Ché

El telón se levanta

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La guerrilla inmolada, del Gral. Div. (r)  Gary Prado Salmón.  Sirena, 325 páginas

Por HAROLD OLMOS (*)

 

Esta obra, cuya primera edición data de 1987, es la historia de la derrota de un movimiento guerrillero comandado por la mayor expresión de esa forma de lucha contra un ejército que menospreciaba, convencido de que era tan fácil vencerlo que Bolivia sería solo un puente rumbo a Argentina, el destino principal.  El devenir de los meses en la selva desnudó su engaño para desembocar en el epílogo que todos conocen. Una de las grandes paradojas de la historia de la insurgencia y de las luchas políticas en América Latina aún por desmenuzar es que las izquierdas radicales convirtieron la derrota en un acto heroico que vendieron por todo el mundo. Los compradores, huérfanos de esperanzas, recibieron la narración sin espíritu crítico, y aceptaron la versión cómoda que les daban sin oponer resistencia, para luego entregarla a masas y generaciones acríticas, impermeables a las observaciones del sentido común sobre los errores garrafales de quienes urdieron la campaña. Sin estridencias ni retórica, el general Prado Salmón cuenta la historia de la guerrilla y el comportamiento de las fuerzas armadas bolivianas en los siete meses de insurgencia en la selva. Al final de la aventura, la mayor inconsecuencia fue el adiós a la arenga de ¨Patria o muerte¨, de la que era un forjador, para entregarse gritando por su vida, ¨no me maten, soy el Che¨.

Una novedad en la obra para estos 50 años de aquel episodio es la breve presentación de ¨La Guerrilla Inmolada¨ en su cuarta edición. Para el autor, el título escogido lo dice todo. ¨Esta fue una guerilla enviada al sacrificio, inmolada en el altar de las necesidades políticas de Fidel Castro de garantizar su liderazgo local y regional y su permanencia en el poder. Lo logró, sí, pero a costa del sacrificio de su propio pueblo que aún no consigue recuperar su libertad y está anclado en un modelo político obsoleto y sin perspectivas¨.

Muchos de los que hablan de la campaña del Che poco reparan en examinar un hecho que sentenció al movimiento. Lanzadas las operaciones, ningún voluntario se sumó y los campesinos, que el comandante creyó que se levantarían entusiasmados con su presencia, fueron el mejor auxilio del ejército para ubicar a los guerrilleros y derrotarlos. Con un desdén natural hacia la guerrilla y ante un discurso nebuloso que les ofrecía tierras en un país donde la idea de reforma agraria no cuajaba pues en la region de los combates tierra era lo que más sobraba, para los campesinos la música revolucionaria era como ofrecer agua a los peces de un rio.

El autor subraya que el escenario para la insurgencia fue escogido sin que nadie lo hubiese recomendado como apto para la tarea. Distaba cientos de kilómetros de las fronteras más próximas e incluso de los centros urbanos bolivianos. No solo eso. El campamento construido resultó más débil que la casa de los chanchitos de los cuentos infantiles y fue tomado por el ejército sin una sola escaramuza.

A la pérdida del que debía ser un refugio permanente e inexpugnable, se agregó la division de la columna, ocurrida tras desplazarse a la cabeza de la vanguardia combatiente dejando a la retaguardia (¨resaca¨) en el campamento, para acompañar hasta Muyupampa  a Regis Debray, Ciro Bustos y George Andrew Roth. Prado Salmón subraya la división como uno de los errores capitales del comandante.

La pregunta de por qué ocurrió esa division no ha tenido aún una respuesta satisfactoria.  ¿Una improvisación porque estaba muy seguro de que el viaje sería tranquilo? O ¿era que el comandante ya estaba librado por completo a su suerte y sin esperanzas de recibir algún apoyo? La retaguardia escapó hacia el monte cuando llegó la patrulla del ejército que tomó el lugar y los dos grupos nunca volvieron a encontrarse.

El autor recuerda que era tan evidente la situación sin destino en que se encontraban que algunos insurgentes plantearon al comandante la disolución del movimiento. El Che los desoyó y la guerrilla continuó deambulando, cada vez más cerca del ejército que lo acorralaba. Prado Salmón sostiene que ¨la negativa a disolver la guerrilla tiene una razón de fondo: el Che no tenia dónde ir. Cerrado su retorno a Cuba (cuando Fidel Castro leyó una carta que se suponía que sería secreta hasta su muerte), ¿dónde podría refugiarse? Por eso la marcha hacia el ocaso tiene su justificación final en la continuación del movimiento hacia el enfrentamiento definitivo¨.

El autor juega fuerte pero la hipótesis que apunta a la responsabilidad de Fidel Castro en la guerilla y su destino no es solo suya. Surge al amparo de la Guerra Fría. Argentino que nada le debía a Fidel sino al revés, era una espina en el zapato. Cuba sobrevivía gracias a la Unión Soviética y, a pesar de haber sido ignorada en la crisis de los cohetes cuando John Kennedy negoció directamente con Nikita Khurschev su desmantelamiento, el vínculo con los rusos era el único cordón que sostenía a su revolución. Puesta ésta y el Che en la balanza, no había salida.

A partir de ahí, para compensar la derrota, comienza ¨la construcción del mito del guerrillero heroico, del gran idealista, del conductor militar y exitoso, con poca relación con la realidad¨.

Ese capítulo ganó impulso en 2006 cuando llegó al gobierno Evo Morales e inició su cruzada para revivir al personaje. Prado Salmón anota que esa resurrección, con homenajes y monumentos, se ha llevado a cabo ¨despreciando y denigrando o pretendiendo denigrar a los oficiales, suboficiales y soldados que defendieron la soberanía nacional bajo un gobierno constitucional, derrotando al invasor¨.

