elecciones
Tiempo electoral – Sin debate
La temporada de elecciones ha empezado rauda está a las puertas y empiezan a aparecer objeciones a loa debates públicos, fruto de la mala costumbre y del desconocimiento de las normas que rigen una democracia en la que el debate entre candidatos es una norma esencial.
Nadie puede negar que los debates ayudan a contrastar las opiniones de los candidatos que pretendan ganar preferencias del electorado. En una Sociedad como la nuestra, con limitaciones para un acceso amplio a la información y a las ideas primordiales que sustentan el pensamiento de quienes aspiran a ganar el apoyo popular, eludir el debate equivale no solo a menospreciar a los adversarios – menosprecio extensivo a toda la Sociedad-, sino también a esconder el temor ante una supuesta superioridad del rival siquiera en algunos temas fundamentals. Eso puede ser un disparo en el propio pie, pues a ningún elector le agradaría que su candidato rehuya competir con ideas ni que su candidato aparezca débil a los ojos de los electores ni tampoco que se sienta temeroso de perder ante los miradas del público, pues eso equivaldría a perder los debates de antemano.
Al cabo de década y media en el poder, no es admisible que el presidente Evo Morales y su partido pretendan rehuir un debate franco para que el elector juzgue la calidad de quienes pretenden su voto. Al cabo de quince años en el poder, resulta incomprensible que el presidente Evo Morales y su Partido pretendan rehuir un debate franco para que el elector juzgue la calidad de quienes pretenden su voto. Esta premisa es válida para todos los candidatos a cargos electivos. En un juego auténticamente democrático, no hay excusas para rehuir la confrontación civilizada de ideas.
La importancia de los debates presidenciales emergió como fórmula imprescindible para cotejar ideas y percepciones el debate que sostuvieron Richard Nixon y John F. Kennedy. Fue el primer debate televisivo nacional transmitido en Estados Unidos. Curiosamente, no fueron las ideas las que definieron el favor del público. Por todos los registros históricos, fue la apariencia de los candidatos. En la televisión, el candidato republicano Nixon no tuvo mayor cuidado con su apariencia y lució mal afeitado, frente al cuidado impecable que lució el demócrata Kennedy. No fue solamente eso. Jugó un papel de primer orden la locuacidad del demócrata al articular sus ideas de manera convincente y directa para un público que por primera vez asistía a un debate de ese nivel.
Al presidente Morales no se lo ha visto debatir públicamente con sus rivales en las elecciones nacionales, salvo en 2002, cuando hace 17 años debatió con Gonzalo Sánchez de Lozada. La teleaudiencia vio como ganador del debate a Sánchez de Lozada, (El Diario, 5 de junio 2019).
En las demás ocasiones, rehusó el debate. El argumento más difundido ha sido que los candidatos opositores carecen de un ¨programa¨ de gobierno con miras al bicentenario de la República, en 2025. El argumento es difícilmente sustentable pues no es necesaria una gran imaginación para identificar las necesidades más apremiantes, especialmente en educación, salud y obras de infraestructura. Si a estas alturas hay alguna razón para que alguna organización que aspire a conducir los destinos del país las desconozca, de hecho estaría descalificada. A menos que pueda comprometerse, bajo un escrutinio periódico, a avanzar resueltamene en campañas educativas y aspire a premios de prestigio internacional que pongan de relieve la calidad de la educación nacional.
Otros razonamientos a menudo repetidos son saludos a la arrogancia que, por ser tales, carecen de sustento.
Elecciones con sabor legislativo
Todo parece indicar que tendrán un fuerte carácter legislativo las elecciones a celebrarse en octubre, cuando el gobierno decida la mejor fecha, pues no desea una sobreposición con las elecciones presidenciales en Argentina, donde en las más recientes elecciones hubo unos 100.000 sufragantes bolivianos. Debido a la disputa aún no zanjada definitivamente en torno a la recandidatura del presidente Evo Morales, que los principales partidos opositores se rehusan a aceptar, las principales organizaciones se preparan para una justa en la que por primera vez el principal trofeo puede no ser la presidencia de la república, sino la mayoria de las cámaras legislativas. Desde ellas se habrá de gobernar más que desde la presidencia durante el período 2020-2025, vaticinan politólogos y entendidos en cuestiones electorales.
