Gas

El verdadero desafío

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El ingreso del  presidente Evo Morales a su tercer mandato ha estado marcado por muchas de las referencias a las que el país está acostumbrado con este tipo de acontecimientos, desde la reiteración de datos macroeconómicos (reservas monetarias e indicadores sociales), proyectos de infraestructura (carreteras y hospitales) hasta las nuevas metas para reducir la pobreza.  El  gran ausente en su discurso de posesión fue el tema de mayor interés para Bolivia pues representa el sueldo del  que vive el país y sobre el que se basan los proyectos para el quinquenio que ha empezado: gas natural, petróleo y precios.

Nada dijo sobre el derrumbe de los precios que ha colocado en terapia intensiva a la economía de los exportadores, especialmente de Venezuela, Irán y Rusia, tres amigos predilectos de Bolivia, y surgieron algunas contradicciones entre  deseos y palabras.  A poco de reiterar que su gobierno desea restablecer relaciones con Estados Unidos, cargó contra el “imperio”. Y en cuestión de horas contradijo a su colega venezolano Nicolás Maduro, abochornado por el reclamo para que Venezuela pague sus deudas a Enatex, cuyos más de 1.000 operarios tienen el empleo amenazado y llevan meses sin recibir salario.

Antes de venir a Bolivia, Maduro había dicho “Dios proveerá” para abastecer de alimentos a su país.  Morales fue más preciso y pragmático al hablar el viernes en la posesión de sus nuevos ministros: “Si el imperio norteamericano nos ataca políticamente y económicamente…no nos va a salvar Dios; el pueblo nos va a salvar”.

En la misma jornada, el precio del petróleo volvió a caer, en una tendencia que aún no encuentra una  base firme sobre la cual asentarse y garantizar una relativa estabilidad. Haber pasado por alto la tempestad petrolera pareció reflejar la incomodidad de las autoridades para abordar el problema que representa dejar de recibir este año cientos de millones de dólares menos de lo que se esperaba de las ventas de gas natural a Brasil y Argentina.

No hay una cuantificación del impacto directo del derrumbe de precios, pero igualmente grave puede ser la declinación de las economías de nuestros dos vecinos. La de Argentina está en contracción  y  Brasil proyecta un exiguo 0,3% de crecimiento de su producto interno bruto este año. (Las autoridades nacionales anticipan un crecimiento superior al 5%, uno de los mayores previstos para el año que ha empezado).  Eso se traduce en dificultades para exportar otros productos que tienen mercado en esos países. No es buena noticia en momentos en que los técnicos bolivianos se preparan para empezar a hablar de un nuevo contrato de venta de gas a Brasil. El vigente acaba a mediados de 2019.

El declive también ocurre cuando YPFB debe contar con reservas más altas que las actuales, que solo bordean la mitad de los volúmenes que se creía hace ocho años, o apenas un sexto de  lo que se dijo que guardaba Bolivia cuando se aseguraba que el país era la cuna gasífera del continente.

El verdadero desafío del  gobierno que ha empezado a operar el pasado viernes es incrementar las reservas de gas. Eso requiere de inversiones en una escala que la empresa nacional no tiene condiciones de generar. Debe recurrir al capital privado internacional, lo que no concuerda con las frecuentes predicciones del presidente sobre la muerte del capitalismo.