¨No han tenido éxito¨, afirma en un lacónico diagnóstico. ¨Los jóvenes soldados de 1967, hoy ciudadanos cercanos a los 70 años, ostentan con orgullo el título de Beneméritos de la Patria¨.

Las batallas del general no han acabado. Es el más notable de los ¨denigrados¨ pues el gobierno del presidente Morales, con el Juicio del Siglo, lo tiene como parte de un plan para descuartizar al país que defendió hace medio siglo. Es una venganza, ha dicho, de los viudos del Che, ahora prominencias en el gobierno, consecuencia de una de las típicas volteretas de la historia boliviana que encumbra a algunos por períodos que, al extinguirse, como siempre ocurre, acaban en anécdotas.

 

Historia y literatura ausentes

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Tras leer ¨La Guerrilla que contamos¨, escrita por tres periodistas que trabajaron en el diario ¨Presencia¨ durante la guerrilla de Ernesto Guevara en 1967 y, días después, ¨La Guerrilla Inmolada¨, del general (r) Gary Prado Salmón, meditaba sobre la necesidad de estudiar la historia boliviana con mayor detalle. Esa guerrilla ha sido uno de los mayores episodios bélicos desde el surgimiento de la república, pero 50 años después del episodio no existe un relato oficial conocido por el público, salvo los ensayos que después escribieron algunos protagonistas, o algunas aproximaciones anecdóticas no exhaustivas alrededor del tema.

Divagaba sobre la idea y tropecé con una realidad gigante: en el país no existe una facultad que enseñe historia y literatura bolivianas como carreras  universitarias. ¨No hay licenciatura, mucho menos maestría. Quienes quieren estudiar nuestra historia o nuestra literatura con todo rigor deben irse al exterior, si tienen los medios para costearse la carrera¨, me dijo Jorge Órdenes, miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y uno de los académicos que postula la creación de una facultad con todos sus kilates para esas disciplinas.

Se debe suponer que el episodio guerrillero figura en las clases de historia de la educación media y la pregunta inmediata es en base a qué se cuenta a los alumnos esa historia. La pregunta podría extenderse a muchos otros episodios de la historia nacional. Es legítimo sospechar que las respuestas resultarían limitadas por la ausencia de la carrera que defienden Órdenes y otros académicos.

La divagación llevó a otra verificación. ¨Presencia¨ es un hito trascendental del periodismo boliviano pero pocas personas conocen su historia. Muchos de los que forjaron esa historia ya fallecieron. Por los relatos parciales que se conocen, esa epopeya periodística ha tenido capítulos heroicos que carecen de un registro formal. ¿Será que ese pedazo de historia es enseñado en las aulas de ¨comunicación¨, nombre genérico en el que se involucra al periodismo? Y ¿en base a qué?

Ahora que llegan fechas que evocan eventos de hace medio siglo, se debe recordar que fue ¨Presencia¨ el primer periódico del mundo en publicar sin recargo y en una sola edición todo el diario de campaña de Che Guevara. Los cerca de 130.000 ejemplares son record boliviano, ahora imbatible con la tendencia de los medios escritos a ceder espacio a sus áreas digitales.

En la huella de la distopía

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La muerte de Fidel Castro ha reproducido lo que durante su vida el comandante sembró: polarización y controversia. La figura, elevada y firme durante gran parte de su vida, y en los últimos años encorvada y decadente, ha recorrido los espacios informativos de todo el mundo. Genio y figura, pocos meses antes de morir manifestó desconfianza hacia el deshielo entre Cuba y Estados Unidos, que busca superar un distanciamiento de más de medio siglo y oxigenar a la isla. Nunca dejó de afirmar que Cuba era un edén en gestación, aunque la realidad le decía que de ningún paraíso la gente escapa a montones dispuesta a sacrificar la vida en el intento. Bajo su vision, Cuba era la utopía realizada pero para gran parte de sus compatriotas ha sido una distopía real donde todo ha resultado tan insoportable que hay que escapar de la isla.
Las muerte del conductor cubano mostró la dificultad de muchos medios y comentaristas de definir al régimen. Nadie dudaría en calificar como dictadores a los generales Pinochet, Videla, Stroessner o Trujillo. Extender la definición al lider cubano, fallecido el viernes 25 de noviembre a los 90 años, ha sido difícil, peor aún subrayar las condiciones opresivas que subsisten en la isla. Fue perceptible el prejuicio cuando medios escritos bolivianos y de otras latitudes titulaban al día siguiente que ¨el mundo llora¨ la muerte del líder cubano. Nadie dudó cuando se dijo que el mundo había llorado el fallecimiento de la Madre Teresa de Calcuta. Atribuir ese sentimiento mundial hacia Fidel Castro fue un exabrupto ni siquiera explicable en la prisa por cerrar la edición.
¿Por qué? Una tentativa de respuesta es la resistencia del ser humano a desengañarse y aceptar que sus ilusiones se han vuelto una pesadilla. Ni siquiera los testimonios de quienes vivían esa realidad convencía a los que cerraban los ojos y seguían creyendo en la vision romántica de una revolución que entusiasmaba en sus primeros años y que acabó en una maquinaria despótica. El fanatismo enceguece, como cuando un articulista ruso pretendía que se le creyera que ¨1984¨, de Orwell, retrataba a Estados Unidos y no a la URSS.
Durante un viaje a la isla hace unos años, conversaba con un vigilante de playas que no admitía que Cuba había dado pasos gigantes en garantizar la salud, en grado envidiable para sus vecinos del continente. El vigilante arqueó las cejas y me dijo: ¨Eso dice la propaganda. Para la mayoría como yo, un hospital es inalcanzable. Usted puede ser atendido y beneficiarse de esa medicina porque va a pagar en dólares. Los cubanos no podemos hacerlo¨.
Dos países sudamericanos fueron foco especial de su atención: Venezuela y Bolivia. Con ambos tuvo los peores desencuentros y las alianzas más fructíferas. Fue a Caracas pocas semanas después de derrocar a Fulgencio Baptista y al presidente socialdemócrata Rómulo Betancourt le pidió un préstamo inmediato de 300 millones de dólares y petróleo subsidiado. Buscaba apoyarse en la riqueza venezolana para catapultar al castrismo por el continente. ¨De esta entrevista depende el futuro de la revolución¨, dijo a quienes lo acompañaban. No recibió nada. Betancourt, que había ganado las primeras elecciones libres venezolanas tras la caída del dictador Pérez Jiménez (1948-1958), le dijo que su país también estaba en aprietos y que para darle petróleo tenía que comprarlo a las compañías petroleras y venderlo a precio menor. Un negocio pírrico para un país que, entonces, ostentaba índices de atraso peores que los de Cuba.
Castro se fue con las manos vacías y en los años sucesivos Betancourt debió enfrentar invasiones guerrilleras apoyadas por La Habana, que pretendían convertir a Venezuela en otra Cuba. El ejército las derrotó y la mayoría de los invasores acabó presa. Más tarde, sus líderes, desencantados con el socialismo real, abrazaron la democracia y algunos llegaron a ser respetables legisladores. Cuarenta años después, al llegar al poder Hugo Chávez, Castro encontró en el teniente coronel venezolano el respaldo que Betancourt no le dio. Con torrentes de petrodólares, Cuba apuntaló su economía y ¨exportó¨ miles de profesionales sin cabida en la economía estrecha de la isla.
Con Bolivia, la apuesta fue también grande. Compró la idea de que, en 1966, Bolivia vivía bajo una dictadura que se desmoronaba y la guerrilla que iba a encabezar Ernesto Che Guevara sería la mecha que incendiaría a un país que suponía ansioso por un sistema de gobierno como el cubano. Fue otro fracaso. La creencia absurda de que en Bolivia sería como en Cuba hundió a la columna, que pasó gran parte de los 10 meses de su odisea en lucha feroz contra la naturaleza, en especial insectos, mosquitos, parásitos y, carente de refugio seguro, bajo un hambre que la acosó incesante. ¨Nuestro problema principal era encontrarlos¨, me dijo el general Gary Prado Salmón, ante cuya compañía Che Guevara se rindió tras gritar ¨no disparen, soy el Che¨.
Cincuenta años después, Castro encontró en Evo Morales uno de sus más grandes admiradores, dispuesto a alcanzar metas de la revolución cubana bajo un sistema recauchutado: el Socialismo del Siglo XXI.