El Partido de gobierno da por descontado que sus candidatos ganarán la elección. Pero esa premisa aún tiene un camino largo por recorrer debido a la oposición a una nueva candidatura del presidente Morales, que empieza a ser juzgada como una anomalía también en el exterior.
Con el gobierno de Nicolás Maduro tambaleante, o con los dias contados, como aseguran autoridades estadounidenses, resulta prematuro dar por asegurada la candidatura del líder boliviano cuando la corriente que lo lleva, el Socialismo del Siglo XXI, yace en la lona. La camiseta de esa corriente solo la visten el venezolano Maduro y el presidente Morales. De ella ya se apartaron los mandatarios de Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Ecuador, solo en América del Sur. Nadie duda que de persistir en su candidatura, tendrá que remontar una cuesta extenuante muy empinada. Nadie ignora las dificultades de gobernar en esas condiciones, bajo un ambiente externo crecientemente adverso.
La experiencia de perder para el oficialismo la gran mayoría de los escaños parlamentarios ha resultado nefasta para las fuerzas opositoras, que, como imbuídas de un impulso disgregador, han optado por caminos individuales contrario a unir sus fuerzas en un solo frente, sin esperar una todavía supuesta segunda vuelta presidencial basada en la creencia de que el candidato oficial no será capaz de ganar de un solo envión. Eso supondría un cálculo frágil, dicen los entendidos, un todo o nada peligroso para sus proponentes y sus seguidores cuando en muchos ciudadanos persisten dudas sobre la pureza del padrón electoral, al que se atribuye contener registros ilegales correspondientes a difuntos y duplicaciones, entre otros, capaces de alterar resultados.
Aún está pendiente un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de DDHH sobre la legalidad de una nueva candidatura del presidente Morales. Ésta fue rechazada por el referendum de febrero de 2016 pero reimpuesta por un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que dictaminó que la re-elección, inclusive ad infinitum, es un derecho humano individual que se sobrepone a un derecho colectivo como el emanado del referendum.
La espera por el dictamen de ambas instituciones sobre el entredicho luce interminable.¨Estas instituciones deberían actuar de oficio sin siquiera esperar una denuncia¨, me dijo Rubén Dario Cuéllar, quien preside la Fundación Observatorio de Derechos Humanos y Justicia, que pidió el pronunciamiento de las cortes regionales.
¨El silencio que se empecinan en mantener sobre Bolivia, ronda la complicidad sobre la violación denunciada¨. Realcó que el fallo del TCP a favor de las reelecciones indefinidas ¨desconoce la voluntad del soberano expresada el 21F¨ e ignora la CPE que dicta que el presidente y el vicepresidente ¨solo pueden ser reelegidos por una sola vez¨.
Con la candidatura oficial aun en entredicho, los esfuerzos de los partidos que concurrirán a las elecciones de octubre deberán volcarse hacia los pretendientes a cargos legislativos. La campaña que se asoma puede ser una de las más reñidas de la historia.
Con Bolsonaro al lado
A partir de este domingo puede quedar consolidada una perspectiva que hasta no hace mucho ningún gobierno quería tomar en serio. Que a la cabeza de Brasil llegue a imponerse un presidente decididamente de derecha, parecía una fantasia estrafalaria a la que ningún estudioso asignaba seriedad. Con todas las encuestas con más de una decena de puntos porcentuales a su favor frente a la cifras de Fernando Haddad, del PT, la inminencia de la victoria de Jair Bolsonaro ha tenido estas horas a las cancillerías de la región con la respiración contenida.
El Brasil que todos los líderes politicos conocieron parece ahora encaminado raudo hacia nuevos rumbos. Los gobiernos que antagonizan con las líneas de Bolsonaro estarían por buen camino si se mantienen bajo un silencio discreto. Es ostensible la antipatía de Bolsonaro hacia el régimen de Nicolás Maduro, en los últimos meses agravada por un flujo masivo de emigrantes venezolanos que abandonan de su país empujados por las falencias del régimen marca Socialismo Siglo XXI en que está embarcada la patria de Simón Bolívar.