No es cheque en blanco

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El triunfo logrado por el presidente Morales el domingo ha sido demostrativo del poder impresionante que él y su partido ejercen sobre casi todo el territorio nacional, en uno de los momentos de mayor afluencia económica para el país y de menor sintonía de los partidos políticos opositores con las necesidades y aspiraciones de gran parte de la población.
De nueve años en el gobierno, ni uno solo ha sido de angustias económicas, lo que también explica la sintonía del presidente con la mayoría de la población. Todos estos años han sido de “vacas gordas” que facilitaron los esfuerzos distributivos emprendidos bajo la bandera de un gobierno marcadamente anticapitalista en la retórica y fuertemente capitalista en sus relaciones con los empresarios nacionales.
La prueba para administrar una economía sin holguras parece haber comenzado a tocar las puertas. Una mirada a algunos de nuestros vecinos permite atisbar tormentas.
Tras dos trimestres de recesión, el crecimiento económico de Brasil, nuestro principal socio comercial, será del 0,2 a 0,3 por ciento para todo el año. No hay mejorías significativas para 2015.
En los nueve primeros meses del año, la economía argentina se encogió en un 2%. Es un proceso recesivo que no tiene signos de amainar, salvo un acuerdo con los fondos especulativos que se negaron a aceptar una disminución del valor de los bonos que compraron años atrás. Nada indica que esté próximo que involucraría el pago de miles de millones de dólares. Entretanto, la escasez de dólares continua y el valor de la divisa estadounidense llega a niveles récord en el mercado paralelo. Cristina Kirchner no cuenta más para las elecciones presidenciales y luce probable un nuevo gobierno menos afín con tendencias populistas.
Venezuela es el caso más dramático. Con una oposición temporalmente calma y la producción petrolera en declive (antes de la llegada de Hugo Chávez se preveía llegar a 5,5 millones de barriles diarios y ahora, sin estadísticas oficiales, se la estima en 2,4 millones de barriles diarios), sólo parece cuestión de tiempo para la llegada de una nueva ola de inestabilidad. El país empieza a importar petroleo liviano del Medio Oriente, un giro sin precedentes desde que el país surgió como exportador en la primera mitad del siglo pasado. Está obligado a hacerlo por el agotamiento de los campos de donde surge el crudo liviano que mezcla con crudo pesado para lograr un fluido adecuado para sus refinerías.
Fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela no tiene la influencia que ostentaba. Hace poco, no recibió mayor simpatía de sus socios una gestión para reunir de emergencia a los ministros de petróleo del grupo y discutir una posible reducción de la producción para contener la caída de precios. Arabia Saudita, el país exportador líder de la OPEP, tiene memoria de la crisis de precios de hace 30 años, cuando redujo drásticamente su producción sin lograr reponer las cotizaciones. Los sauditas perdieron mercado para el petróleo del Mar del Norte. De bajar la producción, temen consolidar y ampliar las perspectivas del gas que Estados Unidos obtiene de los esquistos bituminosos (shale gas) y que empieza a exportar. Si interéses defender mercados, no precios.
Si la cotización del petróleo se coloca 70 y 80 dólares el barril, la factura boliviana podría bajar en cientos de millones de dólares respecto a los valores recibidos en el último bienio. Se agrega a esta situación a la de otros productos que exportamos (soya y minerales) y la combinación se vuelve aún más desagradable.
Es comprensible que el Presidente del Banco Central, Marcelo Zabalaga, hubiese afirmado que la caída de precios no tendrá efectos en Bolivia. Ninguna autoridad monetaria habría dicho lo contrario. Pero es necesario estar alertas. Las ofertas antes de las elecciones fueron abultadas y de las urnas ha salido un veredicto. Resultado del horizonte que muestra a nuestros vecinos en crisis, el veredicto no es un cheque en blanco aunque algunos dirigentes crean la fiesta sigue.

Quimeras del gas

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Hace unos días circuló en la red una noticia portadora de un ingenuo optimismo que aseguraba que Bolivia podría beneficiarse de la crisis en que está sumida Ucrania con la anexión de Crimea a Rusia. La información, divulgada por un sistema informativo europeo (ninguna de las agencias tradicionales de noticias) sostenía que esa disputa había abierto oportunidades para el gas boliviano. ¡Ojalá!. Algunas autoridades endosaron rápidamente la idea, que implica competir con grandes productores por una tajada del gas ruso que compran Alemania o las naciones del Báltico, al otro lado del mundo, y que supuestamente los clientes rusos dejarían de adquirir.
Suspender compras de un socio tradicional es una dura decisión. Resultaría bonita para la tesis exportadora boliviana pero muy improbable. Suponiendo que YPFB tenga barcos cisterna adecuados para llevar gas natural licuado hasta una terminal y entregarlo a alemanes, finlandeses o lituanos a precios competitivos, el siguiente paso es básico. El colega Humberto Vacaflor pregunta: ¿con qué? Y recuerda que una de las razones principales por las que quedó suspendido el proyecto del Mutún a cargo de Jindal fue la imposibilidad de entregar gas natural en los volúmenes requeridos.
En el supuesto que Bolivia tuviera efectivamente gas suficiente como para emprender nuevos negocios de exportación, ¿por qué no competir aquí, en nuestro vecindario, con Trinidad y Tobogo, por el GNL que esa isla del Caribe vende actualmente a Argentina, Chile o Uruguay?
Hace poco más de una década, las reservas eran considerables y efectivamente Bolivia era número dos en Sudamérica, después de Venezuela. Era un segundo lugar a mediana distancia. Hoy la distancia es remota. Las reservas bolivianas han caído a un tercio de la magnitud que tenían hace un quinquenio. El volumen exacto actual es un dato en las sombras, pues YPFB hace años dejó de publicar estadísticas detalladas de producción.
Un dato importante para establecer el vigor de la industria petrolera es la actividad exploratoria para descubrir y ensanchar campos productivos. Pese a los esfuerzos de los últimos años, no se ha informado de ningún campo de la magnitud de los ya encontrados en los años neoliberales. El gas natural es fundamental para la vida económica nacional, pero en escala mundial, Bolivia ocupa el número 40, detrás de Argentina, Perú, Trinidad y Tobago, Brasil y México en esta porción del hemisferio. Pensar en llegar a mercados como resultado de un conflicto en lugares cuyos nombres y geografía son difíciles de visualizar es dejar correr la imaginación mirando las nubes.

