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Los medios bajo asedio
Es uno de los subtítulos de un trabajo magnífico sobre el estado de la prensa en los países llamados “Bolivarianos” que vale la pena leer. Viene en inglés y lo ha escrito el periodista Douglas Farah, para el Freedom House Institute. El trabajo original, de más de 40 páginas, puede ser encontrado en http://www.strategycenter.net/, columna de la izquierda.
Farah, entre otros conceptos, subraya el siguiente:
“La ironía de la situación actual en estos países (se refiere especialmente a los países del grupo bolivariano) es que es muy improbable que los presidentes más hostiles a los medios habrían ganado las elecciones (de las que resultaron electos) si sus antecesores hubiesen utilizado los mismos métodos contra los medios que ellos ahora emplean”.
Sorprendentemente, destaca, estas naciones pertenecen a la OEA, cuya comisión interamericana de derechos humanos tiene una declaración de principios, cuyo primer punto recalca que “la Libertad de Expresión, en todas sus formas y manifestaciones, es un derecho fundamental e inalienable de todos los individuos. Además, es un requisito indispensable para la verdadera existencia de una sociedad democrática”.
Farah es un periodista veterano, que trabajó primero en la United Press International, luego en The Washington Post y actualmente es consultor de varias organizaciones promotoras de la libre expresión.
El estudio, que coloca a Bolivia como un país donde “parcialmente” existe libertad de expresión, sostiene que ese derecho es socavado diariamente. “Muchos de los métodos empleados para silenciar a los medios no son nuevos, pero ahora son más sistemáticos, más sofisticados y envueltos en un lenguaje de transformación social, renovación legal y revolución como justificativo para cerrar el flujo informativo hacia el público”, sostiene el estudio.
Muchos encontrarán paralelos en esas afirmaciones en nuestra propia realidad boliviana. Pero vean lo que dice después:
“Lo que es quizá más alarmante es que el público afectado en esas naciones, cansado de décadas de corrupción y enfrentado a una creciente inseguridad física y declinación económico, opone muy poca resistencia. Grupos de observadores internacionales, la OEA, la ONU y otros, han, en los últimos años, elaborado un conjunto de informes sobre la deteriorada capacidad de ejercitar la libertad de expresión en la región. En la mayoría de los casos, los gobiernos que se movilizan más agresivamente contra este “indispensable requisito para la verdadera existencia de n a sociedad democrática “han acentuado sus su esfuerzos para silenciar a los medios independientes sin prestar mucha atención al precio político de hacerlo”.
Farah entrevistó a más de veinte periodistas (editores y reporteros) de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Colombia, personalmente y por cuestionarios vía e-mail.
Irónicamente, subraya Farah, los medios fueron fundamentales en dar fin a las dictaduras en Bolivia y Ecuador y jugaron un papel prominente en exponer la corrupción de los partidos políticos tradicionales que, en fin, los llevó a la elección de líderes populistas. Fue la capacidad de los medios independientes en exponer la corrupción e incompetencia, y en cubrir las voces alternativas que venían de los movimientos sociales, que permitió a líderes populistas a ganar prominencia y vencer elecciones presidenciales. Morales, dice, tuvo una presencia constante en los medios como líder de los movimientos que removieron a tres presidentes antes de llegar a la presidencia en uno de los países más inestables de la región. Sus mensajes fueron cubiertos sin censura.
En Ecuador la prensa ya era persistentemente acosada antes de que ocurriese la condena en primera instancia del periodista Emilio Palacio y una multa descomunal de 40 millones de dólares al diarioEl Universo, de Guayaquil. En El Comercio, de Quito, cuenta Farah, todas las entrevistas con funcionarios oficiales debían ser autorizadas y monitoreadas (como ahora ocurrirá en Bolivia en el camino hacia las elecciones de octubre), informó el periodista Arturo Torres, cabeza de un grupo que investigaba acusaciones de corrupción en el gobierno. “Esto ha llevado a que muchos funcionarios dejen de ofrecer informaciones, especialmente las relacionadas con casos de corrupción, porque ahora tienen miedo”, dijo el periodista citado por Farah.