Maduro ha evitado agriar más el relacionamiento bilateral, aún más tenso desde que hace dos meses Brasil envió miles de soldados para resguardar la frontera, sobre el estado de Roraima donde acampa el grueso de los emigrantes.
Con una geografía que ocupa casi la mitad de toda América del Sur y a cargo de la octava economía más grande del mundo, nadie discute el impacto de los rumbos del gigante latinoamericano sobre el continente. Como comparación, México es la décima quinta economía y Argentina la número 53.
Para Bolivia, las relaciones comerciales con Brasil son especialmente sensibles por el gas natural, sustento básico de la economía nacional. En el diseño original, cuando se discutía la construcción del gasoducto entre los dos países, Bolivia iba a proporcionar energía no solo para Sao Paulo, el nervio industrial brasileño, sino para otras regiones fuertes de la economía brasileña.
En los diseños que los estudiosos de la geopolítica, Brasil sería un nexo estratégico para acelerar el desarrollo económico e industrial de Bolivia. Tras la modificación de los términos de los contratos con la nacionalización de los campos bolivianos, el interés brasileño declinó y desaparecieron del escenario planes para plantas termoeléctricas, complejos petroquímicos y de fertilizantes para las necesidades del vecino boliviano.
Ganar hoy la elección en esta segunda vuelta puede ser la parte fácil. Lo difícil vendría a partir del día siguiente o en el momento en que, al mando de su país, Bolsonaro tuviere que tomar decisiones capaces de exhibir su carácter temperamental. Muchos analistas lo ven como un ¨Trump tropical¨, con el que sus vecinos, especialmente los que no comulgan con sus ideas, deberán tener el máximo cuidado. Al igual que su colega del norte, Bolsonaro ha tenido expresiones deprecatorias para la mujer.
Con un esmirriado crecimiento económico del 1% de su PIB tras dos años de recesión (-3,5 en 2015, y un retroceso similar en 2016), los economistas esperan una recuperación más firme de la economía brasileña a partir de 2019.
En la decisión de este domingo, en gran parte del electorado estará presente la violencia causante de más de 60.000 muertes por año. No menos importante será el desempleo, que tiene a cerca del 13% de la fuerza laboral sin trabajo. En ambos frentes, el nuevo presidente tendrá dos de sus principales desafíos.
Católicos en su mayoría a pesar de los avances de confesiones evangélicas y de sectas protestantes, para muchos estará presente la fé religiosa al momento de votar. No por nada, suelen jactarse de que ¨Deus é brasileiro¨.
Un choque de oscurantismo
Gran parte del mundo aún retiene la respiración para ver los efectos reales de la elección de Donald Trump. De inmediato, es cada día mayor la ansiedad por determinar el grado de oscurantismo que podría recaer sobre una administración cuyo jefe se ha manifestado contra casi todo lo forjado por y con Estados Unidos durante el pasado medio siglo. En ese amplio abanico de insatisfacciones ingresan desde la Alianza Atlántica con la que Estados Unidos ganó la Guerra Fría hasta los elogios del ahora presidente electo a Vladimir Putin y su rechazo a los tratados de libre comercio, en especial al NAFTA que coaliga el comercio de su país con México y Canadá. En el limbo han quedado las causas ecológicas que Estados Unidos abrazó, y los acuerdos contra la contaminación, incluso los programas en los que la participación financiera de Estados Unidos es esencial. Hasta el respaldo a la Organización de las Naciones Unidas (22% de su presupuesto) está en entredicho pues en algunos discursos el mandatario electo le restó utilidad.
Tras la aceptación con sobria dignidad del triunfo de su rival bajo el sistema de votos electorales, Hillary Clinton ha pasado a un segundo plano, pero con una estela de civismo ejemplar. Muchos dicen que reconocimiento de la vitoria de Trump el miércoles está entre los mejores mejores discursos de su larga carrera democrática y que con él dio un mensaje muy claro sobre cuál debe ser el comportamiento de un líder al perder una elección. Lejos de reclamar una nueva elección, Clinton dijo a sus seguidores que le dolía haber perdido pero que Trump va a ser ¨nuestro presidente¨ y que debía dársele una mirada fresca. En una de sus frases más repetidas dijo: ¨Esta derrota duele, pero nunca dejemos de creer que vale la pena luchar por lo que es correcto¨.
