregó el jueves un elemento cuya dimensión las autoridades del país boliviariano no parecen haber previsto. La Santa Sede, por razones cuyos detalles son reservados, decidió anular la visita que al final de la semana entrante proyectaba realizar a Venezuela una alta autoridad del Vaticano.
En uso de su magisterio para orientar a la sociedad venezolana en momentos de crisis, la Iglesia Católica venezolana ha criticado los abusos e ilegalidades del gobierno, ahora cuestionado de nuevo con demostraciones masivas en las calles por su negativa a dar curso a un referéndum que el propio presidente Maduro ha dado a entender que podría perder. En medio del ambiente caldeado bajo el que vive el país vecino, la Santa Sede hizo saber el jueves que ha sido cancelada la visita de un alto funcionario eclesiástico prevista para el fin de semana que viene.
¨Por motivos que no dependen de la Santa Sede, S.E. Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones Exteriores con los Estados de la Santa Sede, se ha visto obligado a anular su viaje a Venezuela previsto en los días 24-29 de mayo¨, anunció la escueta declaración. El funcionario iba a viajar para la ordenación de un obispo en San Cristóbal, cerca de la frontera con Colombia y uno de los centros de mayor descontento.
El viaje iba a ser una oportunidad inevitable para sentir el clima político que vive el todo país, que a ratos parece como una caldera de explosión inminente. Muchos observadores suponen que esa posibilidad, y el aliento que representaría para las multitudes que presionan por un cambio en Venezuela, no agradaban al régimen. Para algunos diplomáticos, el uso del verbo ¨anular¨ en vez de ¨cancelar¨ la visita traducía la inconformidad con la decisión, forzada al margen de la voluntad del Vaticano.
Consciente del sentimiento de los venezolanos, del que diversas encuestas dicen que más de un 70% lo reprueba, el gobierno esquiva enfrentar la decisión que podría deponer al mayor sobreviviente del socialismo del siglo XXI en el continente. (De salir Maduro del escenario, en América del Sur solo quedaría el presidente Evo Morales como representante de esa corriente.) Cuando eran necesarias 200.000 firmas para activar el mecanismo revocatorio, la oposición presentó casi ocho veces más.
El gobierno sostiene que los plazos para llegar al referéndum son insuficientes para realizarlo este año y que en el peor de los casos Maduro se alejaría sólo para que asuma su vicepresidente.
Cuando hace unos días le preguntaron qué le parecía que la oposición hubiese reunido tantas firmas en tan poco tiempo, Maduro comentó: ¨Cómo no las van a reunir, si en las elecciones sacaron siete millones de votos¨. El Consejo Supremo Electoral contabilizó 7,5 millones de votos para Maduro frente a 7,3 millones del opositor Henrique Capriles. Los analistas interpretaron la declaración como una velada admisión de una eventual derrota.
Las tensiones entraron al rojo con el pedido formal de la Asamblea Nacional venezolana para que la Organización de los Estados Americanos active contra el régimen la ¨Cláusula democrática¨ que podría llevar a la exclusión de Venezuela del sistema interamericano.
La presión sobre Venezuela para dar curso a la demanda revocatoria aumentó cuando Uruguay, a través de su canciller, manifestó su apoyo a esa iniciativa. Horas antes, el ex presidente Pepe Mujica había dicho que Maduro ¨está loco como una cabra¨. El ex mandatario apenas matizó su reacción diciendo que ¨en Venezuela todos están locos. Se dice de todo y así no se va a arreglar nada¨. Maduro replicó modificando algunas palabras de una canción popular que tarareó: ¨Estoy loco por ti, Venezuela¨.
El revocatorio era visto, incluso por militares del servicio pasivo, como la única salida que podría evitar un estallido capaz de arrastrar a todas las fuerzas armadas y llevarlas a la condición en que se encontraron los militares bolivianos cuando una rebelión popular acabó con el ejército, en 1952, y dio a una profunda modificación de sus instituciones.
Con los acontecimientos atropellándose, luce obvio para los observadores que la agitación cruza fronteras y llega a todos los países que hasta hace poco lucían como un bloque de izquierda, y obliga a pensar sobre las consecuencias de la intolerancia política y los abusos contra la democracia y los derechos humanos.
¿La hora del bravo pueblo o la búsqueda de un Vildoso?