Santos cae disparando

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En la algarabía de la designación de un nuevo gabinete ministerial, el conflicto Chuquisaca-Tarija, y otros de nuestro menú cotidiano, se perdió el eco que pudieron haber causado las declaraciones de Santos Ramírez, el ex presidente de YPFB, ahora sentenciado a 12 años y preso en San Pedro. La planta que estuvo en el centro de un escándalo dramatizado con el asesinato del empresario tarijeño Jorge O’Connor D’Arlach, el robo de 450.000 dólares y el encarcelamiento de Ramírez, es parte de una trama en un país donde la corrupción, la pobreza y la codicia se funden, igual que en otras geografías, para formar un enredo que suele acabar con autoridades y a veces con gobiernos.
La planta separadora de líquidos extraídos del gas natural iba a ser construida por Catler Uniservice a un costo de 86,3 millones de dólares. Santos Ramírez le dijo a Erbol que la planta que ahora quiere construir YPFB costaría 159 millones de dólares. Son muchos millones de dólares (72,7 millones) de diferencia entre el contrato Ramírez y el de la actual administración estatal.
Al margen de los presuntos daños que habría ocasionado el contrato Ramírez, asombra la danza millonaria de cifras en un país de tantas necesidades. En esa diferencia cabrían varios años de bonos Juancito Pinto. Es legítimo preguntarse si este crecimiento o autenticidad del valor de la planta es investigado.
“Yo varias veces he dicho, ese sí es un acto de corrupción, pero legalizado y permitido por la actual presidencia de YPFB”, denunció Ramírez.
La planta a ser construida debe extraer carburantes que ahora van a las procesadoras de nuestros compradores. Antes se iban gratuitamente. Ahora hay algunas compensaciones, principalmente por gas licuado y gasolina.
La que será construida en Itaú por Exterran Holdings, de Houston, –licitada y asignada por Petrobras, que opera campos de YPFB- procesará 5,66 millones de metros cúbicos diarios, poco más de un quinto de la cantidad convenida con Brasil. Las autoridades no han informado sobre el costo de esta panta.
Ahora que se debate la construcción de la planta de YPFB en una zona indígena y hay una disputa por la licencia previa con los guaraníes de la Capitanía Takovo Mora, es prudente discutir los costos. ¿Es el nuevo valor el que asegura Santos Ramírez? Curiosamente, las dos plantas, que deberán funcionar el próximo año–la que construirá Exterran, y la de YPFB-, procesarán la misma cantidad de gas: 5,66 millones de metros cúbicos diarios. No menos curioso es el que se desconozca oficialmente cuánto costará la planta de Itaú, pues el anuncio que trajo la noticia de la adjudicación a Exterran no incluyó el valor que tendrá el complejo.
En las declaraciones a Erbol, Ramírez dijo que había sido acusado por el actual Ministro de la Presidencia con un papel en blanco. No he leído ningún desmentido ni aclaraciones sobre esta afirmación. “En esos días, el señor Juan Ramón Quintana me tiró con un papel en Palacio y me dijo que el contrato que he firmado es con una empresa fantasma y que no tiene garantías. Me dijo que el dinero que has pagado fue desviado. En ese momento creo que nació la gran duda, y hoy puedo decir de frente y de cara al señor Quintana que (lo que afirmaba al acusarlo) es total y absolutamente falso”, dijo, según Erbol.
Hay un sentenciado, un asesinato, un robo, dos plantas procesadoras, decenas de millones de dólares y la trama continúa bajo una niebla de dudas. ¿Quién será el Sherlock Holmes que derrame luz en estas tinieblas?