América Latina estuvo fuera de los debates pre-electorales y no se espera que ingrese a áreas de interés para el nuevo gobernante, salvo casos muy especiales. Con México se avecina una pugna fuerte por la inmigración y el NAFTA, al que Trump responsabiliza por el decaimiento del empleo en algunos centros industriales. Esa visión luce para muchos economistas como de un simplismo extremo. No toma en cuenta que de ser producido en Estados Unidos, un refrigerador como el que produce México costaría dos o tres veces más. Tampoco cuantifica cuánto más deberían pagar los consumidores por defender el sello Made in USA versus el Made in China o Made in Brazil. El acceso al consumo que han tenido millones tiene un pilar fundamental en el libre comercio que apuntaló el progreso de las naciones en los útimos 50 años.
Dentro de la sombra gris que proyecta el resultado de la elección está también la relación con Cuba, que apenas empieza a florecer luego de un divorcio de más de medio siglo. Con la mirada más al sur, los observadores señalan que los gobiernos izquierdo-populistas de Venezuela, Ecuador y Bolivia, en ese orden, deberán moverse como si pisaran arenas calientes. Respecto a Colombia, señalan que Juan Manuel Santos deberá utilizar todo su buen juicio para mostrar que los acuerdos con la FARC son convenientes.
El asombro por la elección de Trump es equivalente a la decepción causada por la derrota de la candidata demócrata. Las manifestaciones callejeras que ocurrieron en las noches después de la elección en unas dos docenas de ciudades dice mucho del humor prevaleciente entre los ciudadanos ante los cambios en la brújula a la vuelta de la esquina.
El tabloid New York Post hizo notar el jueves que el Colegio Electoral deberá reunirse el 19 de diciembre en cada capital de estado y que, en teoría, nada impediría que un elector cambie de dirección. Esto ya ocurrió este siglo, en 2004, cuando un elector declinó votar por el demócrata John Kerry y optó por su compañero de formula John Edwards. En el lenguaje politico estadounidenses, a los defectores se los llama ¨faithless¨, sin fe o, más preciso, apóstatas. Las apostasías están prohibidas en solo 29 de los 50 estados de la union y el Post hizo notar que si un elector abdicase del candidato republicano bastarían otros 20 para mudar el curso de toda la elección.
La posibilidad luce remota pero es probable que la idea también ha martilleado la cabeza de las multitudes que han salido en manifestaciones nocturnas a protestar contra Trump.
El desenlace
Una de las carreras presidenciales a la Casa Blanca más salvajes de las que se tenga memoria llega este martes a su fin. Gran parte de los sondeos hasta hoy vaticinan un triunfo de Hillary Clinton por estrecho margen, pero nadie se atrevería a apostar por el resultado de una carrera en la que la que gran parte de los ciudadanos de la más numerosa democracia del mundo ha sido persuadida por maquinarias propagandísticas implacables de que, en verdad, van a votar entre lo malo y lo peor.
En verdad, la credibilidad de las encuestas ha caído por un tobogán en todas partes. ¿Recuerdan que daban por seguro el rechazo británico a la salida de la Unión Europea? ¿O que el Sí a los acuerdos de paz en Colombia se impondría por amplia mayoría? ¿O que los bolivianos le garantizarían a Evo Morales una repetición que le permitiría gobernar hasta un cuarto de siglo contínuo? Pero a falta de otra referencia, solo las encuestas apoyan los vaticinios. Pronto podrá verse cuán acertadas estuvieron.
Habrá que esperar hasta mucho más allá de esta medianoche para estimar con cierta aproximación el mundo que empezará a emerger a partir de mañana.
El problema mayor será el legado de estas elecciones. Nunca en 240 años de vida democrática la sociedad norteamericana vio su sistema tan desacreditado por el portaestandarte oficial de uno de los dos partidos con mayor representación. Donald Trump ha dicho que si la decisión del electorado fuese contraria sus pretensiones, habrá habido fraude y que no estaría dispuesto a reconocer la eventual victoria de su rival.
No es difícil anticipar el peligro que representa una posición así. El mundo estaría frente a un anuncio de rechazo radical a uno de los pilares más esenciales de la convivencia y de la vida democrática. Para los países aliados de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial un triunfo de Trump sería una notificación de que el mundo que surgió después de la guerra llegó a su fin. Qué ocurrirá después de eso ni siquiera Trump lo ha explicado.