Henrique Capriles podría alegrarse de no haber vencido. Admitamos que Nicolás Maduro ganó limpiamente la elección del 14 de abril. Ocurre que el candidato opositor se ha agigantado en un avispero económico y social del que es responsable el gobierno que representa Maduro y que éste (tampoco Capriles) parece capaz de controlar. El líder opositor tiene a por lo menos la mitad de la población a su lado y ese número tenderá a crecer con el probable retorno a la rutina de la escasez y de los apagones, para los cuales no hay solución inmediata a la vista. Eso, en sí, vuelve difícil un gobierno de Maduro.
El precio promedio de los crudos venezolanos oscila estos días los 100 dólares el barril. Sería bonanza aún para un país que requiere de un precio de 90 dólares para mantener a su industria a flote, pero insuficiente para el crecimiento exponencial de los gastos públicos. Los precios han estado en declive en las últimas semanas debido a un crecimiento económico de China menor al previsto y a que Estados Unidos importa menos porque produce más. Después de Estados Unidos, China encabeza la lista de compradores de petróleo venezolano, con más de 600.000 barriles diarios, de los cuales un tercio amortiza pagos anticipados. Una deuda púbica creciente, del Estado y de la empresa gana-pan PDVSA, agravan un círculo ceñido por la violencia responsable de unas 20.000 muertes el año pasado, uno de los peores índices del mundo.
La escasez de alimentos, la presión por divisas para importaciones, las expectativas de su propio electorado y la necesidad de restar fuerza a los reclamos de la oposición que encabeza Capriles apuntan hacia la única fuente capaz de incrementar los ingresos del estado de inmediato: el precio ridículo de la gasolina (20 litros equivalen a siete bolivianos). Tocar la gasolina puede resultar explosivo. Lo sabía Hugo Chávez, quien surgió a la vida pública al reprimir “el caracazo” de hace 24 años provocado por una mínima alteración del precio. Los venezolanos pueden estar dispuestos a todo, menos a que le toquen el precio de algo que consideran que les debe ser gratuito, o casi.
Con una inflación que bordea el 30%, no es ninguna sorpresa que la previsión del crecimiento de la economía venezolana en 2013 que hacen organismos internacionales hubiese bajado drásticamente de 3,3% para 0,1%. (Para Bolivia la previsión es de 4,8%, menor que la de 5% de principios de año). La negativa de Consejo Nacional Electoral de aceptar un recuento total de votos y la precipitada proclamación de Maduro como vencedor puede basarse en un punto: ¿Qué hacer si se confirman las denuncias de irregularidades?
Una pregunta más angustiosa todavía es la actitud que puedan asumir los militares. Cuando en Bolivia se agotaron las opciones de las dictaduras, hubo un general que se atrevió a dar un paso que parecía imposible: asumió el mando y en poco más de dos meses completó la transferencia del gobierno a las fuerzas civiles y al ganador de las elecciones de 1980. La situación venezolana es muy diferente, pero en estos momentos pueden caber todas las hipótesis. Uno puede preguntarse si del “bravo pueblo” al que da glorias el himno nacional surgirá un general Guido Vildoso.
Internacionalmente, el cuadro venezolano es más complejo que el de Bolivia en 1982. La supervivencia del régimen boliviano no era vital para ninguno de sus vecinos. La Venezuela de hoy encabeza el grupo de regímenes del ALBA y es pivote de UNASUR. Cuba está muy presente en la vida del vecino país. Las misiones de decenas de miles médicos cubanos sustentan las obras sociales, por las cuales Venezuela paga con petróleo: entre 100.000 y 115.000 barriles diarios.
Ese intercambio, en el que el petróleo es entregado a precio menor al del mercado, es fundamental para la economía cubana. Una dirección diferente de la brújula política venezolana colocaría a Cuba al borde de otro “período especial” como el que sobrevino tras la caída de la ahora ex Unión Soviética. Venezuela está al norte de Sudamérica, pero las ramificaciones de la crisis en que se encuentra se extienden mucho más allá de su geografía: bajan hacia el sur y cubren gran parte del Caribe.
Laberinto en Venezuela
Los venezolanos solían notar con orgullo que en su país los militares estaban sujetos al poder político y que los ministros de defensa eran removidos del cargo anualmente sin ningún bullicio. En otras partes, el cambio, la designación del Ministro de la Defensa y los destinos de los oficiales solían estar acompañados de tensiones políticas. En la Venezuela democrática los militares respetaban la subordinación al poder civil.