Anuncio en víspera de Reyes

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La noticia es del 5 de enero, cuando Exterran, de Houston, publicó un aviso informando que construirá en Itaú el complejo procesador de gas con mayor capacidad  entre sus plantas en América Latina. Era víspera del  Día de Reyes.

Para la magnitud de la obra -5,66 millones de metros cúbicos de procesamiento diario-, cuya  inversión total aún no es pública, podía esperarse un anuncio especial de YPFB, pues es la primera obra industrial de esa escala emprendida por el sector petrolero privado desde las medidas de 2006, diseñadas para retomar el control de toda la industria petrolera. No lo hubo. La obra fue licitada y adjudicada por Petrobrás, que opera el campo Itaú, cuya producción está destinada a cumplir los compromisos con ese país.

Exterran Holdings Inc. ya se adjudicó otra planta –la ampliación de la de Yapacaní, que opera desde fines del año pasado- con un procesamiento de poco más de 1,5 millón de metros cúbicos diarios de gas.

El mismo día de la publicación de Exterran,  los diarios hablaban de incrementar la producción gasífera para poder cubrir las obligaciones con Argentina que de casi ocho millones de metros cúbicos subirán a unos 27 mm3d para fines de la década.

Para cubrir esas cantidades son necesarias inversiones de magnitud, que no se han realizado en los últimos seis años. En realidad, hace tiempo que Bolivia debía estar produciendo unos 72 millones de metros cúbicos diarios (actualmente: unos 42 mm3) para las obligaciones contraídas. Pero Argentina redujo sus metas de compra y pudimos cumplir normalmente con Brasil y abastecer el mercado interno.

Un informe de la Fundación Milenio observa que los ingresos récord por exportaciones de gas han tenido como contrapartida inversiones misérrimas –en la escala petrolera- en exploración. De los más de 14.700 millones de dólares generados por el gas en el quinquenio 2006-2010, la exploración recibió migajas. “Ningún país –dice Milenio- podría ser centro energético de ninguna región invirtiendo tan solo US$ 293.3 millones en exploración durante un periodo de cinco años; ese es un monto bajísimo que equivale a un promedio de US$ 58.7 millones por año…” ¿Recuerdan que el Presidente Morales inauguró hace un par de años un pozo exploratorio, cuyos resultados son hasta ahora desconocidos? Si el resultado fue negativo, no había por qué callarlo, pues los fiascos son normales en la industria.

Se suponía que  las medidas de 2006 conferían a Bolivia autonomía en la gestión de sus campos. Esa gestión tiene limitaciones, pero no son públicas. O no se las ha especificado.

Entendidos en este asunto recuerdan que el emprendimiento de Exterran viene de los convenios de 2010 entre YPFB y sus socios y operadores de Itaú, a los que se sumó Petrobrás (la más afectada con la nacionalización de 2006), con un 30%. YPFB detenta la menor participación, con un 4%.  Total tiene el 41% y  BG Bolivia el 25%.  La prioridad de los yacimientos, y de la procesadora, es Brasil, cliente príncipe del gas boliviano. Mutún o complejos petroquímicos no entran en esta ecuación.

Técnicos consultados sostienen que ante los signos declinantes observados en los campos de  San Alberto y Sábalo, de donde sale el gas para Brasil, es natural que los operadores quieran garantizarse  suministros. El  contrato con Brasil vence en 2019. Tras seis años de ingresos milmillonarios causados por un capitalismo duro de morir, los socios de Yacimientos empiezan a abrir la billetera para garantizarse compras contratadas y recuperar tiempo. YPFB, que tampoco abrió la suya, ahora también quiere desandar el tiempo perdido.

Bifurcados

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Potosí y Oruro no logran entenderse en sus problemas limítrofes, Chuquisaca y Tarija están con el cuchillo entre los dientes en torno a cómo repartirse las regalías de un yacimiento petrolífero que dicen que  está ubicado en el subsuelo entre los dos departamentos; los colonos o recién llegados al TIPNIS quieren una carretera que ya ha sido rechazada y que costó más de dos meses de marcha a pié desde Trinidad hasta La Paz, y una paliza brutal de la policía sobre los marchistas opuestos a que la carretera atraviese aquel territorio defendido por la CPE y convenios internacionales; entre el gobierno y la oposición no ha habido jamás, en los últimos  años, un acuerdo de trabajo conjunto. Estamos bifurcados por corrientes antagónicas que hacen que cualquier movimiento hacia adelante, hacia el progreso, conlleve esfuerzos descomunales…e innecesarios.