Recuerda que Morales excluyó a la prensa no oficial de cubrir sus raras conferencias de prensa durante seis meses, afirmando que estaba mancomunada con la oposición política. El periodo abarcado por Farah no abarca casos más recientes, como el apresamiento temporal de un periodista en Tarija por la elaboración y edición de un video en el que el presidente es acusado por sus vinculaciones con los cocaleros. Más oscura es la situación en Nicaragua, donde Daniel Ortega no ha ofrecido una sola conferencia de prensa en más de un año, dice Farah.
Medios, apariencia y contenido
Los diarios y todos los medios impresos en general, deben velar por su audiencia y su lealtad todo el tiempo, bajo el grave riesgo de perderlas. La lealtad del lector se guarda no solamente por el contenido, sino también por las apariencias. El formato, la calidad y credibilidad de sus informaciones, sus editores y directores, la diagramación, todo contribuye a forjar la lealtad en la que se afirma su público. A veces es suficiente cambiar el formato para modificar la percepción del público respecto al medio. Si a eso se agrega el contenido, la diagramación y modificaciones perfectibles en la línea, se encienden las luces rojas, pues el medio puede estar rumbo a un desastre.
Recuerdo el caso de un diario que se había posicionado hace algunos años con bastantes lectores en un público exigente como el de Sao Paulo. Estaba entre los primeros de la metrópolis más rica de América del Sur. Por conveniencia de sus dueños, embarcados en otros negocios que enfrentaban dificultades, el diario fue vendido. Los nuevos dueños creyeron que bastaba cambiar el nombre, mudar la diagramación y darle una imagen más alegre, para conservar la lealtad del público y acrecentarla. No fue así. En poco tiempo, su circulación bajó en picada. El medio que sus lectores acostumbraban comprar no era el mismo, por más que intentase conservar su calidad. Tenía ropaje diferente. Era otro.
Recuerdo también que The New York Times fue de los últimos en ceder a la tentación irresistible de imprimir avisos y fotografías a colores. Lo hizo tras una amplia campaña publicitaria que explicaba el porqué optaba por el color. Y cuando un gran número de diarios norteamericanos había escogido el formato tabloide, el venerable diario se mantuvo invariable con el tamaño tradicional. La audiencia percibió que el diario era el mismo, con el agregado agradable del color, y se mantuvo leal. Los que un tiempo atrás habían creído que el secreto del diario estaba sólo en sus contenidos, se llevaron un fiasco. La televisión neoyorquina quiso aprovechar una huelga de periodistas en la segunda mitad del siglo pasado para buscar aumentar su audiencia. Entonces contrató a los columnistas del diario para que escribiesen y leyesen sus columnas ante el público televidente. Creían que los lectores habituales se sumarían a la audiencia con la que sus espacios informativos ya contaban. Pasó la huelga cuando empleadores y huelguistas llegaron a un acuerdo, y al volver a las calles The New York Times se encontró con la misma circulación suspendida durante las semanas de paro. Fue una lección histórica que suele ser citada en las escuelas de periodismo. No es lo mismo leer a un columnista en un periódico o en la pantalla de un PC que escucharlo leerla.
En Bolivia también hemos tenido algunos casos en los que los cambios de tamaño y formato, sumados a la mutación del contenido y de los nombres en la dirección con los cuales el lector estaba familiarizado y les confería confiaba, provocaron colapsos.
El público –lo saben todos los gerentes de mercadeo- es voluble. Percibe los cambios en la mercadería que compra más allá de lo que sus dueños o accionistas creen. Es consciente de las mutaciones en los medios que está acostumbrado a leer y escuchar. De esa conciencia, hay apenas un paso para alejarse y buscar alternativas. Una vez le pierde lealtad, es como un espejo que se rompe y que difícilmente se logrará recomponer.