Esa era la tradición. Cuando se reinstaló la democracia en 1958, derrocado el dictador Marcos Pérez Jiménez, “los hombres de Punto Fijo” (Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Jóvito Villalba y Luis Beltrán Prieto en primera línea) quisieron apartar a las fuerzas armadas del dominio político. Las mantuvieron como factor importante de poder, sin ejercicio político, salvo el Ministerio de Defensa, en el nombramiento de cuyo titular siempre tuvieron la primera y la última palabra. La fórmula persistió hasta el ascenso del Tcnl. Hugo Chávez, quien llegó al Palacio de Miraflores con un discurso reminiscente del que había postulado sin éxito el general peruano Juan Velasco Alvarado y que, según se lee en informes filtrados desde Venezuela, aún está latente.
Tras el fugaz golpe que lo apartó horas de la presidencia, Chávez buscó una inspiración más radical en Cuba, tradicionalmente un rival geopolítico venezolano en la estratégica región del Caribe. Desde entonces los destinos políticos de los dos países ensamblaron. La ostensible rivalidad de antaño puede pesar en la incomodidad de círculos militares venezolanos con la presencia influyente del gobierno cubano en el régimen chavista. Es sintomático que en los últimos meses hayan proliferado documentos atribuidos a grupos militares contrarios a Chávez en los que se critica el control decisivo que se atribuye a la inteligencia cubana sobre áreas estratégicas de Venezuela. Se especula que en ese descontento medra el nacionalismo de antaño.
Para mantener secretos los detalles importantes del cáncer que se le descubrió hace veinte meses, Chávez prefirió Cuba antes que otras opciones, incluso la propia Venezuela, que le sugerían galenos de prestigio mundial. La decisión fue políticamente correcta pues en Cuba Chávez estuvo como en una cripta como en Venezuela, aunque médicamente inapropiada para el tipo de cáncer que lo atacó. Un médico boliviano que vivió muchos años en Venezuela me dijo que colegas suyos le habían asegurado que, al retornar de Cuba, el comandante había perdido entre 32 y 35 kilos. Para un hombre como Chávez, que en apariencia pesaba unos 90 kilos, perder en dos meses un tercio de su peso reviste una gravedad extrema, quizá suficiente para que su personal médico y político trabara el paso a su colega del alma Evo Morales. Curiosa similitud con Bolívar, de quien algunos de los seguidores más fanáticos de Chávez dicen que es su reencarnación. El Libertador pesaba 47 kilos antes de morir en patria extranjera, en la localidad colombiana de San Pedro Alejandrino.
Ese impedimento ha dicho más que los partes oficiales sobre la salud del comandante. “Me pregunto por qué un presidente, de quien se dice que ha estado cinco horas dictando medidas, discutiendo y conversando con sus allegados más próximos, no hubiese podido dedicar un solo minuto al presidente Morales”, me escribió un amigo de la región de los Andes venezolanos.
Con la enfermedad sin remisión y en medio de rumores en todas las esquinas, es posible pensar que los venezolanos, incluso los del núcleo duro del chavismo, empiezan a preguntarse por qué se les mintió. “Estoy como una uva”, se ufanó el 10 de junio del año pasado, antes de inscribirse como candidato a la reelección. En cuestiones de la naturaleza, tarde o temprano los informes oficiales imprecisos o incorrectos enfrentan la realidad de la finitud humana. Y ahora muchos venezolanos empiezan cada jornada angustiados por el temor de que tal vez esa sea la última con el comandante.
En Paraguay se habla de base militar de USA en el Chaco
Como secuela del aislamiento al que han sometido al Paraguay sus vecinos sudamericanos, inclusive Bolivia, empieza hablarse de una base militar estadounidense en el Chaco paraguayo. La información viene de un diputado partidario del ex presidente Lino Oviedo, José López Chávez, quien aseguró a una emisora radial de su país que la cuestión está bajo consideración del Pentágono. Un argumento utilizado del legislador paraguayo es el supuesto armamentismo de Bolivia. El diputado paraguayo dijo que habló de una manera informal con autoridades militares estadounidenses que visitaron Paraguay para determinar posibles áreas de cooperación.
La noticia, que la trae el diario ABC Color de Asunción, está aquí.
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