No solamente es la bifurcación. Es también la contradicción diaria entre la palabra empeñada y los hechos reales. Es una práctica constante del “si” pero “no”. ¿Es cultura? ¿Actitudes atávicas? ¿Inseguridad? Se firma una ley sobre el TIPNIS, luego se la “desfirma”  y se firma otra que ahora también se quiere “desfirmar” para dar lugar a una nueva. Las autoridades y este Poder Legislativo pasarán a la  historia como los más veloces «desfirmadores» de las leyes que firmaron.

Hasta ahora no logro entender las razones de la disputa entre Tarija y Chuquisaca por la distribución de regalías de uno de los mayores yacimientos de gas natural en el país. Escucho hablar de reuniones y declaraciones de autoridades que deberían conocer el tema al dedillo. ¿Creemos los bolivianos que problemas semejantes no se  han presentado en otros países productores de petróleo en los 160 años de la industria? Claro que sí.  Y ¿cómo los han resuelto? Han sido problemas tan recurrentes en Estados Unidos, Canadá, países árabes, etc. que hay normas internacionales para medir la participación de uno u otro estado en la producción y regalías. Pregunto: ¿Han hecho una búsqueda de esas experiencias?

Para comenzar, aconsejaría a quienes están en esta disputa pasearse por “Petroleum Conservation”, una publicación de vieja data del American Institute of Mining and Metallurgical Engineering  donde desde hace unos sesenta años son descritos algunos de los procedimientos a ser seguidos cuando un yacimiento traspasa los límites de otro estado. Porque la perforación de un yacimiento es la que, al final de todo, permite determinar el petróleo que pueda existir en un determinado lugar. Y se perfora según normas que  indican el mejor lugar para hacerlo sin distorsionar el yacimiento y  obtener la mayor producción posible y por el mayor período de tiempo. Todo buen ingeniero petrolero ha oído hablar de esta obra, la ha leído o la tiene en su biblioteca. Es sólo cuestión de consultarla y ahorrarse varios cientos de miles de bolivianos en movilizaciones, viajes, alimentación y otros. Y tal vez investigar en sitios  como Kaleidoscopio en el que participa Repsol (socios bolivianos) y en aquellos que refieren el desarrollo de supercomputadores en los que está embarcada China para mejorar el trabajo de la industria petrolera. Algo se ve en sitios citados al final.  Para avanzar en conceptos, los campos compartidos son “unitizados”, unificados  volverlos solamente uno. Los beneficios son compartidos de acuerdo a cálculos pre-establecidos. Nadie los disputa.

No veo razones para querer inventar la pólvora (literalmente, por los aprestos de uno y otro departamento) cuando existen normas para resolver lo que reclaman. Nadie percibe entre los participantes de esta contienda que -quizá- poco mejorarán lo que desde hace muchos años ya existe.

http://www.bsc.es/projects/kaleidoskope_tmp/index.html, http://news.bbc.co.uk/2/hi/technology/8362825.stm y http://www-03.ibm.com/innovation/us/outcomes/pdf/full-stories/oil.pdf?lnk=es_outcomes-q32011&lm=S&lsr=outcomes_topics_oil_fullstory_pdf&lpg=smarterplanet_outcomes

(*) https://haroldolmos.wordpress.com

Gas de YPFB para termoeléctrica en Cuiabá

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Petrobras ha informado este martes que ha suscrito un complemento al contrato de compra de gas natural que tiene con YPFB. El acuerdo permitirá la entrega de hasta 2,2 millones de metros cúbicos diarios del total de 30,08 millones de m3 por día estipulados en el contrato vigente. El gas natural estará destinado a la termoeléctrica de Cuiabá, que será reactivada.

Ahora Brasil produce más gas que Bolivia

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Pasó desapercibida estos días la noticia que hizo conocer Petrobrás: su producción de gas es ahora superior a la del estado plurinacional boliviano.