Mientras dormimos
El año pasado saltó a la luz una controversia que involucraba a algunas de las fuerzas informativas más influyentes y poderosas del mundo. Era la punta de un témpano que venía gestándose en la medida en que el acceso a la Internet se generalizaba mundialmente. ¿Debe la información generada por las redes y los medios noticiosos, grandes y pequeños, ser utilizada libre y gratuitamente en la Internet vía Google y otros buscadores?
Hasta ahora, gran parte del público que se informa vía internet, ha usufructuado de información que antes de la era Internet habría tenido que pagar comprando el medio que la traía. En Nueva York, The Wall Street Journal dijo basta de abrir gratuitamente en la web todo el contenido del periódico. Estableció una excepción con Google para acceder a las informaciones del diario. Pero Google ahora tiene que pagarle al WSJ.
Financial Times tuvo una fórmula más sencilla y ahora ofrece titulares e introducciones noticiosas en su página web, pero nadie puede leer una línea más si no es suscriptor del diario. Se acabó el acceso gratuito. Por entonces, otras organizaciones periodísticas comenzaban a adoptar sus propias fórmulas. Desarrollaron programas en los que el usuario –que puede ser un ciudadano cualquiera- descarga la información en su propio “smartphone”, un celular avanzado en cuya pantalla es posible leer noticias de sus servicios.
En unas semanas más estará en los mercados el iPad, una “tableta digital”, delgada y del tamaño de una revista periódica, en la que no sólo se puede leer un diario entero y recorrer páginas secciones sino también interactuar con todo lo que es posible en la internet. Posibilita comprar y disfrutar de contenidos, incluso libros, música y películas. La tableta abarca Skype y muchos otros servicios. Todo esto, desde cualquier parte si se tiene el servicio de datos correspondiente. Amazon, la gran tienda virtual, fue pionera en diseminar un dispositivo similar, un poco mas grande, llamado “Kindle” pero el advenimiento de iPad puede anunciar su paso a retiro. Conclusión: Lo que es nuevo hoy, será viejo mañana. Literalmente.
Todos estos dispositivos permitirán acceder a las informaciones de los grandes medios. El mensaje que algunos ven en estos avances tecnológicos es una creciente presión sobre la información que hoy tenemos impresa.
¿Recuerdan a “Napster”? Era un programa que a fines del siglo pasado encandiló a los amantes de la música. De un momento a otro se encontraron con la posibilidad de compartir música sin comprarla en las tiendas discográficas. La industria de la música gritó “!piratería!” y en el intento de parar el nuevo fenómeno casi tuvo un infarto. Mientras sus ventas se desplomaban, la propia nueva onda que acababa de nacer le brindó la oportunidad de rehacerse. Apple desarrolló un modelo digital de ventas musicales y ahora es la mayor tienda discográfica del mundo. ¿Será este el camino también para lo que hoy nos llega impreso?
Antes de la “era digital” la información llegaba en teletipos y receptores de fotografías hasta los medios que la difundían. Y las imágenes para la TV iban en avión. Todo era bajo suscripciones, que los medios compensaban con la venta del diario y publicidad.
La internet trajo una revolución al dar acceso a la información sin pasar por los medios, en general mejor habilitados profesionalmente. Todo este proceso fascinante es parte del mundo moderno.Es lo que hace poco parecía futuro muy remoto. ¡Y pensar que algunos todavía sueñan con el pasado remoto!
Libertad de prensa: Un sendero empinado
El año que acaba ha sido mezquino en acontecimientos para apuntalar la libertad de prensa y disipar la alarma que cundió al final de 2008 tras la reprimenda pública del presidente a un periodista en el Palacio de Gobierno. Casi 140 agresiones contra la prensa y periodistas han sido contabilizadas este año, una cifra nada envidiable. El cuadro es destructivo para las maltrechas relaciones entre el gobierno y el sector que debería ser uno de sus interlocutores más importantes ante gran parte de la sociedad que conduce. Una pregunta atenaza a todos o gran parte de los periodistas: ¿Es posible mejorar este cuadro? Apretando los dientes y cruzando los dedos en señal de esperanza, digo Sí.