Solo en los días que vendrán será posible determinar el impacto de sus expresiones libidinosos sobre las mujeres, sus opinions desdeñosas sobre los inmigrantes, en especial los mejicanos y musulmanes, y falsedades injuriosas como la que Barack Obama no nació en Estados Unidos.
Para una carrera que muchos consideraban ganada por la candidata demócrata, Hillary Clinton llega a la última ronda lejos de las expectativas de un knock-out temprano. No consiguió despejar el lastre negativo dejado por su uso de servidores no oficiales para sus correos electrónicos mientras fue Secretaria de Estado ni consolidar su mensaje de que representa el mejor liderazgo para dirigir su país en un momento de grandes desafíos en todos los flancos. El resultado de meses de campaña y tres debates televisados es que su elección podría ser ¨menos peor¨ para la región. En cambio, en gran medida gracias a su rival republicano, la candidata demócrata puede estar segura de contar con una porción considerable de los votantes hispánicos, que suman más de 25 millones (un 17% de toda la población). Ese número podría darle la victoria.
Para la mayoría de los observadores, el cambio de comando puede resultar sensible para ciertos países de la region más que para otros. El tono de los debates y discursos de campaña ha subido tanto que quien asuma la Casa Blanca no podrá ignorar la retórica de anti-norteamericana sentida en la región en los últimos años.
Una nueva realidad
Venezuela dio el domingo un viraje gigantesco cuando una mayoría abrumadora de electores rechazó a los candidatos oficiales a la Asamblea Nacional y optó por dirigentes opositores. Por primera vez parece al alcance de la mano la posibilidad de corregir el rumbo del gobierno que instauró el comandante Hugo Chávez al cerrar el siglo pasado. Al acercarse el resultado final, la Mesa de Unidad Democrática había consolidado las condiciones legislativas para colocar una camisa de fuerza en uno de los regímenes que muy pocos dudarían en clasificar entre los más autoritarios del continente.
Las jornadas que han precedido a la debacle han sido las contiendas más crispadas de la vida democrática venezolana moderna, parte esencial de una historia reciente de tensiones, violencia y de cambios en la composición política, económica y social de la nación petrolera. Con un eco que retumba en todo el continente, los clarines tocan la retirada en la nación fundadora del Socialismo del Siglo XXI y surge con vigor la perspectiva de suprimir sus aspectos más crueles, liberar a los presos políticos y devolver credibilidad a la justicia. El telón de fondo principal es la pregunta que angustia a la mayoría de los hogares: ¿Cómo aliviar a corto plazo las colas y normalizar el abastecimiento de alimentos esenciales?
La Mesa de Unidad Democrática ganó en todas las circunscripciones de Caracas, donde el oficialismo se presumía invencible. La victoria abarcó el centro donde había votado Nicolás Maduro, y ratificó el llamado del himno nacional venezolano: “ …seguid el ejemplo que Caracas dio¨. Los resultados del Consejo Nacional Electoral muestran que los mayores centros agrícolas e industriales no necesitaron del llamado. El oficialismo fue noqueado en casi todos. Incluso el intemperante Diosdado Cabello quedó en segundo lugar en su propio distrito y accedió a un escaño por lista. Un dato dice mucho: La MUD logró el triple de legislaturas uninominales (candidaturas individuales) respecto al oficialismo.
A las 24 horas, en una reunión con dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela, Maduro anunció el reaglutinamiento de las fuerzas oficiales para relanzar a su gobierno. El esfuerzo lucía como una autopsia para examinar las causas del deceso. Las causas las habían dicho los electores que votaron hastiados de la escasez, la carestía de la vida, la represión, la inseguridad, el narcotráfico, la delincuencia, la incapacidad administrativa y la asombrosa corrupción. Y sobre todo, cansados de un lenguaje violento de confrontación reproducido sin retoques del socialismo real y sus similares fascista y nazista durante más de 15 años. Maduro simplificó la derrota en cinco palabras: ¨Circunstancialmente ha triunfado la contrarrevolución¨ y admitió el triunfo opositor. Para su desaliento y perplejidad, le llovieron felicitaciones de todos lados.