Medio siglo después

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¨Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.¨ Carta del Che  leída  por Fidel Castro en la reunion tricontinental de La Habana, 1966.

Medio siglo después de desembarcar en Bolivia para crear ¨uno, dos, tres, muchos Vietnam¨, Che Guevara no creería a sus ojos: el Vietcong ganó la guerra y Vietnam, reunificado bajo la égida comunista, se volvió un país dotado de un vigoroso ímpetu capitalista que lo ha catapultado como usina exportadora que coloca en el supermercado planetario casi de todo, desde zapatos hasta circuitos integrados. Sus principales escaparates están en Estados Unidos.

Che Guevara puso pie en Bolivia el 3-4 de noviembre de 1966. Su aventura acabó en pocos meses, el 8 de octubre siguiente, con su rendición (¨no disparen, soy el Che¨) y su ejecución al otro día dispuesta por la triada militar que comandaba Bolivia (René Barrientos, Alfredo Ovando y Juan José Torres).

Los historiadores ven en el desenlace un capítulo escrito en la pared, resultado de sus desencuentros con la realidad. ¨Venía de fracasar en el Congo, donde sus afanes guerrilleros ni siquiera fueron notados¨, dijo el Gral. Gary Prado Salmón, en una entrevista para este trabajo.

Prado fue el capitán ante cuyos hombres el Che capituló, en la única victoria militar decisiva en todo el Siglo XX.

Causó polémicas por donde pasó. Tras cinco décadas de haber venido a Bolivia, persiste el debate sobre qué lo llevó a esa determinación.

Una noción recurrente es que dejó Cuba desalentado porque sus propósitos de multiplicar el proceso cubano se nublaban ante la coexistencia pacífica URSS-USA.

La confrontación de octubre de 1962 y el desmantelamiento de los cohetes soviéticos en la isla y de los norteamericanos en Turquía, habían dado el golpe de gracia a la tesis de un choque nuclear inevitable entre los colosos. El nuevo modus vivendi no permitiría otra Cuba en el hemisferio y liquidaba la idea de desatar insurgencias en todo el continente en solo un quinquenio. Su situación en Cuba resultaba insostenible pues discordaba de la coexistencia que aceptaba Cuba, cuya sobrevivencia dependía de la Unión Soviética.

Fue al Congo, donde creía que había fermento para nuevas luchas. Su visión  era incorrecta y en poco tiempo estaba en un callejón sin salida.

Ahí ocurrió algo que precipitó su destino. El 1 de abril de 1965, seis meses después de llegar al Congo, Fidel Castro leyó ante el pleno del PC Cubano la carta de despedida que el Che le había dejado. Renunciaba a todos sus cargos, incluso a la ciudadanía cubana, para que Cuba no fuese responsabilizada por sus actos.

Fuentes diversas aseguran que, cuando supo de la revelación, montó en cólera, pues, afirmaba, la carta debía ser divulgada solo de ser prisionero o de morir. A partir de la revelación estaba inerme y Fidel quedaba como líder indisputado.