Ahora que comenzará a regir una nueva CPE, vuelve a hablarse mucho de diálogo. Pero ¿ha habido suficiente diálogo entre el gobierno y la prensa, entre el gobierno y los medios de información en general? Creo que estos años son deficitarios en esta vertiente fundamental para la democracia. (No ha sido suficiente que hubiese mejorado notablemente la calidad del café boliviano, tema capaz de calmar cualquier impaciencia en una reunión informativa de alto nivel!) No he sabido de una conversación amplia y serena de los dirigentes de los medios con el presidente. Esos contactos solían darse en otros tiempos y ocurren en otras latitudes, pero por alguna razón, aquí se ha creado un vacío que de persistir tenderá a empeorar. Para mal de todos.
Por lo visto este año, uno llega casi a convencerse que las autoridades no alcanzan a entender el papel de la prensa y parecen confundir el deber de informar con la sumisión a sus intereses políticos. Uno también cree que el entorno del presidente se preocupa poco por mostrarle ese papel. Que el presidente ignore o no le interesen los términos de la relación que debería tener con la prensa es comprensible por muchas razones. No es el único. Lo que no es comprensible es la idea de que el círculo presidencial no se preocupe por hacérselo conocer.
La prensa, en Bolivia como en otras partes, a menudo camina cerca de un precipicio: la necesidad de sus lectores de conocer al máximo los detalles de lo que se le quiere informar y el recelo de quienes serán juzgados por esas informaciones. En un marco legal, nadie tiene que caer al abismo, pues el primer beneficiario de ese camino es la sociedad.
En estos últimos tiempos he visto al presidente impacientarse (nada anormal en cualquiera de nosotros) y frecuentemente tener expresiones sin sentido (Vietnam, por ejemplo) en audiencias internacionales sin que nadie se atreva a plantearle observaciones. No ha tenido conferencias de prensa con la seriedad derivada de su rango. Si no hay conferencias de prensa ordenadas de acuerdo a reglas universales, es difícil llegar a la audiencia de los medios con informaciones públicas de primera mano.
¿Qué tal si, en aras de una mejor relación, comenzáramos instituyendo salas de prensa apropiadamente equipadas donde las autoridades puedan dirigirse a sus interlocutores confortablemente y éstos sientan lo mismo para poder entender y volver a preguntar en caso que la respuesta no hubiese sido suficientemente explicativa? No es nada elegante ver a los ministros declarando a los reporteros en la calle, bajo bocinazos y ruidos del transporte, o en pasillos apretados, cuando podrían hacerlo en áreas diseñadas específicamente para cuando la ocasión lo requiera. Por otra parte, en la mayoría de los países los reporteros son incisivos y replicadores. Las autoridades tienen que soportar sus preguntas conscientes de que están ante una especie de tribunal que juzgará su comportamiento, habilidades y gestión administrativa y política por la calidad de sus respuestas.
En el otro lado, hay que admitir que los periodistas, a menudo, exhiben desconocimiento, torpeza y falta de preparación al preguntar, lo que suele exacerbar legítimamente al interlocutor. Pero, como alguien dijo en una ocasión: no hay preguntas indiscretas o mal elaboradas. Las indiscretas son las respuestas.
En una recientes declaración sobre la prensa, el presidente dijo: “Yo soy víctima permanente, hay exagerada libertad de expresión, ustedes hasta amenazan de matar a Evo Morales, no son todos por supuesto, pero son de la prensa”. Poco antes, había ofrecido contratar a los periodistas para trabajar en medios estatales, quizá sin advertir la gravedad ética del ofrecimiento. Ninguna de las dos declaraciones recibiría aprobación de una audiencia independiente.
Muchas frases presidenciales han sido debatidas públicamente. Quizá es el momento de hablar en privado para, inclusive, discutir todos los temas que conciernen a la prensa. Lo cierto es que por esta ruta no se debe continuar.
Ninguna democracia ha muerto por exceso de libertad de prensa, así como nadie ha muerto por gozar de buena salud. Al contrario, uno de los síntomas inmediatos de la muerte de una democracia es la falta de esa libertad.
Nota: Publicado en La Prensa, de La Paz, el martes28 de diciembre pasado.