Es inevitable encontrar similitudes con la Polonia de hace algo más de un cuarto de siglo, cuando Solidaridad capitalizó el descontento con la represión, los racionamientos y la extrema vida austera que los polacos debían soportar. En la primera oportunidad para expresarse en libertad votaron en aluviones contra el régimen y entregaron a la oposición que aquel movimiento representaba todos salvo un escaño del Sejm, la Cámara Baja. Lo mismo ocurrió en el senado, donde el régimen comunista consiguió conservar apenas una de 100 representaciones. Los aires rebeldes se esparcieron por los países comunistas y pronto abarcarían a toda la Unión Soviética, que acabó disuelta al cabo de 72 años de dominio. Los dirigentes polacos, y luego los rusos y todos los europeos del este del viejo continente, también se preguntaban por qué. La aspiración de igualdad de derechos había acabado instalando una clase en la que unos, los de la nomenklatura del partido, eran más iguales que el resto.
El propósito hacer de Venezuela otra Cuba nunca logró afincarse, pero estos años los dos países han sido carne y uña. No se vislumbra un alejamiento drástico entre ambos, aunque Cuba está en una ruta que contrasta con la fuerte retórica anti-norteamericana de Maduro.
La mayoría de los análisis coincide en que el triunfo de la MUD fue regido por la convicción de que votar por los candidatos del gobierno era votar para seguir con lo mismo y acentuar la desesperanza que cunde en el país que durante gran parte del siglo XX había sido tierra de promisión, incluso para decenas de miles de exiliados de otras latitudes. Es célebre la confesión de García Márquez que en Venezuela vivió ¨feliz e indocumentado¨ y que a veces se afeitaba utilizando agua mineral de Escocia.
La que dio el triunfo legislativo a la MUD fue la Venezuela de la inconformidad, que también había encumbrado a Chávez años antes descontenta con el destino de los torrentes de petrodólares que al país ingresaban sin alterar la división entre los que tenían y los que no tenían. Era obsceno y manifiesto el contraste entre los rancheríos que circundaban las grandes ciudades y sus segmentos modernos, Igual que ahora, después de tres lustros chavistas, con factores agravantes que irritan a todos: mayor criminalidad y escasez aguda de casi todo lo esencial.
En un mundo entrelazado como nunca, los fenómenos de un país repercuten sobre sus vecinos. Marcan una tendencia de las sociedades. Pretender desconocerlo equivale a querer cubrir el sol con un dedo.
En tres y seis domingos
Tres domingos más y será Argentina, seis domingos y será Venezuela. El mundo político del continente caminará sobre ascuas pues los resultados de las elecciones en esos países definirán cursos en la región. Un resultado final negativo para el oficialismo en Argentina el 22 de noviembre está llamado a repercutir con fuerza sobre Venezuela el 6 de diciembre.
Daniel Scioli, por default el candidato de la presidente saliente Cristina Kirchner, enfrentará a Mauricio Macri, que viene con el impulso que pisó los talones de su rival cuando todos lo creían al borde de perder la carrera en la primera vuelta. Se juega el Socialismo del Siglo XXI lanzado por Hugo Chávez que se benefició del mayor auge de precios para las materias primas y productos agrícolas de los últimos 50 años. Es improbable que el continente sudamericano mantenga el mismo rostro después de las dos elecciones.
En una declaración que ha encendido las alarmas de organizaciones y gobiernos democráticos en el mundo, Nicolás Maduro ha dicho que no aceptará un triunfo de la oposición, dispuesta a enjuiciarlo y llamaría a nuevas elecciones presidenciales. Esta semana dijo que ante una eventual derrota organizaría un gobierno de unión cívico-militar, en la amenaza concreta de desoír el veredicto de las urnas. De ganar la oposición, Venezuela ¨entraría en una de las más turbias y conmovedoras etapas de su vida política. Y nosotros defenderíamos la revolución. No entregaríamos la revolución y la revolución pasaría a una nueva etapa¨.
La oposición le reclama no solo por cuestiones de derechos humanos, libertades democráticas y penurias económicas, sino también sobre cómo se gastaron cientos de miles de millones de dólares en 10 años de bonanza petrolera.