Documentos de una edición de ¨Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo¨, el diario que escribió el Che en Tanzania, tras dejar las selvas congolesas sin pena ni gloria, subrayan la conclusión del combatiente sobre su aventura africana: ¨Esta es la historia de un fracaso¨.  La edición reprodujo una carta de Fidel Castro urgiéndolo a retornar: ¨…dada la delicada e inquietante situación en que te encuentras ahí, debes, de todas formas, considerar la conveniencia de darte un salto hasta aquí¨.

No fue un salto fácil. Viajó a Tanzania, donde estuvo meses en la legación cubana, y a Checoslovaquia, donde esperó tres meses la autorización para retornar a Cuba. ¨Cuando finalmente pudo hacerlo, fue bajo estricto sigilo y otra identidad¨, dijo Prado, quien ha leído gran parte de la literatura sobre el combatiente al que venció.

¨Estuvo de incognito en una granja cerca de La Habana donde se encontró con Fidel. De ahí salió la idea de venir a Bolivia¨, en base a un estudio de Regis Debray tras visitar Alto Beni y Chapare. ¨Es notable que la zona escogida para operar fuese el sudeste, la menos estudiada¨.  Este punto es uno de muchos aún no dilucidados. Aún se desconoce la influencia de los jóvenes bolivianos que estudiaban en Cuba y que fueron parte de la columna original de 21 hombres (17 cubanos) que vino a Bolivia. El resto de los 51 hombres fue compuesto por los que se sumaron al movimiento tras la llegada del Che.

El trasfondo de todo era el cisma comunista, con China contra la coexistencia pacífica abrazada por la URSS, interesada más en desarrollar su imperio que ocuparse de las revoluciones que el comandante buscaba desencadenar. El resultado de esa pugna sería otra de las sorpresas que encontraría el Che: Rusia perdió la Guerra Fría y está embarcada en su propia ruta capitalista, mientras China ha desarrollado un capitalismo de estado gigante y fuertes intereses con Estados Unidos, decidida a competir por la supremacía económica mundial.

Tras pernoctar en el Hotel Copacabana de La Paz, se fue a Cochabamba y Santa Cruz rumbo a la Casa de Calamina, cerca de Ipita, ruta a Camiri, en los parajes del sudeste, donde iba a instalar el campamento base.

La controversia sobre la operación en Bolivia continúa vigorosa. Hay estudios que desahucian la estrategia foquista y subrayan errores de la campaña. A Prado Salmón le parece imperdonable que ignorase sus propios principios. ¨Pregonaba que la guerrilla no debe dividirse, pero él la fragmentó cuando salió para evacuar a Regis Debray y Ciro Bustos, a principios de abril de 1967.¨

¨Él fue con la vanguardia y el centro del contingente para dejar a los evacuados cerca de Muyupampa. Joaquín quedó con la retaguardia en el campamento, sin que hubieran siquiera acordado un punto de reunión posterior ante cualquier contingencia. Error fatal. El ejército, que ya sabía de la base en ¨La Casa de Calamina¨, ocupó el lugar y Joaquín escapó:  con gran parte de su gente enferma, no podría resistir. Al retornar de la evacuación del dúo, el Che se encontró con el campamento tomado. Evitó retomarlo y empezó a buscar a Joaquín, que hacía lo mismo respecto a él. La guerrilla dividida nunca volvió a encontrarse¨, dijo Prado Salmón. ¨Esa fragmentación facilitó el trabajo del ejército, que combatió a una fuerza nómada, sin base y disminuida con la división¨.

Tras la capitulación, Prado Salmón estuvo largo rato junto al hombre que había rendido. Luego lo vio durante idas y venidas al campamento mientras ocurrían refriegas esporádicas. Café y cigarrillos y con el fragor de la batalla disipado, hubo un intercambio tranquilo. ¨Quería saber qué sería de él. ´Ud. Será juzgado por un tribunal militar de la división de Santa Cruz, bajo cuya jurisdicción está Ud.´¨ recordó haberle dicho.

¨Preguntó si (el juicio) sería en Camiri y le respondí que sería en Santa Cruz. Hablamos entonces de Santa Cruz y de Bolivia. Él quedó con la idea de que sería traído a juicio a Santa Cruz.¨  Prado Salmón subrayó que cumplida la entrega del guerrillero a sus superiores, volvió al comando de sus hombres. Al retornar, le informaron de la ejecución del comandante. ¨Yo no me esperaba una cosa como la que pasó¨.

Humberto Vázquez Viaña, en su juventud comunista fervoroso y de los primeros en sumarse al movimiento, fue crítico demoledor de la campaña. Murió en 2013 dejando una estela literaria que lo consagró entre los mayores iconoclastas del ¨guerrillero inmortal¨.

En ¨Dogmas y Herejías de la guerrilla del Che¨ (Ed. El País, 2013), Vázquez Viaña lo llama ¨hereje¨ y relata decenas de errores que llevaron a la capitulación. Sin logística ni abastecimientos, ordenó marchar hacia el Rio Grande con un objetivo fundamental: conseguir alimentos, cuya compra, transporte y volumen alertaron a los vecinos.

Vázquez Viaña menciona el silencio coincidente cubano-boliviano sobre la presencia del guerrillero en Bolivia. Callarla anuló ¨la mejor arma estratégica, por no decir la única, con la que contaba la guerrilla¨. El autor creía que esa presencia habría movilizado a multitudes de todo el mundo a favor de su causa.

Medio siglo después, son más densas las dudas sobre la viabilidad de lanzar desde parajes desolados tan remotos y hostiles una campaña para replicar la de Cuba.

(Publicado en Página Siete, suplemento dominical Ideas,  30 de octuubre, 2016)

¿Oportunidad para un foro histórico?

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El presidente Evo Morales volvió estos días a cuestionar la única victoria decisiva del ejército boliviano en todo el Siglo XX: la capitulación de Che Guevara y la derrota de la guerrilla de 1967. El presidente dijo el sábado, durante una inauguración en Vallegrande,  que las instrucciones para la ejecución del guerrillero argentino-cubano las dio el mismo militar que comandó la unidad ante la que éste se rindió hace 49 años, el entonces capitán y ahora general retirado Gary Prado Salmón.