Al César…
El programa Sin Letra Chica, de Carlos Valverde, trajo hace varios días una entrevista exclusiva con Blusher Alpire, un ex funcionario pandino de ese departamento que colaboraba al gobierno del presidente evo Morales y que ahora, según afirmó, vive clandestino. Alpire informó de detalles sobre la forma en que, de acuerdo a su version, ocurrió el episodio sangriento del 11 de septiembre pandino. Por ejemplo: los grupos que venían desde Riberalta en marcha hacia Cobija estaban armados y la participación de algunos de los marchantes había sido pagada. Hubo una refriega, no una masacre como dice la versión oficial, dijo. No queda muy claro por qué Alpire, al parecer estrechamente ligado a altos funcionarios del gobierno nacional y de municipios pandinos, acabó en un campo opositor. Pero dijo que está dispuesto a declarar ante un juez, siempre que se le otorguen garantías de que no lo tomarán preso como ha ocurrido con otras personas opuestas al gobierno.
Esperaba que en los días que siguieron a la entrevista otros medios, especialmente los escritos, hiciesen un seguimiento de la información, para corroborarla, rectificarla o corregirla. Nada de eso ocurrió, lo que exhibe algunas de las limitaciones de nuestros medios informativos.
El programa de Valverde ha sido el que con mayor insistencia y amplitud ha expuesto detalles de ese episodio de violencia, que ha marcado la vida de Pando y ha abierto una herida que aún no restaña. Sus reportajes y entrevistas han sido un golpe demoledor para la versión de UNASUR. De sus integrantes, Alpire dice que se dedicaban más a comer churrrascos que a realizar una verdadera investigación en los lugares que visitaba cuando preparaba su informe.
Cuando tarde o temprano salga a la luz todo lo ocurrido en ese departamento,una parte significativa del mérito corresponderá a aquel programa televisivo, parte de la red PAT.
Historia visual
Se trata de una version electronica de los rostros de los 44 presidentes de los Estados Unidos, ambientada en Ravel y su Bolero. Lleva pocos minutos (agradezco,otra vez, al amigo de Brasilia que me envio el link).
Dos versiones sobre Bolivia
A continuación les presento dos versiones sobre Bolivia: Una es opinante e intemporal. La otra es parte de un reportaje actual, con testimonios vivos. La traducción de ambas es del blog.
En Bolivia, Estados Unidos cosecha lo que sembró
De Larry Birns y Jessica Bryant (sandiego.com)
22 de septiembre, 2008
La casi ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Bolivia es un claro ejemplo de las consecuencias dañinas del irrespeto característico que Estados Unidos ha tenido hacia la región.
A pesar de las diferencias ideológicas de La Paz y Washington, el Subsecretario de Estado para los asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, debía haber hecho un esfuerzo mayor para indicar un compromiso claro de Estados Unidos con la integridad territorial de Bolivia. Un apoyo vigoroso al presidente Evo Morales de cara a la estrategia incesante de la oposición de los líderes pro-autonomía del oriente habría representado una presión poderosa sobre los secesionistas, que estaban más interesados en poner las manos en la bonanza gasífera que en evitar la violencia que trágicamente ha costado tantas vidas.
Es claro que los Estados Unidos se apartó sin mayor cuidado del desarrollo multifacético que tiene lugar en una América Latina crecientemente auto-dirigida. Distraído desde hace mucho tiempo por Irak y su guerra contra el terrorismo sería inteligente que Washington dirigiese su atención a sus intereses hemisféricos vitales o correr el riesgo de verlos barridos. Estos comprenden mucho más que drogas y terrorismo.
Si Estados Unidos va a jugar un papel constructivo, debe ser el arquitecto de una nueva relación creíble con la región. Esto significa hacer mucho más que sólo disparar sobre quienes considera dirigentes obstinados.
La Casa Blanca debe preocuparse menos del resurgimiento del socialismo que de la agonía de la democracia. Si este reposicionamiento no ocurre pronto, puede ser demasiado tarde para que Washington desarrollo políticas mutuamente benéficas para la región. Las estrategias de desarrollo como la Alternativa Bolivariana de las Américas inspirada por Caracas, podría aparecer más relevante para el bienestar de la región que cualquier acuerdo de libre comercio impuesto por Estados Unidos.