Una encuesta informó este jueves que Maduro contaría con solo el 39% de apoyo ciudadano en la elección, que debe renovar la Asamblea Nacional. La oposición lo vencería con el 56%. Para algunos observadores, Maduro enloquece ante la posibilidad de salir del gobierno y enfrentar juicios. Esta semana bromeó ante una audiencia en la ciudad central de Barquisimeto al decir que se quitaba un casco de protección porque ¨se me está fundiendo lo poco de cerebro que me queda¨. Si Scioli ganase, es poco del efecto que ese resultado podría tener sobre la magnitud de la crisis que abruma a Venezuela. Macri recibiría una herencia que aguantar y controlar demandará grandes esfuerzos.
Parece una paradoja, pero el cambio no lo representan las fuerzas que sostienen a regímenes populistas, sino las que quieren mostrar a sus países una nueva forma de conducción, sin estridencias ni confrontaciones, con idoneidad y con independencia de poderes. La presidente argentina Cristina Kichner, considerada como gran perdedora de la primera vuelta del domingo, apeló emocionada a sus seguidores ante quienes hablaba, en mensaje al país, desde los balcones de la Casa Rosada: ¨Cuando me voy a casa no quiero que ver que se desmorone lo que nos costó años¨-
El no haber mencionado a Daniel Scioli, el candidato oficialista en su resurgencia tras el ostracismo en que se mantuvo luego del revés del domingo mostró la dificultad de evitar el desmoronamiento de un edificio que luce dividido. Scioli era un desafecto que se apartó de su gobierno. La presidente asegura que el verdadero candidato es el proyecto que ella representa, lo que significa que Scioli tendría un margen de independencia limitado si llegase a ganar.
En el escenario que media hasta el 22 de noviembre, Mauricio Macri se mueve con la misma soltura que exhibió cuando bailó celebrando haber entrado a la segunda vuelta. El tercer colocado en la disputa, Sergio Massa, está más cerca del Cambiemos de Macri que del Frente para la Victoria del que Scioli es abanderado. En escasas palabras mostro su tendencia: no quiere ningún continuismo. Por deducción, prefiere a Macri y quizá guardarse para ser candidato único peronista en una próxima contienda.
En tres y en seis domingos el continente puede encontrarse ante nuevas realidades.
Usted decide
Salvo una disposición diferente de la Corte Suprema de Justicia, los bolivianos responderán el 21 de febrero a una pregunta elaborada en condominio por el Tribunal Supremo Electoral y la Asamblea Legislativa Plurinacional capaz de confundir y noquear el entendimiento. Para quienes diseñaron la pregunta, los ciudadanos son una maravilla de lucidez y se sienten cómodos con los circunloquios que han convertido a la lengua en un campo de batalla donde los combatientes son géneros y no personas.
¿¨Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?¨ Usted decide. Tal vez necesite una nueva lectura para estar consciente de la decisión que debe tomar.
Pero para comenzar, salga Ud. a la calle y pregunte a su vecino si puede decirle ese artículo 168 cuyo conocimiento los proponentes dan por descontado. Una gentileza con la ciudadanía podría ser imprimir en letra chica al pie de la boleta el texto del artículo modificable: ¨El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua.¨
Si en el diseño de la pregunta había dificultad para mencionar un solo género, ¿por qué no hablar entonces de nada más que de ¨las dos primeras autoridades de la nación¨?
En la comparación entre el texto constitucional modificable y el modificante salta el número: una (1) sola vez en el original versus las dos (2) veces de la propuesta. Con lo cual se puede concluir que de aquí a un tiempo podrán ser tres o cuatro y hasta más. Habría sido más sencillo proponer solo un cambio de número y evitar el zigzag de géneros que entorpece la lectura.
La confusión que amenaza a la pregunta se agrava con la convicción, al parecer genuina, de quienes presentan y debaten las noticias por televisión (mujeres y hombres) al hablar de ¨postulación¨ cuando se sabe que se trata de un eufemismo para disimular la incomodidad que provoca hablar de re-re-re elección.
Bajo fórmulas retorcidas no habrá mucho para reflexionar cuando llegue el momento de pronunciarse. La decisión no debería ser difícil.
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