Brasil, que cuando comenzó a recibir gas de Bolivia a fines de la década pasada apenas producía tres millones de metros cúbicos diarios (le compra a Bolivia 31 milliones m3/dia) ahora produce 56 millones de m3/dia. Casi 19 veces la producción de hace poco más de diez años!

Bolivia, si se coincide con lo que dicen las autoridades de YPFB, está en 45 millones de m3/dia. El informe oficial de Petrobras dice que la producción de la empresa b rasileña fue de 56,71 millones de metros cúbicos diarios en julio, un aumento del 8% respecto al mismo mes hace un año.

Brasil ha recibido estos años fuertes inversiones (gran parte privadas), está a punto de exportar petróleo y, por lo que vemos, podría inclusive prescindir del gas boliviano.

Gas por mar

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En su más reciente entrega periodística, el diplomático Ramiro Prudencio Lizón analiza las idas y venidas bolivianas respecto al gas natural y el tema marítimo. Vale la pena leer los antecedentes de las inconsecuencias bolivianas que recuerda el diplomático Prudencio.

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El Ministro de Hidrocarburos lanzó últimamente una intempestiva declaración, señalando que Bolivia no venderá gas natural a Chile por el rechazo decidido en un referendo del 2004, pese a que los dos países habían efectuado hace pocos meses conversaciones sobre la materia.  Además reiteró la malhadada expresión de que no se entregaría ninguna molécula de gas a ese país.

La respuesta chilena  a tan absurda e intransigente posición provino inmediatamente  del propio presidente Sebastián Piñera.  Este declaró con dureza que no existen problemas limítrofes pendientes entre los dos estados y que el Tratado de 1904 fijó los límites ha garantizado 106 años de paz entre Chile y Bolivia.

Cabe recordar que durante todo el presente siglo veintiuno, los gobiernos chilenos que se sucedieron se preocuparon grandemente por adquirir gas boliviano.  Llegaron a aceptar conceder a nuestro país una zona franca de 600 hectáreas con plena autonomía, denominada Zona Económica Especial, en el puerto de Patillos, a cien kilómetros de Iquique, donde se instalaría un complejo proceso de licuefacción de gas destinado a su exportación a EEUU y a México.

Posteriormente, parecía que las relaciones bilaterales mejorarían mucho más. El presidente Ricardo Lagos fue a Santa Cruz, donde manifestó al presidente Mesa su intención de ceder a Bolivia un corredor al norte de Arica.  Pero, lamentablemente, pronto provino una desinteligencia entre dichos mandatarios en la Cumbre de las Américas realizada en Monterrey;  y fruto de este desencuentro fue la aprobación del referendo al que hace mención el actual ministro de hidrocarburos, y su absurdo corolario, la enunciación de una política demagógica denominada la “molécula de gas”.  Ella consistía en que Bolivia no sólo no vendería gas a Chile, sino que no permitiría que países que se abasteciesen de su gas, como Argentina, pudieran hacerlo a esa nación.

Pese a tan serios contratiempos, el deseo de gas boliviano era tan grande en Chile, que apenas Evo Morales asumió al poder el presidente Lagos vino a Bolivia para tratar el asunto.  Aquí en La Paz, le informó sobre su disposición de ceder el corredor en forma soberana y, además, de adquirir nuestro gas a un precio doble del que pagaban Brasil y Argentina.

Luego el presidente Morales viajó a Santiago donde casi diez mil personas clamaron por una salida al mar para Bolivia.  Y  el gobierno de la presidente Bachelet  manifestó públicamente que muy pronto se iniciarían las conversaciones para dar a Bolivia una salida propia y soberana al mar.

Pero poco después, absurdamente el gobierno nacional volvió a suscribir un acuerdo de venta de gas a Argentina con la cláusula de la “molécula de gas”.  Esto provocó en el pueblo chileno una gran aversión por nuestro país, al extremo que un 80% de su población manifestó que rechazaba una eventual cesión territorial a Bolivia.  Desde ese momento, el gobierno de la señora Bachelet reculó en lo referente a nuestro problema marítimo, y  mencionó que sólo concedería una zona sin soberanía.

Han pasado cinco años de esos sucesos, y ahora, con el presidente Piñera, la situación ha desmejorado grandemente.  Chile se cansó de esperar nuestro gas y ha continuado señalando que negociaría una salida al mar sin soberanía.

El presidente Evo Morales, molesto por esta ambigua actitud chilena, decidió en marzo pasado, cambiar el rumbo de su política con Chile y anunció que nuestro país apelaría a los organismos jurídicos internacionales. Pero no ha desestimado todavía el diálogo bilateral.