Además, la flamante Unión de Naciones Sudamericanas se une a la Organización de los Estados Americanos como institución democrática y multilateral capaz de facilitar la integración regional y de resolver conflictos. La gran diferencia es que los Estados Unidos no es miembro de UNASUR. Es precisamente esta diferencia la que puede llevar a que la OEA sea suplantada por el nuevo grupo.
Mientras los Estados Unidos pueden rechazar la actitud pro socialista del presidente Morales, no puede negar que su agenda es apoyada por la mayoría de los bolivianos. Aprobado dos veces en elecciones que observadores internacionales consideraron legítimas, Morales ha validado claramente la continuación de su mandato en el referendo del 10 de agosto, con el mayor porcentaje registrado en elecciones bolivianas. La tentativa de la oposición de aplastar al gobierno con los resultados departamentales, que puso en evidencia el apoyo local a las iniciativas autonomistas, proporciona otro ejemplo de su juego veloz y suelto con la democracia boliviana.
Morales, por otra parte, exhorta al diálogo y está abierto a alterar el proyecto de constitución para incluir mayor autonomía a los departamentos ricos de la Media Luna. Además, su gobierno ha rechazado enérgicamente los ofrecimientos de intervención militar formulados por su aliado Hugo Chávez.
El ex embajador en Bolivia Philip Goldberg insiste que no se inmiscuyó, como ha sido acusado, en reuniones con la oposición boliviana. Aunque esto fuese verdad, su expulsión demuestra s fracaso de ser útil. Sobre todo, debía haber trabajado desde muy cerca con Morales para apoyar enérgicamente al gobierno electo democráticamente en sus esfuerzo por preservar la unidad de Bolivia.
Proféticamente, le tocó a UNASUR, una naciente organización multilateral, responder a la situación con mucha más fuerza que Washington. En su reunión del 15 de septiembre, nueve jefes de estado sudamericanos acordaron apoyar con decisión a Morales y reiteraron que estaban a su disposición para facilitar negociaciones.
Mientras parece demasiado tarde para que la presente casa blanca revierta la corriente anti-norteamericana en la región, el próximo presidente de los Estados Unidos deberá abrazar los cambios irreversibles que han tenido lugar en nuestros vecinos del sur. Esta nueva América Latina es el lugar donde más que nunca presidentes de izquierda han asumido el mando en los últimos años a través de legítimos mecanismos democráticos.
Esta América Latina está construyendo organizaciones regionales relevantes y autónomas. Esta América Latina merece nuestro apoyo en su búsqueda para desarrollar sus potencialidades.
Birns, ex investigador en defensa y estrategia, y miembro del Instituto para Estudios Estratégicos, de Londres, ha sido director del Consejo de asuntos Hemisféricos desde su fundación, en 1975. Bryant es investigador de COHA. Ha realizado estudios internacionales en la Universidad Católica de Córdoba, en Argentina, y trabajado como analista política para la Fundación para la seguridad y Democracia en Bogotá.
La Bolivia que quiere ser primitiva
Bajo este título, la revista brasileña Veja, conservadora, publicó el pasado 21 de septiembre un reportaje sobre Bolivia. Con mas de un millon de ejemplares de circulación semanal (Wikipedia), la revista es la mayor de Brasil, la mayor de lengua portuguesa y la mayor de América Latina.Y tal vez la tercera en el mundo, despues de Time y Newsweek. Cada subtitulo, con el nombre del autor, viene acompañado de una fotografía, a la que corresponde el texto que sigue al subtitulo. Algunos parrafos del reportaje traen otros detalles que vale la pena leer (Veja.com.br, para los que leen portugués), pues revelan -o reiteran- aspectos de la Bolivia actual no suficientemente divulgados..