En julio, la versión del presidente había sido diferente.  Al negar el pedido de amnistía que le hicieron dos figuras prominentes de la izquierda boliviana, el ex rector y ex embajador en Brasil Jerjes Justiniano, y Osvaldo ¨Chato¨ Peredo, el comandante de la guerrilla de Teoponte, dijo que Prado Salmón era ¨asesino del Che y separatista¨.

Esta nueva version incorpora elementos nuevos para la trama que describe el mandatario. El capítulo referido por Presidente tiene por eslabón principal a la CIA, de la que el militar recibe la instrucción y ordena  la ejecución. Ambas están a contramano de todas las  informaciones históricas de lo ocurrido entonces.

El mandatario basó su nueva aseveración en documentos del ¨historiador Gustavo Rodríguez Ostria¨, cuya obra es poco conocida en Santa Cruz. Representa a Bolivia como embajador en Perú.

En una cita textual de las palabras del presidente, mencionadas traída por El Deber, Morales dijo: ¨Según su  investigación (de Rodríguez Ostria) y documentos demostrados, la CIA ha instruido asesinar al Che mediante el general Gary Prado y éste recibió la instrucción de asesinar al Che y ha dado la tarea a otra persona para su ejecución correspondiente¨.

Se desconoce si la información atribuida al historiador incluye documentación probatoria, o si ha sido corroborada por los archivos históricos de las Fuerzas Armadas o verificada con algunos de los sobrevivientes de la campaña de  1967.

La nueva aseveración presidencial tuvo, esta vez, una respuesta rotunda de uno de los hijos del general, el abogado Gary Prado Arauz. En su muro de facebook, Prado Araúz historió lo ocurrido el 8 y 9 de octubre tras la rendición del comandante guerrillero y advirtió que Morales ¨cree que será presidente eternamente y que tiene una lengua impune. No es así. Volverá a ser ciudadano y entonces se las verá conmigo¨.

Uno de los seis párrafos de la declaración del abogado dice:

“El general Gary Augusto Prado Salmón no fue el único oficial boliviano que condujo operaciones exitosas, también estuvieron el entonces Cap. Mario Vargas Salinas, en Vado del Yeso o el entonces Sbtte. Fernando Galindo en Higuera, entre otros. Esas victorias militares diezmaron la guerrilla. En el Churo el ejército combatió y venció. El jefe guerrillero perdió y se rindió. Ningún patria o muerte.  Así que los bolivianos, los militares de ayer y de hoy, con excepción de los que se acomodan en el Alto Mando, sentimos orgullo y admiración por los que combatieron contra la guerrilla y honramos la memoria de los que dieron la vida por defender nuestra heredad.”

Muchos se han preguntado si no es oportuno convocar a un foro de historiadores y de militares, pasivos  y en  ejercicio. Sería una rara oportunidad para recapitular y discutir la historia nacional reciente, en la que algunos de los voceros oficiales, quizá el propio presidente, estarían entre los ponentes.  Y, claro,el historiador del que el presidente hace eco.

En otras latitudes, y aseguuraría que también  en los medios bolivianos de otros tiempos, la afirmación presidencial habría merecido  una verificación de datos.  Estos días, cada afirmación que hacen los candidatos presidenciales  en Estados Unidos es sometidas a un escrutinio riguroso. La  verificación informativa debería ser tarea rutinaria, pues es parte del trabajo de los  informadores.

 