En consecuencia, ha sido el gas el elemento fundamental de nuestras relaciones bilaterales del presente siglo.  Pero mientras Chile se esmeraba  en obtener nuestro gas, Bolivia se encaprichaba en no venderle.  Ahora, como bien dice un editorial de La Razón, ni siquiera existen posibilidades de exportar gas a otros países fuera de Argentina y Brasil.  Entonces, ¿para qué provocar nuevamente a Chile con la absurda política de la “molécula de gas”?   Esta política sólo servirá para endurecer al país trasandino contra nosotros.  Y el mar se alejará mucho más de nuestro territorio.  Porque los bolivianos debemos comprender que sólo cuando vendamos gas a Chile ese país estará llano para tratar la cuestión marítima con soberanía.

¿Bolivia pre tsunami?

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Quien conduce los sábados y domingos en Santa Cruz seguramente ha reparado que algunas estaciones de servicio no ofrecen gasolina. “No nos reabastecen los viernes”, fue la respuesta que recibí en dos surtidores de la zona norte. Había sí gasolina en otros puestos, hacia el centro de la ciudad. Lo extraño es que, hasta hace poco, todos los surtidores estaban abastecidos.  Este es un síntoma cuyo significado sabrá interpretarlo quien quiera. Con subsidios anuales que bordean los 500 millones de dólares anuales para carburantes, es normal la alarma en el gobierno por ese gasto improductivo, agravado por la creciente demanda interna. No es necesario contar con estadísticas: basta ver cómo se congestionan las avenidas para darse cuenta de cómo ha aumentado el parque automotor.

Ahora empiezan a aflorar los resultados de una mala gestión en hidrocarburos. En las estaciones de servicio hay pocas luces nocturnas y otros signos que exhiben el deterioro de sus instalaciones, la tarjeta postal de la industria nacionalizada. Si esto ocurre en ciudades como La Paz y Santa Cruz, uno no quiere ni pensar en las demás. (Para determinar si no ocurre lo mismo en otras áreas, convendría ver el estado de las sedes y residencias diplomáticas bolivianas.)

A estas alturas deberíamos producir 72 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, y no los mismos 40 millones de hace cinco años. La necesidad de exhibir resultados llevó a YPFB a anunciar el “descubrimiento” de un campo hidrocarburífero, el de Aquio, al que se le atribuyó haber incrementado las reservas totales en un 30%. Parecería un resultado espectacular: Un solo pozo ya era capaz de aumentar las reservas en ese porcentaje.

El área está en la misma estructura geológica de Incahuasi, hasta ahora uno de nuestros principales campos gasíferos, y una de las decenas de estructuras “posibles”, susceptibles de contener  hidrocarburos ya desde 1995. Con el hallazgo de Aquio,  decía la publicidad oficial, las reservas subían de cerca de 10 billones de pies cúbicos a más de 12 billones p3. Eso está bien y es encomiable. Lo que nadie dice es que lo que se ha descubierto es que hay gas en un pozo de un área clasificada como “probable” desde 2004, el año en que se cuantificaba la potencialidad de Incahuasi luego de varios pozos perforados y el yacimiento se convertía en “probado”. El aumento propalado es una extrapolación, esperando que los volúmenes de ese pozo puedan resultar equivalentes en el resto del lugar. El pozo afianza la posibilidad de convertir a toda la estructura en área de reservas “probadas”, y sólo a partir entonces se podrá realizar una cuantificación. Es decir, en unos cuantos años. ¿Y entretanto? Entretanto, seguiremos produciendo básicamente lo mismo –o menos-, salvo inversiones intensivas que YPFB no tiene condiciones de ejecutar: 1.800 millones de dólares en las áreas probadas y 4.400 millones de dólares en las áreas probables. Cada año. ¿Capisci, caro publicista?

La propaganda puede hacer mucho, menos milagros. Durante meses escuchamos que las reservas monetarias estaban en niveles nunca alcanzados: más de 10.000 millones de dólares. Es cierto, pero jamás nos dijeron qué cantidad está comprometida. El repetir esa noción de abundancia sirvió para apuntalar las huelgas de las últimas semanas y para abrir brechas entre el gobierno y los trabajadores. Ahora, la COB es de derecha y pronto la Cruz del Sur estará al norte.