De La Paz
A los bolivianos también les falta el gas (Un drama diario de gran parte de las familias bolivianas, que ni se sospechaba que ocurriria cuando se llevo a cabo la llamada nacionalizacion de los hidrocarburos, mayormente bajo control y administración de la brasileña Petrobras).
«Aqui hay filas todo el día», dice Miguelina Choque, ama de casa. Cada quince días, llega a las 6 de La mañana a la fila com su garrafa de gas, distribuído por la estatal YPFB en algunas calles de La Paz. Desde la nacionalización del setor energético (1 de mayo de 2006), la producción del gas doméstico no cubre el consumo interno. Miguelina dice que la garrafa, que antes duraba un mes, hoy se acaba en 15 días.
Tras esta introducción, que exhibe uno de los dramas diarios de los bolivianos, uno de los autores del reportaje se pregunta y da la respuesta:
«Por qué es tan difícil acabar con el caos boliviano? La respuesta es obvia: la estrategia de poder del presidente Evo Morales sólo tiene posibilidad de éxito si la oposición y la democracia fueren sometidas. Aun cuando para eso sea necesario un baño de sangre. De otra forma, no hay manera de convencer a los sectores modernos y productivos de la sociedad boliviana a aceptar que la estructura social del país sea recreada en un formato pre-colombino, con el retorno del flagelamiento de los delincuentes y toda la economía en manos del estado. Por eso, pese a que representantes de los departamentos autonomistas y del gobierno se han sentado a conversar en Cochabamba, todavía es imposible hablar de paz en Bolivia. En el momento exacto en que la reunión ocurría, campesinos y mineros leales al presidente se dirigían armas en mano al departamento de Santa Cruz. El objetivo de la turba era atacar a quienes Morales califica como «capitalistas» y «oligarcas» de la región más dinámica del país.»
Despues viene otra entrevista:
APOYO OBLIGATORIO. Dirigente de su sector, el comerciante Marcelo Cortez organizó dos marchas la semana pasada en apoyo al gobierno. Cómo lo hace? «La participación es obligatoria. Quien no asiste, sufre sanciones», revela Cortez. Quien falta a alguna manifestación tiene su negocio cerrado por tres días. Quien falta a dos, queda con las puertas cerradas por una semana. Quien no aparece en cuatro eventos, tiene su establecimiento clausurado para siempre. Es la democracia de Morales en acción.
La intransigencia -dice uno de los autores del reportaje- sobrepasa las diferencias históricas entre occidente y oriente, entre los del altiplano, en el cual los pueblos indígenas viven del modo tradicional, y las llanuras de la amazonia, donde los bolivianos de todos los matices se integran al mundo moderno.
Luego destaca: Morales quiere «refundar» el país y «construir un nuevo estado» como dice la Constitución que sus partidarios aprobaron en una reunión legislativa secreta de constituyentes oficialistas, sin la presencia de la oposición, y ahora pretende someter a referendo.
En esta nueva patria, no habrá espacio para el capitalismo, para el libre emprendimiento y para la democracia. «Mientras en Brasil, históricamente se busca La continuidad, en Bolivia se quiere comenzar todo de nuevo», dijo a Veja el historiador Jorge Siles Salinas. «Eso sólo se logra con violencia, con sangre».
Agrega: Siguiendo el mismo modelo probado y rechazado en Venezuela, Morales está con una fiebre estatizante. En el país de Hugo Chávez, el desmoronamiento económico es compensado por los dividendos del petróleo vendido a Estados Unidos. Bolivia, cuyas reservas de petróleo y gas son un décimo de las de Venezuela, no disfruta de ese privilegio. Para empeorar las cosas, la nacionalización del petróleo perturbó la producción. La economía boliviana ahora depende del dinero venezolano y del narcotráfico. Desde que Morales subió al poder, hace dos años, la producción de cocaína aumentó un 13%. El presidente hizo su carrera política como representante de los productores de coca y defiende el uso tradicional de la planta en té o para la masticación. El problema es que el mercado tradicional de coca solamente absorbe el 17% de la producción actual. El resto va directamente a los laboratorios de los narcotraficantes. «En cinco años Morales transformará a Bolivia en lo que era Colombia hace dos décadas», dijo a Veja la diputada Ninoska Lazarte, del partido opositor Podemos, en La Paz.