El ¨Yo acuso¨del general

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El Juicio del Siglo, en curso en Santa Cruz desde hace tres años, está desde el martes en un terreno más quebradizo y pantanoso de lo habitual, y parece próximo a definiciones importantes desde que el general (r) Gary Prado Salmón acusó al tribunal de haberlo sentenciado a muerte ¨a corto plazo¨. En respuesta, el tribunal ignoró su condición convaleciente y desencadenó el desenlace anunciado: las escaras que soporta desde hace años se abrieron en la propia sala de audiencias y quedó patente la amenaza de una septicemia capaz de volver ese plazo dramáticamente más corto.
El viernes, las audiencias fueron suspendidas hasta la semana subsiguiente, en un nuevo aplazamiento del proceso que tuvo sus orígenes cuando fuerzas de la policía atacaron un hotel y mataron a tres personas, apresaron a dos sobrevivientes y desencadenaron una amplia persecución sobre dirigentes de Santa Cruz. Entre los 39 acusados está el general Prado Salmón, quien desde 2013 se defiende en el juicio oral acusado de tramar una campaña terrorista con miras a dividir al país en cuyo ejército ganó máximos honores.
El juez Sixto Fernández y la acusación, que sostiene que el general declarado Héroe Nacional por el Congreso, conspiró para despedazar Bolivia, no vieron otra salida el viernes que aplazar la audiencia, que se había reinstalado tras semanas de repetidas interrupciones originadas en la salud del militar.
En la semana que pasó los acusadores perdieron una batalla fundamental: la de la opinión pública. Que sobre una camilla desgastada y sucia oficiales del Cuerpo de Bomberos colocasen sin el debido cuidado al soldado vencedor de una campaña decisiva para Bolivia, fue demasiado crudo y cruel para que cualquier miembro del gobierno, por más fervor oficialista que tuviere, condonase las imágenes que registraron los medios.
Nadie salió a defender la causa oficialista. Dos prominentes figuras del partido de gobierno, el ex embajador en Brasil Jerjes Justiniano y Osvaldo Peredo, líder de la guerrilla igualmente efímera que sucedió a la que derrotó el general Prado Salmón, enviaron una carta al presidente Morales pidiendo una amnistía para los procesados.
Al principio, el presidente decía que los supuestos terroristas habían querido matarlo, pero la acusación de magnicidio fue suprimida de la acusación y quedaron solo las de ¨terrorismo y alzamiento armado¨ que desde hace más de tres años los acusadores tratan de probar. Una de las mayores acusaciones durante el juicio ha involucrado a funcionarios del gobierno de haber colocado un explosivo en la puerta de la casa del Cardenal Julio Terrazas.
En el alegato que presentó al reiniciarse las audiencias el martes, el militar destacó que, pese a ser considerado ¨la pieza más importante¨ del proceso, ninguna de las declaraciones de unos 40 testigos de cargo presentados por la acusación lo involucra en terrorismo o alzamiento armado. Aún más, dijo al tribunal, en sus declaraciones bajo juramento esos testigos dijeron que no tuvieron ningún contacto con él. Declaró que solo dos oficiales de la policía, no presentes en los actos investigados para el proceso, llegaron a decir, citando otras declaraciones que descartó como comprobadamente falsas, que él había estado en el stand de Cotas donde se afirma que operaban los supuestos sediciosos. El militar está en silla de ruedas desde hace 35 años.
¨Usted, señor Juez¨, le dijo al juez Fernández, ¨ha demostrado desde el primer día de su participación en este juicio una manifiesta parcialidad con el gobierno en contra mía, claramente por instrucciones superiores. Yo, personalmente atribuyo también una parte de esa animosidad a su militancia en el PCB y sus simpatías hacia Ernesto Guevara¨.
En un frase que pareció también dirigida a sus colegas militares, registró: ¨Quiero dejar constancia de que me siento satisfecho y orgulloso del deber cumplido en la campaña de Ñancahuazú en 1967 como militar profesional…de haber conducido adecuadamente a mis hombres al combate contra una fuerza extranjera invasora, de haber derrotado militarmente al Ché, de haberlo entregado vivo a mis superiores, mientras los miembros del Partido Comunista que lo habían hecho venir lo abandonaban¨.
En otra declaración polémica dijo que no dudaba que en el proceso ¨se mueven intereses políticos¨ y que en dos ocasiones el jefe del Estado ofreció públicamente al Fiscal General ¨la candidatura a la presidencia en el futuro a cambio de una sentencia condenatoria a ´esos terroristas que me querían asesinar´¨. Agregó más filo a sus palabras al referir que altas autoridades del gobierno habían estado detenidas acusadas de terrorismo. ¨Y ahora resulta que los terroristas somos los que nada hemos hecho¨.
Reclamó que ya en agosto pasado había señalado al tribunal que su salud requiere de cuidados especiales por las úlceras. Por eso su familia había decidido traer a las audiencias una camilla que, sin embargo, no ayudó a curar sus cicatrices en la baja espalda pues cada subida y descenso al vehículo que lo transportaba desde su casa implicaba presión sobre la parte afectada de su cuerpo.
Este fin de semana era difícil apostar por la reinstalación de audiencias el 18 de julio o por el futuro del propio proceso. Su continuidad ha quedado ligada a la salud del general y, por extensión, también a la de otros acusados que han desfallecido durante las audiencias.

Evocaciones de aquella noche

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Camisa blanca y pantalón oscuro, los veteranos del ejército que la mañana del 8 de octubre asistieron a una misa en la catedral de Santa Cruz observaron gran devoción. El acto era un rito de victoria, pero sin la algarabía ni festejos de otros años. Tras saludarse e intercambiar algunas palabras en el atrio, cada uno retornó a su domicilio de un modo tan discreto como llegó. El gran ausente de esa ceremonia fue quien 48 años atrás había comandado a gran parte de ellos para lograr la mayor victoria del ejército boliviano en el siglo 20 y la segunda de su vida independiente. Gary Prado Salmón, ex embajador en México e Inglaterra, ahora general retirado y declarado Héroe Nacional por el Congreso, asistía esa mañana al Juicio del Siglo, donde se lo acusa de conspirar para desmembrar Bolivia.

No se supo de otras ceremonias. Las conmemoraciones de esa victoria han sido avasalladas por la onda que sostiene que la guerrilla de 1967 no fue una victoria del ejército boliviano sino de la CIA y la Misión Militar de Estados Unidos y que los héroes a los que se debe rendir honores son los que perdieron.

¨Yo no vi ni un solo agente extranjero en la selva ni por las quebradas¨, recordó con ironía Prado Salmón. ¨Quienes invadieron el país fueron engullidos por la naturaleza de los parajes selváticos y montañosos que escogieron, que fue un factor importante en su derrota. Para nosotros, el problema no era tanto combatir como encontrarlos¨.

Nadie precisó si entre los asistentes a la misa estuvo el personaje más silencioso de las decenas que ese día conmemoraban la jornada final: el hombre que ejecutó a Ernesto Ché Guevara. Era probable que no hubiera estado, en virtud de la decisión que Mario Terán tomó tras cumplir esa misión y que lo ha mantenido hasta hoy en la oscuridad. Todas las versiones conocidas coinciden en que vive en Santa Cruz, pero que se sepa de manera irrefutable, nadie ha conseguido un contacto periodístico personal con él, salvo una fotografía casual que le tomó una periodista francesa hace muchos años.

Las noticias esporádicas que aparecen en los medios pueden ser solo referencias pero ninguna basada en un encuentro directo, dicen algunos que lo conocen. ¨Le aconsejé evitar a la prensa y apartarse de la publicidad si quería tranquilidad para sus días. Me hizo caso¨, dijo Prado Salmón al evocar la vez que hace casi cinco décadas ambos hablaron con cierto detalle sobre lo que había pasado en La Higuera y la misión para la que se ofreció como voluntario.

