Aislamiento
En la recta final
El proceso para juzgar a la presidente de Brasil se desliza por un tobogán desde que el 17 de abril los diputados decidieron llevar adelante el juicio con una mayoría abrumadora superior a dos tercios. Esta semana que empieza los senadores deberán dar partida al capítulo final de un juicio llamado a repercutir entre sus vecinos como el mayor revés sufrido por los regímenes del Socialismo del Siglo XXI desde su alumbramiento a principios de siglo.
Mientras pocos dudan del desajuste político interno que acarrearía la decisión, aún no hay una cuantificación del efecto que eso puede tener en sus vecinos Venezuela y Bolivia.
Algunos rasgos, sin embargo, son notorios: El aislamiento de Nicolás Maduro en América del Sur tiende a ser total. Brasil ha adoptado una actitud comprensiva para la situación venezolana y ha evitado sumarse a los reproches a Venezuela en las ocasiones en que otros gobiernos condenaron a Maduro. En reuniones hemisféricas recientes, Brasil optó cuando menos por abstenerse cuando se abordaron temas que criticaban a su vecino y lo acusaban de irrespeto a los derechos humanos y políticos de sus ciudadanos. Reiteradas veces consideró como ¨cuestiones internas¨ los conflictos venezolanos y sus reclamos más severos llamaron a ¨retomar el diálogo¨ entre opositores y el gobierno de Maduro.
Con Dilma sin poder en el escenario político, al gobierno de Venezuela le será difícil contar con esa valiosa comprensión, en parte resultado de realidades económicas: Brasil tiene en Venezuela un destino multibillonario para sus exportaciones y contratos industriales.
Bolivia, con el presidente Morales, propuso que las cabezas de Unasur viajaran hasta Brasilia para apoyar a la acosada mandataria. La iniciativa fue desairada y no tuvo siquiera un acuse de recibo formal. El presidente pudo reiterar su apoyo solo cuando ambos coincidieron el jueves en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y el respaldo verbal que el mandatario boliviano pudo haber expresado hacia la presidente vecina disminuyó intensidad cuando ésta, en su discurso ante la Asamblea, no habló de ¨golpe¨ sino de un ¨retroceso¨ que podría ocurrir en su país con su eventual alejamiento. Solo lo hizo después, al hablar con periodistas de su país.
Muchos diplomáticos vieron en esa actitud congruencia con el principio de mantener los problemas internos dentro de la propia casa. Los alegatos del presidente Morales sobre un ¨golpe jurídico¨ no llegaron a tocar tierra en quien estaba llamado a acogerlos.
Una parte importante del telón de fondo de la relación bilateral es que la líder brasileña nunca hubiera venido a Bolivia como presidente, pese a los deseos de su colega boliviano de que lo hiciera. La presidente dirigía Petrobras cuando Bolivia nacionalizó la empresa y unidades militares ocuparon sus instalaciones. En cualquier escenario, incluso si, contra las previsiones, la presidenta atravesase con éxito relativo el presente capítulo, el gobierno boliviano no tendría mucho para alegrarse.
El proceso para sancionar el enjuiciamiento de la presidente no está exento de tropiezos. Sobre el curso que sigue el proceso se ha desplegado una sombra densa capaz de repercutir en el final del drama: la idoneidad de los juzgadores, muchos de los cuales son vistos como carentes de un pasado limpio como para lanzar la primera piedra. Decenas de los que votaron por enjuiciar a la presidente tienen denuncias ante la justicia.
La liviandad provinciana que expusieron muchos de los 367 que justificaron su voto por el juzgamiento de la presidente, volvió a sentirse el viernes con informes de que el presidente de la Cámara Baja brasileña, Eduardo Cunha, facilitó la exclusión de las denuncias sobre fechorías en Petrobras que podrían afectarlo en otro proceso y llevar a su destitución. Con esa exclusión, Cunha, uno de los abanderados de la causa por el enjuiciamiento, podría ser culpable solo de haber mentido cuando dijo que no tenía cuentas en Suiza. Pero sí las tenían empresas cuya dirección estaba a su cargo. Folha de S. Paulo calificó la coartada del legislador como un andrajo y dijo que su presencia en la Cámara de Diputados era ¨una vergüenza, un insulto, una provocación a todos los brasileños.¨
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Pocas veces he sentido como en estos días la sensación de vivir en un país cercado. Hemos llevado a los niveles históricos más bajos las relaciones con Brasil; con Chile nuestros contactos no son mejores; las que tenemos con Perú son cuando menos grises y carecen de brillo; con Paraguay hemos sucumbido arrollados por el tren que comandó Venezuela para apartar a ese país de Mercosur y abrir el campo para la incorporación de Venezuela, un paso que puede parecer al que dio Neville Chamberlain al ceder ante el Furher pero sin evitar la segunda guerra mundial. En la Guerra Fría Sudamericana Bolivia está en el eje de países que no goza de simpatías en el mundo democrático. Algunos son directamente rechazados, otros son tolerados porque exportan productos importantes para el otro campo; hay una tercera categoría que tomó partido con estridencia pero sin saber siquiera dónde se metía. El que siembra vientos (o ayuda a hacerlo), cosecha tempestades, dice un antiguo adagio.
Viendo en perspectiva no es difícil percibir que no estamos en el campo vencedor. Apostaría triple contra sencillo que no pasarán muchos días antes de que la cancillería boliviana entregue salvoconducto al senador pandino Roger Pinto. El gobierno habrá perdido una batalla inútil y tendrá que pagar reparaciones. Es posible que las autoridades bolivianas estén buscando una salida que le permita salvar la cara y disimular la derrota, quizá con alguna concesión comercial de Brasil. La hipótesis luce, sin embargo, improbable. Los agravios a Brasil han ido más allá de los que el más holgado sentido común soportaría. Las “reparaciones” pueden incluir una gélida relación con nuestro vecino gigante capaz de extenderse por mucho tiempo.
La temperatura del “affaire Pinto” subió este lunes algunos grados cuando el legislador pandino le planteó al presidente Morales hablar claro al país y comenzar reconociendo que la seguidilla de juicios que se la abierto obedecen a sus denuncias sobre la corrupción que asegura que ha impregnado al régimen y lo avergüenzan, además de “oscuros y tenebrosos vínculos que unen a funcionarios” del gobierno con “mafias y cárteles del narcotráfico”. La carta corría profusamente por la internet desde la noche del lunes. La carta fue leída por un legislador colega de Pinto, Luis Pedraza.
En el campo opositor, las perspectivas tampoco lucen brillantes. Aparte de la concentración de apoyo al gobernador Costas, no avanzan las iniciativas a favor de una fórmula unitaria “a la venezolana” rumbo a las elecciones de 2014. Una prueba podría ser la elección para gobernador en el Beni, en sustitución del renunciante Ernesto Suarez Sattori. Estas elecciones, sin embargo, todavía no tienen fecha.