Mientras la coca gana espacio, agrega el reportaje, el resto de la economía va de mal en peor. «El sector industrial no hace parte del programa de gobierno. Para Morales somos los enemigos capitalistas», comenta Eduardo Bracamonte, dueño de una fábrica de joyas que exporta para las tiendas americanas Wal-Mart , JCPenney y Bloomingdales. La producción de soja cayó el 55% los últimos dos años. La minería entró en colapso después que Comibol, la autarquía que encabeza el sector, estableció la sindicalización obligatoria de los mineros que trabajaban en cooperativas. «El gobierno quiere sovietizar Bolivia. No acepta a ningún tipo de trabajador independiente», dijo a VEJA el minero Samuel Flores, 62 años y sin trabajo hace dos por rehusarse a aceptar las reglas de Comibol. Incluso el sector energético, la bandera política de Morales, va mal. Después de la nacionalización, las empresas que trabajaban en el país dejaron de invertir. Como Bolivia no tiene recursos ni tecnología para compensar la falta de los inversionistas extranjeros, la producción va disminuyendo. El panorama en YPFB, la empresa estatal de petróleo que recibió de presente las refinerías, campos de extracción y gasoductos es de basural. Personas sin experiencia en el ramo son designadas para altos cargos. El superintendente de hidrocarburos es contador y el vice-ministro de Energía, El abogado Santos Ramírez, un maestro rural elevado a la presidencia de la empresa estatal, gana oficialmente 3.800 reales mensuales. Este año, compró una casa por 2,3 millones de reales en la zona sur de La Paz, dice el reportaje.
VÍCTIMAS DE LAS MILICIAS DE MORALES. Desde enero, la Alianza de La Plaza Abaroa que reúne a centenas de jóvenes, se manifestó ocho veces en la capital boliviana pidiendo respeto a los derechos humanos, democracia y libertad. En todas estas ocasiones, los manifestantes fueron agredidos por las milicias de Morales. «Los mineros nos atacaron con dinamita y las paredes de nuestras casas fueron pintarrajeadas con ofensas, dice el universitario Andrés Ortega. «Somos unos locos al hacer oposición aquí.»
«Los absurdos del gobierno de Morales provocan revueltas en los departamentos productivos, pero prácticamente no son cuestionados en el altiplano. En la capital, los sindicalistas y otros peleles convocan por la radio a marchas casi diarias de apoyo al presidente. Quien no asiste es castigado por el dirigente de su sindicato o su gremio. Otra manera de convencer a las personas a asegurar los carteles es con dinero. La participación en una marcha cuesta 30 reales (unos 100 bolivianos). Quien se dispone a formar parte de un grupo de choque, especializado en agredir a los opositores, recibe 55 reales diarios (unos 150 bolivianos). Se cree que las milicias de Morales disponen de unos 5.000 integrantes listos a cometer actos de violencia, siempre que sean convocados por sus dirigentes. La más violenta de ellas es conocida como la de Los Ponchos rojos, que recibe órdenes directamente del presidente. A fines del año pasado, mostraron lo que pretendían hacer con los «enemigos de clase». Esos izquierdistas furiosos se pusieron a degollar perros en La Paz. Desde que Morales asumió el poder en 2006, la violencia política ya causó medio centenar de muertos. Esos son los primeros cadáveres del mundo primitivo que Morales comienza a crear.»
Declaración del Tribunal Nacional de Ética Periodística
El Tribunal Nacional de Ética Periodística de Bolivia, del que soy miembro, ha emitido su primera declaración, con la que empieza su labor. El documento es un llamado al respeto a la misión de los periodistas, agredidos frecuentemente en todo el país, y un campanazo de alerta en torno al que parece un colapso acelerado de la institucionalidad en Bolivia. Muy pocos medios lo han publicado en toda su extensión, y la mayoría optó por resúmenes mínimos. Quienes quieran leer el texto completo, por favor clicar aquí.
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