La conmemoración fue instituida a partir del 8 de octubre de 1968 por el general René Barrientos Ortuño, y una plaza de Santa Cruz fue designada para recordar la fecha y evocar la campaña militar y a los soldados que actuaron. Pero hace algunos años, bajo el gobierno actual, se le cambió el nombre alusivo a los combatientes de la campaña de Ñancahuazú por otro genérico, y con fecha diferente en septiembre, de modo que los ex luchadores optaron por la misa en la Catedral.

¨Ahí nos sentimos más unidos y mejor representados¨, dijo el general (r) Mario Oxa, cuya compañía fue parte de las operaciones finales que liquidaron la tentativa de proyectar a Bolivia como foco guerrillero continental.

También estuvieron presentes parientes y amigos de los deudos de los 51 luchadores bolivianos que cayeron durante la campaña. (¨Ellos perdieron un poco menos, pero la proporción nos favorece, pues debía ser 10 bajas para nosotros para cada una de ellos¨, subrayó Prado Salmón). Casi todos los presentes en la misa eran de Santa Cruz y de localidades próximas.

Los excombatientes con los que fue posible hablar de manera abierta exhibieron orgullo por la victoria. ¨No ha habido ninguna otra en nuestra historia¨, dijo Oxa, y citó otras marcas históricas, incluso la de Ingavi, para atribuirles brillo menor que la registrada en Ñancahuzú.

Prado Salmón cree que no se ha abordado con la amplitud necesaria el sentimiento de victoria que prevalecía en la tropa y sus oficiales tras vencer a la fuerza guerrillera de 1967.¨El sentimiento de victoria y de euforia que nos entró a todos la noche del 8 de octubre era total.¨ Había hecho venir a todos los hombres de su compañía (160) y a los que estaban próximos de otras. ¨Esa noche, los oficiales y los soldados venían y nos abrazábamos todos con la alegría de haber llevado un triunfo al ejército nacional, de haber derrotado a esa guerrilla. Era el fin, estaba clarísimo, con el Ché ahí (prisionero), no había más, se acababa la historia.¨

El general retirado dijo que el júbilo con el triunfo era mayor porque tenía dos características: era político y militar. ¨Un ejército muy pequeño, con poco entrenamiento, con muchos soldados que antes de combatir sembraban caña, había  conseguido revertir una situación  muy peligrosa. Y en solo ocho meses acabamos el problema.¨

El entrenamiento a la unidad de Prado Salmón comenzó en mayo de 1967, bajo un programa suscrito nueve años antes con Estados Unidos, que equipaba a los participantes con armas de la Segunda Guerra Mundial (¨modernísimo, pues nuestros equipos correspondían a la guerra del Chaco¨). Con el ingreso de tropas entrenadas al área de combate, el eclipse de la guerrilla fue irreversible. Herido y con su grupo en retirada, el comandante guerrillero capituló ante el capitán Prado Salmón que comandaba la compañía que decretó el final de la insurgencia.

A los críticos de la victoria sobre esa guerrilla, Prado Salmón, en silla de ruedas desde hace 34 años, reiteró que la conciencia de victoria ¨está viva¨ entre todos los que lucharon contra la insurgencia de 1967. ¨Eso no se va a disipar¨.

Los combatientes fueron declarados Beneméritos de la Patria, sin pensión, poco antes que el presidente Morales llegara al gobierno.  La orientación del mandatario ha sido clara en gestos y palabras. Ha homenajeado a Ché Guevara y afirmado que los que combatieron al movimiento guerrillero que dirigió estaban equivocados.

¨Eso –dijo- lastima el honor, el orgullo¨ (de los soldados) por las jornadas de 1967.)

El desafío de Entel

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La jornada de este miércoles dejó en los participantes del Juicio del Siglo un sabor de frustración. Los intentos de conectar al acusado más notable a través de videoconferencia sucumbieron arrastrados por la inestabilidad de la señal. El mayor juicio penal de la historia boliviana quedó pendiente de la capacidad de la empresa de telecomunicaciones Entel de proporcionar un servicio adecuado y estable.

La opción propiciada por el juez Sixto Fernández es vista como caminar sobre una cuerda floja con una red de protección de fragilidad evidenciada en la primera jornada. Nadie podría garantizar una calidad aceptable de la conexión vía Skype, el programa de comunicación para enlaces entre usuarios sin el costo de una llamada telefónica.  El éxito de una conexión por algunos minutos no garantizaría su estabilidad a lo largo de un juicio y puede romperse en cualquier momento. Fue lo que ocurrió tras el inicio de la videoconferencia.

Otto Ritter, el abogado defensor general Gary Prado Salmón, no pasó de la cuarta pregunta al testigo principal de la acusación, el mayor de policías Miguel Ocampo Tarqui, cuando el servicio se derrumbó. El juez salvó el momento aplazando la audiencia hasta este jueves, pero hay dudas sobre si podrá mantener las sesiones bajo la incertidumbre de una conexión audiovisual precaria en un proceso que requiere traer a Santa Cruz a una docena de personas, entre jurados, fiscales y un detenido. La última sesión estable ocurrió hace más de un mes.

Todavía en fase de restablecimiento tras una cirugía, las imágenes del militar recostado y cubierto por una frazada hasta mitad del pecho difundidas por los principales medios informativos pueden haber sido embarazosas solo fuera de la sala de audiencias. El tribunal rehusó considerar un planteamiento para apartarlo del proceso.

Prado Salmón, declarado Héroe Nacional por el Congreso, logró una  de las mayores victorias del ejército boliviano cuando rindió a la columna guerrillera de Ernesto ¨Ché¨ Guevara en 1967.

¨He recibido muchas llamadas de solidaridad¨, dijo el general retirado por teléfono al asumir que la circunstancia que lo presiona era parte de su destino como militar. Ha atribuido la acusación de planear dividir Bolivia a una venganza de la izquierda mundial.

La orden judicial, por favor

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El juez Sixto Fernández, a cargo del Juicio del Siglo, con acusaciones de terrorismo y separatismo, previa capitulación del ejército, dio curso este lunes a una sugerencia de los abogados del Ministerio Público y del gobierno, para incorporar por internet al general (r) Gary Prado Salmón a las audiencias. Pero no tomó en cuenta  un detalle importante: Que los técnicos que fuesen al domicilio del militar para la instalación correspondiente debían estar munidos de una orden juidicial pues iban a ingresar a un domicilio privado.

Cuando la esposa del militar, María del Carmen de Prado, se asomó al portón de ingreso a su domicilio para verificar la orden judicial para ingresar al domicilio, los técnicos dijeron que no la tenían. Sin otra cosa que hacer,  volvieron a las oficinas de Entel de donde los habían enviado. La cuestión deberà ser tratada este martes..

La venia que dio el juez a la iniciativa del Ministerio de Gobierno en la sesión de la mañana del lunes dio lugar a un intenso debate, como ocurre en casi todo cuanto ocurre en el juicio oral que tiene a Santa Cruz como escenario desde hace más de dos años y medio. (Son seis años y cuatro meses desde el asalto al Hotel Las Américas).  Pero cuando tocó decidir al tribunal en conjunto, al que se suman Elena Gemio (juez técnica) y  las jueces ciudadanas Anastasia Callisaya y Sonia Mamani, el dictado del juez Fernández para ¨internetizar¨ la audiencia tuvo aval pleno.

El uso de internet con protocolos de voz e imagen por parte del Poder Judicial en Bolivia bastante incomún.  Los abogados del ministerio de gobierno dieron al ¨Skype¨ como el protocolo único o más adecuado. No es así. Todos los grandes proveedores incluyen su protocolo de voz (yahoo, hotmail, gmail, por ejemplo). Por lo general su instalación no requiere de otras personas además del propio usuario.

El motivo para buscar auxilio de la internet se debe a que el general boliviano, que venció a Ernesto Ché Guevara y dio al ejército boliviano una de las dos victorias decisivas de su historia, convalece se una cirugía que le practicaron los médicos a causa de la parálisis que sufrió hace 35 años cuando estaba en misión para reimplantar el orden en una zona convulsionada de Santa Cruz. La más reciente audiencia ocurrió hace casi 20 días y una prolongación por otras dos semanas conspiraría contra el juicio. Si la ausencia del militar tuviera que prolongarse, la opción sería separarlo del juicio, una opción ya mencionada por la defensa y resistida por la acusación. Pero sin Gary Prado Salmón el juicio, ya debilitado gravemente desde los juicios abreviados de principios de año y por graves dificultades probatorias, perdería sentido. Eso explica la actitud de los fiscales y del tribunal para buscar todas las posibilidades para que el juicio no se extinga…de manera natural.

P.S. A propósito, no hubo orden judicial para la intervenciòn policial al Hotel Las Américas ni estuvo fiscal alguno presente. Ese detalle no ha sido subsanado hasta ahora.  En la intervención murieron tres personas, acribilladas a balazos por quienes invadieron el local.

Mitos hacia el ocaso

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El oleaje del reencuentro Cuba-Estados Unidos todavía bate fuerte sobre las playas de países cuyos gobiernos apostaban a la inmutabilidad del remanente de la guerra fría en el Caribe. La caída del malecón ideológico entre La Habana y Washington aún no parece haber sido digerida del todo, pero poco a poco algunos de los mitos bajo los cuales vivió el continente durante décadas parecen ingresar a la sombra.

El mito de que Cuba ofrecía el paraíso empieza a salir veloz del escenario. Imágenes de estos días muestran a lo largo de hoteles habaneros filas de viejos convertibles reacondicionados y colores brillantes bajo enormes carteles con el grito de guerra que acuñó la revolución cubana ¨Patria o Muerte, Venceremos¨.  Es como el argumento melancólico de una publicación de los últimos años soviéticos al proclamar que el mundo de Winston Smith (George Orwell, ¨1984¨) bajo ¨El Gran Hermano¨ fotografiaba a USA y que la URSS iba rauda al Edén. La caída del Muro de Berlín la desmintió. Pregunten a cualquier persona informada si propondría reproducir aquel paraíso en su país y la escucharán decir asombrada que usted está loco.

Arrastrado por el desplome de los precios del petróleo, se desvanece el desahogo que durante más de una década representó Venezuela para miles de cubanos que proporcionaban ingresos jugosos al tesoro de Cuba. La fuga de cientos de médicos y profesores hacia Colombia solo este año es explicada con una lógica difícil de rebatir: en su patria la vida era austera pero al menos estaban con la familia. En Venezuela conseguir alimentos y cualquier vitualla es casi imposible, mucho más si al hablar se les advierte el acento extranjero.

El realineamiento de Cuba y Estados Unidos llevará al ocaso a otros mitos. Mucho antes de que fuera disuelta, en la URSS evocaban solo miedo y hambrunas terribles  los nombres como Stalin o Brezhnev, jefes supremos por décadas. ¿Cuántos querrían reproducir en Bolivia el sistema que rige en Cuba?

No es aventurado decir que el fervor que suscitaba Cuba ahora languidece, igual que la imagen forjada para Ernesto Guevara, el Ché, derrotado por un joven capitán que dio a su ejército una de sus escasas victorias en más de 100 años. En silla de ruedas desde hace más de tres décadas, el militar lidia, junto a otros acusados, con fiscales que aseguran que intentó una guerra terrorista/separatista.

Tras el reencuentro de La Habana con Washington sería interesante saber cuántos jóvenes seguirían dispuestos a embarcar sus vidas en una causa que se sabe de antemano que atracará en el mismo puerto del que quisieron alejarse.